Partida Rol por web

Stu escuchó atentamente a Maud, asintió y corroboró su historia, luego añadió.
-El tipo era generoso y gastaba bien, así que decidí seguirlo fuera y cuando lo iba a alcanzar apareció el coche,
salió un matón enorme y le trató de agarrar, hizo que lamentara haberse resistido, le dio un puñetazo... le salto varios dientes...- miró a Maud y dejó de ser tan gráfico en el acto.
-Bueno, el caso es que pensé que si se quedaban allí varados se arrugarían y cesarían de hacer las cosas, así que me acerque por el otro lado del coche y les rajé una rueda, cuando comenzaron a andar y tuvieron que volver a parar sonó un disparo.- le dijo a Elias -No vi que llevaran armas...- reconoció.
Luego sacó la cartera y comenzó a ojear la documentación mientras hablaba y se la pasaba a Elias y senseñaba a Maud en el proceso.
-Le levanté la cartera al conductor...- dijo Stu al padre Elias -Pensé que dos tíos como esos, si llegaba la pasma les podrían huntar y nos largaríamos sin saber quienes eran. Y el conductor sabrá quien le paga. Y por que el fulano era importante como para hacer tal cosa en público.-

Maude iba poniendo al día al padre Elías mientras Stuart aprovechaba para mantener silencio pensando en si era conveniente o no mencionar el tema de la cartera. Finalmente se decidió a ello y le entregó todo al padre Elías.

—Chico listo.— dijo el padre Elías tomando una libra como diezmo y dejando el resto al muchacho —Phinneas Hobston, marchante de arte. Supongo que es la tarjeta del tipo. Al parecer tiene una tienda de importaciones en la ciudad. Habrá que investigar quien era... sólo por si acaso.

Al llegar a la calle principal encontraron que los dueños del coche se habían dado a la fuga. Los transeúntes, pasado el riesgo, se agolpaban alrededor del vehículo para ver el cadáver. Al llegar Elias con sus acompañantes la gente se retiró hacia atrás, dejándoles paso.

El coche mantenía tres de sus puertas abiertas. En el asiento de atrás el pobre tipo estaba tumbado de lado, con la mitad de su cabeza reventada y los sesos salpicando el cristal. La situación resultaba desagradable de sobremanera para Maude y Stuart. Aunque la muerte era algo habitual en el East End encontrarse con aquello en directo era otra cosa¹.

El padre Elías se presignó antes de rebuscar en los bolsillos del difunto. Encontró una cartera y un bloc de notas de color negro, pequeño, del típico que llevaban los periodistas o escritores para tomar notas. Por la calle se aproximaba una pareja de policías que hicieron que el resto de la gente se dispersase con rapidez. El sacerdote, al darse cuenta de la llegada de los bobbies le tendió tanto la cartera como el bloc a Stuart haciéndole un gesto para que tanto él como la mujer se fueran de allí mientras resolvía aquel incidente².

Ver aquello le impactó mas de lo que iba a admitir, sintió algo revolviéndose en el estómago, se hubiera quedado tonto mirándolo, pero Elias se puso en medio de aquello y cortó su visión.
Cuando le paso las cosas, las cogió sin mirar que eran y la presencia de los bobbies le hizo actuar de forma mecánica alejándose en la dirección contraria.
-Vamos Maud- dijo blanco como la leche y un hilo de voz.

Maude se llevó sin pensar la mano a su boca, intentando contener una arcada cuando se asomó, movida por su curiosidad, al interior del coche por encima de la espalda del reverendo que ya andaba registrando a su cliente.

-Madre mía...-susurró retirando su mirada de aquel estropicio lo más rápido que pudo. Era increíble pensar que, minutos antes, había tenido a aquel hombre en su local. Se le revolvieron más las tripas cuando recordó el contacto de la mano del hombre sobre la suya y sintió el sabor de la bilis cuando en sus oídos resonó de nuevo el disparo. Malditas calles que hacian llevar a la gente amuletos... ¿Habría podido cambiar algo de todo aquello de no haber dejado caer en la mesa aquel amuleto? ¿Había sido sin querer?

La gente pareció perder el interés de repente en el coche y su ocupante. El movimiento llamó la atención de Maude, que no tardó en localizar a un par de polis que se acercaban a la escena del crimen. Miró al padre Elias, advirtiendo su movimiento y el consiguiente movimiento de Stuart y determinó que debían alejarse rápidamente del lugar si no querían verse envueltos en más de una pregunta o sospecha, más aún, si alguien había visto salir a aquel hombre del local.

Agarró a Stuart de la mano, asintiéndole y susurrándole al oído-Si, volvamos a la Iglesia, es mejor dejar al padre Elías con los demás, estar aquí solo hará que se tenga que preocupar por nosotros... y creo que quiere eso que te ha dado lejos de las manos de esos dos polis. ¡Venga!

Echaron a andar hacia la Iglesia, pero solo se habían alejado unos metros cuando no pudo resistirse a preguntar-¿Qué le ha cogido a ese tipo el padre Elías? ¿Le echamos un vistazo? Tengo curiosidad, ese tipo... bueno... -se encogió de hombros, quería definir bien lo que sentía en ese momento-...tengo curiosidad por saber de qué quería protegerse. Quizás en eso que llevas ahí tengamos alguna respuesta.

Miró a Stuart con una dulce sonrisa llena de expectación, esperando su reacción.

Stu miró a la mujer tratando de decidir si tenía cierto sentido lo que decía o no, pero si le pillaban con una cartera los bobbies le darían una buena tunda.

-Bien vallamos- le dijo. - Una vez lejos del espectáculo, cerca de la iglesia comenzó a examinar lo que le habían dado. - Este asunto se complica rápidamente y no me gusta - le dijo a Maud - Deberíamos empezar a distanciarnos antes de que los problemas se nos peguen. - le aconsejó viendo el entusiasmo con que recibía cada nueva pista, cada fragmento de aquel macabro acertijo. - ¿Por que no le hablaste de la medalla con ese simbolo? - quiso saber

Maude lo miró un instante, en silencio, con una expresión indescifrable. Tras unos segundos, le sonrió tímidamente.

-Quiero decírselo a Saúl, él me conoce y me entiende. El padre Elías... quizás no me tome en serio. Y, además, ¿qué le voy a decir? ¿Que creo que ese tipo está muerto porque olvidó sobre la mesa su amuleto? Ni tan siquiera recuerdo aún donde lo he visto antes... -se quedó un momento pensativa, intentando recordar donde había visto aquella símbolo, qué era exactamente-...y la sensación que tengo con él es rara, no es un amuleto de protección normal, es algo más oscuro.

Miró hacia atrás por si alguien que no debía había reparado en ellos dos.

-Lo mismo lo que hay en esa cartera y en la que le has dado antes al padre Elías haya algo que nos explique por que han matado a ese hombre. Y porqué llevaba ese amuleto encima. ¿Vas a mirar lo que hay en la cartera o vas a ir de niño bueno esta vez solo por llevarme la contraria? ¡Venga! ¡Abrela de una vez! -chinchó al muchacho, deseosa de ver el contenido que con tanta gracia, el padre Elías había alejado de la escena del crimen.

-Tocarle los huevos a Elias es peligroso y aunque seas una chica, no creo que te libres....- le aconsejo, no por que quisiera que le diera la medalla a él, sino por que no quería ver como le daba varios guantazos de los de sentarla de culo y tener el moflete rojo e hinchado media semana.

Mirando a los lados la tranquilizó cuando empezó a insistir, se hizo a un lado y se metió en un portal abrigado por una sombra donde llamaran menos la atención que en mitad de la calle y desde donde solo le pudieran venir de frente.

-Va, va.... tsssh- dijo mientras se ponía a ello. La instó a bajar la voz. - No sea que nos roben a nosotros y luego a ver que coño decimos, además de que somos rematadamente imbéciles.- Añadió en un susurro.

Llegaron al templo y se sentaron en los bancos traseros para revisar las nuevas adquisiciones.

Dentro de la cartera había seis libras y una especie de documento identificativo en el cual se veía la foto del paisano y su nombre: Phinneas Hobston. Stuart y Maude se miraron ¿no era el nombre de la tarjeta que Elías había sacado de la otra cartera? Revisando la libreta de notas vieron el mismo nombre escrito en la primera página. O sea que la tarjeta¹ no era del conductor, sino que se trataba del objetivo que aquellos matones debían capturar. El documento parecía ser una acreditación para Aduanas.

¿Y la libreta? Echaron un vistazo y comprobaron que había listados de lo que parecían transacciones, todos con una caligrafía apretada pero pulcra. Había nombres de cosas, fechas, países y cifras en libras. Cifras muy altas. Parecía que aquella libretita abarcaba transacciones de al menos un año completo.

Aquel batiburrillo de numeros y anotaciones no parecía tener sentido alguno para Stu, miró a Maud con cara de eso mismo a ver si en su expresión encontraba algo diferente.
Tras la medalla macabra, los matones, aquello le pareció sumamente aburrido en comparación.

Maude miró los apuntes de aquella libreta y pescó al vuelo la expresión de Stu.

-Yo tampoco lo entiendo, pero sé una cosa, estos números son muy elevados. Creo que si pudiera tener lo que hay en varias páginas, no tendría que echarle las cartas a nadie más en mi vida. No sé si esto tendrá o no que ver con la muerte de ese tipo, pero creo que deberíamos darsela al padre Elías, él le sabrá dar una explicación o podrá investigar algo más, suena a cosa muy de mayores, de contabilidad quizás...-dijo a la vez que le devolvía el cuaderno a su pequeño compañero y centraba su atención en el documento de aduanas en el que aparecía el nombre de aquel tipo-¿Sabes? Esto creo que nos dice que ese hombre quería ¿largarse? ¿Pensaba huir de sus asesinos? ¿A donde?-se preguntó a sí misma curiosa mientras echaba un vistazo al documento lo más rápidamente que podía ya que temía que, de un momento a otro, el padre Elías y el resto volvieran a la Iglesia.

Maude pronto se dio cuenta de que el documento aquel no tenía nada que ver con una huida. Ni siquiera con una salida del país del portador. Había visto uno así en el pasado: era una cédula de importación. Una especie de pase para que alguien pudiera traer objetos de otros países. Muchos años atrás había tenido un novio que trabajaba en la aduana y le había enseñado un documento parecido. Pero el de este hombre tenía una marca que indicaba un privilegio adicional: podía tramitar lotes de forma preferente, lo cual lo acreditaba como un importador importante. Muy importante.

Este tipo de personas son las que los contrabandistas suelen contactar para introducir cosas en el país que no podrían entrar por otros medios, aprovechándose del renombre y honorabilidad que ostentan, es fácil meter de tapadillo cosas en envíos o recepciones que no son revisadas a fondo por Aduanas¹.

Maude miró la libreta de notas: tenía que ser sin duda un extracto de importaciones y exportaciones.

- Por la cara que pones a Saul le va a encantar.- Aventuró Stu, le fastidiaba no entender nada de todo aquello.

-¿Me lo explicas? - le pidió mientras en su cara se notaba el fastidio que su incapacidad de dar sentido a aquellos números le originaba.

Maude miraba estupefacta aquel documento. Lo releyó dos veces.

-¿Te acuerdas de Henry? ¿Aquel tipo estirado y pedante con el que estuve unos meses? El de la aduana... -miró a Stuart con cara de sorpresa, sin acabar de creerse que pudiera entender lo que había en aquel papel-Pues un día que me llevó a su oficina, me enseñó un papel como este. Yo no le di mucha importancia, pero fíjate por donde este papel es igualito. Es un registro de importaciones e importaciones, y bastante importante, ya ves las cifras que hay escritas -miró de nuevo el documento, arrugando el ceño- Esto bien ha podido valer que lo maten. Puede que aquí escribiese algo que no debiera, o que alguien no quiere que se sepa. Ese tipo parece muy importante, por lo que podía traer y sacar mucha mercancía... incluso algo no permitido... -dijo de forma intrigante, dándole vueltas a la cabeza a las posibilidades de qué podía haber en aquella libreta que valiera la vida de una persona.

Se sentó en el banco cruzando las piernas, rizando con su dedo uno de sus rizos de forma casi mecánica.

-Esto le va a interesar al padre Elías y a Saúl. Sea lo que sea que hay aquí escrito debe ser muy, muy importante. Sobre todo para esos tipos que lo mataron, ¿quienes serán? Le preguntaremos al padre Elías cuando vuelva. Quizás es algo muy valioso que nos puede venir muy bien a la banda. Imagínate algo con tantas cifras en nuestro poder... Pero ese hombre tenía miedo de verdad -sacó del bolsillo de su vestido el amuleto y lo observó de nuevo, enseñándoselo al pequeño Stuart- No quiero pensar que olvidarse esto en nuestra mesa le causó la muerte pero quien sabe lo fuerte que es este amuleto... -lo giró en varios sentidos, observándolo con cuidado- Cuando venga el padre Elías le explicaré lo que sé aunque, vaya, lo mismo me gano una buena cuando sepa que hemos abierto la cartera. Aunque lo mismo cuando se lo cuenten nos dejan participar de las investigaciones y nos dicen que han averiguado allí con la policia.

Se encogió de hombros y miró a Stuart. No tenía ni idea de como iba a reaccionar el padre Elías cuando supieran que habían estado cotilleando la cartera, pero ardía en deseos de contarle lo que sabía por que le parecía muy importante.

Stu miro a Maud raro cuando le enseñó la medalla.
- Le mataron dos demonios, pero tan solo eran hombres. - le dijo el niño a Maud. - Así que era como los estibadores del puerto que bajan las mercancías antes de llegar a puerto para no tener que pagar por ellas, pero en lugar de en un bote, lo hacia desde un escritorio....- concluyó stu simplificándolo todo mucho. Quizá demasiado.
- ¿Y todos esos números, ademas de para llevar la cuenta, para que mas valen? - preguntó acto seguido - Lo han matado pro que eso tiene algún valor.... pero lo han dejado atrás....- dijo aquello pensativo.
- Fechas y números.... Busca repeticiones. ¿Cada cuanto tiempo y cuanto? Si se repiten, lo que ha hecho que después de tanto tiempo lo mataran quizá sea algo que esta fuera de esas costumbres, algo que no es lo de siempre... como cuando la mujer del pescadero se dio cuenta que el pescadero se gastaba el dinero en otras mujeres, lo hizo por que dejó de hacer las cosas de siempre.¿Entiendes lo que te quiero decir? - Stu no parecía preocupado por todo aquello, aunque tenía curiosidad por saber por que le habían matado, abandonando el coche, la cartera, la libreta, aquello era desesperado e imprudente.... temerario incluso.
De vez en cuando Stu miraba la calle, arriba y abajo, para ver que nadie les miraba a ellos, contaba las personas que había y se quedaba con donde estaban por coincidentes que fuera su estancia allí.

Maud miró a Stuart con sorpresa- ¿El pescadero se iba con mujeres de ese tipo? ¡No me habías dicho nada! ¡Anda que puedo confiar en ti para que me mantengas al día de los cotilleos del barrio! Después te quejas de que algunas de mis lecturas no son buenas, si no me mantienes al día meteré la pata...

Cogió la libreta y la abrió por la primera página- Sí, sé lo que quieres decir, pero dos pares de ojos son mejores que solo uno. Así que mira conmigo a ver si descubrimos algo antes de que vuelvan los demás. Si descubrimos algo raro en los apuntes de la libreta, ¡puede ser genial! Tengo curiosidad, ¡vamos a ello!

Y sin más, comenzó a revisar los apuntes de la libreta.

Stuart miró otra vez la libreta conforme Maud pasaba las páginas. De vez en cuando mientras Maud pasaba la página seguía observando a las personas que estaban en la calle, las contaba, se quedaban con quien estaba y donde. Y si los miraban.

El chico se dio cuenta de que un individuo venía a paso directo hacia la iglesia. Pero no tenía pinta de venir a rezar. El aspecto y la manera de andar denotaba claramente que era un polizonte. Sin embargo a medida que se acercaba Stu se dio cuenta de que era Freddy Hughes. Aquel tipo trabajaba a dos bandas: parte de su sueldo se lo pagaba la policía de Londres pero ganaba bastante más haciendo trabajos para el padre Saul. Hasta donde llegaba su implicación el muchacho no podía saberlo, pero por su manera de mirarlos estaba claro que venía a preguntar por lo sucedido en la calle. De hecho llevaba en la mano la tarjeta de visita que se había quedado el padre Elías.

Mientras tanto Maude había tenido tiempo de mirar las cifras y notas. Aquel hombre trabajaba con mercancía procedente de todos los lados del mundo aunque había una ruta muy específica que se repetía con distintos cargamentos, todos de muy alto valor: Calcuta - Londres - Nueva York. Al lado de cada ciudad había unas siglas que la pitonisa identificó respectivamente como las de los vendedores en Calcuta, el transportista en Londres y el comprador en Nueva York. La primera y la última —vendedores y compradores— variaban mucho. Pero en Londres se repetía casi siempre la mismas siglas: (TM).

Cuando el detective entró en el templo la muchacha se apresuró a guardar la libreta de notas.

Freddy se sorprendió cuando vio que el chico del que había hablado el padre, era en realidad un niño.

—Muchacho —dijo llamando su atención—. El padre Elías me ha dicho que tenías algo que contarme. Se me acumula el trabajo últimamente y necesito ojos en todas partes.

Durante un tiempo miró fijamente al muchacho dejando de lado a la mujer.

—Tranquilo, habla libremente. Soy de los vuestros... aunque no lo parezca.

Stu miró con cierta aprensión al madero y tardo un par de segundos en empezar a hablar.
- Se quien es...- le dijo Stu cauteloso mientras pensaba hasta que punto podía confiar él. - Bien, por donde empezamos... un yupi vino al barrio, cantaba mas que el principe de Walles solo por la calle y me preguntó por donde podían leerle las cartas, así que le lleve a Maude, ella lee las cartas, debería dejar que le leyera el destino. - le sonrió zalamero. -El caso es que el tipo se asusto con lo que vio, con las cartas que sacó de la baraja, estaba claro que era supersticioso y asustado y en cuanto vio al diablo en aquellas cartas se cagó en el sitio. - negó con la cabeza mientras contaba todo aquello.
- El caso es que fue generoso y pensé que si cuidaba de él, igual podía hacer que se gastara más dinero por aquí, entre mis amigos, todo cosas legales, claro, nada de juegos de azar.... - añadió rápidamente.- Eso del juego no es cristiano... Pues bajé detrás de él y estuve a punto de alcanzarlo en la calle pero paro ese coche y bajo ese tipo enorme y le saltó varios dientes a modo de saludo. - Había llegado a la parte peliaguda, espiró por la nariz pensando como decir lo siguiente. -Entonces pensé que se cortarían si se quedaban allí tirados, así que les pinche la rueda, pero cuando se quedaron ahí tirados le pegaron un tiro al pobre diablo. - confesó.
- A uno de los tíos del coche se le cayó la cartera - dijo tendiendo le la cartera al polizonte* - Estaba más pendiente de como el matón metía a nuestro amigo en el coche. No la vio caer. - le explicó.
-Luego venimos a contarle eso mismo a Elias y cuando fuimos a ver que pasaba habían dejado allí tirado al fiambre, cogimos su cartera también y un cuaderno de notas, ahora estábamos examinando el cuaderno, pero eso se lo tendrá que preguntar a ella que es quien entiende lo que hay ahí escrito. - dijo cediendo le la otra cartera**
Stú miró a Maude, no quería contarle a Elias lo de la medalla siniestra sino a Saul, así que no supo que hacer, no quería obligarla a nada.