Partida Rol por web

Aunque Freddy lo había intentado con todas las ganas los estibadores lo calaron nada más llegar por su forma de andar y comportarse. Destilaba autoridad en todos sus movimientos.

—Mire jefe, si quiere sabé' algo del cargamento le p'egunta al capitán o quien 'sté al mando. A nosotro' no' pagan por descarga'— le contestó uno de los estibadores de mala gana.

Era un tipo rudo, probablemente procedente de los campos, grande y malencarado. Los otros asintieron sin meterse en la conversación.

Mientras tanto Stu se había deslizado hacia la zona de las barcazas intentando deslizarse entre las sombras. Para su desgracia uno de los barqueros lo vio y, viendo sus movimientos furtivos, le gritó levantando uno de los bicheros que normalmente usaban para las aproximaciones a los muelles:

—¡Eh niño! Qui haces ahí que ti voy deslomar como vea que te subas a una barcaza.

Freddy se tocó la nariz reconociendo el olfato de los estibadores.

—Vale, vale, me dejo de tonterías —dijo mientras echaba mano de su cartera para sacar algunas libras—. Necesito información sobre un tal Knockin Tom. Tengo entendido que tiene una barcaza por aquí, ¿verdad? Y tranquilos, no es un asunto de la policía. ¿Es suficiente?

Alargó el dinero hacia los estibadores mientras se calaba el sombrero reforzando la idea de no estar de servicio.

Stu miró sobresaltado al hombre. Alzó las manos hasta la altura de los codos en señal de buena voluntad y siguió paseando, mientras iba buscando la lancha de Knockin Tom manteniendo las distancias con el muelle.
Le habían visto y eso le podía complicar bastante la vida sis e mosqueaban o le asociaban al policía, así que salvo un reconocimiento superficial de momento no podía hacer otra cosa.

El tipo que llevaba la voz cantante cogió el dinero que tendía Freddy mostrando una sonrisa desdentada. Su voz sonaba ahora mucho más amable.

—Knockin' é un vago y un maleante... Se las da de tío listo pero lo único que tié es suerte y que sabe las corriente' de puta madre, que parese que hablase con los peses.— señaló una barcaza atracada no muy lejos de donde estaba ahora Stuart —Aquella é, pero no ha venío sesta mañana.

El estibador señalaba una barcaza de unos nueve metros de eslora con la cubierta convenientemente tapada con una lona, que flotaba justo a la vera del muelle.

—Así que un vago... —sonrió ante la apreciación del viejo—. La verdad es que no creo que vuelva por aquí. La policía está investigando su muerte. Al parecer esta mañana apareció... —hizo un gesto con el pulgar sobre su cuello—. Parece un ajuste de cuentas. ¿Sabéis con qué comerciaba? ¿Alguna bronca con algún proveedor en los últimos días?

En ese momento su mirada se cruzó con la de Stuart, cuando el muchacho circundaba la zona de la barcaza de Tom. Freddy asintió discretamente, confirmando que aquella era la barca que buscaban.

Stu seguía recorriendo el embarcadero y bastante atento, a todo lo que pasaba a su alrededor, con las manos en los bolsillos y la chaqueta bien cerrada; Ahora que le habían señalado entre todos los presentes alguno podría ver que no solía andar por allí y querer marcar su territorio.
Una a una iba observando las barcas, desde una distancia prudencial para que el estibador que le había advertido no se acabara de cabrear, pues no quería largarse de allí corriendo, al menos no hasta haber encontrado la dichosa lancha, ya volvería cuando los ánimos se hubieran calmado, pero primero quería ver donde amarraba.

Maude se sentó sobre unos bultos cubiertos con lona que estaban allí. Vio como el chico y el poli se alejaban, cada uno para un lado, cada uno con su misión.

Suspiró y se preparó para que nada se le escapase. En el caso, claro, de que algo importante pasara, que tampoco lo tenía claro pues sabía que la gente que allí había estaba trabajando en aquellos momentos. Pero, sorpresas siempre podía haber.

Vió como Stuart avanzaba y solo arrugó un poco el ceño cuando el muchacho fue recriminado por uno de los trabajadores. Pero al ver que seguía caminando sin más, se relajó, el muchacho se las sabía todas y aquel tipo no era problema para él. Otra cosa era el poli. Llevaba un letrero en el culo que decia "pasma". Lo vio en la cara de los hombres a los que este se acercó a sonsacar información. Solamente pudo abrir los ojos cuando vio que el poli les pasaba dinero a aquellos tipos y mirar en la dirección en la que indicaban.

Se levantó entonces, dispuesta a caminar también en aquella dirección, no sin antes echar un buen vistazo a alrededor por si había algo o alguien fuera de lugar y que pareciera interesado en los movimientos de sus dos compañeros.

El caso era que ni Stu ni Maude parecían ubicarse bien en aquellos muelles, lejos de la calle de su barrio. Todo les parecía extraño o sospechoso y ahora sabían como se solían sentir los turistas que llegados a Londres por despiste o simple aventura acababan recalando en el East End: una mezcla de miedo y desconcierto.

Freddy, sin embargo, estaba acostumbrado a esos lugares. Así que una vez perdida su tapadera decidió jugar la carta de polizonte a tumba abierta, preguntando al tipo que parecía más propenso a hablar¹. Éste dudó un momento y luego le dijo casi en un susurro al policía:

—Últimamente andaba con gente rara, de fuera. Si le vio varia' vese' cun tipo con turbante, de los que vienen con los barcos de las Indias Orientale'. Pero no de los que sirven a gente de bien sino di los que viajan en las bodegas y casi no saben ni hablá como nosotro'. Últimamente hay má' de lo que está bien que estén aquí... Ni colonia ni pollá... que yo digo que mejó que se queden allá con sus selva' y con su' dioses de varias mano'...

Freddy levantó la vista hacia ese gran buque que estaban descargando y se encogió de hombros.

—Gracias por la información.

Tocó su sombrero para despedirse de los estibadores y se dirigió hacia donde estaba la barcaza de Knockin Tom y el muchacho, Stu.

—¿Has visto algo muchacho? —preguntó mientras se dirigía con el muchacho a la barca de Tom—. Es esta, ¿has podido echar un vistazo?

El policía estaba junto al muelle invitando a Stuart a que saltara a la barcaza y echara un vistazo. Él hablaría con quien se interpusiera, imponiendo su autoridad si fuera necesario.

Stu le miró con desconcierto al principio y luego con irritación, si le identificaban como un soplón estaba muy muerto, el policía iría a dormí caliente a su casa pero a él le esperaría una navaja algún día que no se lo esperara si se las arreglaba a salir del puerto.
-"¿Por qué coño me hablas delante de todos?" - hubiera preguntado con mala hostia si eso no hubiera alargado la conversación y empeorado la situación.
No contestó al policía. Se limitó a negar con la cabeza, ahora con la barca identificada echó un vistazo más detenidamente.
Ya había recibido un aviso si entraba así y le verían le iban a moler a palos.
-Si me pillan detenga me y saqueme de aquí de malos modos. - Le susurro sin mirarle directamente; de que creyeran que se lo llevaba de verdad podía depender si se pasaba unos meses esquivando navajas o no.
A continuación se separó de Freddy con una mirada dificil de descifrar para acercarse más a la lancha.

A regañadientes el jovenzuelo se coló en la barcaza del difunto. Otros marineros que estaban cerca lo miraron con suspicacia pero la presencia de Hughes los disuadió de decir nada.

Stuart recorrió la cubierta echando una ojeada general. Estaba atento a las miradas de otros, por lo que casi se cae al tropezar con una caja de madera con botellas vacías que había por el medio. Lanzando una maldición la apartó a un lado mientras revisaba lo que había bajo la lona.

Había media docena de cajas de madera en las que fácilmente podría caber Stuart. Pero alguien había llegado antes: estaban abiertas y la paja que contenían se mostraba ahora mojada y húmeda sobre la cubierta. Aún así el muchacho revisó diligentemente cada una de ellas. Vacías. Pero alguien había escrito en ellas la dirección de entrega:

Importaciones Hobston
Narrow St E14, Limehouse
London (UK)

Freddy se apoyó sobre uno de los postes del muelle mientras el muchacho se metía en la barcaza. Sus ojos se movían en varias direcciones ocultos por la sombra del sombrero y atentos a los movimientos de los trabajadores que operaban en el muelle.

Detuvo su impulso en seco cuando vio que el poli hablaba con uno de los trabajadores del muelle. Estaban hablando con él contra todo pronóstico, tenía que ser convincente aquel tipo para que confiaran en dirigirle la palabra.

Echó un vistazo a donde estaba Stuart y al barco hacia el que se dirigía. Ese tenía que ser el que andaban buscando. Cosa que le confirmó el propio policia cuando se reunió junto con el muchacho terminada su conversación. Sonrió cuando vio la expresión de Stuart y supo que solo se había callado por no enfrentarse a él, pero si el poli era listo de verdad, no debería dejar pasar la mirada que acababa de echarle el muchacho.

Miró alrededor ¿qué podía hacer una muchacha en aquel lugar sin llegar a parecer una fisgona o una mujer de moral incierta? ¿sin llamar la atención?

Sorprendida, vio como Stuart saltaba al barco. Se tensó. Dichoso muchacho que le gustaba olerlo todo, ¿por qué no dejaba el trabajo sucio al poli que para eso estaba? Se cruzó de brazos, el ceño arrugado, sin quitar la vista de aquellos dos y todo lo que pasaba cerca.

Stu repitió con los labios en un gesto mudo aquella dirección unas cuantas veces para fijarla en su mente. Luego caló su gorra. A ver si el poli era lo bastante listo como para ser algo discreto y salvar la situación.
-Puta mierda...- susurró al incorporarse, ahora tocaba salir de allí a ser posible sin que le ficharan.
Tomo aire un par de veces y saltó de vuelta al embarcadero para largarse de allí cagando melodías.

Nadie parecía prestarles especial atención y, realizada la inspección, el muchacho se reunió de nuevo con Maude y Freddy.

El chaval estaba nervioso, de forma evidente.
-Solo hay cajas vacías de importaciones Hobson, narrow street 14 E, en Lime House -Susurró rápidamente sin detenerse a charlar.
-Vamos...- Susurró ya de espaldas, pues seguía caminando.
Cuanto antes se olvidaran del puto fisgón que había venido con el poli antes empezaría a dejar de sentir hormigas sobre la piel.

Se levantó, nerviosa, cuando los vio llegar, pero Stuart no le dio opción. Empezó a decir algo, ¿una dirección?. Lo miró sorprendida y descolocada un instante pero, cuando el pequeño echó a andar para alejarse de allí, lo agarró por el cuello de la chaqueta, deteniendo su huida.

-Un momento, rapidillo. Vale, una dirección en cajas del barco. Perfecto, una cosa adivinada y seguro que aquí él-miró un instante al poli-sabe que hacer con eso pero... el padre Elías nos dijo que investigaramos también si mi cliente ha estado por aquí. ¿Se lo habéis preguntado a esos tipos del barco? -preguntó señalando discretamente a los tipos con los que el poli había estado hablando minutos antes.

Miró primero a Stuart y después al poli, esperando una contestación afirmativa. Un segundo de silencio después, volvió a hablar.

-El padre Elías nos lo dijo claro. Y sería bueno saberlo para ver si tenían relación él y el tipo del barco, ¿no? quizás trabajaban juntos... acaban de matarlos a los dos, es un buen punto en común-terminó diciendo y mirando al policia con mirada interrogante.

Freddy se encogió de hombros.

—¿Tú cliente? —preguntó—. No recuerdo saber el nombre de tu cliente... pero si me lo dices no tengo problema en pregunta a los estibadores. Nos hemos hecho amigos —dijo con sorna—. Después iré a echar un vistazo a esa dirección, ¿qué pensáis hacer vosotros?

Stú se sacudió las manos de Maud de la chaqueta sin violencia pero sin miramientos y una mirada de desafío.
-Sigue hablando con el policía en público, cuando te tengan por soplona no podrás salir de tu calle sin tener que mirar atrás a cada paso. - le recriminó en un susurro a Maude cuando le agarró. - Hablemos lejos de aquí y de las miradas de esos matones del puerto que no pierden de vista a nuestro amigo policía, a ver si no se quedan con nuestras caras. ¿Te parece? - Dicho aquello con una mala hostia más que evidente aunque se cuidó de no levantar la voz, volvió a tomar el camino. - No estamos en casa.- La recordó.

Freddy se dio cuenta entonces del nombre del cliente de Maude. El que figuraba en la tarjeta que les dio Elías. ¡La dirección! ¿Cómo podía no haberse dado cuenta de eso? Sacó la tarjeta del bolsillo y leyó:

La dirección era la misma. ¡Las cajas eran para el cliente de Maude! De pronto los dos casos de aquella mañana estaban conectados por una línea invisible pero ¿a dónde conducía?