Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.

BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

AVANZADA LA TARDE.

Hattori menciona haber visto la carcasa de un draco marino, algo que no conozco ni he visto en toda mi vida. Me da curiosidad pero por más que miro hacia la zona, no veo nada. Nunca he sido demasiado observador, por lo que no me extraña que no consiga apreciarlo. Le quito importancia y continúo avanzando hacia el castillo junto con el grupo.

Al avanzar, llegan a la conclusión de que probablemente lo mejor sea que Kelsier y algunos de los más discretos miembros del grupo sean capaces de avanzar hacia allá de forma sigilosa y consigan información acerca de vigias o cualquier clase de oteador que nos pueda haber detectado ya. La idea es no acercarnos de forma tan obvia, retrasar lo más posible el momento en que nos vean y se alarmen.

Giorgino decide ir con Kelsier, a lo que se suma Kromdal y Vankor. Koya decide que lo mejor es que vayan en dos grupos, aunque no entiendo realmente el motivo de ello. Pronuncio lo que para todos es algo obvio:

 - "Me quedaré acá. No soy especialmente rápido ni silencioso, por lo que aguardaré su regreso."

Me quedo junto con Koya, con la mano en la empuñadura de mi katana, esperando a que se vayan y luego regresen, ojalá que con buena información de lo que nos espera en ese castillo. No me importa enfrentarme a enemigos para conseguir nuestro objetivo pero es mucho mejor llegar a ellos a luchar que ser acribillado por flechas a varios metros de distancia.

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Ante la pregunta de Koya, Vankor extendió su diestra, en cuyo anular lucía el anillo que le había correspondido en el reparto del anterior botín. 

-Lo tengo -dijo rubricando el gesto-. El propio Sandru me hizo probarlo para averiguar si realmente era eficaz. Siempre cabe un tropiezo o desliz, pero en principio, es un buen recurso que potencia mi destreza a la hora de escalar o subir por alguna pared particularmente difícil -el comentario le llevó a pensar en un detalle-. ¿Alguien tiene una cuerda o similar? Lo digo por si hubiera de trepar a algún sitio y poder lanzar un cabo para ayudar a los demás. 

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AVANZADA LA TARDE.

Aquella aldea le traía recuerdos de un pasado que creía olvidado. En su memoria era tan joven que no se reconocía. Se recordó a sí mismo curioseando en la herrería y la fábrica de vidrio en alguna de las escasas visitas que su maestro le permitía hacer a la aldea. ¿Dónde habían ido todos?

Apenas sabía los nombres de algunos de los habitantes. Pero recordaba haber visto corretear a niños pequeños que apenas se podían tener de pie. Ahora deberían ser hombres y mujeres adultos, con hijos y quizá nietos. ¿Dónde estaban?

Hattori no era ningún sentimental. Había sido entrenado para ser un guardián y un instrumento obediente de su señor. Pero quizá el trato más humano de Ameiko Kaijitsu-Sama lo había ablandado o quizá era que se estaba haciendo viejo. Se acercó a la herrería para examinarla mejor, pero también porque el ánimo le flaqueó por un instante y temió que se reflejase en su mirada. ¿Dónde estaban todos?

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Giorgino-san era impetuoso, pero también respetuoso. No iba en cabeza buscando la gloria personal sino por respeto y obediencia a Koya Mvatshi-sama. Había algo tien en eso. Y al igual que en Giorgino-san, en Keilser-sama, Vankor-san y Kromdal-san había sabiduría tras el ímpetu y eso les hacía honorables y valiosos. Hattori intercambió una mirada con Koya-sama consciente de la sabiduría que ella había sabido inculcar en los corazones de sus familiares.

- Si la raíz es fuerte, el árbol crece fuerte.

También sabían jugar en equipo. Serveris se quedó con ellos dando muestra de ello. Mientras los tres esperaban, Hattori se aproximó a examinar mejor la herrería.

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Ahí estaba. La joya brillaba en el dedo de Vankor y los dioses sabían que le quedaba como anillo al dedo, valga la redundancia. Le hizo gracia ver que el joven se había quedado con el anillo al final. Era la típica situación equívoca que Desna aprovechaba para marcar el destino de la gente. Ella le había pasado la joya a Vankor un momento para poder estudiar la varita esperando que se lo devolviera a su hijo después. Supuso ahora que Sandru había valorado que en su mano era donde mejor lucía, como ella misma pensaba.

- Bien. Una cuerda ya sería lo ideal.- Si Vankor conseguía subir a la muralla desde allí tendría una vista privilegiada del castillo y, no menos importante, de los alrededores. Quizá así podría vislumbrar a la misteriosa patrulla de pollos.- A ver si vosotros dos conseguís trepar arriba para echar un vistazo al interior mientras que Kelsier y Kromdal estudian si es posible entrar a lo grande, es decir, por la puerta. Eso sería lo mejor para mí o vais a tener que cargar con esta vieja cual saco de patatas.

Haciendo honor a sus palabras la anciana buscó un sitio donde sentar su huesudo culo a la espera de que los intrépidos exploradores regresaran con su informe. Allí asintió a las sabias palabras pronunciadas por Hattori y observó como el anciano se entretenía rebuscando entre los restos de la herrería.

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Tras esperar a que Kromdal llegara a su altura, Kelsier volvió a avanzar hasta el último edificio del camino antes de llegar al castillo. Allí, empleando la estructura como ocultación observó y vio lo evidente.

- Cerrada - dijo, algo apenas audible para Kromdal y Vankor, los más avanzados junto con él -. El lugar está habitado y a no ser que hallemos alguna brecha en sus defensas, solo podremos entrar escalando - dedujo el semielfo, mientras siguió observando la robustez de las puertas, totalmente fuera del alcance de cualquier fuerza bruta que pudieran ejercer contra ellas -. O las evitamos por otros medios o las abrimos. Desde dentro - comentó dejando claro que tal vez unos pocos podrían infiltrarse para abrir al resto -. Parecen pesadas. Demasiado para ser manuales. Apostaría a que hay algún mecanismo que las abre y las cierra - opinó.

Cuando Vankor preguntó sobre una cuerda, el explorador se giró hacia él y con media sonrisa se palmeó el pecho, a la altura por donde pasaba la cuerda de gran calidad que portaba el joven, cruzada sobre su torso. Posteriormente hizo gestos a los más atrasados con los brazos, indicándoles sobre las puertas cerradas y la probable necesidad de tener que escalar.

- Bueno, ¿Una carrera hasta el pie de la muralla? - preguntó al púgil y al bárbaro, junto a él. Vendría bien observar el terreno. Si tenían que abrir una puerta o trepar una muralla, mejor examinarlas de cerca.

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- Supongo que sería demasiado esperar que estuviera abierta- renzongó más que razonó el bárbaro ante las palabras del semielfo- De todas formas no se hasta qué punto es bueno o malo que estén cerradas. Quizás... quizás haya otra entrada. Todo me parece demasiado desangelado, demasiado manga por hombro. A lo mejor tienen alguna salida porque, ¿alguna vez tienen que salir no? Aunque sea para comprar y esas mierdas. Es un poco raro el que estemos aquí buscando una caja para Ameiko. Y no tengo muy claro cual debe ser nuestro comportamiento cuando nos encontremos con alguien que no sea hostil. Yo también llevo una cuerda- señaló mirando tanto a Kelsier como a Vankor, para luego asentir- Venga, murallas pues, Kelsier.

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AVANZADA LA TARDE.

Hattori se apoyó en un tocón junto a la viejo almacén tratando de parecer cansado y más viejo de lo que realmente era. En alguna ocasión anterior había echado a perder su disfraz de forma imprudente y ahora se esforzaba por volver a parecer un viejo inofensivo a ojos de los demás. 

Desde el tocón, aunque fingía estar distraído, no quitó ojo a la masa de árboles que bordeaba el castillo. Si realmente había alguna amenaza en el castillo, les habrían visto venir y aquellos árboles eran un lugar ideal desde el que montar una emboscada. Si realmente había alguna amenaza emboscada, Hattori confiaba ver a sus atacantes primero, tan pronto se moviesen.

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AVANZADA LA TARDE.

Hattori, algo viejo para jugar a las escaramuzas, buscó un tocón donde sentarse y esperar a los que iban de avanzadilla.

-Los chicos estarán bien, Koya Mvashti-sama. Si hubiera alguna amenaza, ya la habríamos visto.

Dirigió una mirada al almacén y estuvo a punto de levantarse para examinarlo, pero decidió que no merecía la pena. Siendo un almacén comercial, habría sido lo primero que examinase cada viajero errante que hubiese pasado por la vieja aldea.

Mientras esperaban el regreso de Kelsier Deznad-sama y el resto, comprobó minucioso y metódico que el arco y las flechas estaban en buenas condiciones.

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AVANZADA LA TARDE.

El muchacho corrió paralelo al camino de llegada al castillo del Muro Salmuera, hasta alcanzar su entrada. Vankor ya había llegado allí y alzaba la mirada, estimando como coronar la primera muralla defensiva. Al llegar, Kelsier se quitó la cuerda cruzada sobre su torso y la dejó caer al suelo. Jadeó unos momentos tras la carrera hecha con su mirada perdida no en la muralla, sino en el camino. Tras unos instantes absorto, respirando pesadamente, comenzó a desandar un poco lo andado, adentrándose en el camino.

Se detuvo en un punto y se colocó de cuclillas mirando al suelo, relativamente expuesto a que algún vigía de la fortaleza pudiera verlo. Pero aquello pareció no importarle. El joven tenía bien claro que Vankor, Kromdal y él mismo deberían haber sido vistos por cualquier vigía con facilidad, si no el grupo entero desde que salieran del cementerio. Así que el temor a ser visto había pasado a segundo plano. Ahora su atención se concentraba en el suelo y en lo que este le decía.

Su mano acarició con suavidad la superficie del camino, como si el significado de las formas terrestres pudieran ser leídas con el tacto de sus dedos. Tras un par de minutos observando un pequeño tramo, levantándose, moviéndose a otro tramo y volviendo a acuclillarse, el explorador terminó de alzarse, hizo gestos claros al resto del grupo alejado de que avanzara hacia el castillo y esta vez sí que se pegó al pie de la muralla. El terreno le había hablado con total claridad.

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AVANZADA LA TARDE.

Kelsier habló a Kromdal y Vankor, los presentes en el muro, respecto lo que había hallado en el camino.

- He observado, de nuevo, esas huellas aviares que recorren el camino. Entran y salen de la fortaleza. Su antigüedad es dual: las que salen acontecieron algo más de un día, el mediodía de ayer. Las que retornaron, varias horas más tarde, al anochecer - estimó en su explicación - En sustratos más antiguos se repite esa tendencia. Casi diaria, diría yo y durante mucho, mucho tiempo- apuntó.

- Las huellas muestran que salen a cazar - afirmó sin dudarlo - Hay un rastro adicional de algo siendo arrastrado. He encontrado en varias piedras pelaje de ciervo, jabalí y plumas de perdiz, entre otras. Y por cierto, la linea de arrastre es continua y sin detenciones, lo cual indica que son unas criaturas fuertes - añadió a la información -. La tónica se ha repetido innumerables veces. El camino está plagado de los mismos rastros. Creo que eso quiere decir que una partida de caza sale casi todos los días y eso explicaría que no hay animales en los entornos: los han cazado a todos a lo largo de los... años, estimo. Cada vez tienen que ir más lejos para obtener comida - dijo dando una explicación del por qué no encontraron animales en los alrededores.

- Si llevan muchos años haciendo esto y nunca han encontrado nada inteligente a muchas millas a la redonda alrededor de su castillo, eso explica la considerable relajación de la guardia. Sin duda confían en la mala reputación de este lugar y su ubicación apartada como principal defensa - argumentó según fue deduciendo sobre la marcha.

- Si queremos hacer algo, tenemos tiempo hasta mañana al mediodía, que será cuando vuelvan a abrir las puertas y una partida de caza saldrá a buscar comida... y probablemente hallen la caravana - dedujo alarmado ante la última conclusión.

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AVANZADA LA TARDE.

Mis compañeros avanzan en su exploración hacia el castillo mientras me quedo al lado de Koya, preparado para cuidarla en caso de cualquier ataque o emboscada por retaguardia que deseen hacerle al grupo. Miro a todos lados pero no consigo ver ninguna amenaza cercana.

Hattori se va a mirar otra zona y no sé si seguirlo o no. Lo pienso un segundo pero decido quedarme junto a la anciana, pues con los dones que Desna le brinda, es mucho más valiosa en el caso de que haya heridos, incluyendo al mismo Hattori. Dejarla a su suerte sería muy poco sabio.

Pero nada sucede y, después de un rato, veo como Kelsier nos indica que nos acerquemos. Le asiento con la cabeza mientras escucho que Koya me dice lo mismo. Le contesto de inmediato:

 - "Bueno, vayamos entonces."

Camino en la dirección que está el resto, aunque teniendo cuidado de no exponerme demasiado en el caso de que haya arqueros ocultos en las almenas y que estén esperando el momento justo para acribillarnos. No es algo que desee, por lo que tomo el resguardo de avanzar usando las construcciones como cobertura, en la medida de lo posible.

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- Parecen ser tres individuos- Propiedad Transitiva tras examinar las huellas habla con los presentes, a los que se ha unido Giorgino; se ha acercado al más alejado Kelsier, pero el mensaje es el mismo- Obviamente no son humanos. Obviamente, también, deben tener las llaves para salir de la fortaleza. Y por aquello de seguir con las obviedades, ya que el castillo no está deshabitado, si seguimos moviéndonos por aquí todos, al final, nos van a localizar. Y eso no sería bueno. Opino que sería bueno retroceder y preparar una emboscada a esos tres para cuando salgan para abastecerse. 

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AVANZADA LA TARDE.

Mientras esperaba el regreso de la avanzadilla, la mente de Hattori viajó junto a su señora Ameiko Kaijitsu-sama y su mente se perdió en evocaciones mientras sus pasos le llevaban bordeando la arboleda hasta la carcasa del draco marino. Aprovechando que estaba al lado, decidió echarle un vistazo más de cerca, pero entonces notó algo fuera de lugar sin poder concretar qué. ¿Era la carcasa?¿Era el agua?¿Era algo en la arboleda de la otra orilla?¿Acaso era un delirio senil? Sus viejos ojos no veían nada raro pero el vello se le erizó en la nuca.

Hattori dudaba. Titubeó entre avanzar hacia la carcasa o retroceder y finalmente decidió reunirse con Koya Mvashti-sama y Serveris-san.

-Hay algo raro donde el draco marino. Es algo, mmm, no sé, pero no es bueno.

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-No es demasiado tiempo, dado que tendremos que descansar y este no es un buen lugar para hacerlo. Lo mejor sería buscar un punto desde el que poder trepar lo más fácilmente posible, algún punto del perímetro de la muralla que muestre vegetación trepadora o algunas grietas -dijo Vankor a Kelsier y Kromdal-. Tras ello, podríamos abrir esas puertas ya que parece no tenemos cuerdas para facilitar que los demás también suban. Mejor hacerlo cuanto antes, pues la noche se nos echa encima.

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Kelsier retornó con agílidad y pies de plomo. Una cosa es que no hubiera vigilancia y otra muy distinta que los de dentro no pudieran oirles si se descuidaban y provocaban ruido.

Junto al púgil y el bárbaro, escuchó la proposición de este último. Asintió ante la idea que también había sopesado pero la decisión final quedaba en manos de Koya ante la pregunta, ¿Emboscar o trepar? ¿Había o no había tiempo para esperar?

Si ese fuese el caso entonces una emboscada que mermara las fuerzas enemigas antes del asalto definitivo sería algo positivo. No obstante, la cuestión estaba en cómo se encontraba Ameiko. Tal vez la espera y tardanza podría empeorar su estado...

- Es buena idea, Kromdal - reconoció el explorador mientras miraba cómo Giorgino, Hattori, Serveris y Koya se acercaban a su posición. Estuvo tentado de hablar sobre su vistazo a las murallas, tras lo dicho por Vankor, pero decidió esperar a que todos llegaran. Además, aun tenía que contar a los rezagados lo descubierto por los rastros.

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Avanzo lo más rápido que puedo, entendiendo que mi armadura no es precisamente liviana ni facilita el caminar. De todas maneras, prefiero tenerla puesta considerando las cosas que mis compañeros han visto, como la reflexión de Kromdal acerca de los habitantes del castillo y lo obvio de nuestro eventual encuentro, como indica Vankor. 

Pero lo que más me perturba es la reacción del Viejo Hattori, que parece estar sumamente alterado por el cuerpo del Draco Marino o de algo a su alrededor. No sé qué será, pero no me parece algo bueno pues puede significar un peligro que eventualmente caerá sobre nosotros.

Al acercarme, le comento a mis más cercanos:

 - "Yo también tengo unos metros de cuerda, por si sirve de algo."

Continúo caminando, esta vez hacia Kelsier y quienes están a un lado de la muralla, planificando como ingresar y como poder organizar de forma efectiva lo que al parecer será un asalto a esta fortaleza. Un asalto que no parece ser muy prometedor al principio pues somos pocos, algunos que han visto muy pocas primaveras y otros demasiados. Sea como sea, confío en nuestras capacidades y en que conseguiremos nuestros objetivos por más que nos cueste.

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-Kromdal, que sean tres no quiere decir que no haya otros dentro. Y que salgan tan solo quiere decir que o bien tienen la llave como dices o que desde dentro ponen en funcionamiento los engranajes para la apertura de la puerta, tanto cuando salen como cuando entran. Sea como sea a Koya corresponde decirnos qué hacer -dijo volviéndose hacia la adivina-. Koya, ¿qué hacemos? ¿Emboscamos a la partida esa, arriesgándonos a que no tengan la llave de acceso o trepo la muralla e investigo lo que hay más allá? Serveris afirma tener una cuerda y la muralla no parece particularmente complicada de escalar -afirmó con contundencia. 

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Y por fin llegaron los rezagados. El joven semielfo avanzó levemente hacia ellos, decidido a explicarles lo que ya hiciera a Kromdal y Vankor con respecto a los rastros hallados.

- Me alegro que por fin lleguéis. Hemos estado revisando el camino y las murallas y lo que hemos encontrado es interesante - comentó hablando en voz baja, como temiendo que pudieran ser oídos. Su mirada se centró en buena medida sobre Koya, la mujer que tendría que valorar la información y dar instrucciones en consecuencia.

- He observado, de nuevo, esas huellas aviares que recorren el camino. Entran y salen de la fortaleza. Su antigüedad es dual: las que salen acontecieron algo más de un día, el mediodía de ayer. Las que retornaron, varias horas más tarde, al anochecer - estimó en su explicación - En sustratos más antiguos se repite esa tendencia. Casi diaria, diría yo y durante mucho, mucho tiempo- apuntó.

- Las huellas muestran que salen a cazar - afirmó sin dudarlo - Hay un rastro adicional de algo siendo arrastrado. He encontrado en varias piedras pelaje de ciervo, jabalí y plumas de perdiz, entre otras. Y por cierto, la linea de arrastre es continua y sin detenciones, lo cual indica que son unas criaturas fuertes al poder tirar de sus presas sin parar siquiera - añadió a la información -. La tónica se ha repetido innumerables veces. El camino está plagado de los mismos rastros. Creo que eso quiere decir que una partida de caza sale casi todos los días y eso explicaría que no hay animales en los entornos: los han cazado a todos a lo largo de los... años, estimo. Cada vez tienen que ir más lejos para obtener comida - dijo dando una explicación del por qué no encontraron animales en los alrededores.

- Si llevan muchos años haciendo esto y nunca han encontrado nada inteligente a muchas millas a la redonda alrededor de su castillo, eso explica la considerable relajación de la guardia. Sin duda confían en la mala reputación de este lugar y su ubicación apartada como principal defensa - argumentó según había deducido previamente ante el púgil y el bárbaro.

- Si queremos hacer algo, tenemos tiempo hasta mañana al mediodía, que será cuando vuelvan a abrir las puertas y una partida de caza saldrá a buscar comida... y probablemente hallen la caravana - dedujo alarmado ante la última conclusión.

Una vez hubo explicado esto a los recién llegados los guió hasta un lado de la muralla donde aguardaban Kromdal y Vankor, discutiendo si emboscar a la partida de caza o subir ya por las murallas.

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