Partida Rol por web

En mitad de la oscuridad, la poderosa voz de Korn os ayuda a centraros en poneros en pie de nuevo.

¿Hijos míos? ¿Estáis heridos? La voz del Guía suena cercana. ¿Romt?

Apenas os acabáis de dar cuenta que el temblor de tierra ha cesado, desapareciendo tan rápido como empezó. Aun así, todavía se escucha el ruido de la nieve deslizándose y cayendo desde arriba, junto con pequeñas rocas y pedazos de hielo.

El lugar donde os encontráis ahora debe ser el fondo de la sima. Os envuelve una total negrura. La luz de la superficie no llega hasta aquí. O quizás es que el terremoto ha cerrado la entrada al abismo. Avanzáis a tientas por un suelo inclinado y muy irregular, sacudiéndoos la nieve y la escarcha que os cubre tras la caída.

A medida que vuestros pensamientos comienzan a ser racionales de nuevo, os preguntáis si acaso os habéis quedado atrapados en este lugar sin salida…

El zumbido que Corm había oído tras el golpe, comenzó poco a poco a desaparecer hasta que poco a poco desapareció por completo. Fue entonces cuando oyó la voz de su padre, comprobando que todos estuviesen a salvo. El bárbaro recordó subitamente las palabras del guía del clan "la sima se va a colapsar" y palideció subitamente. Entre la impresión y la pérdida de sangre, Corm parecía ahora un gigante azul en miniatura que se levantaba con dificultad apoyandose donde buenamente podía. Afortunadamente, en la oscuridad no se veía ese detalle.

Estoy bien —mintió el barbaro llevandose la mano a un costado, pues sabía que de nada valía preocupar a sus hermanos.—son...solo unas magulladuras

- AAARRGGHH - mi codo impacta contra el filoso borde de una piedra. El dolor es agudo y punzante. Un estimulo eléctrico recorre mis nervios desde el dedo meñique hasta el hombro. Por unos segundos tengo paralizado el brazo. El golpe fue muy fuerte y podría haberme quebrado el brazo en dos partes dada la presión que ejerció mi cuerpo sobre la roca. De haber caído desde mas altura mi brazo se hubiera destrozado.

Me incorporo lentamente apoyando el peso de mi cuerpo sobre el brazo sano. Recojo una poca de nieve y la llevo hacia el codo - zsssszzzzz - el dolor es intenso al comienzo pero lentamente el frío empieza a tener efecto en mis nervios, congelándolos en unos segundos. El fuerte dolor es ahora una simple molestia.

La oscuridad total nos invade. No podemos ver absolutamente nada. Con mucho cuidado arrastrando los pies para evitar tropiezos y caer a algún otro pozo, doy unos pasos para al menos saber cual grande es la cueva. Camino con el brazo sano levantado hacia adelante para sentir algún límite.

Escucho movimiento de nieve, respiración agitada y palabras que retumban en la caverna helada. Deben ser los muchachos y Korn. Escucho las voces de Corm, Urm y Korn. Pero no la de Unks. - Unks, muchacho, te encuentras bien?? Vamos!! Di algo!!! - 

Conozco bien al pequeño bárbaro y aunque había dicho que se encontraba bien, podía notar en sus palabras signos de dolor. 

Me duele el pecho. Respiro despacio para intentar pensar en la caida. La recreo de nuevo y pienso donde me he golpeado. Muevo la pierna derecha, hacia el lado que rodé. Me duele bastante pero la puedo mover. Mi brazo derecho también me duele a la altura del hombro, pero lo puedo mover. A mi alrededor oigo a mis hermanos, parece que lo peor ha pasado.

Pruebo a hacer un par de respiraciones profundas y aparte de un dolor agudo no veo mayor problema. Me incorporo lentamente, apretando los dientes al forzar la postura al levantarme. Una vez en pie contesto.

-Estoy vivo- replico con mi grave voz-.

Vuestra visión se acostumbra poco a poco a la oscuridad de la sima. Os llamáis unos a otros hasta que por fin os reunís junto a una de las paredes verticales que delimitan este lugar.

Tratando de no alzar demasiado la voz confirmáis que no habéis sufrido daños graves durante la caída y en cuanto sois capaces, prendéis un par de antorchas, clavando sus astas en la nieve para que permanezcan en vertical. La luz resulta reconfortante e ilumina vuestros magullados rostros, al mismo tiempo que se refleja en el hielo en polvo que flota en el aire, haciéndolo brillar.

Se trata realmente de una hermosa tumba…

Porque comenzáis a entender que se va a convertir en vuestra tumba si no sois capaces de encontrar una salida de este lugar.

Miráis a vuestros lados: El fondo de la sima debe ser bastante ancho, y el círculo de luz de las antorchas no llega a alumbrar el final, a menos que os dediquéis a explorarlo. Después miráis arriba: Imposible escalarlo. No sólo porque la salida debe de estar unos cincuenta metros más arriba, sino porque habéis perdido más de la mitad de vuestra cuerda en la caída y también el terremoto habrá hecho que las paredes de la sima se hayan delimitado y puedan desprenderse en el momento en que alguno de vosotros trate de escalarlas.

Habéis descendido porque Corm aseguró que había visto algo (una tenue iluminación) en el fondo de la sima.

Pero ahora aquí estáis… y no se distingue nada particular.

—No lo entiendo— pensó el muchacho mientras se acercaba a la pared y la tocaba suavemente— Aqui había luz...había algo

¿Era posible que sus sentidos le hubiesen traicionado? ¿O sería quizas una trampa? De cualquier modo, Corm se sentía culpable por haber arrastrado al grupo a aquella situación. La luz iluminaba los rostros de su padre, su maestro y sus hermanos. ¿Estarían todos condenados? No, aquello no era posible. Encontrarían una salida y saldrían a la superficie, se enterarían de lo que había pasado, volverían a la aldea, seguiría yendo al pueblo a comerciar con los humanos... No, no iban a terminar así. Pronto, la tozudez del gigante que llevaba dentro y la perseverancia del humano que era le hicieron ponerse en pie.

—Aquí había algo—repuso mientras examinaba el entorno— Y solo hay un camino... y aunque ese camino sea una trampa es el único.

Para Corm, la posibilidad de morir no es nada en comparación con haberle fallado a su Clan. Trata de recordar con todas sus fuerzas lo que vio cuando descendió por primera vez a la sima: Está seguro de haber visto cierta iluminación, aunque no pudo determinar desde donde, ya que las paredes de hielo reflejaban la luz de manera que no se podía conocer su procedencia.

Ahora no ve nada. Ni ahora ni antes, cuando estaban en total oscuridad, antes de prender las antorchas…

De pronto lo entiende. Ha sido el desprendimiento de nieve debido al temblor de tierra. La nieve o el hielo caído han debido bloquear el lugar desde donde esa luz se filtraba. Ahora esa abertura debe de estar bloqueada. En algún lugar del fondo de esta sima.

Ya sabéis lo que hacer. Dice Korn, terminando de encender la última antorcha. Ahora cada uno de vosotros porta una de ellas.

Separaos y explorar este lugar. Encontradnos una salida.

Urm le dio una palmada en la espalda a Unks y se dirigió ha hacer lo que Padre les había ordenado. Empezó a buscar una salida confiando en lo que habían visto los ojos de Corm. Empezó a buscar por las paredes tratando de retirar piedras y buscar así la salida pro donde quizás hubiera visto la abertura que decía.

Desorientado por la oscuridad, la luz de las antorchas reflejadas en el hielo, me hace confundirme mil veces en este juego de sombras, muevo sin mucha suerte sin encontrar la salida que, seguro, vio y hermano rosado. Maldigo por la bajo y veo a Urm tan perdido como yo, niego con la cabeza enfadado y sigo buscando.

Corm se puso a buscar infructuosamente la salida, pero parecía una tarea imposible. A pesar de las habilidades como explorador del bárbaro, no conseguía dar con esta. Sin embargo, tenía que estar por allí, y, aunque fuese a oscuras la encontrarían.

Clavada en un montículo de nieve enfrente vuestro, la última de las antorchas se consume lentamente…

Lleváis varias horas registrando el fondo de la sima. Sin éxito a la hora de encontrar una salida. Este lugar tiene una anchura de unos veinte metros, mientras que de largo se extenderá hasta los cincuenta. Es una extensión enorme, y os habéis sentido como si buscarais una aguja en un pajar, ya que prácticamente todo el fondo ha sido cubierto por la nieve y los escombros que han caído desde arriba. El lugar desde donde el bárbaro asegura que vio luz ha debido quedar sepultado… y no tenéis idea alguna de dónde puede encontrarse.

Miráis a vuestro alrededor, pensando que va a ser casi imposible salir de aquí. Y que probablemente vais a morir en este lugar.
El fuego se extingue poco a poco en la antorcha…

Gracias a Orn, el frío no os afecta. Vuestro aliento se convierte en vaho, y la barba de Korn y Romt están congeladas, pero no sentís las bajas temperaturas. Pensáis en que si pertenecierais a otra raza, a estas horas ya estaríais congelados por el frío.

No, no será una muerte rápida. Será una muerte lenta, por inanición…

Y el desánimo hace que os empecéis a hacer preguntas. Preguntas que no tienen respuestas y que os hacen hundiros aún más en oscuros pensamientos. ¿Por qué os ha sucedido esto? ¿Por qué ese terremoto os ha atrapado aquí? ¿Por qué la Montaña se ha vuelto contra vosotros y permite que esos malditos orkos y trolls la violen impunemente?

No tenéis respuestas. Korn, vuestro Guía y Chamán, tampoco dice nada. Sólo permanece sentado sobre una roca, apoyado sobre el Hacha de Hielo, contemplando la antorcha.

Entonces, la llama se agita por última vez y se apaga, sumiéndoos en la oscuridad.

Cuando la luz se apagó, Corm se sentó a meditar un largo rato. Las respiraciones de sus compañeros le ayudaron a centrarse. ¿Cuanto tardarían en morir? ¿Semanas? ¿Llegaría algún miembro del grupo al mes? Urm era extremadamente resistente, quizas fuese capaz de soportar la hambruna. Sin embargo el morir de inanición no era nada comparado con lo que pasarían hasta que llegase ese momento. El bárbaro no se atrevía a decir nada a su padre, quien callaba, probablemente meditando.

—Todo saldrá bien— dijo de pronto, mientras se levantaba con optimismo del suelo— Al final, las cosas salen bien, y sino lo hacen es que no es el final.

Mientras hablaba, Corm había avanzado hasta la pared mas cercana, acariciandola suavemente, como si se tratase del cuerpo de una mujer y comenzó a caminar, tratando de detectar alguna zona donde la temperatura variase, o que tuviese alguna característica distinta al resto de la pared. El chico era muy impulsivo, y no podía soportar la idea de quedarse sentado esperando el final. Prefería pensar de pie y en movimiento.

No es el final…

La voz de Korn retumba en la oscuridad del fondo del abismo, repitiendo las últimas palabras del bárbaro.

En ese momento sucede algo increíble. Un fulgor blanco aparece tomando una forma muy característica. ¡Es el Hacha de Hielo! El arma de hielo perpetuo que porta el Guía del Clan se ilumina con una luz fría y blanquecina, alejando la oscuridad a vuestro alrededor, mientras Korn la sostiene en alto, musitando un agradecimiento al dios Orn.

Dime, hijo mío. Pregunta el Guía. ¿Qué tienes?

Corm mantiene las palmas de las manos sobre la pared, pensando.

Tiene que ser esa pared. No hay otra posibilidad. De dondequiera que surgiera la luz que vio al descender, no podía proceder del suelo del fondo de la sima, ya que habría sido tapado por las nieves. Por tanto, tenía que venir de las paredes del abismo. ¿Y de cuál de ellas? Suponiendo que esa luz venía del interior de las minas, tiene que ser esa pared, la que da al interior de la Montaña, no al exterior.

Pueden hacerlo. Son unos cincuenta metros de pared a explorar. Ellos son cinco, y la recorrerán palmo a palmo.

Pueden hacerlo.

Urm chasqueó la lengua molesto por aquella situación. El pequeño hermano tenía razón, aquello no era el final, no podía ser el final. Si había visto una abertura debía seguir alli, aunque tapada por las rocas y si quitaban las rocas serían capaces de encontrarla. Pero ya llevaban allí mucho tiempo y no parecía que aquello fuese posible. ¿En que clase de infierno habían caido?

El líder del clan ha hablado. Aún hay esperanzas. De pronto, el Hacha de Hielo se vuelve de un color brillante como un espejo creando un destello de luz tan cálido como potente. Se ha iluminado todo a nuestro alrededor. Uno a uno no vamos viendo. Nuestros cuerpos aparecen desde la oscuridad profunda a mediada que la luz se hace cada vez mas intensa y avanza sobre la sombra. Ahora si. Nuestros rostros se dejan ver por completo.

Korn alza el gran Hacha de Hielo en lo alto. Es la personificación misma del Dios Orn. Su semblante parece inmutable. Su rostro serio y concentrado. Sus ojos apuntan hacia el otro extremo de la cueva, como si pudiese ver algo.

Las palabras del guía del clan son las que Corm necesita para hacerse de coraje y de fé en la búsqueda de una salida. Estará difícil. Pero Orn ha manifestado su voluntad. Pienso concentrando mi mirada en los movimientos de Corm que trata de descubrir de donde provenía áquel destello de luz que había visto. Me incorporo y sigo al bárbaro con mi mirada.