Partida Rol por web

Inadvertido para sus enemigos de allá abajo, Romt atraviesa el otro lado del puente, el que conecta la gran columna de mitad de la caverna con el saliente del otro lado. La cabeza del dragón golpea su espalda de manera rítmica mientras avanza por la estrecha estructura.

De pronto, algo llama la atención del guerrero, algo que de hecho, estaba buscando activamente. Romt se detiene y se agacha sobre el puente, para después pasar su mano sobre la superficie de roca. De esa manera siente la fina grieta que recorre la superficie. Un punto débil. Un punto que puede ser explotado.

Vuelve su mirada hacia los jóvenes al otro lado de la Caverna, sobre el saliente. ¿Cómo indicarles este lugar para que lo aprovechen en su huída? En ese momento se le ocurre una idea. Echando la mano atrás, arranca de cuajo una de las escamas de la cabeza del dragón. La escama es dura como el metal pero a la vez fina como una hoja, lo cual le permite clavarla en la estrecha grieta y dejarla allí, visible para cualquiera que pase.

Satisfecho, Romt se levanta de nuevo y sigue avanzando por el puente.

Pero lo que ve al otro lado le hace detenerse. Porque un troll le bloquea el camino.

La enorme bestia se dirige a él desde el otro lado del puente. ¿Pero cómo ha llegado allí? Un vistazo al fondo le muestra al veterano guerrero que sobre el saliente próximo al puente hay dos grandes picos, que sin duda el monstruo ha utilizado para escalar la pared de hielo. Por lo menos parece que es el único que lo ha hecho por este lado.

Romt avanza desde su lado mientras levanta su escudo y voltea el espadón de acero con la otra mano. El troll lo hace desde el otro, abriendo la boca babeante en una suerte de sonrisa y dando zarpazos en el aire con las garras.

Ninguno hace ademán de detenerse a medida que se aproximan, ambos en la mitad del puente que les impide dar un solo paso lateral, ya que ahí está el vacío… y sólo uno de los dos podrá llegar al otro extremo…

Hinco una rodilla por el relámpago de daño de esta segunda saeta. Me la toco, pero no me atrevo a arrancármela por si empeoro la cosa. La suelto con un gesto dolor mientras aprieto los dientes y me quito el pelo de la cara con un rápido revés, con lo que golpea en mi espalda con fuerza.

Las palabras de Corm me hacen pensar que el tiempo aquí se ha acabado, ahora que somos tres tenemos que ir hacia el puente, donde podemos defender de nuevo la posición ante los trolls que están trepando por la pared.

Al venir para acá nos dimos cuenta como el puente resistía sin problemas, veo difícil derribarlo pero si atrasamos ante el pilar allí podríamos hacer una segunda defensa.

Miro al pequeño bárbaro que llega hasta nosotros. Me apoyo con el martillo para ponerme en pie y miro de hito en hito alternativamente a Corm y a Urm.

- Os voy a dar a los dos...- dejo la frase ahí- retrocedamos hasta el pilar. 

Estaba dispuesto a llevarle la cabeza de dragón a Korn y salir de este infierno cuanto antes. Ese trol parado justo delante mio en medio del puente no iba a detenerme en absoluto.

Asique, afirmé ambas piernas separándolas una de otra para tener mejor apoyo. Cada pie estaba a una distancia de solo unos centímetros de ambos bordes a cada lado del puente. El mínimo error y caeríamos al vacío.

Hecho a correr por el puente con fuerza hacia la bestia grisácea con mi espada apuntando hacia el trol. Instantes antes de impactar contra la pestilente criatura llevo mi brazo derecho hacia atrás para tomar envión y cargarlo de potencia.

Esta vez no emití mi grito de guerra tan característico para evitar ser descubierto por los orcos que se encontraban ahí abajo. Parado en el puente sería blanco perfecto para los despreciables y asesinos virotes de ballesta.

Me preparo para su réplica. 

La hoja de acero del espadón pasa cortando el aire frente al troll, que gruñe a modo de respuesta.

Romt aprieta los dientes, más atento a no dar un mal paso que al ataque lo que hace que éste haya sido errado. Y lo mismo le sucede a la bestia, que trata de golpear con su gigantesco puño al hijo de Orn, pero por no arriesgarse, sólo impacta la aire...

Corm respira con alivio al ver cómo sus hermanos abandonan su puesto junto a la abertura del pasadizo y comienzan a caminar por el saliente hacia su posición. Urm vigila la retaguardia mientras permite que su hermano le preceda, ya que parece que avanza con dificultad debido a sus heridas.

Todos saben que cuentan con un breve lapso de tiempo antes de que los orkos que hay dentro se den cuenta de que ya no hay nadie esperándoles a la salida. En ese momento, todos saldrán en masa...

De manera que aprovechando estos pocos segundos, los tres jóvenes del Clan del Hacha de Hielo intentan poner la máxima distancia posible entre ellos y sus perseguidores.

Y cuando Corm levanta la vista para ver su destino: el puente, puede ver al fondo, a dos figuras enfrentándose a lo lejos en lo alto de la estructura.

¿Romt?

Si, si danos pero cuando estemos fuera

Mientras Romt corría no pudo evitar fijarse en la grieta, señalada por una escama de dragón. Eso junto a las palabras que había oído decir a Romt antes le despejó. Señalandosela a sus hermanos exclamó a grandes voces. Poco podía hacer el con la espada pero sus hermanos llevaban martillos.

Allí. Golpead allí, donde la escama y derribareís el puente. Pero poneos en el lado correcto.— ni aún en las situaciones más tensas perdía el bárbaro su sentido del humor. Quizás fuera su forma de disimular sus sentimientos, pero en todo caso así era. En aquel momento el bárbaro se giró y vio a Romt peleando a muerte contra un troll. Mientras corrían por el puente, Corm sacó una jabalina y se preparó para lanzarla. AL menos haría ganar unos segundos a Romt.

Siento el puente moverse levemente y al mirar hacia atrás por encima de mi hombro izquierdo, veo a los tres muchachos correr hacia aquí. Eso me da la fuerza y la tranquilidad suficiente para una concentración necesaria y acertar el ataque al trol. Ahora sí estaba concentrado y lo único que tenía entre ceja y ceja era la bestia color gris nauseabundo.

- Rápido muchachos, derribad el puente con sus martillos! - digo en un tono eufórico. El escape final y el reencuentro con Korn se acercaban cada vez más y no debíamos desaprovechar las oportunidades que se nos presentaban.

Por eso, sin detenerme por la presencia de los hijos de Orn, arremeto a toda carga, por segunda vez, contra el horrible trol. Tranquilo Romt. Le has dado, pero no le has hecho daño suficiente como para caer por el precipicio. Trato de bajar el nivel de ansiedad que corría por todo mi cuerpo que temblaba por la adrenalina de luchar sobre un angosto puente, sabiendo que el mínimo error me haría caer al vacío. No solo eso, sino que debajo se encontraba una horda de orcos intentando derribarnos con sus ballestas, y al otro lado del puente, por el saliente, se veían a unos cuantos trols escalando la pared.

Sin quitar mi mirada penetrante de los ojos deformes a ambos lado de la cara del trol, grito hacia los muchachos - Golpead el puente con todas sus fuerzas. No os preocupéis por los enemigos. Yo os cubriré con mi espadón y Corm con sus jabalinas - en mis palabras se podía escuchar la tranquilidad de un hilo de agua descendiendo por las laderas de una montaña.

Enfurecido por la herida, el troll trata de atrapar entre sus zarpas al viejo gigante, que se zafa sin mayor problema retrocediendo un sólo paso hacia atrás.

Romt mira de nuevo hacia atrás, y de nuevo hacia delante, donde la bestia sigue bloqueando el camino. Sabe que puede mantenerlo a raya sin demasiada dificultad, pero el problema es que necesita vencerlo cuanto antes. Mientras no se lo quite de enmedio, no podrá atravesar el puente y llegar al otro lado, y lo que es más importante: Urm y Unks no podrán derribar por completo este puente...

Atravesando con la mayor rápidez la primera parte del puente, la que les lleva hasta la columna, los tres hermanos se aproximan hacia donde Romt lucha a muerte con el troll, en el segundo tramo del puente.

Pero los problemas se multiplican... Atrás, donde por la abertura ya comienzan a surgir los primeros orkos, que acaban de darse cuenta que los hijos de Orn ya no están allí... y abajo, donde los ballesteros ya se han dado cuenta de la presencia de Romt y el troll y comienzan a preparar sus armas para lanzar una descarga contra ellos... Además, los trolls que escalan la pared lo hacen muy rápidamente, y la mayoría ya ha llegado a la mitad de la ascensión...

- EEEEAAAAAARRRGGGGHHHH - suena mi grito de guerra tan característico y hermoso a los oídos de los hijos de Orn, ya que saben que he dado un buen golpe. Además, sabía que ese troll estaba por ser vencido y las bestias de abajo ya sabían de mi existencia. De ninguna manera me iba a contener. Ese grito era de aliento pero también de desahogo por toda la furia reprimida desde hacía tiempo. Era hora de volver por Korn y salir de este mismísimo infierno de una vez por todas.

Cargo nuevamente con la bestia. Esta vez no lo iba a atacar con mi espadón, ya que lo había hecho dos veces y sabía de mi golpe, con lo cual podía adivinarlo y contraatacarme rápidamente. Por eso, es que levanto mi gran escudo de metal macizo hasta la altura de mi boca y arremeto con todas mis fuerzas contra ese pestilente troll.

- PLAAFFF!! - escondido en mi escudo, ahora todo mi cuerpo temblequea bruscamente. He impactado contra la bestia. Un temblor que comienza en mis brazos, se extiende hasta mis pies y sigue a lo largo del puente. Es posible derribar el puente! No es tan resistente como habíamos creído. Una sensación de inmensa alegría recorre todo mi gigantesco cuerpo, hasta convertirse en un escalofrío. Un escalofrío hermoso que jamás había sentido. Esa infinita alegría se debía a que los hijos de Orn podrían salvarse y finalmente el Clan del Hacha de Hielo iba a poder tener un sucesor.

Las pocas esperanzas que quedaban de salir con vida de la montaña, ahora estaban, poco a poco, convirtiéndose en realidad.

De pronto, Romt se da cuenta que ya no puede avanzar más. Escucha gruñir por el esfuerzo al troll que se planta y resiste la embestida del guerrero, que comienza a darse cuenta que quizás ha subestimado la fuerza del monstruo.

Incapaz de hacer nada, Romt observa como las garras del troll se cierran en torno al escudo y lo apresan en un abrazo letal. Después un nuevo rugido, y los músculos del monstruo se tensan mientras levanta a pulso en el aire el escudo... ¡y a Romt con él!

Pasando más allá de la columna, los tres ahijados de Romt llegan al extremo del puente para encontrar la terrible imagen del guerrero alzado en vilo por el enorme troll... y a punto de ser lanzado al abismo...