Partida Rol por web

Con un grito de guerra, Derlan carga contra el orko del extremo del grupo, lanzando mandobles que la criatura apenas es capaz de desviar, sólo lo suficiente para evitar un golpe mortal, haciéndole retroceder torpemente hasta que su espalda choca contra un árbol seco.

Sin embargo los compañeros del orko ya se le echan encima, y el teniente se ve obligado a dar un par de pasos atrás para enfrentarlos, sin ser capaz de terminar con la vida del orko que ha atacado.

Petrer sabía que sería casi imposible tomarlos por sorpresa, tan sólo ha dispuesto de un par de segundos para enzarzarse contra el primero de los orkos que están a su alcance, pero la criatura es capaz de resistir a su espada con la cimitarra y el ex-caballero sólo es capaz de causarle un par de heridas superficiales que no la dejan fuera de combate.

¿Y el ballestero? Petrer no lo ve, sólo a un total de cinco orkos armados con cimitarras. Entonces se da cuenta que uno de ellos lleva el arma a la espalda y tiene desenfundado su filo.

Nuevamente, el cocinero se sorprende ante la estrategia de los orkos. Para ellos es mejor contar con un atacante más que lleve la balanza a su favor que un ballestero que dispara con lentitud y que se vería entorpecido por el resto de sus compañeros.

No tiene tiempo de pensar más, ya que los enemigos se apresuran a rodearle...

En un segundo son tres los orkos que entre rugidos comienzan a acosar al joven teniente, que se ve acosado por tres cimitarras atacando desde distintos lados, con las estocadas cayéndole encima como granizo, mientras Derlan se mueve sin cesar, bloqueando ataques, fintando y guardando espacio, sabiendo que un sólo error le puede salir muy caro.

Demasiado caro.

Al chico se le han echado encima la mayoría de los enemigos... Es lo que piensa Petrer mientras desvía el acero de uno de sus adversarios y contraataca con un golpe con el filo que abre un tajo en el costado de la criatura.

El ex-caballero da un paso lateral lanzando un golpe circular para abrir espacio y enfrentarse al siguiente orko sabiendo que debe acabar pronto con ellos para ayudar a Derlan, ya que si no el muchacho va a encontrarse en serios problemas...

El orko que se había quedado rezagado salta hacia adelante para intentar asestar un golpe definitivo a Petrer, que en esta ocasión, en lugar de moverse y tomar distancia aguanta su posición.

El cocinero puede ver con todo detalle cómo su adversario le ataca con una estocada horizontal de su cimitarra, impulsada por sus fornidos brazos. La luz del sol se refleja en la hoja, que silba mientras se aproxima hacia su cabeza.

Petrer se agacha en el último segundo. Y el filo del arma orka se entierra, con un chasquido, en el tronco del árbol junto al que está el ex-caballero.

Con un grito de rabia, el orko trata desesperadamente de desclavar el arma de la madera. Un gran error.

Sosteniendo la empuñadura de la espada de acero con ambas manos, Petrer se impulsa con todo el cuerpo hacia adelante, y lanza una estocada mortal.

La punta del arma penetra por la axila derecha y sale por el lado izquierdo del cuello de la criatura, que se queda paralizada.

Sin detenerse un instante, Petrer extrae la hoja con un movimiento fluido y suave, y el orko se derrumba, con la sangre surgiendo a borbotones de la espantosa herida.

Por lo menos habían roto la formación y solo se tenían que preocupar de un par cada uno. Un par, efectivamente, pues el joven teniente había logrado traspasar el cuello de uno de los orkos a la altura de la clavícula con una acertada estocada. Una vez manchada de sangre oscura el filo de su espada el orko había caído entre él y uno de sus compañeros lo cual permitió a Derlan esquivar un corte traicionero y poder encarar de nuevo a aquellos dos que pronto se reunirían con el cadáver que yacía a sus pies.

Es la pelea más sucia en la que Derlan jamás ha participado. Sus enemigos no dejan de acosarle, buscando cualquier resquicio para acabar con él, dispuestos a usar no sólo sus cimitarras, sino sus puños, patadas e incluso mordiscos si con ello son capaces de reducir el ímpetu del joven.

Pero no son capaces de lograrlo. A pesar de todo, el teniente es capaz no sólo de repelir cada agresión, sino de hacer retroceder a los orkos, que no pueden hacer nada contra él.

Conmocionado por la muerte de su compañero, el único orko que se enfrenta a Petrer intenta vengarlo con un ataque que el veterano desvía sin la menor dificultad para a continuación contraatacar con un nuevo tajo que deja a la exhausta criatura sangrando por uno más de múltiples cortes.

El cocinero se muestra inmisericorde, dispuesto a terminar con su adversario de una vez por todas para poder asistir a su sobrino, pero un rápido vistazo le confirma que éste es capaz de aguantar frente a sus adversarios.

Derlan notó como pese a la muerte del primer orko los otros no se habían achicado y se vio obligado a retrodecer ante los ataques de esos dos, que no dudaban en usar las artimañas que se les ocurrían para ganar terreno. El joven caballero trató de concentrarse en el contraataque antes de pasar a la ofensiva en cuanto viese un hueco por donde herir a su enemigo.

Pero el terreno le juega una pasada al joven, cuyo tropiezo con una raiz casi le cuesta caer de bruces delante de sus enemigos.

El error le cuesta primero que la hoja de una cimitarra sea desviada in extremis por su armadura pectoral y después recibir una patada propinada por uno de los orkos, que le hace tambalearse unos pasos a un lado, haciendo que un sudoroso y jadeante Derlan trate de recomponerse para contraatacar.

Peter ve que su ultimo orko esta sangrando por las diversas heridas que le ha efectuado, sabe que aunque no le atacara mas, seguramente moriria desangrado, de todas formas, la primera norma es el herido te puede matar, el herido grave antes de morir tambien...acaba con el. Asi que sin perder mas tiempo, Peter opta por una estocada directa al pecho, a la altura del corazon, sabe que no ha de ser muy profunda, con la cantidad de sangre que pierda, sera suficiente....luego carga contra uno de los dos orkos que tiene aun a su cargo Derlan.