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El Reino de la Sombra: Prisionero

PERSEGUIDOS

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21/11/2013, 00:14
Director

La pendiente cuesta abajo se hace algo más pronunciada a medida que se adentran más y más, al mismo tiempo que las paredes que delimitan el barranco se hacen más altas, lo que influye en reducir la visibilidad. Otra nueva razón para no detenerse y darse prisa. Corren el riesgo que, a medida que se pone el Sol, y además con lluvia, llegue un momento en que no vean donde pisan, de quedar atrapados en la oscuridad. Eso podría significar su muerte.

Tienen que llegar al final del barranco antes de que se haga completamente de noche.

Y sin embargo, en un momento dado, Sertois, que abre la marcha, se detiene, y hace un gesto al sargento para que se detenga a su vez.

Orlant está a punto de gritarle, pero se contiene al ver la mirada del explorador. Sertois parece realmente concentrado en el camino frente a ellos.

Los ojos de lince del explorador se detienen en pequeños detalles que pasarían desapercibidos para la mayoría: Piedras sueltas, marcas en el barro del suelo, agua removida…

Sertois está seguro: Alguien ha pasado por aquí, antes que ellos, y hace muy poco tiempo…

 

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21/11/2013, 19:03
Orlant

El agua de la poza está helada y en el poco tiempo que permanezco en ella el frío llega hasta mis huesos. En cuanto salgo el explorador comienza la marcha, no hay tiempo para secarme y descansar, si lo hacemos el ejercito orko se echará sobre nosotros.

Ni siquiera moviendome consigo recomponerme del enorme frío que siento, pues mis ropas empapadas hacen que no termine de secarme en ningún momento. Sé que es muy probable que, aunque sobreviva al día de hoy, caiga enfermo por pulmonía en los próximos días, aunque ruego a Korth equivocarme.

De repente Sertois se para en seco, no comprendo porque lo hace pero permanece en silencio tremendamente concentrado. Conteniendo una exclamación sobre que no tenemos tiempo que perder, le dejo hacer mientras compruebo como está mi hombro, pues el explorador es realmente bueno en su trabajo.

Alguien está siguiendo la misma dirección que nosotros, Sertois está seguro y en esto puedo fiarme de él.- ¿Será alguien que huye tambien por el barranco igual que nosotros?

Mis manos tiemblan debido al frio mientras la noche se acerca más y más. No podemos retroceder, ni trepar hasta arriba del barranco. Solo tenemos una opción, si queremos volver a ver amanecer debemos continuar avanzando.

Asiento con la cabeza a Sertois indicándole que me he dado cuenta de lo que ha visto, saco el espadón y continúo la marcha en silencio. Si lo que hay por delante de nosotros decide pararse y emboscarnos mi función será contenerlo mientras Sertois lo acribilla a flechas desde la retaguardia.

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24/11/2013, 13:31
Director

Orlant y Sertois saben que no tienen tiempo para conjeturas, sólo les resta seguir adelante por el rocoso barranco bajo la incesante y fría lluvia, calados hasta los huesos, y en el que el caudal de agua turbia y grisácea, en las zonas más profundas ya les llega por las rodillas.

El sargento abre la marcha, sosteniendo su espadón de buen acero entre las manos, y dando de cuando en cuando, espadazos al aire sólo para evitar que se le agarroten los músculos de los brazos, y también en un intento de entrar en calor.

Justo detrás, el explorador sostiene en una mano su arco y en la otra una de sus flechas, dispuesto a disparar en cuanto divise la más mínima amenaza.

Y entonces, algo más adelante escuchan el estruendo del agua al caer. Sin duda una cascada. Pero luego resuena un grito entre las paredes del barranco. Un grito de dolor. Un grito salido de la garganta de un hombre, no de la de un orko.

Los dos caballeros aprietan el paso y unos metros más adelante descubren que el barranco se estrecha todavía más, quedando bloqueado entre gigantescas piedras, entre las cuales fluye el agua, que se precipita en una violenta cascada hacia una caída hacia abajo.

Y justo en el borde, un hombre, ataviado con un peto de cuero, sin duda un superviviente de la compañía del capitán Andrais, sostiene a duras penas el brazo de otro que está a punto de caer por el borde de la cascada…

 

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26/11/2013, 17:12
Sertois

 

Si algo nos ha enseñado este día es que la suerte es una dama esquiva y burlona.

Recuperado apenas del susto de verme en caída libre por una pared embarrada de cuyo extremo daño me he salvado solo por la intervención de los dioses, paso a ver impávido como el viejo se lanza hacia la poza de agua sucia “volando” por los aires con la misma elegancia que un cerdo sin patas.

Entrecierro los ojos justo antes de que su cuerpo se estrelle contra las duras piedras y ya imagino en mi mente el sonido de sus huesos al reventarse contra el suelo mas otra vez es “por lo pelos” que se evita el difícil lance.

Riendo me acerco hacia Orlant tendiéndole mi mano y ayudándole a salir de entre las aguas, no hay palabras entre nosotros, no son necesarias, y aunque muy lejanas están de gustarme sus formas de ver la vida, no puedo menos que admirar el valor del anciano y proporcionalmente a ello sentir como crece la estima que pueda sentir por el.

Es hora de ponerse en marcha nuevamente es por eso que luego de cerciorarme que va a poder seguirme el ritmo con su patosa forma de hacerlo vuelvo a ponerme en movimiento y llevando al viejo en un ritmo infernalmente rápido entre las piedras húmedas y resbalosas me adentro aun mas en el cañón.

Varios ciento de metros mas adelante decido detenerme al fin, he venido viendo señales imprecisas en el rumbo que llevamos, los avisos apenas discernibles para mis ojos entrenados en ello me alertan desde hace varios minutos de que ya no estamos solos allí, pero…quien o quienes merodean por este lugar olvidado por los dioses…no lo se…aun.

Con más precaución y luego de indicarle con gestos de que se adelante seguimos la marcha atentos al entorno, le dejo caminar unos cuantos metros por delante justo lo necesario para tenerle de cobertura en caso de problemas.

Los nervios se ceban en mi percepción del tiempo hasta llevarme a perder la noción de cuanto ha sido lo transcurrido entre el momento en que vi las señales por primera vez  y el ahora,

Cuando escuchamos el desgarrador grito de un hombre.

Corremos hacia el sonido para descubrir a dos sobrevivientes del diezmado regimiento, uno de los hombres sostiene al otro que esta a punto de caer por la fuerza de las aguas que desde las alturas manan en una cascada de caudaloso volumen; sin pensarlo me proyecto hacia aquellos dos infortunados soldados moviéndome cuan rápido puedo y dispuesto a prestar mi ayuda al pobre hombre que esta a punto de caer.

Notas de juego

Nota .- posteado mientras viajo, disculpa por los horrores ortográficos y faltas en acentuación en caso de que las hubiese.

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26/11/2013, 18:31
Orlant

Dos nuevos supervivientes de la compañía duplican nuestras posibilidades de éxito para tratar de dar la alarma, solo espero que el grito de auxilio no lo hayan escuchado también nuestros perseguidores, con la cascada delante nuestro y la horda orka a nuestras espaldas, el estrecho barranco se acaba de convertir en una ratonera.

Sin darme tiempo a reaccionar el explorador se lanza a ayudar al hombre que cuelga del precipicio. Reprendiéndome por la lentitud de mis movimientos y me acerco a la carrera para ayudar a subirlo.

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26/11/2013, 20:22
Director

Al llegar al borde de la cascada, tanto el explorador como el sargento descubren no se puede distinguir apenas nada con claridad más allá del borde, ya que las partículas de agua y espuma lo llenan todo, formando una densa niebla. Y el ruido de la cascada es tal que les impide oírse entre ellos. Lo único claro es que se trata de una gran caída, aún mayor que la última con la que se encontraron.

Y el hombre que se sostiene a duras penas, a punto de despeñarse, ni siquiera se da cuenta de su llegada, al estar sujetando del brazo a otro que cuelga en el vacío, mientras el agua que se precipita le cae encima sin piedad.

Por suerte, cuando ambos hacen notar su presencia, el hombre no se sobresalta, lo cual podría haber hecho que soltara al que sostiene, sino que sigue sujetándolo. Tanto Orlant como Sertois se apresuran a agarrarlo, a ayudarlo a tirar hacia arriba. Pero lo que debería ser sencillo para tres personas tirando, no lo es en absoluto.

¡¡Son dos!! Grita el hombre a pleno pulmón, para hacerse oir por encima del estruendo de la cascada.

¿Qué quiere decir? De pronto ambos lo entienden. No está sosteniendo a un solo hombre, sino a dos, que cuelgan de la cascada, a punto de caer. No sólo deben luchar contra todo ese peso, sino contra la fuerza del agua que cae en tromba sobre ellos. Por eso es tan difícil.

Pero hay que conseguirlo. Los tres a la vez tiran hacia arriba, llevando sus fuerzas al límite en un esfuerzo desgarrador…

 

Notas de juego

Efectivamente, acabáis de encontraros con el resto de los personajes, pero de momento las escenas no están juntas.

Ahora, lo que podéis hacer es ayudar al hombre a subir a los otros. ¿Cómo se hace esto? Cada uno de vosotros debe realizar una prueba de la Característica Fuerza (Orlant tiene un +2 y Sertois un +1), contra una clase de Dificultad de 10.

Si teneis exito, daréis un bono al personaje que está tratando de subir a los otros.

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26/11/2013, 20:43
Sertois
- Tiradas (1)

Notas de juego

Ala, mira que fuerza tiene el explorador!

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27/11/2013, 16:07
Orlant
- Tiradas (1)
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29/11/2013, 02:17
Director

El esfuerzo es devastador, pero vale la pena.

Los dos hombres que colgaban del vacío son traídos de nuevo arriba, uno detrás de otro, y ambos retroceden agónicamente hasta una zona con poca agua en la que se pueden tumbar para recuperar el aliento y las fuerzas.

Por vuestra parte, Orlant y Sertois se sientan donde pueden, ambos con evidentes gestos de cansancio. Pero ahora que tienen la oportunidad de verles el rostro son capaces de reconocerlos:

El que han ayudado, el que sostenía a los dos, es uno de los siervos de la compañía del capitán Andrais. El explorador no recuerda su nombre, pero el sargento sí, se trata de Petrer, el cocinero de la compañía.

En cuanto a los otros dos, son precisamente aquellos por los que Orlant retrocedió en su busca cuando logró romper el cerco durante la emboscada. Uno es el teniente Derlan, y el otro es el mismísimo Prisionero que la compañía custodiaba. En esta ocasión, el hombre no va encapuchado ya que parece que han usado su capa para crear una improvisada cuerda, así que ahora viste con simples ropas de viaje, un gorro de cuero encasquetado en la cabeza y un recio pañuelo al cuello que le sirve para cubrir parte de su rostro.

El rugido de la cascada llena su alrededor, tanto como las partículas de agua que vuelan entorno a ellos.

Todos, a pesar del frío helador, a pesar de estar empapados, de jadear por el esfuerzo y sentir los pulmones y los músculos ardiendo por el esfuerzo, se miran entre ellos, sin necesidad de decir nada, con la complicidad de quien sabe que se encuentra en una situación de vida o muerte.

 

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01/12/2013, 23:33
Director

Apenas habéis recuperado el resuello, os ponéis de nuevo en pie. Debéis hacerlo para evitar quedaros congelados en este ambiente donde se juntan la fría lluvia, el caudal helado que se precipita en forma de cascada y las partículas de agua que flotan en el ambiente contribuyendo a bajar todavía más la temperatura.

Quedarse quietos es morir. Eso, todos los sabéis.

Por eso, a pesar de que casi es imposible escucharse debido al estruendo de la catarata, amplificado por las paredes de piedra, lográis poneros de acuerdo para tratar de salvar esta caída de agua. El teniente Derlan da a entender que la pared que estaba escalando cuando cayó da acceso a una serie de salientes que no pueden verse claramente desde aquí, pero que les permitirán descender con más seguridad.

Así que se decide tomar ese camino ya que saltar es una opción demasiado peligrosa, al no verse el fondo en el que tendrían que sumergirse, que se encontraría a una altura indeterminada no menor de diez metros.

Pero en esta ocasión, al ser más, tienen mejores opciones. La cuerda que se había fabricado usando la amplia capa del Prisionero se alarga en longitud usando cualquier tela que son capaces de reunir entre los cinco, siendo Petrer el encargado de unir los pedazos con seguros nudos, al estar más acostumbrado a este tipo de trabajos que los caballeros. Es en esta ocasión Sertois, el explorador el que se encarga de abrir la ruta, escalando él la pared, teniendo como apoyo en el otro lado al robusto sargento Orlant, capaz de sostener a todos los que van pasando.

Les cuesta hacerlo, pero finalmente todos ellos logran pasar hasta un amplio saliente en la pared más allá de la catarata y por fin, desde allí, descender la pared hasta el fondo.

Puede que sea una sensación ilusoria, pero al haberse reunido con más gente, les da la sensación de estar más seguros, de que lograrán salir de esta situación.

Tan concentrados están en su tarea de descender y continuar hacia el final del barranco que ninguno de ellos se da cuenta que están siendo vigilados.

Unos ojos verdes, que tienen más de bestia que de humano, siguen cada uno de sus movimientos hasta que desaparecen en la neblina de la cascada…

 

Notas de juego

Esta escena termina aquí y queda cerrada.

Prisionero continúa en la siguiente escena: La Manada.