Partida Rol por web

La situacion se me hace insoportable.

Me levanto y paseo de lado a lado, nervioso ante los actos que se acometen a mi alrededor.

Quemarle una mano al hobbit igual asi tambien os dice lo que pretendeis escuchar.

¡No eso no! Parece reaccionar al fin el hobbit.

Os contaré toda la verdad, pero por favor no me hagáis nada. Se detiene y mira a Elladan. Lo siento.

Sin embargo no continúa hablando.

Laern se incorpora sin dejar de mirar al entrometido halfling.

-Habla.

Lo dice con voz firme y potente, tranquila. Pero por la forma en que cierra el puño y la posición envarada, se adivina cierta impaciencia.

Espera impaciente el desenlace de los acontecimientos, ante el inesperado giro del asunto. Pero aún así, se lleva la mano a la empuñadura: sigue sin querer atacar a sus compañeros, pero si se tenía que defender... lo haría.

Ante la reacción temblorosa del hobbit,  extendí mis dedos delante de mi, uniéndolos unos con otros en las puntas. Estaba concentrado, y mis manos comenzaron a calentarse. Podría hacer una bola de fuego en cualquier momento... tan sólo me preparaba de forma preventiva ante cualquier suceso...

La situación se había vuelto muy tensa. Todos allí estaban alterados, con ganas de sangre. La elfa no quería participar en un enfrentamiento entre ellos. La escena era muy absurda.

-Amigos, ¿que tal si serenáis un poco el espíritu? Escuchemos al hobbit a ver que tiene que decir. Y tu Morz, no nos hagas esperar más de la cuenta. Ya ves como está todo por aquí, así que si quieres salir ileso es mejor que aclares todo de una vez.

Temblando empieza a hablar lentamente.

Lo primero que deberíais saber es que... que... que no soy un hobbit, en realidad soy un humano, pero... pero he sufrido una transformación por parte de mi amo para infiltrarme fácilmente. Pero me habéis caído muy bien y no le he dicho nada a mi amo, de verdad.

Vuelve a callar Morz, seguramente esperando ver las reacciones de sus ¿compañeros?.

Queda indeciso ante los acontecimientos. Por un lado Morz no era el falso dios; pero por el otro, y con más peso, sí que resulta ser un traidor. En cierto sentido la situación no iba a dejar satisfecho a nadie, pues Morz era culpable pero seguían lejos del enemigo real.

- ... Ha sido divertido mientras ha durado, Morz. Espero, de verdad, que no sufras a manos de los hombres; pero comprenderás que yo no me sienta moralmente capacitado para detenerlos, aunque cuenta con mi ayuda si necesitas unas palabras en tu favor en algún juicio -comenta melancólica y lúgubremente, para mirar gravemente al resto de sus compañeros y marcharse para estar solo un tiempo. "Si es que hay juicio, claro...", piensa mientras camina sin rumbo fijo.

Mis manos comenzaban a moverse en movimientos circulares. Mis compañeros ahora podía sentir el calor procedente de mis dedos, en torno a mis muñecas. Miré a Laern (esta vez me contuve...). Luego miré al hobbit... bueno... a quien quiera que fuese Morz...

Señor -me dirigí a Laern. El juicio puede ser rápido, ¡y aquí mismo! En cuanto le interroguemos pertinentemente le dare muerte sangrienta si así lo deseas, o así lo requiere esta situación.

Lo que no dige en absoluto enserio si no mas bien como critica a mis compañeros genera una confesion sorprendente.

No os fieis, si a mentido hasta ahora no tiene porque estar diciendo la verdad.

Tal vez sea el mago.

Desenfundo mi espada.

El mariscal se mesa la barba mirando fijamente a los ojos del halfling humano, el humano halfling, o lo que fuera o quisiera hacer pasar como verdad. Alza una mano en escuchar al hechicero, pero a quien habla es a Morz, al que sigue observando con aire sereno.

-Quiero tres nombres y tres lugares. Y aderezados con una buena historia.

Una vez que el pequeño empieza a hablar y tiene toda la atención de Laern me aparto discretamente. Me sitúo en algún lugar entre el gigantón y el espía, vigilando a ambos y escuchando atento las palabras de Morz. Pero mis ojos no pierden detalle de lo que hacen el grandullón y el espía, sobre todo quiero apreciar sus gestos y reacciones. De vez en cuando también vigilo a los mercenarios.

Palabras, palabras. Las malditas palabras son siempre las dueñas de nuestros actos. Según las que salgan de las bocas de estos tres se desarrollará esta macabra obra.

Al escuchar las palabras de Morz la elfa se sumió en sus pensamientos. ¿Cuanto habría de verdad en lo que contaría ahora el confeso traidor? ¿Cómo saber si no mentiría nuevamente? Con discreción se acercó al mago para susurrarle unas palabras que los prisioneros no pudieran oír. En este momento, a sus ojos, Zarek era el más capacitado para evaluar el interrogatorio.

-Zarek, ¿hay algo que puedas hacer para devolver al mediano a su forma original? ¿Y para valuar su potencial mágico? Saber que todo este tiempo tuvimos un espía entre nosotros ya no me deja confianza en mi juicio y creo que todas las palabras que salgan de la boca de Morz serán puestas en duda por todos-

Máster, qué le digo a Ireth en cuanto a su pregunta?? No se si tengo esas capacidades...

¿Cómo? ¿Tres nombres y tres...? Pues... no sé a qué te refieres, qué quieres que te diga Laern. Hace tiempo que no veo a mi amo y no le he contado nada desde que llegamos a la capital.

Por la frente de Morz empezaban a caer chorretones de sudor debidos al nerviosismo patente que se apreciaba en él a simple vista.

El mariscal deja escapar una exhalación, que suena a una extraña mezcla de furia contenida, odio y alivio. Gira lentamente la cabeza hacia el hechicero, como girla lentamente la polea que alza la cuchilla de una guillotina, o el verdugo se toma su tiempo alzando el hacha, consciente de la expectación del público.

-Hechicero, parece que esta mota de polvo no se entera. Finge no querer enterarse.

Y, como dando por concluida su parte en aquella macabra obra, se retira y sienta en una roca, sin intención de perderse el espectáculo.

Con el ceño MUY fruncido y sin dejar de remover el hacha en mis manos paseo entre los prisioneros mirándolos fijamente uno por uno. Mis ojos quedan ocultos bajo las pobladas cejas y hundidos en sus cuencas pero debe apreciarse el brillo furioso al fondo.

No dejo de refunfuñar en mi lenguaje nativo provocando un murmullo perfectamente audible pero completamente incomprensible.

Lo siento, Ireth,... -dije con los mismos susurros.

Mi mentor me hizo en el manejo del fuego, nada más... no puedo alcanzar lo que pides.