La gata gorda se peleaba con el gato vago que vivía en aquel lugar. Pero... ¿Cuál era aquel lugar? ¿Qué hacían allí? Supergato estaba algo perdido. Todo era muy extraño, sólo podía mirar la pelea. Seguro que acaban haciendo gatitos, el lo sabía bien. "Los que se pelean se montan luego". Era un refrán gatuno tradicional.
Pero entonces tuvo una petición de ayuda de la tal Marfelina... ¡No podía dejarla sin responder! ¿Escapar? ¿Por qué...? ¡Ah, sí! Porque debían estar encerrados. Bien. Él seguramente tenía ya un plan, sólo tenía que acordarse...
—Sí, mira, agazápate aquí conmigo encima de esta escalera amarilla. En cuanto en humano guardián entre a separar a la gata gorda y al otro, saltamos sobre él y salimos escapando. Esa puerta es resistente a mis poderes, así que hay que escapar justo cuando entre el humano y la abra, aquí escondidos quizás no nos verá o también podemos fingir que dormirmos. ¡Pero en cuanto abra, de un salto salimos y a correr fuera de la tienda.
Supergato no tenía dueño que fuera a buscarle, su dueño era de un pequeño pueblecito de Kansas, y en realidad venía de otro planeta. No vendría a buscarle. Ningún chip había podido perforar su dura piel de superfelino.
La carrera y la impresión ante el lugar que todos temían habían dejado a Mitones sin aire para hablar. Las perreras eran apenas un cuento para asustar a cachorros mañosos antes de dormir, pero jamás hubiese pensado que sería un lugar real... y aún así algo estaba mal. ¿Dónde están las rejas? ¿Y esos humanos gritones que te sacan el pelaje y te lanzan al agua? ¿Será realmente que todo era mentira y este lugar tan bonito es la perrera de gatos....una...una...¡¡gatera!!?
Con renovado valor la gata blanca siguió a la pequeña Felicia en lo que ella creía eran intentos para encontrar una puerta de entrada para rescatar a sus compañeros. La grasa y pelaje apelmazado por la carrera y la húmedad de la noche se movía graciosamente de un lado a otro mientras la gata caminaba intentando parecer segura y elegante, intentando no hacer notar su nerviosismo y emoción de al fin conocer ese lugar tan famoso en las pesadillas de muchos gatitos indefensos. Como parecía no haber ningún plan concreto de como rescatar a sus compañeros, Mitones buscó un árbol o alguna ventana que pudiera servirles de puerta de entrada a la trampa de humanos que seguro les esperaba. Sin embargo cuando la pequeña Felicia se detuvo al ver al recién llegado Zapa, Mitones no la vió y chocó contra ella cayendo hacia adelante con todo su voluminoso cuerpo.
-Jejeje...lo siento pequeña yo...emmm... ¡Zapa! ¡Y tienes a la bola de pelos! -el maullido sorprendido de Mitones sonó estridente mientras intentaba ponerse de pie mirando al gato y la cría recién aparecidos. Esperando que sus compañeros trajeran noticias del apuesto coronel sobre lo venidero de la misión.
El gatico hermoso tuvo que reírse con el intento de zarpazo de Ginebra, estaba claro que las gatas más bellas no eran las más inteligentes. Luego miró como los otros gaticos subían a lo alto, a acechar sin más. No comprendía por qué sus lacayos hacían esas cosas, le habían traído a unos lacayos raros. Si solo había que ver a ese que iba vestido, como si dejara a esos humanos que le pusieran esas cosas ridículas.
-De aquí no podréis salir, mis aposentos están cerrados hasta mañana que mi humano siervo venga a traerme comida. Y si decís de salir del edificio, solo los gaticos que consiguen humanos siervos permanentes son los que se van- su pata señaló al muro con gaticos pequeños pegados en la pared. -Todos esos ya encontraron su humano siervo y se marcharon, todos pasaron por aquí.
Vamos gaticos, un poco de vidilla gatuna, que se acabaron las vacaciones.
Zapa llegó a la perrera, le costó lo suyo encontrar el lugar, pues la dirección que le daba la gente no era muy exacta o diréctamente le ignoraban como a un vulgar perro callejero. Cuando llegó a la perrera ya tenía el hocico todo arañado de las "Caricias" del Gatito Peludo.
Gñe! Acabo de llegar de la casa de Coronel, le dijo a los otros gatos. por cierto ¿ alguien la había visto antes por dentro?... Es diréctamente impresionante. Resulta un poco raro tanta casa para un unico Gato, Y ya no hablemos del castillos-rascador que se gasta el amigo Coronel. Zapa continua. El Coronel diréctamente ha pasado de nosotros, no se vá a mojar, ni vá a mover ni una uña, me ha dicho que me podía ir para casa a descansar, pero a mí no me gusta abandonar una misión , ni a los compañeros, así que aquí estoy.
Respecto a este incordio de pelo, ya os digo que el Coronel no lo quería con él y me dijo que me deshiciera de él. Por lo visto es un GatoCan, una gato criado como un perro, incluso levanta la pata para mear. Y Ahora si me lo permitís os doy el relevo porque a este ya no lo aguato, llevo la cara ensangre viva de tanto arañazo. Dice Zapa soltando al gatico y empujándolo con una pata hacia sus compañeros.
La verdad es que no puedo entender que un oficial abandone de esa forma a sus gatos, pero tampoco he visto nunca a un oficial gatuno con un castillo de 9 plantas, columpios, columnas rascadoras, etc... En din dejemos al Coronel. Sentenció Zapa.
Bien, este es el lugar, ¿cual es el plan?¿Alguna Idea?
Ante el golpe, me quedo allí recostada, maullando débilmente y masticando mi HUMILLACIÓN. Eso no me había pasado nunca, sabía mal...Si, porque era un sabor que casi podía sentir en la boca. Era algo que se sentía muy muy físico...HUMILLACIÓN.
Seguían maullando pero yo ya no oía nada...Solo escuchaba HUMILLACIÓN. HUMILLACIÓN. HUMILLACIÓN. HUMILLACIÓN. HUMILLACIÓN. HUMILLACIÓN. HUMILLACIÓN.
Pero antes de llegarle las respuestas a sus preguntas, Mitones la alcanzó sepultándola bajo su cuerpo.
Los primeros segundos Felicia se quedó quieta, sorprendida, y seguidamente a la espera de sí se movía. Pero la verdad es que la gata pesaba para una felina tan pequeña y ágil, así que empezó a agobiarse y moverse intentando salir de ahí como fuera, mientras Zapa les contaba Bastet sabía qué. Sus maullidos suaves de socorro apenas se dejaban sentir a pesar de lo apurada que se encontraba. Clavó uñas al suelo e intentó hacer fuerza con la cabeza buscándose una salida. Finalmente, en lo que fueron unos segundos, pero que se le hicieron eternos, la gata de ojos dispares se levantó y disculpó.
—No… pa-pasa… nada…- dijo la gatita moteada de forma aspirada sin apenas aliento en sus magullados pulmones.
—¿Cómo?¿Cómo?¿Có-cOOogh-coOOogh-cogh…¡¡¡Cofffffffff!!!- Se atragantó con algo y tuvo que vomitarlo allí para poder maullar sin ahogarse, soltando una bola de pelo blanco, que no era suyo. —¿Cómo que el Coronel no va a hacer nada? ¿Qué nos vayamos a casa? ¡¿Qué los dejemos y nos vayamos a casa?! Esto es…- La gatita ladrona lo estaba flipando, y quizás en otro momento lo tomaría muy mal, y objetaría algo al respecto, pero para entonces no había tiempo que perder.
—Mirad, da igual, da igual todo eso. Y también me importa bien poco el hecho de que hayan órdenes o no. Tenemos camaradas gatunos aquí dentro, y como que me llamo Felicia que no voy a irme sin intentar liberarlos. Si la bolita esta apestosa no está para ayudar, suéltala y que se busque la vida, al menos es libre, pero yo… ¿El plan? Lo que ha dicho Maldito. ¡Nada de perder tiempo y busquemos ya una entrada!
La gata gorda había entrado en bucle, pero Supergato puso su superinteligencia a trabajar. De momento no podían salir.
—Mañana vendrán a traerle comida a ese faldero. Debemos dormitar* hasta que mañana entre el humano, y saltaremos encima de él y nos escaparemos. Estate preparada, Marfelina.
La gata gorda no paraba de llorar. Supergato no sabía por qué. Era todo muy raro y confuso. Más que de costumbre. Pero si sabía que tenía que escapar y cumplir la misión, aunque de momento no podía hacer nada más.
*Eso que hacen los gatos que descansan... PERO ESTÁN TOTALMENTE ALERTA.
Tirada de astucia para encontrar una entrada dif. 4. Como veo poco movimiento por ausencias varias, seguimos tirando y que se reincorporen cuando puedan.
Motivo: PPPPPppppppprrr donde? PPPrrrr dónde?
Tirada: 1d6
Dificultad: 4+
Resultado: 3(+2)=5 (Exito)
Me parece perfecto.
Gasto dos para la tirada de astucia.
Sería mentir el no admitir que la gatita nórdica se había visto frustrada cuando se había dado cuenta de que sus afiladas garras habían sido puestas a disposición de sus compañeros secuestrados demasiado tarde, pero ella no era alguien que se lamentara sin hacer nada, y no dudó en seguir corriendo tras el camión, seguida de sus valientes hermanos. Como era de suponer, si bien le había fallado una vez a sus compañeros, no volvería a hacerlo, así visitara el Valhalla esa misma noche por enfrentar a los sucios humanos que los habían apartado de su lado.
La gata nórdica se paseaba furiosa, de un lado a otro, como león enjaulado. Había quedado con furia en la sangre, y quería aniquilar algo o moriría con el hervor corriendo por sus venas. ¡Ni siquiera podía prestarle atención a sus compañeros u opinar con ellos sin creer que bufaría!
Entonces escucha la traición del Coronel, y ve a la bola de pelos frente a ella, cual sacrificio humano lanzado a sus pies. De ser una gata un poco más salvaje hubiese aprovechado esa provocación para desquitar su frustración, pero en vez de eso solo le dio un empujón con la pata, lo suficientemente fuerte para que el gato revoltoso se apartara de su camino. No le caía bien en un principio, no le caería bien ahora.
Por nuestros compañeros de batalla - concordó Ophelia, con un tono bastante malhumorado pero obviamente aliado en aquel momento.
Motivo: Astucia
Tirada: 1d6
Dificultad: 4+
Resultado: 5 (Exito)
Desde el suelo, mientras planeaba mi venganza contra el gato gordo arrabalero, escuchaba los tejemanejes del gato monguer y la gorda de la otra. Por fuera seguía maullando con suma pena, pero por dentro algo se estaba mezclando con el sentimiento de HUMILLACIÓN. Algo mucho más dulce, mas meloso, algo con cuerpo de hombre y pelaje castaño...Algo que me da de comer y me rasca las tardes de domingo mientras come helado de chocolate (que yo le robo)...Algo llamado mi humano doméstico. No podía vivir sin mi, estaba segura que tarde o temprano vendría a por mi, yo saldría, y estos gatoflautas se quedarían aquí masticando su entonces HUMILLACIÓN.
¡Por los pelos de mi bigote! ¡Estamos atrapados! Ahora sí que sentía que el plan había fracasado... ¡Mis humanos no vendrán a buscarme! Seguro que lo tenían todo planeado... ¡Qué listos son! Y parecían tontos cuando adoptaron a ese chiguagua...
Por suerte estaba Supergato para dar la solución que los ayudaría a escapar ¡Es perfecto! - ¡Supergato, qué listo eres! -. Entonces Marfelina se dio cuenta de la presencia de otro gato, en las escaleras colgantes - ¡Espera! Quizás ese gato nos ayude a escapar - la gata se acercó a este.
Una vez a su lado pudo observar que tenía algo raro, pero no sabía lo que era - ¿Tú también estás atrapado? -. Al no obtener respuesta Marfelina se quedó de piedra - ¿Te ocurre algo? -. La gata se puso a mover las patas delanteras, intentado mover al gato*, pero por alguna razón no podía. - ¡Supergato, ven! ¡Creo que este gato está atrapado! ¡Necesita nuestra ayuda!
*Igual que hacen los gatos cuando hay una tablet con peces e intentan cogerlos
De camino a la perrera Zoe no pudo evitar comer algo del suelo, cada vez se encontraba peor, se fue a un ladito para comer hierba y limpiarse, al terminar ce hacerlo no puedo evitar decir.
-No recuerdo haber comido eso.
Al ver una bola de pelo con un botón de camisa pegado, cuando hubo limpiado sus bigotillos miró hacia un lado, maulló hacia sus compañeros para avisar que había encontrado una entrada, se sentía un poco débil, pero con ánimos para seguir.
Motivo: astucia
Tirada: 1d6
Dificultad: 4+
Resultado: 5(+1)=6 (Exito)
No había valla rodeando el edificio, los gaticos podían acercarse a husmear más de cerca. Cuando lo hicieron vieron que dentro había humanos, por las luces encendidas, pero solo en una de las habitaciones. Al asomarse a las ventanas dentro vieron muuuuuuchos gaticos. Era como el paraíso de los gaticos aquello.
El gatico gordo y divino bostezó y señaló una puerta gatera en un lado de la pared.
-Sois unos lacayos muy ruidosos, será mejor que salgáis de mis aposentos. No os quiero aquí, no me dejáis dormir- el gato naranja se hizo un rosco de nuevo. Mientras Supergato decidía que era hora de dormir, Ginebra tenía pensamientos de gatico faldero hacia su amo y Marfelina se debatía por ayudar a un gatico que no estaba ahí.
¿Qué gato mira Marfelina? ¿Su reflejo o los que hay fuera?
Zapa, se apartó del gatico peludo y aprovechó el descanso para lamerse un poco las heridas de la cara.... Saliva de gato = Mano de Santo. Miro de reojo a la bola de pelo y por su cabeza pasó el arrancarle una pata, así aprendería..!! Sin embargo se limitó a cumplir su advertencia inicial, se acercó al enano y de un pequeño empujón lo tiró a un gran charco de agua de lluvia que se había formado en una esquina... Te avisé....!!!! Ahora solo faltaría que este se crea un perro y se ponga a jugar con el agua...
Se dió la vuelta y se alejó del pequeño gato empapado... dignamente se fué acercando a la perrera, al pasar frente a un ventanal pudo ver el interior.
Por las sardinas de San Juan!!!! ¿¿Pero que pasa aquí, regalan los castillos rascadores????!!! Debo de ser el único idiota del barrio que se afila las uñas en un sillón...
Sin embargo algo raro había en aquella habitación.... tantos gatos, todos juntos, felices.... contentos.... sin peleas.??
Ya está!!! Ahora lo entiendo!! Los tienen drogados!!!!
Motivo: Encontrar una entrada
Tirada: 1d6
Dificultad: 4+
Resultado: 6 (Exito)
¿Una gatera? ¿Un sitio para escapar? ¿Por qué no lo habían pensado antes? —Vamos Marfelina...— dijo Supergato. —Este gato faldero tiene un sitio por donde escapar. ¿Qué haces? Aquí sólo hay gatos falderos, si pudiéramos ayudarles mi superinstinto me habría ayudado. ¡Escapemos!
Supergato voló hacia la gatera. Tendría que llegar antes de que la gata gorda intentara pasar... seguro que se atascaba y ya nunca nadie más podría salir de allí. ¡La misión era lo primero!
Sí, el cambio de querer dormir a intentar escapar ya era muy espontáneo, pero Supergato era, ante todo, un gato, y podía estar queriendo una cosa un momento y la contraria al siguiente.
Había avanzado con paso decidido junto a la compañía hasta el edificio, lo cual no supuso ningún problema, y Felicia esperaba algunos, así que no bajó la guardia, de seguro que vendrían a continuación una vez estuviesen dentro. Al menos los humanos, que siempre delataban su posición con luz, fueron fáciles de localizar.
—¡Por los compañeros!- Secundó aquél grito de guerra para infundirse valor y centrarse en la misión de rescate.
Pero pronto, los distrajo una sorpresa. A través de la ancha y larga ventana pudieron contemplar el sitio donde habían confinado los prisioneros. Rascadores y sitios elevados donde tomar el sol por todas partes, asomaban por todas partes.
—Una jaula de cordeles, no deja de ser una jaula- maulló nada dispuesta a cambiar de planes o verse atraída por la idea, y si por jaula tenía que ser al menos en casa ella era la reina de la suya.
No había tiempo para demorarse con aquello, así que negó con la cabeza para sacudirse toda tentación y siguió al camino de una entrada, por lo que también le importó poco lo que Zapa hiciese con el cachorro, tal como echarlo al agua. No merecía menos y aquello era secundario. —¡Por los compañeros!- repitió. —Entremos ahí, abramos la barrera que los tiene atrapados y volvamos a las calles.
Zoe no era el único en haber encontrado una entrada, unos y otros, bien la mayoría, habían hecho otro tanto, fuese la misma u otra. Así que la gatita moteada eligió una y corrió a saltitos hacia ella más decidida que nunca.
Maldito había visto una pelusa dando vueltas por el suelo, y sin pararse a pensar se puso a jugar con ella. La paraba con una pata, luego esperaba a que empezase a rodar y otra vez la paraba. Estubo así un rato, y cuando dejó de moverse se dió cuenta que ya habían en contrado una entrada y estaban dirijiendose a ella.
- Camaradas perdonadme, estaba torturando a una pelusa que miau había desafiado, y no podía consentirsel... ¿pero que es esto? - Dijo mientras pasaba al lado de la ventana - ¿Como es que todos estos camaradas no intentan escapar? - Maldito nunca había visto un castillo rascador, y menos aun usarlo. - ¿Que clase de miauldición cruel es esta? Tenemos que ayudarlos a volver en sí. -
Y con todas estas preguntas y alguna más que se guardo para su gato interior siguió a Felicia, ya que era la que estaba tomando la iniciativa y la que parecía que fuese a entrar.