Partida Rol por web

 -El asalto va bien, si sigue así no tardaremos en controlar la puerta del muro de Adriano y conquistar estas miserables tierras- Pienso mientras con mi espada atravieso a un triste romano que oso acercarse a mi.

 Poco a poco os dais cuenta de que no son pictos, no llevan las marcas tribales que siempre portan a la batalla, y sus armas son muy diferentes. Pero poco os importa eso, y su intención, pues están atacando vuestra casa, y el mismo día en que recibiréis vuestra libertad. No se puede consentir.

De los 2 incursores que sujetaban a Tristán, uno muere a manos de Dagonet, pero el otro vuelve a aparecer encima de Tristán con una daga en su mano dispuesto a acuchillarle. Tristán forcejea con el.

A Galahad la batalla le pilla tan por sorpresa que casi es incapaz de detener la embestida del incursor que le ataco con una espada. Los 2 caen al suelo, pero la espada en medio, a la vista de los 2, el que primero la coja podrá acabar con el otro.

Arrebato la daga al picto, y la dirijo hacia su cuello.

Forcejeo con él, que se debate fieramente, pero mi fuerza es superior y el arma se hunde en su garganta, mientras retrocedo dos pasos, sorprendido porque me hubieran cogido con la guardia baja.

Reacciono, furioso por haber estado tan distraido. Y saco mi espada para atacar al que tenga enfrente. Dejando escapar un grito lleno de ira. No podia creer que me habia confiado tanto cuando antes habia estado tan alerta. Esta vez la pagarian.

Al ver que empiezan a destruir casas de amigos y vecinos, me enfurezco más y me acerco a ellos con las espadas por delante. Uno de ellos se me pone por delante y de un fuerte sablazo le corto la cabeza y sigo caminando hacia ellos...

Gracias. Prometo estar activa de nuevo ahora que mi internet por lo menos se conecta. Igual si yo me llego a ausentar y necesitas usar mi personaje sos libre de hacerlo. No pasa nada. Gracias por no matarme^^

El pensamiento de que no son pictos pasa fugazmente por mi mente, lo aparto rápidamente, necesiataba concentrarme y fuese quien fuese estab estorbando.

Me acerco con rabia a otro y lo artavieso de lado a lado con una fuerte estocada desde su flanco izquierdo, él se queda inmóvil y empieza a escupir sangre con una expresión de sorpresa cuando yo saco mi arma de sus entrañas y me pongo en guardia por si algún maldito se atrevía a atacarme.

Me pongo cerca de Jols resistiendo el ataque de aquellos extraños hombres. Están disistiendo. Aguanta.

Tras ver que vuelven a tirar a Tristán quedo algo sorprendido pero recobro la compostura enseguida y aun más cuando veo como termina con la vida de su adversario.
Agarrando del brazo del Obispo –Si queréis seguir conservando la cabeza sobre los hombros le sugiero que me siga y no se separe de mi ”caballero” (con tono sarcástico lo de las comillas).
Guiando al Obispo dentro de las puertas y dándole instrucciones de donde esconderse para salvar la vida, se acerca un guerrero con hacha en mano con intención de cortarnos algo más que nuestra conversación, a lo que le respondo interceptando su hacha con mi espada, pateando sus piernas para derribarlo y atravesarle con la punta de mi espada; Tras ello enfundo mi espada y recojo su hacha raudamente y termino de darle las indicaciones al obispo pero le exijo que me de la caja si no quiere que deje las puertas abiertas y mientras espero su respuesta me volteo cara al combate por posibles enemigos y me quedo junto a él.

Me lanzo al ataque, cubriendo la retirada de Dagonet

-¡¡¡Arturo!!! Deberías cubrir al Obispo-.

 -¡Algunos huyen! ¡No les dejéis- Grito mientras empujo a uno de mis guerreros al frente- podrían alertar al resto! Y entonces nuestra conquista podría ser repelida.

Dicho esto algunos de los soldados corren hacia el obispo, Tristán y Dagonet

 Huis con el obispo, el cual necesita protección. Pese a ser un gran guerrero, no podría aguantar un combate con ellos.

Los soldados intentan aguantar al enemigo, que poco a poco se empieza a ver superado por los refuerzos. La victoria es vuestra, solo es cuestión de tiempo... y de que el obispo sobreviva.

Me apresuro a llegar a mis compañeros y me pongo delante del obispo para ayudarle.

-No le haréis nada, juro que como muera acabaré con todos vosotros, ¡¡¡en especial contigo!!!-Grito y señalo al que parece mandar las órdenes, con rabia me encaro a mis oponentes y comienzo a atacar.

Me acerco al obispo en actitud protectora y mantengo a raya a los atacantes, con una serie de espadazos, acabo con dos de los malditos que nos privaban de nuestra libertad.

Me veo tan sorprendido por el repliegue de nuestros hombres que me quedo anonadado mirando lo sucedido.
Al ver que el grupo se acerca grito: ¡¡No estoy hullendo!!! No pienso dejaros la diversion a vosotros solos, no sobreviviriais ninguno. Tras lo dicho me doy la vuelta para hacerle el ultimo gesto al obispo de que me de el cofre si quiere que cierre las puertas, cuando una flecha vuela entre los abdomenes de todos nosotros silvante y fugazmente, hasta atravesar el hombre del obispo que cae herido y gimoteando.
Tras ello me doy la vuelta y preparo mi hacha para degollar al maldito bastarde de la flecha o cualquiera que tenga el valor de acercarse.

Me acerco al obispo, a gran velocidad para ayudar a mis compañeros a protegerlo. Manteniendo la espada en alto, todavia estaba enojado por haber sido tomado por sorpresa. Esta vez no lo conseguirian.

Miro a mi alredor y me lanzo con furia sobre los hombres que han herido al obispo... Dos tajos laterales sirven para arrancarles la vida. Miro al resto mientras hago un molinete con la espada. Si no os vaís os enfrentareís a los Caballeros Sarmatas y a mis espada... ¿quién es el próximo en morir?

 - ¿Quienes son esos guerreros? ¿Porque nadie me dijo nada de ellos?- Dice al ver que sus hombres huyen de vosotros sin tan siquiera mirar atrás.- Volved cobardes...

Se queda solo, por lo que un ultimo vistazo lleno de furia y de asco dedicado a vosotros es lo ultimo que veis de el. Después se va con el resto, a través del bosque, hasta encontrar un punto por el que cruzar la muralla.

 El obispo se levanta, dolorido por la herida recibida, aunque no parece de gravedad, no podrá cabalgar en unos días. -Volvamos a la sala- Os pide, y vosotros le ayudáis a volver.

Otra vez de nuevo en la sala,el obispo tiene cara de preocupación, ya no tiene la caja de vuestros salvoconductos, se la dio a su ayudante al llegar a la sala.

- Esos guerreros no eran pictos, son sajones. Barbaros del norte, salvajes como ninguno en el combate, mas incluso que vuestro pueblo.- Sus palabras muestran preocupación, y esto os dice que no sera hoy cuando volváis a vuestra casa.- Sabiamos que atacarían esta isla, pero no que lo harían ahora.

Recorre su mirada por la cara de todos- Requerimos de vuestros servicios una vez mas, solo una misión mas. En el norte, mas halla del muro de Adriano existe una pequeña villa, allí vive una familia romana, su hijo, Alecto, tiene muchas posibilidades de ser el nuevo papa de la iglesia de Roma, por lo que tenéis que traerlo de vuelta. Hasta que no le vea con mis propios ojos no recibiréis vuestro indulto.