Partida Rol por web

La noche anterior habían ocurrido muchas cosas, y como siempre, nada previsto salia como uno quería, entre ellas encontrarse con un alcalde solícito a horas intempestivas. El grupo  había dedicado también parte de la noche en encontrar una posaba abierta, llegándose a perder hasta que al final decidieron preguntarle a un guardia en su ronda nocturna. Tras seguir sus instrucciones el grupo encontró dicha posada para pasar lo que quedaba de noche, prefiriendo esto a tener que regresar a sus dormitorios del gremio y correr el riesgo innecesario de recibir otra reprimenda, esta vez de lord Kennegan.

Actualmente el grupo se encontraba andando otra vez, siguiendo el río y buscando el origen de la contaminación. Habían conseguido acortar parte del día pues al alba carros mercantes salían a hacer su ruta. Uno de estos mercaderes les había ofrecido subir junto con la carga para ahorrarles tan agotador camino a pie hasta que tuvieran que tomar caminos distintos.

Volvemos ahora a caminar por la ribera del Río, buscando la fuente de la corrupción que está acabando con la vida natural de la zona, con todo lo que eso significa para la población local. Tenemos más o menos decidido el plan, que es recorrer el camino del río, río arriba, para encontrar el inicio de la contaminación y por lo tanto, su fuente de origen.

Mantengo el paso junto a mis compañeros en silencio, mientras voy observando a mi alrededor lo que hay, con el ojo y los oídos tan abiertos como puedo.

Ánimo compañeros... si los Dioses permiten que erremos es para aprender de nuestros errores y mejorar siempre nuestros pasos... así creo con seguridad que al final de nuestra misión poseeremos un rigor y una determinación que en otrora no tubiéramos. Dice Dénaerdán mientras anda río arriba, esquivando animales muertos y teniendo cuidado de no pisar sobre el barrizal.

Con la nariz arrugada por el  hedor que rezuma del río, Tordek se mantiene  un poco alejado del mismo, el tramo suficiente para que el olor no enturbie sus sentidos. Mientras sus compañeros centraban la vista en el río y las posibles pistas sobre los druidas, el clérigo llevo su curiosidad a ambos lindes del río. Se preguntaba si la mugre había afectado también a los arboles cercanos y a la fauna local. Avanzaba a pasos mas lentos, deteniéndose  de vez en cuando para escudriñar alguna copa de los arboles cercanos, por si veía alguna ardilla o  algún otro animal correteando libremente...

Aunque no dudaba de su sabiduría de la naturaleza, terminó preguntando a su compañero  explorador al respecto:

- Mi Buen Aramil..¿ Podéis decirme si el estado de la flora y fauna cercanas al río es siendo afectadas?, mi vista de enano ya no es lo que era con tantos años encima.-

El grupo centra sus sentidos en los posibles rastros y encuentra, marcado en el lodo que se formaba cerca del río, pisadas de hombre a juzgar por la marcada huella que había dejado la bota.

Mientras tanto Tordek prestaba mas atención a su entorno. Algunas plantas, las que estaban cerca de los animales parecían algo marchitas, pero con aquel olor a muerte los animales preferían no arriesgarse a ser contagiados, por lo que habían aprendido a mantener la distancia.

El grupo parecía avanzar por el camino correcto y a buen paso, aun teniendo a un compañero algo corto de midas. Tras unas horas el grupo al fin llega una ruidosa cascada. Aparentemente el agua caía limpia pero a partir de ahí parecía empezar la contaminación.

Me acerco a examinar la roca y la caída de la cascada... intentando no mancharme con la putrefacción...
hasta toco la roca con mi báculo de Torm.

Mientras remontamos el río me siento cómodo por estar de nuevo en mi terreno, sin embargo también tengo un sentimiento de preocupación por lo que pueda hacer Silver, por lo que no vigilarle puede hacer que esté algo ausente de cara a mis compañeros.

Reacciono tarde a la petición de Tordek, pero finalmente lo hago -Lo más probable es que si lo estén, ya que las plantas también "beben" agua y es más que probable que, debido a la cercanía, también esté infectada el agua que hay bajo ellas. De todas formas - añado mientras me dirijo hacia las plantas - nunca está de más confirmarlo.... ¿quién sabe? - digo encogiéndome de hombros - tal vez encuentre alguna pista.

Al llegar a la cascada, que parece ser el foco de la infección, me agacho a Silver y le felicito - Bien hecho compañero - mientras le doy un trozo de cecina de cerdo. Luchando contra su curiosidad, le consigo apartar mientras me dirijo a investigar la piedra, en la que ya está Dénaerdán.

Veamos que tenemos por aquí.... - digo mientras saco una daga y raspo un poco el musgo de la piedra.

Aramil estudia con detenimiento el estado del musgo. Este estaba mas sano que el resto de plantas que estaban bajo los animales. Estaba claro que pasada la cascada el agua era limpia, como tendría que ser asta la desembocadura.

El verdadero descubrimiento es a manos del deva, que tras acercarse a la cascada para estudiarla y atravesar la cascada con su báculo por accidente, justo antes de tocar la roca, ve que oculto tras la cortina de agua había una gruta de la cual salia una porquería malsana.

Amigos y compañeros dice el Deva con su serena voz Creo que es el momento de mostrar que no existe fuerza capaz de detener a este grupo de hallar sus objetivos Luego se cubre la boca con la capa y dice con voz amortiguada:
Si no tenéis inconveniente propongo adentrarnos y hallar una solución a este mal que corromple el río.
Dicho esto me dirijo a entrar en el túnel si nadie me detiene.

Al ver que Dénaerdán encontraba es especie de gruta me quité la mochila y saqué una antorcha de ella, la encencí y me hice a un lado para cederle el paso a Tordek

- Adelante maese Tordek, seguro que estás más experimentado que nosotros en la exploración de cuevas-

Cuando el enano pasa por delante de mí, le digo al resto del grupo - Tened cuidado, mucho me temo que los druidas siguieron esta misma ruta en su investigación- y sigo al enano procurando mantener a Silver cerca de mí.

Asintiendo en silencio a la invitación del explorador, el enano traspasó la cortina de agua. Pasando su mano diestra por su calva húmeda para secarla un poco, lanzó  inquisitivas miradas a la cueva. Evitando pisar donde la inmundicia  campaba sus anchas, no pudo evitar  las nauseas al inhalar  el hedor de estas. Llevó su mano siniestra a su nariz y con el  ceño fruncido, hablo: - Andad con pasos cautos, mis camaradas. La humedad de este lugar puede ser mas traicionero que un goblín borracho..-

Al ver que la cascada esconde un camino oculto a simple vista (Completamente oculto a la mía, por ejemplo) y que es desde ahí de donde sale la inmundicia que contamina el río, entiendo de inmediato que ese es el camino que debemos seguir. Sin poder evitarlo, menciono unas palabras:

 - "¡Que asco este lugar! Espero que el olor no se intensifique a medida que entramos. Yo cubriré la retaguardia a menos que Dénaerdán quiera ese puesto."

Escucho atentamente a mis compañeros y dejo que encabecen la marcha, caminando en último lugar, mientras intento resistir el asqueroso aroma proveniente de nuestra ruta. Mantengo los ojos abiertos cuanto puedo y saco mi daga de mi cinto, listo para la acción.

Mis palabras y mis acciones fueron con la expectancia de que nadie se atreviera a entrar... pero cuando el elfo y el enano me adelantaron me quedé sin habla... sin respiración...
¡Qué valentía y coraje!
y véis que otra lágrima de orgullo resvala por la mejilla de Dénaerdán...
Pasad compañeros, si no te importa Ericus yo estaré en la retaguardia... de este modo no os estorbaré si debemos actuar agresivamente... ya que mis acciones son siempre a distancia y no precisan de entablar contacto con el enemigo, en caso de que hubiera. Por cierto, te he "tuteado" amigo Ericus, espero que no te sientas turbado por esta insólita muestra de confianza... si te molesta moderaré mi lenguaje de ahora en adelante.
El Deva muestra una inocentona sonrisa.. algunos hasta la llamarían "estúpida sonrisa" mientras se queda a un lado de la entrada del túnel, dejando pasar a sus compañeros.

Río un poco ante las palabras del Deva, a lo que contesto amablemente:

 - "No importa, Dénaerdán, de hecho me agrada que tomemos confianza unos con otros. Si quieres, yo también te trataré con confianza para que no te sientas incómodo. En lo que es el combate, yo también actúo a distancia, pero no me importa ir un poco más adelante, pues no le temo a nada."

Sonrío con un poco de autosuficiencia, pero es la verdad. No le temo a nada porque no le temo a la muerte. Bueno, en realidad le temo al cautiverio, pero es algo íntimo y no tengo por qué revelarlo.

Cuando el grupo pone el primer pie en la gruta retroceden un paso ante la peste. El hedor era tal que parecía como si al grupo le hubieran soltado un guantazo que les había hecho recular y girar la cara. Armándose de valor y resistiendo las ganas de vomitar, se adentran un poco mas, con Tordek y Aramil como guías.

Una vez en la entrada Aramil encuentra una sandalia sin dueño, confirmando sus sospechas de que los druidas habían tomado aquella ruta. El desemparejado calzado parecía estar manchada de sangre, húmeda pero podrida.

Por otro lado Tordek centra su interés en la gruta en si, el agujero parecía estar hecho desde hacia mucho tiempo debido por la propia erosión del agua, pero tenia rasgaduras en la roca como si algo de tamaño pequeño hubiera escalado por la pared con sus garras.

Sin tener que andar mucho mas el grupo siente un olor mucho mas intenso, mezcla de humedad, animales en celo, putrefacción y... excrementos. Gracias a la luz de Aramil el grupo puede ver, o mas bien intuir, las formas que hay en el interior de la cueva y lo que estaba ocurriendo dentro. El lugar estaba plagado de ratas y suciedad. Del río de suciedad emerge una ser compuesto de porquería con una figura vagamente humaniode. Al fondo, inclinados sobre una pila de cadáveres, habían dos ratas del tamaño de perros devorándo los restos con voraz apetito y junto con las ratas, haciendo lo mismo, un humanoide con una monstruosa cabeza de rata.

Ante la luz de la antorcha la oscura y monstruosa silueta del humanoide os dedica una mirada, fijándose en vosotros con relucientes e inteligentes ojos, capaces de ver con total claridad con escasa luz.

-¡Estupendo! Ya estaba harto de roer huesos. -Dice en común, soltando una nasal risilla.

Dénaerdán se prepara para una batalla indeseada, pero en la que no tiene más remedio que luchar... lo véis como sus labios se mueven susurrando algo casi inaudible...

Dios caballero, señor leal

paladín de la causa del bien

dame fuerzas para derrotar al mal,

no permitas que nos derroten

que mi brazo haga sólo el necesario mal

a todos aquellos que se lo merecen

Roku se mantevo callado en el camino, intercambiaba pocas palabras, le preocupaba demasiado que la peste llegara a la ciudad, a diferencia de sus compañeros, el se acercaba un poco mas a las aguas pestilente, su experiencia en batalla en contra de muertos vivientes estando al servicio de Kelemvor, le habia dado la habilidad de soportar peores olores que los que emanaba el rio... despues de caminar un poco, mas adelante al llegamos a una cascada, y el deva al acercarce a una roca, con subaston descubre una gruta tras la cortina de agua que caia... lo sorprendente era que al parecer habiamos llegado al origen del problema, que parecia provenir de dentro de la cueva, uno a uno fuimos entrando a la cueva, tomo mi escudo y mi masa, y entro atras de Tordek, Aramil y Silver... y tras escuchar a Ericus y Denaerdan comento, no se preocupen señore, espero no haya necesidad, pero si necesitan algo de espacio yo se los dare, y muestro mi escudo con el simbolo de Kelemvor en el, mientras me adentro a la cueva...

despues de entrar a al cueva y avanzar un poco veo como mis compañeros batallan un poco con el hedor que sale del interior de la cueva... avanzando compactamente, nos detemos y por la escasa luz alcanzamos a distinguir algunas criaturas las cuales parecian hostiles, por lo que al parecer una batalla seria inminente... que Kelemvor se apiade de sus almas, ya que las emviaremos al otro mundo y las haremos pagar por lo que estan haciendo.....

Las enormes y espinadas ratas retrasan su turno, recelosas de acercarse y a la espera de las ordenes de su amo.

Ante la escena, que nada dice más que es el momento de comenzar a luchar contra aquellos asesinos malignos, me adelanto por entre mis compañeros y sin pensarlo dos veces, acumulo el poder de la tormenta en mi interior mientras cierro mis ojos. Los abro y acompaño con ello el terrible rugido, como el de un león, que sale por mi boca, dañando los oídos de mis enemigos y causando temor en sus corazones.

Viendo que los enemigos son muchos y que quizás no haya más oportunidad que esta, concentro la máxima expresión de la tormenta que yace en mi interior, situada allí desde mi infancia en Akanûl, y la convoco con mis manos y mi daga, para lanzarla dirigida hacía el líder de tan repugnante manada. Los vientos salen de mi mano y se arremolinan en la zona designada, donde crean una tormenta similar al ojo de un tornado, que ensordece hasta el dolor mismo.

Ericus causa estragos con sus hechizos. El rugido mata de puro terror a una de las ratas y parece que el engendro compuesto de excrementos se estremece.
Seguidamente el hechicero crea una tormenta en el interior de la gruta que lanza por los aires a otra rata gigante y la mata al estamparse contra una roca. La tormenta consigue dañar también con sus truenos a una de mas monstruosas ratas (A) y al roedor humanoide.

Tras la tormentosa intervención de Ericus dos ratas se lanzan sobre él encolerizadas. Una hecha a correr hacia él, atravesando el río de mugre sin temor y otra sale tras una esquina para morder también al agresor.