Partida Rol por web

El saco de Boom

Tambores y horcas (Escena 2)

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05/03/2015, 20:14
Diago Ferreira

Parpadeó sin terminárselo de creer y se levantó a mirar por la ventana con una expresión ceñuda. Lo que vió le convenció de que aquello era más cierto que que había un Dios.

-Mierda -masculló- Tengo que avisar a los míos. A los que queden, por que están movilizando a todo el que pueden. Hay que liberar a los presos. Quizá nos puedan echar una mano.

Se acercó a una silla donde estaban apiladas sus ropas y comenzó a vestirse con prisas. No era menester salir fuera a calzón quitado, no si quería surtir el efecto adecuado.

-Ayúdeme a ponerme la armadura. Me temo que me va a hacer falta.

Abrió un arcón pequeño y dentro de él había cuatro pistolas, dos de chispa y dos de rueda. Con Martín todo sería más fácil, pero ahora no estaba allí.

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05/03/2015, 20:20
Director

Los italianos no estaban dando pie con bola. Las malas lenguas decían que no destacaban por ser unos milites sobresalientes, pero más allá del mito, la cuestión es que estaban nerviosos. Después de que expusieran sus planes, Hans expuso el suyo, que evidentemente era mejor.

El plan consistía en marchar a toda prisa hacia el puente, no muy lejano de donde se encontraban. El famoso puentecillo colgante sobre la profunda acequia de aguas bravas. Era el único camino que conectaba directamente el campamento con el bosque, y por lo tanto lo ruta que los soldados usarían. Una buena escopetada podía hacérselo pensar dos veces antes de cruzarlo, y en última instancia, cortar las cuerdas del puente podría incomunicarles. Si optaban por rodearles, tardarían más de dos horas en hacerlo, dando tiempo de respuesta para que aquellos que mandara el mariscal en su auxilio llegaran. Y si optaban por colocar los tablones que usaron en la batalla de la turbera tendrían que hacerlo bajo las balas de sus pistolas y arcabuces.

Así pues, dejaron unos vigías en aquella parte del bosque y junto al camino, para dar aviso si les rodeaban. Y a paso ligero y arma cargada trotaron, más que corrieron, hasta el puentecillo. Hubo suerte y solo lo habían cruzado dos guardias a modo de exploradores. Estaba claro que De la Rosa todavía no habia dado órdenes concretas por que los guardias se limitaron a darles el santo y seña. Les encañonaron, desarmaron y maniataron, situándose bajo el parapeto de los gruesos abedules al otro lado del puente, empuñando pistolas y arcabuces.

Les vieron llegar al cabo de unos minutos, envalentonados y un poco desorganizados, creyendo que estaban vigilando celosamente los bulbos. Eran unos cien, menos de la mitad de la compañía, cincuenta arcabuceros y treinta piqueros, con un puñado de mosquetes. Las mechas ardían en la noche y los rostros estaban enmarcados por teas ardientes y fanales. Ya mismo los tendrían encima y hubo quien se santiguó. Menuda tropa, y al mando de los mayorales. De la Rosa con su armadura y Valcárcel con la alabarda de sargento, mandándoles por detrás. Soldados engañados que no verían un real ni sabrían de que iba aquello. Cómplices involuntarios de una traición.

- Tiradas (1)
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05/03/2015, 21:01
Don Gabriel Real de Azúa y Mendoza

Asiento a lo de ayudarle con la armadura. Que no he puesto muchas, o ninguna, pero hago lo que puedo con ello.

- He visto treinta hombres del cuerpo de guardía, armados con arcabuces y picas. Ellos están preparados. Pero el revuelo por el campamento es general. Así que si que supongo que querrán llevar a los más posibles. Se avecinan cuchilladas, Ferreria. De la Rosa no se va a dejar así como así...

Le digo, mientras procedo con su armadura. Quizá quiera que yo participe...Pero en caso de verme en medio de todo esto, si es que no lo estoy ya sin forma de detener el destino final, me voy a tener que apañar con mi estoque. Yo no me entiendo con armas de fuego. Pero vamos, que si no me toca liarme a cuchilladas, mejor.

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05/03/2015, 21:10
Martín

Señor - dijo el muchacho dirigiéndose al preboste - si el capitán va a venir para acá con hombres y lo que plantea es tenderle una celada, temo por el resultado porque... - en ese momento se dió cuenta de con quién estaba hablando, que no era, ni uno de los hombres de la escuadra de Vélez, ni con el alférez por quien tanta confianza y cariño tenía. Aquel era uno de los altos prebostes del Tercio y por tanto un hombre de alcurnia y él nada más que un desarrapado tambor y con u historial en el tercio turbio para más inri, por mucho oficial holandés que matara de un tiro.

Viendo que el preboste, lejos de darle un capón por su impertinencia parecía alentarle a seguir con la mirada, el pobre Martín dirigiendo la vista al suelo continuó con un tono bastante más bajo y sosegado.

- Mire usted que eso te emboscar a un capitán no parece asunto baladí - musitó - que no es que uno tenga miedo de los arcabuzazos o los cuchillos - que un poco sí que tenía, pero se lo guardo bien para sí - pero es que una vez que se ha ido el humo hay que dar explicaciones a diestro y siniestro y muchas veces ni siquiera le hacen caso a uno - dijo Martín que no pretendía otra cosa que explicar su propia experiencia cuando fue interrogado e intentó exculpar a Martín Vélez y a los demás - no importa la razón que uno tenga.

Levantó entonces la vista y miró a los ojos al preboste - ¿no será mejor que alguien avise al mariscal o a otros capitanes que puedan hacernos de testigos o al menos que hayan sido prevenidos de antemano para mejor defensa nuestra? - dijo.

- Si su excelencia quiere podría correr a buscar a alguno de ellos y traerlos sin dilación - volvió a mirar al suelo - siempre y cuando no ordene usted otra cosa, claro está, excelencia.

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05/03/2015, 21:32
Director

Notas de juego

No se si te han incluído en los mensajes pero ya se ha mandado recado al mariscal. De hecho llevándose a los dos prisioneros. Ahora el asunto es que hay que defender las pruebas del delito (los bulbos) hasta que lleguen los refuerzos. Y obviamente el capitán no quiere eso. Es lo último que quiere, de hecho :P. Por que si no, está jodido.

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06/03/2015, 10:49
Ezio Contarini

- Ya están todos avisados, zagal. Ahora prepara tus armas.

Notas de juego

Entiendo que hemos de defender las pruebas y dejar la "escena del crimen" como está, no? para que la vean así los superiores.

COmo solo estamos Martín y yo dejo así la escena.

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09/03/2015, 18:23
Martín

El muchacho se echó a temblar sin apenas poder disimularlo o poder soltar una hombrada adecuada. No es que le tuviera miedo al combate, a fin de cuentas le había pegado un tiro a un oficial flamenco en medio de la turbera - si bien se había pasado medio combate con la cabeza entre las rodillas o recargándo las armas del catalán - Lo que pasaba es que le había cogido miedo, después de la emboscada del alemán, a las consecuencias de sus actos. Empezaba a entender, que al menos en lo que a españoles se refería, no quedaba todo en matar y repartirse el botín.

Temía que estos señores acabaran en presidio, como hicieran sus compañeros de escuadra y unos y otros fueran ahorcados no mucho después. Además, el alférez no le había dejado coger las dos pistolas que tenía en su tienda y no llevaba más que el puñal largo y la honda, apenas nada.

Viendo que no había otra que bajar la cabeza y esperar los palos, tomó posición detrás de una lápida de buen tamaño y comenzó a apilar piedras detrás de la misma, sopesándo cada una de las municiones. Más le valía que aquella lápida fuera su muralla o bien podría ser la suya propia1.

- Tiradas (1)

Notas de juego

1 Su propia lápida.

2 Lo siento me he liado con la tirada (debería poner sigilo). Lo de cobertura es la dote, que (¿me da +2?) El resultado es 13 que igualaría el valor de Destreza de Martín.

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11/03/2015, 18:24
Luciano della Rovere

Dio un vistazo a su alrededor comprobando que todos sus hombres, asi como los auxiliares que habia alistado a ultima hora estaban bien parapeteados y con las armas dispuestas. Las instrucciones de Hans eran francamente mejores que las que el habia esbozado, lo que no le dejaba de molestar un poco.

Observo con disgusto a los hombres que se acercaban.

-Cuanto valor desperdiciado-penso.

Se acerco a Ezio y le dijo en italiano.

-Me sabe mal trabarnos en combate con estos valientes sin intentarlo todo antes, ni Dios, ni el mariscal me van a echar en cara eso. Voy a intentar hablar con ellos para que desistan de su actitud, al menos ganaremos algo de tiempo, espero. Si acaban conmigo se que se sabras cumplir con nuestra mision, a toda costa. Sin heroicidades, se trata de aguantar hasta que lleguen los refuerzos, apoyate en los militares que se estan con nosotros, seran de gran ayuda.

Se volvio hacia Hans.

-Señor Schneider, si es tan amable de asistir en el combate, con su experiencia y valor, a Ezio se lo agradeceria, el mariscal y yo.

Comprobo sus pistolas, se levanto y adelanto un poco cuidando de estar al lado de una pequeña hondonada que esperaba le sirviera de refugio si empezaba a llover plomo. LLevaba en una mano una pistola, en la otra el mandamiento que le diera el mariscal, enseñandolo.

Levanto la voz para que le oyera la tropa.

-Me llamo Luciano della Rovere, preboste encargado por el mariscal para investigar la desaparicion de unos bulbos de tulipan que aqui hay y estamos custodiando, su capitan y su sargento, a espaldas de sus hombres y del mando los robaron para enriquecerse ademas de tratar con el enemigo rebelde, estan siendo engañados para cometer traicion y lucrar a esos desalmados. Fien en mi al decirles que aqui solo hay hombres del rey cumpliendo con su deber y que los refuerzos estan llegando, combatir con nosotros es declararle la guerra al rey de las Españas. Tengo un mandamiento del mariscal autorizandome a tomar todas las medidas oportunas para salvaguardar las propiedades del rey, mandamiento que enseñare a una comision de soldados que vosotros designeis. Pensad muy bien lo que haceis, luego va a ser dificil volver atras.

Aunque se erguia muy gallardo estaba preparado para arrojarse al suelo en cuanto viera que le iban a disparar, tampoco era cuestion de dejar el pellejo a las primera de cambio, no era tan grande la paga que le daban.

 

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11/03/2015, 21:58
Hans Schneider

Dispongo a los hombres como mejor me parece, cubriendo el angosto paso hasta nuestra posición, ordenando, además, frotar bien con pólvora el extremo de las cuerdas del puente para que prendan con facilidad en caso de necesidad y que se vaya todo el puente al carajo bien rapidito sólo con aplicarle la mecha de un arcabuz. Lo principal es ganar tiempo hasta que lleguen los refuerzos.

Cuando della Rovere me da el encargo de ayudarle asiento, grave.

Yawohl...

Y lo veo adelantarse, como aquel que observa con curiosidad a un cadáver que, por un extraño azar, aún puede andar.

En el ejército cada día ves algo que te sorprende... Increíble que un justicia del Rey sea tan íntegro... Y encima italiano... Lo siguiente sería ver caer ranas del cielo... También es mala suerte... Un gran beneficio que se va con ese aguafiestas...

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13/03/2015, 10:11
Ezio Contarini

- Como usted diga, señor. Pero tengo poca fe en las buenas palabras.

Tengo poca fe en la negociación, así que voy disponiendo discretaemnte a los hombres, yendo de parapeto en parapeto, para que apunten bien y estén prestos a disparar al primero que se resista.

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13/03/2015, 12:43
Martín

Martín había levantado la cabeza al ver que llegaba la gente del capitán Velarde. Asomó un poco la cabeza dispuesto a tomar puntería. Pero ahora, el muchacho miraba al preboste boquiabierto, aquel italiano sí que los tenía bien puestos, plantado ahí en medio, casi entre un grupo y otro, conminando a los traidores a rendirse.

Ojalá Dios Nuestro Señor estuviera de su parte y aquel italiano se saliera con la suya, salvando su vida y la de todos.

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15/03/2015, 01:39
Don Francisco de la Rosa

Los soldados se quedaron callados. Tomaron posiciones al otro lado del puente, apuntando en su dirección con los arcabuces. Seleccionando los blancos que estaban parapetados tras los árboles. El capitán De la Rosa se mantenía de pie y en el arranque del puente, con muchas asaduras. Como si le protegiera de un posible disparo Santiago Matamoros o los ángeles tocando la trompeta. Puso un puño en la cadera, como si estuviera harto de aquella situación.

-Esos bulbos pertenecen al ejército español y sus oficiales -dijo- Y no a un preboste italiano conchabado con el enemigo y ávido de riquezas. Por eso los custodiamos.

Trató de convencer con éstas sencillas palabras a su tropa, que parecía más dispuesta a obedecer a su mando natural que a todas las órdenes firmadas del mundo. A decir verdad, muchos no sabían ni leer. Así que el papel era agua de borrajas mientras alguien capacitado y en quien confiaran se lo leyera.

-Rindan las armas y se les tomará prisioneros. Y si no... tendremos que matarles aquí y ahora.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Si vas a dar un discurso no olvides tirar Diplomacia ;)

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15/03/2015, 01:45
Diago Ferreira

Mientras el capitán había partido con el cuerpo de guardia y algunos de sus incondicionales, el alférez comenzó a poner órden en el campamento. La otra mitad de la compañía se estaba despertando, y era preciso que lo hiciera para sumarse al bando apropiado. Al de los leales. No al de los traidores.

Por eso, mandó a varios de sus cabos que mandaran formar a los que se despertaran y esperaran sus instrucciones. Las suyas y las de nadie más. Luego mandó a unos mochileros que cogieran los efectos personales de los detenidos, incluídas armas y munición, y le siguieran. Entonces llegó hasta la puerta de la tienda donde estaban detenidos y apuntando con su pistola a los guardias les dijo escuetamente.

-Quedan relevados del mando por órden del mariscal. Así que apártense o mis hombres les tomarán presos.

Los guardias, que no estaban allí para dejarse matar como tontos, se miraron el uno al otro y se apartaron. Acto seguido, el alférez entró en la tienda y miró a los prisioneros. Con el jaleo que se había montado muchos estaban despiertos, y otros se terminaron de despertar cuando él entró. Y tras de él, el capellán don Gabriel y los mochileros que les pasaron sus armas y municiones.

-Quedan liberados bajo palabra por órden del comisario de justicia, el señor Della Rovere. Señor que nos necesita ahora mismo, pues De la Rosa ha ido a prenderle con el cuerpo de guardia. ¿Que tal un poco de sana venganza?

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15/03/2015, 11:40
Perot Vilaplana i Llonch

Vilaplana despereza su espalda entumecida por dormir en el santo suelo tantos días. Está flaco y mal afeitado, pero mira al tal Farreira directamente a los ojos. ¿Quién es ese De la Rosa? No lo sabe. No le importa. No es la primera vez que algun tipo de bolsa llena le busca para que arregle las cuentas al vecino que le pisa el sembrado, al recaudador de impuestos que le quitó medio rebaño, al vicario que se tiró a su mujer en plena confesión.

- Compti amb mi, senyor oficial.- Cuente conmigo, señor oficial. Un poco de sangre y pólvora le quitarán el frío de los huesos.

Els cans venen a demanar ajut al llop. Com sempre ho fan.

Los perros vienen a pedir ayuda al lobo. Como siempre hacen.

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15/03/2015, 15:15
Don Gabriel Real de Azúa y Mendoza

El capitán ya había partido con su cuerpo de guardía y demás fieles traidores, así pues había que darse prisa. Seguí al alferez hasta la tienda donde mantenían cautivos a los reos, y cuando Ferreira consigue que los guardias se aparten, yo les tomo prestado las llaves para las cadenas que retenían a la cuadrilla. De forma rápida comienzo a liberar cadenas, y si solo están con cuerda, entonces tiro de mi bastón con estoque para ir cortándolas.

- Es tiempo de que vuestras mercedes se cobren por el agravio cometido en vuestras carnes, hijos mios - le digo a los prisioneros, que ya lo eran, a la vez que voy procediendo.- De la Rosa busca deshacerse de aquellos que os han querido ayudar a salir de aqui...

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15/03/2015, 15:24
Pedro Negrete

Pardiez que dormía. Dormía aunque había pasado muchas noches en vela, con el reconcome de lo que nos estaba pasando, y de ver nuestro honor paseado por el piso como si fuera un hereje holandés. Pero al final, con el cansancio y los malos tratos que allí dentro se nos daba, el cuerpo ya caía rendido solo. Pero aquella noche el jaleo que se escuchaba en el campamento me sacó de aquel sopor, y para cuando entraron Ferreira, Don Gabriel y el resto, yo ya tenía el ojo bien abierto. Dios hacía justicia, Dios hacía justicia...Y nosotros ibamos a poner ese esa justicia nuestro grano de arena.

- Por mis muertos que me cobro esto, por mis muertos...- digo más para mi que para el resto. Sentía un alivio que se iba conviertiendo en rabia y ganas de cortar golas- Benditos seais...- eso ya si va para Ferreira y los que han venido en auxilio.

Acabo levantándome una vez liberado, aunque tenga que apretar los dientes por los miembros un poco entumecidos.

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15/03/2015, 22:53
Luciano della Rovere

Aguanto un poco mas la cara frente a al tropel de soldados que se le venia encima y aparentando una seguridad que no tenia en le fondo levanto una vez mas la voz.

-¡Soldados de lo tercios!, respondeis ante el rey y ante Dios, y esos dos los representa el mariscal del que soy su servidor, si osais levantar la mano contra sus ordenes sereis considerados reos de alta traicion y no habra lugar entre los catolicos en donde podais eludir su justicia y colgareis de un arbol antes de que llegue un nuevo dia. Soldados de los tercios, vuestra lealtad es con el rey y con España, no con oscuros e indignos oficiales, haced valer vuestra hidalguia respetando vuestros juramentos o haceros condenar como villanos.

Les observo con todala dignidad que pudo atesorar

-Y que Dios nos asista.

- Tiradas (1)
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15/03/2015, 23:06
Martín Vélez Manrique

-Dios protege a los suyos-penso Velez al ver el cambio de tornas mientras besaba el rosario que llevaba.

Se levanto pausadamente, dandose friegas en brazos y en las piernas para recuperar la circulacion. Se puso el cinturon con sus armas, comprobandolas y mirandolas con afecto. Bebio un largo trago de agua de una jarra cercana.

Se acerco al alferez y le saludo.

-Siempre a su ordenes mi alferez, diga su merced en donde puede ser mas util mi acero y alli lo encontrara. Y si es pasando de parte a parte a de la Rosa mucho mejor. Va a pagar ese hideputa todo lo que nos ha hecho.

Lo ultimo lo apunto con absoluta frialdad, con total determinacion

-Gracias padre, por sus desvelos.

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16/03/2015, 00:03
Director

Algo se quebró en la voluntad de la tropa. No es que no estuvieran dispuestos a luchar, pero lo estaban contra holandeses, no contra católicos. Quedaba claro que eran italianos, e incluso varios de los hombres reconocieron a Hans el tudesco. Algunos bajaron las armas y miraron al capitán, como pidiendo una explicación sobre lo que allí estaba sucediendo. El sargento Valcárcel comenzó a blasfemar y les instó a que abrieran fuego sobre los traidores.

-¿Que traidores, señor? -preguntó uno de los cabos.

Entonces, los incondicionales del capitán y otros conchabados volvieron sus armas contra sus propios compañeros, inferiores en número en aquella situación. Y comenzaron a dispararles con pistoletazos y tiros de arcabuz, casi a quemarropa. Y se armó la de San Quintín.

- Tiradas (1)
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16/03/2015, 00:13
Director

El campamento era un caos. Cuando los prisioneros salieron de la tienda se dieron cuenta de ello. Los partidarios de De la Rosa, que no eran pocos, tenían preparada la ejecución de su traición. Algunos hombres murieron todavía en sus jergones, pasados por tiros de arcabuz o degollados de oreja a oreja. Los guardias no sabían que estaba pasando, y otros hacían como que no entendían y luego apuñalaban por la espalda.

Españoles contra españoles. ¡Que felonía! Una imagen lamentable que no se veía desde los tiempos de las Germanías. Un anticipo de lo que estaba por llegar. Una tropa que se había vendido por dinero al enemigo, sin dársele un ardite su Dios, su bandera o su Religión. Una mancha para el buen nombre del tercio. Y aún más, de la infantería española.

No hubo mucho tiempo para pensar. Armando de Foces estaba vivo y había reagrupado a sus corchetes. Su objetivo era que el alférez y sus secuaces no salieran de allí con vida. Sin su jefe natural, la tropa leal terminaría rindiéndose. Por eso, un disparo zurreó por encima de la cabeza de Vélez. Un mal tiro. Un grupo de quince hombres, contando al preboste, se desplegaba. Los alabarderos daban un rodeo por las tiendas a ambos lados, buscando sorprenderles. Los que manejaban pistolas y arcabuces se acercaban a grandes zancadas para descerrajarles tiros a quemarropa. Hubo algunos tiros sueltos, y dos de los mochileros que les habían traído las armas cayeron al suelo.