Partida Rol por web

EL conde te parece sincero en su deseo de desentrañar los secretos del fez para poner fin a su amenaza.

—El señor Myers ya está infectado con esa cosa. Puede que tratar con él nos ayude. ¿No le parece que sería útil, ilustrísimo? Puede que aun se pueda hablar con él.

El profesor frunce el ceño ante la propuesta del conde. Cruza una mirada con Kassim, probablemente pensando lo mismo: demasiado sospechosa esa petición.

-Exacto, como bien dice mi estimado colega, el señor Myers podría ser un buen candidato. Deberíamos intentar llegar hasta él y convencerle.

 El Dr. Saroch se acercó a la señora a la vez que abría su maletín y ponía su voz más profesional - Señora Myers, sólo será un momento y podremos estar seguros del estado físico de su marido. Adelantándose, se dispuso a examinar a su marido y a retirarle el fez en caso de llevarlo puesto -

La señora Myers vacila, pero la amabilidad de Henri y el interés del doctor Saroch la conmueven. Aprovechando que el avieso Menkaph no está cerca, os lleva casi corriendo a su compartimento. Dentro se encuentra su desventurado marido, Harold Myers, un joven de 27 años que aparenta unos ochenta. Está demacrado y consumido por la maldición del fez rojo, que lleva puesto. Saroch no puede evitar recordar a Matthew Pook en Londres, y como este le arrancó media cara a un médico.

No hay forma de retirar el fez... Parece cosido a su cabeza de alguna forma.

Polat se hizo visible como de pronto, pues se había acercado con discreción, y susurró al oído del doctor, quizá sobresaltándole: —mi estimado doctor, debemos ponerle una camisa de fuerza. Por nuestra seguridad, ¿recuerda? Dudo que pueda hacer nada por él —rápida mirada a su mujer, para asegurarse de que no escuchara semejante cosa —pero si todavía está consciente y se le puede hablar, el profesor O'Leary, su ilustrísima, el conde, y yo mismo deberíamos averiguar un par de cosas. Ese es el estrecho sendero a su salvación, y no la medicina moderna, me temo. ¿Nos ayudará? ¿Podría conseguir que el paciente estuviera consciente?

El doctor Saroch levantó los dedos contando con incredulidad como los feces se multiplicaban en este viaje. Disponían en su camarote ya del fez original (uno pensó levantando el pulgar), el falso que compró en Londres (dos y levantó el índice), el que robaron del camarote de Menkhap (tres y levantó el dedo corazón) y ahora se encontraban otro fez (cuatro, levantando finalmente el anular).  Esto era de locos...

- Señora, espéreme fuera mientras lo inspecciono con mis compañeros.  Esto tiene muy mala pinta- 

5

Cuando toma el pulso en el cuello del señor Myers, el doctor Saroch descubre que bajo su almohada hay un bulto; mirando discretamente, encuentra un libro.

—Oh. —Con una mágica mano que parecía tener voluntad propia, Polat tomó el libro. Era como si tuviera un imán para libros. —Un libro, —dijo como por casualidad. —¿A ver... ? Pero no.

Debemos concentrarnos en lo que estamos haciendo. Esto puede ser peligroso. Muy peligroso. No solo podemos perder la vida. Temo que podamos perder el alma en este trance.

Y se guardó el libro como si nada.

El Doctor Saroch esperó a que la Señora Myers saliera del camarote y discretamente recogió el libro* y ató con sus compañeros al Señor Myers para luego intentar despertarlo con unas sales que llevaba en su maletín.

Myers está tan debilitado que parece cruel atarle. 

- Magnífico. Su mente está contactada con la del fez... Ayúdenme a mesmerizarle, señores... Abran sus ojos.

El profesor acudió al pie de la cama a colaborar en lo que podía. Pero la visión de ese fez agarrado como un parásito a la cabeza de ese pobre hombre fue demasiado. No podía concentrarse ni podía ser de ayuda en nada.

El conde enfoca su mirada penetrante en los ojos nublados de Myers mientras murmura unas sílabas arcanas.

Al cabo de unos minutos de concentración, el conde empieza a murmurar en un quebrado alemán en voz cada vez más alta. Sangra por la nariz y por los oídos.