Partida Rol por web

La sabiduria del loco es puesta a prueba.

El campo antes era un lugar muy tranquilo para que los lunaticos vagen libremente. No obstante, ahora por todos lados se extienden campamentos. Susurros y mas susurros que hablan acerca de que el mundo material es malo, que Dios quiere que seamos puros y que neguemos las necesidades de la carne. Tambien hablaban de destrucción mas allás de las montañas, de caballeros con la cruz en el pecho y el duiablo en el corazón. Esos hombres que encontrabas en el camino se hacían llamar los buenos - como si alguien pudiera darse ese título a sí mismo - y su sangre tenía sabor a cenizas.

Como una polilla, te acercas a la luz del fuego de uno de esos campamentos de refugiados y escuchabas de nuevo esa cantinela de siempre acerca del mundo material y espiritual, pero algo go diferente esta a punto de ocurrir, lo sientes en las entrañas. Entonces el fuego toma un color verdoso y un poco más allás del circulo que forman esos herejes aparece una figura sombría que parece ondular y reirse, mientras todos se santiguan a tu alrededor.

Me mantengo callado. Sin decir nada, atento a lo que me rodea. Siempre me he sentido desorientado, pienso. El mundo cambia a cada segundo. Necesito un segundo de lucidez. Paro el caótico ambiente a mi alrededor. Busco un segundo de calma y me pregunto: ¿Dónde estoy? ¿Dónde he estado, y que hago aquí? ¿Quienes son estas personas? Las preguntas rebotan en mi mente, mientras me mantengo callado intentando poner en orden mis pensamientos.

Tus preguntas tienen respuesta por parte de la voz de la cordura que aún esta hospedada en algún lugar muy recondito de tu cabeza. Sabes que te encuentras en los campos de Aragón y que esa gente que se agolpa alrededor del fuego son herejes càtaros que escapan de la cruzada al otro lado de los Pirineos, de los que en más de una ocasión te habías alimentado en tu eterno vagar sin rumbo. No obstante, la presencia de esa sombra no sabes si es real o producto de uno de tus delirios.

Ves como esa sombra alarga su mano y toma a una mujer del grupo y, con violencia, le claba los colmillos en su cuello, mientras la veintena de cátaros que se encuentran ahí solo puede gritar y salir corriendo, aunque tú sabes que es inutil, que de seguro morirán todos. No obstante,esa sombra que parece ondular fija un par de ojos rojos en tí y dice:

- Miren lo que nos depara la noche. Seguramente se trata de un hermanito que ha salido de casa por los mismos lugares que nosotros. ¿Se Unira a nuestra fiesta o correra como estas obejes?

El tono de la voz es cruel y ves como detrás de la primera sombra, aparece un par de sombras más que se ríen.

Puedo sentir el frío desprecio del asesino, pero está claro que si fuese tan poderoso como parece no iría escudado por sombras. Cuando eres un auténtico cazador, atacas, asesinas, y te alejas en la noche. No haces pompa para que todos vean lo poderoso que podrías llegar a ser. Esto es indicativo de que no es tan poderoso como parece, o como mínimo, no lo demuestra.

-¿Quién eres? ¿Eres real? ¿Eres una especie de subproducto creado por mi mente?

En sus palabras había una invitación. El bucle en que me encontraba me había impedido verla, pero estaba allí. Maldita maldición, valga la redundancia. Avancé en espiral hacia su pregunta.

-¿Unirme a qué? ¿Qué celebráis con tanta vehemencia?

Parecía patético, hermanos alimentándose, asustando a todas estas buenas gentes, como si estuviesen en una fiesta macabra. Todavía vive en ellos una mente mortal, hubiese dicho Matías.

Las sombras bailan a tu alrededor mientras ves aún correr a esos pobres cristianos entre los árboles. Entonces las dos sombras se deslizan en persecución de los buenos hombres. En tanto la primera sombra, aquella de la voz cruel, se hace mas grande y parece cubrirlo todo a tu alrededor y sus ojos rojos se presentan enormes frente a ti. Entonces sientes nuevamente su risa y te dice:

- Nos llamamos legión, porque somos muchos. Yo soy la Bestia, y mis compañeros son el Falso Profeta y el Espiritu de Lujuria. Estamos acá para sebarnos de los justos y santos, para violarlos, hacerles perder la fe y que nos entreguen el alma con su último aliento. Pero tú no eres justo y tu alma ya nos pertenece. Estás codenado.

Y sigue riendo, como si jugara contigo y se entretuviera con ellos.

¿Mi nombre es legión, porque somos muchos?, repito con un tono cínico. ¿Qué eres? ¿Eres una especie de criatura demoníaca, o algo así? Si es así, ¿por qué no hay fuerza en tus palabras? Solo risas huecas. ¿Debo espantarme de la lujuria, los falsos profetas, y las bestias? Digo, estallando en una carcajada. No me asustan tus trucos de demonio de vodevil. Quizás mi alma pertenezca a los infiernos, pero definitivamente, no a ti.

Es gracioso, no puedo dejar de pensar que un demonio de verdad sería mucho más espectacular, incluso disimulando ser un demonio. Lo que es obvio, una criatura con poder casi divino no se entretendría en hablar conmigo, sencillamente me mataría si fuese un estorbo. Al fin y al cabo, iré a su casa cuando muera. Tiene toda la eternidad para divertirse cuanto quiera conmigo.

Por Dios, he visto hermanos Tzimisce con más estilo que tu, castigando a hombres santos. Tu no eres más que un chiste, en comparación. Podrás matarme, pero eso no demostrara nada. ¿Cual es tu morada y tu nombre, si es que realmente eres una criatura infernal? Y deja de reír; tu risa no sirve sino para hacer patente tu incompetencia.

Ahora era yo quien me reía. Por un lado, por la situación. Si realmente era un demonio, no me importaba morir en sus manos. Al fin y al cabo, ya he muerto una vez, no se como puede querer atemorizarme con ello. Por el otro, me reía de él, realmente. Es que eres tan como un niño intentando demostrar a su papá que sabe hacer cosas solo, suplicando cinco segundos de atención.

Pensé que eras un vampiro, y tu comportamiento me repugnaba, al reconocerme en ti. Ahora que parece que no lo eres, solo puedo sentir compasión por una criatura tan vacía como tu. Y perdona por hablarte con franqueza, oh, bestia, dije con una risotada, pero no  me andaré con chiquitas contigo, menos siendo quien dices ser. Esperaba más de los auténticos enemigos de Dios.

Tus palabras parecen dejar por un momento a esa sombra sin las propias, como si no esperara esa reacción. No obstante, al final termona riendo aún mas fuerte, tanto que hacía que todo a tu alrededor vibrara.

- Tienes cojones... o debe ser porque estás loco como una cabra. Pero ya has entrado en esta historia y serás esclavo de mis designios aunque no lo quieras. Tú le diras al mundo que los herejes tienen Al que Duerme, le diras que has visto al heraldo del diablo y que el fin está cerca. Será muy entretenido ver como nadie le cree al loco lo que dice.

Y de pronto la sombra que te rodeaba desaparece y la presencia de esos vampiros también. Estas ahí en medio de la nada, con una hoguera que ahora son solo rescoldos humeantes y rodeado de cuerpos mutilados de todos los herejes que se encontraban en el lugar.

Así que no soy un estorbo. Me quieres utilizar. ¿Por eso no me has matado? Es gracioso. Te enseñaré de que estamos hechas las verdaderas criaturas temerosas de Dios.

Y tu sabrás que mi nombre es Yahvé, cuando mi venganza caiga sobre ti... le dije al aire, con un suspiro.

Lo que te rodea es la figuración de lo que debe ser uno de los círculos del infierno. La tierra está manchada de sangre y el olor de esta hace que tu bestia ruja en el interior de tu cabeza. Revisas tus cosas y no lehan quitado ni agragado nada a tu tesoro. Merodeas un rato por ese lugar pero esos bastardos han masacrado a todos esos mortales. No obstante, escuchas a lo lejos una carreta que se acerca por el camino. Se trata de un carromato tirado por dos mulas y que en las riendas va un fraile.

El viaje ya lleva un jornada completa. Ayer antes del amanecer salieron del monasterio y ya van a mitad de camino para llegar a Barcelona. Gracias al cielo esas tierras aún son temerosas del señor y un sayal de fraile inspira respeto por parte de los paisanos, lo cual les ha permitido viajar con rapidez, solo parando para dejar descanzar a las mulas.

No obstante, durante el tramo que te ha tocado recorrer de noche, has visto un sinnúmero de campamentos a la vera del camino, con jeste que habla una lengua que parece provenir del latín pero que no es naturalk del lugar. Supones que se trata de refugiados del otro lado de los Pirineos y de seguro que muchos son herejes, por la mirada poco amigable que te dan. No obstante, todo cambia cuando te acercas a otro de esos campamentos y te encuentras con indesible. Una masacre en que no se a respetado ni a mujeres ni a niños, todos horriblemente mutilados y esparcidos por el campo, y un hombre; un solo hombre que vaga con mirada perdida entre los cadáveres.

Bernardo soltó una exclamación de horror al ver lo que se extendía ante sus ojos. No creía posible que existieran los monstruos capaces de hacer aquello. Sabía que los malvados y los impíos podía arrasar con las gentes de bien por mero placer, pero no en su tierra. No en Aragón. Eso era más propio de las Cruzadas, de los infieles moros y judíos, o de los marranos que envenenaban los pozos y cometían sacrilegios contra la sagrada hostia.

Sin poder contenerlas, dos lágrimas de sangre resbalaron por sus mejillas. Detuvo el carro, tembloroso, y bajó de un salto. Se perdió en el campamento, murmurando oraciones para poner a aquellas pobres almas a salvo, cuando se percató de la presencia del hombre que vagaba por el campo.

Corrió hacia él.

-¡Eh! ¡Eh! Hijo mío... ¿qué es lo que ha pasado aquí? -Lo dijo tanto en castellano como en catalán, francés y latín, si es que no contestaba a la primera.

De acuerdo, me dije, ignorando el dantesco escenario y fijándome en el carromato. Vamos a ver que pasa aquí. Decidí utilizar mis sentidos agudizados y mi capacidad de ocultarme para acercarme al carro sin ser visto, y estar alerta por si ocurría algo.

El monje que viene en la carreta se baja y con cara de compunjido se pone a llorar lágrimas de sangre. No obstante, cuando se fija en ti, dice:

- ¡Eh! ¡Eh! Hijo mío... ¿qué es lo que ha pasado aquí?

-Hola, padre. -dije, despreocupado -Realmente, no lo se.

La cara del hombre estaba cubierta de sangre. Parecía cainita, un cazador, una potencial agresión; pero la situación era tan poco amenazadora que me obligaba a bajar la guardia. Parecía estar llorando.

-Pero, ¿Se encuentra usted bien? Está sangrando.

-Hola, padre. -dije, despreocupado -Realmente, no lo se.

La cara del hombre estaba cubierta de sangre. Parecía cainita, un cazador, una potencial agresión; pero la situación era tan poco amenazadora que me obligaba a bajar la guardia. Parecía estar llorando.

-Pero, ¿Se encuentra usted bien? Está sangrando.

Bernardo se palpó el rostro y se quitó la sangre de las mejillas con el dorso de la mano, dejando un churrete de sangre y suciedad del camino.

-Estoy bien, no es nada... -contestó con voz temblorosa. Volvió a mirar a su alrededor, acongojado, antes de girarse hacia el hombre-. Hijo mío, ¿quién ha hecho esto? ¿Qué ejército? ¿Acaso nos están invadiendo los infieles?

Le miré de arriba a abajo. Parece un vampiro, pero se comporta como un mortal. Que extraño. 

-Calmaos, por favor. No hubo ningún ejército, padre. Yo no vi ejército alguno, como mínimo. Si que vi tres criaturas. Decían ser enviados del Mal. Vinieron, se alimentaron, y me dejaron aquí, no sin antes amenazarme. Pero quizás esté hablando de más. ¿Quién sois?

-Soy Fray Bernardo de Zaragoza -respondió el fraile sin dejar de mirar a su alrededor-. Antes de seguir... antes de nada tengo que rezar una oración por estas almas. Si esto es obra del Maligno, razón de más para procurarles un descanso debido.

Se volvió al carro y despertó a Javier para que lo ayudara a orar, sin preocuparse por el momento del desconocido. Sacó su libro de oraciones y empezó una en voz alta, en latín.

-Pater Noster, qui es in caelis, sanctificétur nomen Tuum, adveniat Regnum Tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.

Me acerqué al sacerdote. No quería interrumpir, y no sabía si lo que iba a decirle era importante para él. Esperé a un momento de silencio para hablar:

-No eran católicos, padre. Eran cátaros huyendo de la guerra. Fueron rápidamente asesinados, quizás unos señores religiosos como ustedes encuentren problemas permaneciendo aquí más tiempo del necesario.