Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

1. El Monasterio de Caedus - Orígenes.

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14/08/2012, 11:42
Gilbe Klimb

¿Años y orfanato en la misma frase? Gilbe no era propenso a confiar, no había pasado una infancia fácil hasta el momento. Sin embargo, sabía confiar en sus amigos, y todavía más en Maestro. Tampoco tengo nada mejor que hacer... Y si él creyó que era lo mejor...

Súbitamente se acordó de su compañero de viaje... Le había oído ahí fuera, preguntó de nuevo sin alzar la voz:

- Señor, ¿cuánto tardaremos en llegar a la escuela? Mi... Amigo está ahí fuera, si el lugar al que vamos está muy lejos tal vez sería mejor que viniera con nosotros dentro del carruaje.

Mientras decía esto, siempre con la cabeza gacha, agarró con fuerza la larga vara que sin saber cómo había conseguido meter en el carro. Cuando pensaba en su ayudante se acordaba de cuánto le había ayudado en este tiempo, el equipo que habían hecho juntos.

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14/08/2012, 12:38
Owen

Owen miró a través de la ventana, intentando descubrir al sabueso. Segundos después, sin saber si lo había visto o no, desvió la mirada hacia Gilbe durante unos instantes, apartándola rápidamente, pues no quería hacerle sentir molesto. Clavar los ojos en alguien que no te mira podía resultar incómodo.

Volvió a mirar por la ventana.

- Poco. Siete horas- dijo con calma-. Albídion está... considerablemente lejos, pero los carruajes viajan rápido. No en vano, los caballos son purasangre.- compuso una mueca-. Sé que será incómodo para tu... amigo, pero es necesario. No podemos detenernos, y no es correcto que viaje aquí dentro. Cuando lleguemos tendrá un jardín precioso para correr.

Mientras no moleste a nadie.

Mientras tanto, a través de la ventana el sol de la mañana ascendía lentamente. Iba a ser un viaje largo, pero era un problema más de aquella época.

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14/08/2012, 13:05
Kael

Asique, el perro era del chico llamado Gilbe... y esa vara... ¿era ciego?

Por lo que tenía entendido Kael le extrañaba como pordía encajar un niño ciego allí, aunque puede que simplemente sea un huerfano...

-¿Como es el lugar al que vamos?¿es grande?¿vamos a tener clases?¿de que tipo? -entonces se dió cuenta de que estaba haciendo demasiadas preguntas de seguido por lo que cerro la boca y miro al suelo un poco avergonzado.

Estas pareciendo un tonto, asique cállate pensó mientras se mordía los carrillos por dentro.

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14/08/2012, 13:14
Owen

Owen sonrió, y, haciendo gala de paciencia, siguió respondiendo a las preguntas que los chiquillos le formulaban. Al fin y al cabo, estaba ahí para eso... y para proporcionar un ambiente de bienestar que otros Inquisidores no querían o sabían dar. No era bueno para nadie ofrecerles el lado oscuro de la inquisición a unos chiquillos de esa edad.

Si se sintió agobiado ante tanta pregunta, nadie lo sabe, porque no lo demostró de ninguna forma. Seguía ofreciendo una cara amable y paciente.

- Muy grande- aseguró, enfatizando la palabra-, y seguro, aunque prefiero que lo veas con tus propios ojos. Tendréis clases, por supuesto. La Iglesia es... somos, una organización que fomenta la educación- miró a la mujer del maletín, comprobando si estaba diciendo las cosas que debía y como debía-. Aprenderéis un poco de todo, para que cuando alcancéis mi edad seáis hombres- miró a las gemelas-, y mujeres, de... provecho.

Guardias o Santos en el mejor de los casos. Asesinos con un poco de suerte. Sin suerte... bueno, al menos lo habréis intentado.

Suspiró por lo bajo.

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14/08/2012, 15:02
Gilbe Klimb

Gilbe sacó la cabeza por la ventana y dijo en voz alta:

- ¡Altaír! ¡Nos vemos en colegio! No te preocupes, ¡estoy bien!

Después volvió a sentarse en su sitio y esperó a que el resto de los presentes hablaran. Mientras, se preguntaba qué quería decir el leve suspiro que el joven de voz dulce había dejado escapar... 

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14/08/2012, 15:12
Altaír

Un ladrido vigoroso como el músculo sonó en el exterior, en la parte de atrás del carruaje. Una de las ruedas pareció chocar contra algo y el vehículo dio un ligero bote. Las lámparas de aceite se balancearon ligeramente en el aire, pero eso fue todo.

Un gruñido bajo sonó en el exterior, a modo de queja por lo sucedido.

Entonces todo recuperó la tranquilidad.

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14/08/2012, 15:47
Elohim

Escuchó las palabras de sus compañeros de viaje con atención. El niño no quería perderse un detalle de lo que hubiera sucedido en la vida de los que ahora serían sus compañeros. Llevaba demasiado tiempo solo, demasiado tiempo en el monasterio sin nadie con quien jugar, sin nadie con quien compartir experiencias y travesuras.

Se miró los guantes y dio un par de vueltas a sus manos, con una expresión a medio camino entre la sorpresa y la tranquilidad, para después enterrarlos en los bolsillos de su ropa. Con una media sonrisa y unos ojos muy abiertos continuó escuchando a los inquisidores y a los futuros siervos de la iglesia.

El sólo sonido de la voz de esos los críos, que ni le escrutaban con interés ni le ignoraban premeditadamente era suficiente para que el chico se sintiera bien. Además, estaba Ace. Que no sabía porqué pero su presencia le tranquilizaba mucho más de lo que hubiera esperado.

Suspiró a la par que ensanchaba su sonrisa.

Se encontraba bien, muy bien.

Por ahora...

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14/08/2012, 18:06
Richard Wivernfall

El pequeño Richard había pasado despercibido desde el momento en que montó en el carruaje. Casi lo prefería así con tantos desconocidos a su alrededor. Se sentó, agachó la cabeza y con pequeñas miradas fugaces de reojo fue analizando a todos los demás pasajeros. Todos muy peculiares, en especial las gemelas que en el poco tiempo que llevaban en el carro dejaron claro lo distintas que eran en realidad. La mas tranquila de ellas (Charlotte escuchó que se llamaba) le transmitía mucha paz interior gracias a su calma y su hermoso aspecto (Aunque un niño de 8 años no tenía muy claro lo que era una chica guapa).

Una vez que todos fueron presentandose y gracias a las explicaciones tan afables de los adultos que los acompañaban el ambiente se volvio menos tenso, lo suficiente para que Richard pudiera deshinibirse un poco y presentarse.

-¡Encantado de conoceros a todos! Yo me llamo Richard y....- El pobre se quedó sin saber que decir y su cara empezo a ponerse roja como un tomate. -¡JAJAJAJA! Perdón perdón. Estoy un poco nervioso. Estoy seguro que cuando nos conozcamos un poco nos lo vamos a pasar muy bien jugando.- Dijo levantando el rostro con una enorme sonrisa y llevandose la mano a la cabeza. No estaba muy seguro de si su risa había sido fingida o realmente así se sintió. Después de echar un vistazo a las reacciones del resto se quedó mirando a la pequeña de pelo rosa como antes y de nuevo, le sirvió para calmarse y sentirse mejor.

Volviendo a sus pensamientos, quedaba muy claro que todos ellos eran realmente importantes para alguien con el despliegue de fuerzas de seguridad y las decoraciones y festejos que les acompaban para ser unos simples niños que iban a un hogar de acogida.

Con un poco de miedo, se dirigió ésta vez al chico de los ojos de distinto color y con la inocencia de un niño como él era le preguntó.

- Allá donde nos llevais.... po.... podremos- susurro-.... ¿Podremos ser felices? - Si o no. Una respuesta sencilla que en estos momentos le preocupaba más que nada.

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14/08/2012, 18:39
Owen

Owen echó un poco la cabeza hacia atrás, sorprendido, cuando el chico soltó aquella carcajada. No era común, aunque tampoco de extrañar. Todo dependía de la personalidad y las vivencias del retaco antes de entrar en Caedus. Lo verdaderamente raro era salir del monasterio con la misma personalidad, salvo que uno se juntase con MJ, claro.

Depende de ti. Lo cierto es que es una pregunta apropiada, Owen, aunque no creo que lo diga con esa intención.

- Sí, seguro- mintió con una sonrisa-. ¿Por qué no ibais a serlo? Yo lo soy- Creo-, y he crecido en el monasterio.

Pero claro, cualquier cosa era mejor que El Agujero de los Cuervos.

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14/08/2012, 18:46
Aclamado Director

Y las horas volaron. Una, dos, tres, cuatro, siete. Para algunos pudieron pasar exasperantemente lentas, metidos en aquel carrusel durante tanto tiempo. Las piernas podían entumecerse y la luz de las lámparas de aceite acabó por agotarse, aunque eso fue cuando el sol ya brillaba en lo alto del cielo.

Owen siguió respondiendo a las preguntas de los chicos, y Kamus, cuando lo consideró oportuno, les propuso una forma de entretenimiento basada en acertijos y juegos de lógica. Cuando alguien acertaba una respuesta, sumaba un punto, y cuando fallaba, lo perdía. Eso les obligaba a pensar las cosas bien antes de responder, y les mantenía ocupados, meditando en silencio. Era una forma como otra cualquiera de tenerles entretenidos sin que... se comportasen como niños.

A través de la ventana, podía verse el exterior. El carruaje corría a toda velocidad, arrastrando el paisaje tras de sí como si tuviese que seguirle el ritmo. Los caballos estaban sin duda bien entrenados, pues podían tirar con el peso del carrusel y de sus ocupantes durante siete horas, sin parar, a una generosa velocidad. Eran tan rápidos y resistentes que podría llegar a considerarse... ¿antinatural? ¿sobrenatural?.

Lo mismo daba. Al cabo de siete horas la ciudad apareció en el horizonte. Parecía compuesta por tres puntas. Dos que se extendían hacia los lados y una tercera que se extendía hacia el interior, como un ancla, o una cruz. Parecían tres pequeñas ciudadades alargadas que convergían en un punto. Había una cuarta, pero no podía verse desde el carruaje, pues estaba al otro lado de la ciudad, al oeste.

Entonces, el ejército de carruajes carruajes, reduciendo la velocidad hasta el paso, se adentró en el interior de aquella vorágine de gente.

Era 16 de Septiembre a mediodía. Convenientemente, los inquisidores y futuros aprendices, camuflados en el interior de los vehículos, recorrían toda la ciudad en el día de celebración conocido como Imperus Magnus. Seguían llamando la atención, pero no tanto como lo harían cualquier otro día.

Había una anormal cantidad de gente en las calles, deambulando de arriba para abajo, hablando. Desde el más noble enfundado en un traje caro hasta el más pobre vestido por harapos. Pero, por supuesto, no se mezclaban, simplemente compartían estampa en aquella pintoresca ciudad. Una ciudad donde moradas de madera y piedra tosca se alzaban endebles al lado de caserones de piedra maciza y diseño arquitectónico.

Por ello, aunque mucha la gente se paraba a mirar y en algunas ocasiones hasta señalaban el desfile, otros ni siquiera le prestaban atención. Era un día de fiesta, donde todo aquello era normal. Aunque, por supuesto, por dentro los carruajes no contenían gente que pudiera considerarse precisamente normal.

En algún momento, tras atravesar hileras de edificios, plazas y calzadas, los carruajes se detuvieron. No obstante, ninguno de los adultos se movió. A través de las ventanas podían verse unos muros convenientemente altos. Medio minuto después, los carruajes atravesaron aquel muro por las puertas, abiertas para ellos, y se internaron en una red de abadías, iglesias, edificios en teoría públicos y monasterios. En realidad, la mayoría de los edificios eran bastante indeterminados, pues estaban conectados entre sí por lo que parecían ser una serie de puentes flotantes sobre el nivel del suelo. Todo aquello parecía relacionado a través de los pasajes.

Todo, salvo el lugar adonde iban.

Los carruajes volvieron a detenerse. Un muro, ligeramente más bajo que el anterior, volvió a alzarse, y una vez más, los carruajes lo cruzaron, aunque en aquella ocasión tuvieron que esperar dos minutos en lugar de medio.


Tras el muro resultó extenderse un pavimento de piedra decorado con decenas de guardias armados. Desde dentro, podía verse que en lo alto del muro había más guardias, armados con arcos, ballestas, e incluso algo parecido a cerbatanas de metal, con mango, de considerable tamaño. La seguridad parecía inquebrantable, tanto a la hora de entrar, como de salir.

Los carruajes se detuvieron por tercera y última vez. Las puertas se abrieron y los adultos bajaron, indicando a los jóvenes que podían hacer lo propio.

El suelo de piedra era duro, como debía ser, aunque caliente gracias al sol.

En total decenas de chiquillos más parecieron bajar de los demás carruajes. De algunos solamente bajaron soldados, incrementando todavía más la tasa de guardias por metro cuadrado.

- ¿Bonito, eh?- preguntó Owen retóricamente, con una sonrisa de orgullo en el rostro.

Y no se equivocaba, bonito era. Conforme las botas volvieron a componer su propia sinfonía al avanzar juntas por docenas piedra a través, podía verse más monasterio.

Todo parecía cercado por aquel muro rectangular, pero no todo era piedra. Un jardín se extendía por los laterales, y en medio del despejado camino podía verse una fuente de agua cristalina.

Varias mujeres con maletines blancos, incluida la que había viajado en el carrusel con los chicos, se sentaron en el borde del estanque.

- Colocaros en la fila frente al estanque- les dijo Owen.

Mientras tanto, todos los jóvenes iban colocándose en fila. Uno a uno, cuando les llegaba el turno, avanzaban hasta una de las mujeres, la cual siempre hacía lo mismo. Abría el maletín, sacaba una aguja de metal limpia, pinchaba en el dedo al joven y metía una gota de su sangre en un pequeño vial. Entonces los pequeños partían al abrigo de su tutor.

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14/08/2012, 20:44
Kael

Kael bajó del carro y se quedó mirando esa fortaleza, ya que de orfanato tenía poco... y entonces se acordó de lo que le dijo Aidan.

Si no te controlas, al menos allí no harás daño a nadie

Entonces lo vió como lo que era, era más una prisión que una escuela, pero en fin, el no tenía ninguna intención de quedarse encerrado allí para siempre, asique respirando hondo se acerco y se puso en la cola.

Las señoras estaban pinchando a los niños... algunos se quejaban y otros aguantaban estoicos... pero Kael decidió que intentaría ser indiferente.

Pero no pudo, cerro los ojos y se le escapo un ligero grito y alguna lágrima, la verdad es que los pinchazos dolían.

Tras esto se esperó a que le indicaran que se fuera y se encaminó hacia el que creía que iba a ser su tutor, que era el chico que los había acompañado que tenía los ojos dispares.

-¿Tengo que esperar aquí contigo o tengo que ir a otro lado?- dijo con una voz algo triste, la de los niños cuando han sufrido algo de daño.

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14/08/2012, 22:56
Elohim

Elohim bajó del carro mirando a su alrededor. Volvía al interior de Albidión, la isla que había sido su hogar. Pero el recibimiento fue mucho más grandioso de lo que esperaba. Tanto por la cantidad de guardias como por el gran número de niños que había allí. 

Por orden comenzaron a realizar un extraño procedimiento. A cada uno de ellos le causaron una pequeña herida, nada con importancia en la mano, en la yema del dedo índice y guardaban la sangre para... para algo. Elohim no sabía para qué, y la verdad es que le daba igual.

Si bien aquel "orfanato" tenía más aspecto de prisión, al menos contaría con la presencia de más niños. Más pequeñas personas como él y ya no se sentiría tan solo. Seguiría orando al señor cada noche, y en cada momento, demostrando que realmente, nunca estaba solo. Pero ahora sería algo más... real.

Elohim liberó su mano derecha del guante blanco que la protegía. La aguja llegó hasta su mano, y el pequeño no dijo ni mu. En su expresión no se leía el dolor, ni siquiera un pequeño malestar. Al parecer el chico estaba acostumbrado a ese tipo de tratos, y ese incidente era mucho menos de lo que esta...

¿Qué?

Elohim se mordió el labio inferior y en su cara surgió una expresión que mezclaba tintes de miedo y de aceptación. Su mirada con aire sereno tornó en resignación.

No podía ser... 

No ahora...

Pero Dios lo quiere así.

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14/08/2012, 23:28
Elohim

Dolor.

Pero dolor enmascarado.

Su vello comenzó a erizarse, la fina capa de pelo que había bajo su guante tenía un tacto extraño. Es como si el dolor que tenía que haber causado la aguja se hubiera retrasado, esperando el momento en el que manifestarse con violencia. Y al parecer había encontrado un poderoso aliado en el interior de Elohim.

El dolor primigenio, un dolor interno alejado de todo lo natural. El pago por sus poderes, el precio del poder. Elohim estaba bendecido con una terrible maldición. Ese dolor que en ocasiones sentía no era otra cosa que la justa compensación que Dios pedía a cambio del poder que le ofrecía.

Elohim lo sabía, o lo intuía... o eso es lo que pensaba. Y, aunque doliera, aunque llorara a lágrima viva cuando le pasaba y aunque después de esos episodios tuviera que descansar tanto su alma como su cuerpo, lo aceptaba. Pues era la voluntad de Dios la que le había obligado a sentir eso.

Tal y como hace mucho tiempo Abel sintió esas heridas, como pago por nuestros pecados, Elohim tenía que sentirlo.

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14/08/2012, 23:33
Charlotte Bourgeois

El viaje se le hizo ameno dada la compañía, no estaba acostumbrada; poco a poco, la incomodidad que le causaba el traquetear del carro, los cascos de los caballos, el tintineo de las lámparas y la incesante conversación, fue remitiendo, volver a estar acompañada por tantos niños le trajo recuerdos, no todos agradables pero algo en lo que pensar al fin y al cabo.

Los juegos de Owen fueron una gran idea pero ella no iba a participar así que decidió apoyarse en el lateral del carruaje para estár más cómoda; recogiéndose la falda un poco se movió unos centímetros hacia un lado y puso el pequeño libro que sostenía en su mano derecha desde que había salido del barco sobre su regazo; tirando de una cuerdecilla que separaba las páginas abrió el libro por las parte centrale, su expresión se relajó un poco.

A veces desviaba la mirada de la lectura atendiendo a las incógnitas que Owen proponía, meditaba sobre ello y volvía al libro a los pocos segundos. Juliette le dirigía miradas de complicidad de cuando en cuando.

Tras unas horas, el sueño se había adueñado de los párpados de Charlotte, que poco podía hacer para leer con los ojos cerrados y la cabeza recostada sobre su hermana; el libro se resbaló de sus manos y quedó en el suelo, no se percató de ello.

Llegaron al monasterio, tras la última parada del carruaje despertó dando un respingo, parece que ya habían llegado a su nuevo hogar. Tenía grandes espectativas sobre todo lo que estaba por venir así que no esperó a quedarse última cuando abrieron la puertecita, era precioso; bajaron juntas, era evidente.

Al estar ya todos fuera, Owen dió unas pequeñas directrices para organizar a los pequeños, debían ponerse haciendo cola frente al estanque y así hicieron; Juliette se impacientaba.

Aquellas señoras con maletines empezaron a sacar una serie de utensilios cuyo propósito quedó muy claro cuando el primer niño de la fila empezó a llorar tras recibir un pinchazo en el dedo; puso los ojos en blanco y suspiró.

¿Todo esto es necesario?

Poco a poco avanzó la fila hasta que les tocó el turno. Charlotte extendió la mano esperando que aquello no doliera demasiado, fijándose atentamente en el procedimiento de la joven en todo aquel proceso de recolección.

La pequeña aguja al penetrar la fina piel no notó a penas resistencia. El ángulo de la incisión no estaba muy estudiado, un punto inexacto de la yema del dedo índice; apretó ligeramente y la gota de sangre, cálida y de un tono escarlata, cayó en el recipiente.

Tras esto, Charlotte se llevó el dedo a la boca lamiendo la pequeña herida, sabía raro; su rostro sereno se mantuvo impertérrito en todo momento.

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14/08/2012, 23:43
Ace Velvet

 

El viaje se tornó bastante soportable gracias al juego de acertijos que había propuesto el señor del escudo a los niños. A Ace no es que se le diera especialmente bien, pero disfrutaba con los retos y vio en el juego un buen entretenimiento para el viaje. Durante todas las horas que duró aquello siguió mirando furtivamente a Elohim, sin saber exactamente qué esperar de él.

Ace bajó del carruaje, aliviado de poder salir al aire libre después de estar encerrado tanto tiempo en aquel pequeño, pero acogedor, habitáculo. Estiró las piernas y los brazos, que se le habían medio adormecido.

Igual que muchos otros niños, se quedó un corto rato asombrado, nunca había estado en un lugar como aquel. Los jardines parecían un buen lugar para correr y jugar. Quizá más tarde, cuando hubieran cumplido con sus obligaciones, les dejarían explorar el lugar.

Al ver que los niños se ponían en fila frente a las mujeres de los maletines Ace hizo lo propio. Se aseguró de no perder de vista a Elohim, quien le provocaba una extraña inquietud. No sabía por qué se sentía así pero tenía curiosidad por saber el por qué.

Se fijó en lo que hacían las mujeres de los maletines. ¡Pinchaban a los niños para guardar su sangre! Era algo extraño, pero supuso que era lo que se debía hacer en aquel lugar. Tyler ya le había advertido que no sería fácil pero… ¡Si sólo era un pinchazito de nada! Sin vacilar ni un instante le tendió su mano a la mujer cuando llegó su turno.

El pinchazo no pareció provocarle el más mínimo dolor. Siguió sonriendo ampliamente y se despidió enérgicamente de la mujer del maletín cuando ya se pudo marchar. Luego fue a reunirse con su tutor y el resto de niños. Una vez reunido con estos pregunté en voz alta, pero dirigiéndome al tutor.

- ¿Y por qué nos sacan sangre? ¿Es una especie de prueba para entrar aquí?

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14/08/2012, 23:59
Juliette Bourgeois

El viaje fue bastante largo y tedioso, pero al final se hizo ameno gracias a la compañía y los diversos juegos propuestos por Owen, el chico con heterocromía.

A Juliette se le daba bastante bien el juego, de hecho respondía a todas y cada una de las respuestas con una soltura bastante importante. Cada vez que respondía bien una pregunta miraba a su hermana y sonreía abiertamente, nada extraño para dos hermanas que se llevan tan bien y se quieren tanto como ellas.

Al llegar el momento de descender del carruaje las dos hermanas hicieron lo propio y abandonaron el carromato, como siempre, juntas de la mano. Se pusieron rápidamente en la fila… Juliette tenía mucha curiosidad por ver lo que pasaba, y tras varios lloriqueos y grititos les tocó a las dos chiquillas.

La primera de las dos fue Charlotte que con estoicismo aguantó el pinchazo sin inmutarse, ahora era el turno de Juliette que se acercó y apretó fuertemente la mano de su hermana... no sabía cuanto le dolería aquello.

No pareció dolerle en absoluto, y de hecho su gritito pareció muy falso, siempre le gustó llamar la atención, siempre fue muy teatrera.

Acto seguido se dirigió a la señora del maletín y con su sonrisa de siempre preguntó:

- ¿Y quién se supone que es nuestro tutor?- preguntó con una mueca de duda en su rostro- La verdad que si lo digeron no me acuerdo, lo siento- miró a la señora del maletín con cara de pena, esperando no ser pesada.

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15/08/2012, 00:04
Dariel

Si bien la réplica de la niña le despertó cierta tristeza, la posterior explicación de uno de los guardias fue absolutamente fascinante: no había llegado a entender bien todo lo que había dicho de Du'Lucart, pero estaba deseando hacerse mayor para poder visitarla. Perdido en sus ensoñaciones, lo hizo bastante mal en el juego de lógica que les propuso más adelante, aunque logró dar un par de respuestas antes de llegar a su destino.

En el patio de piedra parecía que había incluso más de esos hombres con armaduras -como brillantes caballeros defendiendo el castillo-, pero lo que más le extrañó fueron los utensilios que sacaron aquellas mujeres- ¿Eso no es para coser...? -gimoteó débilmente cuando le insistieron en que se uniese a la cola. Estaba seguro de haber visto a su madre una o dos veces con aquellas cosas, y desde luego no las usaba para eso.

Su turno se acercó vertiginosamente, y a apenas unos pasos de su destino, el grito de la segunda gemela destrozó el poco valor que había conseguido reunir ¡NO QUIERO! Pero la señora ya había cogido su mano, y aquella espadita reluciente no tardo en clavarse- ¡No quiero...! -lloriqueó, en un eco de lo que su mente había pensado hacia apenas un instante, pero el dolor ya había cesado.

Asustado, Dariel echó a correr hacia donde esperaban los demás niños, limpiándose una lágrima mientras miraba hacia atrás para asegurarse de que no le seguían ninguna de aquellas brujas de blanco.

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15/08/2012, 00:29
Richard Wivernfall

La respuesta que recibió de Owen en el trayecto a su pregunta le reconfortó enormemente. Fuera cierta o no, él así quería creerlo, después de todo lo necesitaba. Después de eso el tiempo se le hizo eterno hasta la llegada. Los acertijos y adivinanzas no eran su fuerte y se frustraba cada vez que alguno de sus compañeros acertaba la respuesta sin la menor dificultad. El era un chico que necesitaba moverse y estirar los músculos para pasarlo bien. Afortunadamente cuando finalmente llegaron a su destino y entraron por las puertas de la muralla pudo observar los enormes jardines, edificios y construcciones que allí dentro se encontraban. Pensar en la infinidad de secretos y curiosidades que entre esos muros podría descubrir casi le hizo pasar por alto el hecho de que no había salida alguna de esas murallas. Todos pudieron notar el entusiasmo en su cara. Aun así mantuvo el control.

No quiero buscarme problemas el primer día

Finalmente les mandaron bajar y dirigirse al estanque donde les esperaba una de las doncellas que portaban los maletines. Una vez cogió posición en la fila, mientras esperaba su turno prestó especial atención al trabajo de las mujeres, que actuaban como máquinas sin mostrar ninguna reacción en el proceso de su tarea. Para qué necesitarían muestras de sangre de tantos niños.

La cola avanzaba rápido y Richard estaba tan absorto escudriñando el trabajo de las mujeres que no se percato siquiera de cuando le cogieron de la mano y realizaron ese pinchazo en su índice hasta que sintió una gota de sangre resbalar por su mano. Ahora que ya no tenía ninguna tarea más por realizar fue corriendo a reunirse con el resto para bromear de lo fácil que había sido.

- ¿Os ha dolido chicos? ¿Quién puede tenerle miedo a un pinchacito de nada? Jajajaja. Vamos pelirrojo, anímate que ya ha pasado.

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15/08/2012, 00:51
Owen

-¿Tengo que esperar aquí contigo o tengo que ir a otro lado?- dijo Kael cuando se acercó a Owen.

El joven, con la camisa abierta y luciendo músculos propios de un hombretón, sonrió con amabilidad al oír la pregunta.

- Aquí estarás bien, pequeño- le respondió mientras le pasaba una mano por el pelo, revolviéndoselo. ¿Se refería a la academia o a su lado?-. Es siempre un placer tenerte a mi lado- aclaró para hacerle sentir mejor-. Si te sirve de consuelo, yo grité cuando me pincharon. Y no es broma.

Aunque es lógico teniendo en cuenta que Alma no ha sido gratis precisamente.

Ensanchó la sonrisa y miró al frente, esperando a que llegasen los demás.

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15/08/2012, 00:57
Kael

Sonrió a Owen y asintió, y veía llegar a los demás niños, tranquilos, como si no pasara nada.

No pudo más que levantar la cabeza y mirar a Richard, tras lo que se puso a mirar sus pies, bastante avergonzado.

- Si... bueno... en realidad... -balbuceó y después se quedo callado, mirándo al suelo, avergonzado y deseando que la tierra se lo tragara ahí mismo.