Partida Rol por web

La muchacha te dejó hacer, que bastante pesaba la tinaja de marras y bueno era librarse de la carga, además parecía divertida con tu caballerosidad.-Pos ¿qué quiere que yo le diga? Que se la llevaron los bandidos cuando venía a por agua. Se la llevaron al bosque los mu hideputas y a saber lo que la estarán haciendo allá. El bosque me hiela la sangre, será por que allí está el antiguo cementerio y dicen los que viven cerca del bosque que este está embrujado. Se te queda mirandote fijamente mientras camina, como para hacerte valorar lo último que ha dicho o la tomas por una loca por pensar tales supercherías.

¿O decís está el cementerio? Llevadme a él después que dejemos el agua en vuestra casa. Et si algún espíritu o esqueleto osa salirnos al paso, veréis como lo mando de vuelta al infierno bien escarmentado et sabiendo o debe quedarse para toda la eternidad. Acompañadme, os lo ruego.

Al hablar de enfrentarse a los muertos Ebardo hace un ligero movimiento de piernas, como simulando un combate, en la medida en que se lo permita su actual condición de "cargador de tinaja"

No temáis tampoco el bosque, pues tan grande veis mi espadón, así de grande es mi habilidad para blandirlo y muy mal harán los bandidos en molestarnos. 

Tardaremos muy poco, pues montaremos los dos en Brunelo y verás con qué suavidad trota, tanto, que os creeréis transportada por el viento.

¿Al cementerio? ¡Vos estáis loco!¡Trae acá pa acá! Te quita el cántaro de agua, se santigua y sale corriendo en dirección al pueblo.

Ya se va haciendo tarde y se acerca la hora de la cena.

Ebardo se quedó con la boca abierta ante la reacción de la moza y a falta de alguien a quien quejarse, se dirigió a su caballo.

-¿Has visto Brunelo? Cuán poco valor tiene la gente de baja cuna. Semejante desplante me ha abierto el apetito. Vayamos a casa de Antonio.

Brunelo relinchó.

-Sí, tú también cenarás. Heno fresco con alfalfa, fiel amigo.

Y sin más dilación, pusieron rumbo a la casa del merino.

No dije nada ante las miradas indiscretas. Ciertamente, todas las que eran eran indiscretas. Aquel pueblo pequeño y solo no hacía por tener pudor alguno (et menos con forasteros). Sin más preámbulo, notando el peso de los ojos en mi nuca y mi cuerpo, me encaminé hacia el tabernero para hablarle.

¿Ha llegado ya el señor merino? -le pregunté sin vacilación-. Le estoy esperando.

El tabernero se quedó mirando a Inés medio alelado. Finalmente logró articular unas pocas palabras seguidas-E..e..está en su casa-Luego se cayó. Mientras los hombres de la taberna seguían mirando a Inés y a Basim con gesto de desaprobación, pero nada decían. Estaba claro que si tuvieran mas agallas os sacarían a palos de allí, pero ya habían demostrado en la plaza su valor.

Viendo que la muchacha se escapa como alma que lleva el diablo, pones rumbo a la casa del merino mientras por el camino hablas con tu caballo. Brunelo mueve la cabeza arriba y abajo mientras relincha de forma cariñosa.
 

Ah, de acuerdo -dije entendiendo la situación-. Cerrad la boca, prestos -le dije, como si no hubieran visto a una dama con armadura nunca... ¿o tal vez fuera así?-. Entonces salí de la taberna sin decir nada más y me encaminé a casa del merino. Esperaba que no fuera muy tarde para ir allí.

Dime cuenta que aquel borracho sólo decía tonterías que eran coreadas por risas contenidas del resto, así que decidime preguntarle al tabernero. A él seguro que le llegarían rumores de boca de todos los parroquianos y quizás alguno pudiera contarme a mí, al fin y al cabo mi intención era ayudar a esa gente encontrando a los bandidos.

Disponíame a ir hacia el tabernero cuando la puerta se abrió y la joven armada que estaba en la plaza hizo acto de presencia. Quedémela mirando, al igual que hacían todos en aquel lugar, pues empezábame a preguntar si en verdad sería una doncella y no un mancebo disfrazado, aunque ¿para qué querría un jovenzuelo disfrazarse de mujer que se viste como un caballero? Froteme los ojos pues bien parecía que los vahos del alcohol que se perdían por el aire de la taberna estábanme llegando a mí.

Íba a dirigirle la palabra a la muchacha cuando, tan rápido como entró, volvió a desaparecer de la vista. Diome pena ver una belleza como ella haciendo gala de tal comportamiento, más propio del que había vivido yo con mi padre que el de una joven de la corte como parecía ser ella.

Suspiré resignado dándome cuenta que debería compartir aventura con ella y más me valía no andarme con broma alguna, pues mucho me temía que la joven sabía manejar el acero.

—¿En estas tierras a las mujeres se les permite vestir como caballeros?

Quizás mostrando el mismo asombro que parecía mostrar el posadero acabara siendo un poco más amable y, de esa forma, conseguir un poco de información, de la cual andaba yo muy necesitado.

Inés salió de la taberna rumbo a la casa del merino, los parroquianos ante las palabras de Inés volvieron a sus cosas y hacían como si no pasase nada. Había ruido de nuevo en la taberna, el habitual de vasos llenándose y vaciándose y aunque los hombres estában con el talante serio, ya no parecían mostrar más atención a Inés y a Basim.

El tabernero se encoge de hombros ante tus palabras, parece que el se hace la misma pregunta. Lo que está claro es que la mujer tiene agallas, mas que los hombres del pueblo.

Llegáis a la casa del merino, Ebardo junto a Brunelo, su fiel corcer e Inés andando. El merino está en el establo preparando un par de mulas con provisiones y pertrechos varios para la batida. Su mujer está en la cocina preparando la cena, se  le nota el enfado en las formas que tiene preparando la cena, es como si estuviese disgustada por algo.

Antes de reunirnos con el merino, Ebardo comentó a Inés lo que había averiguado.

-Dicen las malas lenguas que fue la propia esclava del merino la que secuestró al bebé. También dicen que el bosque está embrujado y que en él hay un antiguo cementerio.

Yo no creo en embrujos y aunque el descanso de los muertos mesrece todo mi respeto, quizá debamos pasar la noche en el cementerio, pues los bandidos bien podrían esconderse por allí cerca si saben que el lugar infunde temor en los aldeanos. Además, el rapto de un bebé pasreceme cosa de brujas. Que aunque yo no crea en encantamientos ni pactos con el maligno, baste que algún loco crea para que quiera facer algún pacto con satanás y ofrecerle el alma del niño como pago. Ya, ya, ya. Son cuentos para asustar a los niños, pero basta que algún pobre diablo ignorante las crea para que esté dispuesto a intentarlo. Es que, no me cabe en la cabeza por qué alguien quiere raptar a un bebé.

Cuando llegan a la altura del merino, se dirige a él abiertamente.

-Nadie parece saber mucho de lo ocurrido. Lo más que averigüé es que una moza me dijo que el bosque está embrujado. ¿Qué opina vuestra merced? ¿Por do piensa facer la batida?

He oído lo del cementerio -repuse, atendiendo a los comentarios que me había contado-, pero me parece más coherente otras cosas que también he oido: por lo visto, un noble barón, Roberto de Bronsky ha poco que está instalado en estas tierras. Si no nos esos "seres" -dije con cierta sorna-, puede que ese tipo esté actuando malamente con los suyos aldeanos como está ocurriendo. Aunque tampoco podemos afirmar nada.

Fuime entonces a ver al Merino.

He me aquí -le dije-. Et veo que la suya esposa está haciendo la cena -había advertido de la suya presencia-. Iré a presentarme, señor.

Acto seguido marché  directa a la cocina.

Inés de Fuenfría, para servirla -dije irrumpiendo en la cocina desde atrás, con las armaduras-. ¿Es vos la mujer del merino, verdad?

Asentí sin saber muy bien como abordar a aquel tabernero tan poco dispuesto a soltar la lengua. Después de lo que había visto hasta el momento, su cobardía y lo reacios que parecían a tratar el tema, dudaba si había hecho bien en acudir a tan desagradable lugar para mí.

—Me han hablado de una mora que habita aquí en el pueblo, ¿acaso es ella la esclava del merino? —Señalé al borracho que había sido el único en decir algo. A él fue a quien le había escuchado decir que la esclava perdida era una mora—. ¿Y a qué se refiere ese pobre hombre con un jinete sin cabeza? Hasta donde yo sé, un jinete que no tenga cabeza estaría muerto y un muerto no podría cabalgar... ¿Me equivoco?

Aunque bien sabía de cosas raras, demonios y seres de todo tipo que pisaban la tierra, pero eso al buen hombre no se lo iba a decir, bastante miedo tenían ya en aquel pueblo como para encima decirles que podían estar malditos o algo por el estilo.

El tabernero asiente a la pregunta sobre la mora-y es de tal belleza que si cambiase de religión mas de uno la tomaría por esposa-suspira, está claro que a el no le importaría tomarla por esposa.

-Lo del jinete sin cabeza son delirios de borracho, no creo en eso. Debe ser alguna treta de los bandidos-Dice dándoselas de entendido-aunque lo cierto es que el bosque está embrujado y no se sabe lo que puede haber allí dentro.

La mujer asiente y responde con evidente mal humor-¡Para lo que sirve! Ese desgraciado se va corriendo detrás de "su" mora y a mi me deja sola en casa. A saber los peligros que está dispuesto a enfrentar por esa mora "suya" y a saber si los correría por mí-El enfado deja evidente una profunda tristeza.

Dicen que el bosque está embrujado, pero eso no son mas que habladurías de las gentes. Esto es cosa de bandidos y les vamos a dar caza, peinaremos el bosque hasta que encontremos su rastro y después los cazaremos como a viles perros.-El merino parece seguro de lo que dice.