Partida Rol por web

Una vez Julie se quedó sola en la bañera, poco a poco fue entrecerrando los ojos, dejándose llevar por la relajación que le otorgaba aquél baño. Necesitaba descansar, la verdad. Habían sido un par de días demasiado movidos...

Y entonces recordó. El como encontró su pueblo destruido... a su abuela muerta.. su casa quemada casi por completo... trozos de cuerpos por doquier...

Lentamente abrió los ojos, teñidos estos con unos profundos dolor y tristeza. En ese momento, frente a las ruinas y los restros destrozados de todo su pasado, había aguantado, se había tragado los sentimientos que la llenaban de sufrimiento, y se había puesto en marcha. Había aguantado...

Hasta ahora.

No pudo más. Había aguantado por que estaba intentando hacer algo para vengarse a su manera, intentaba ayudar a los demás uniéndose a las fuerzas del ejército real. Pero en esa tina estaba ella sola.. y su cuerpo le pedía soltar toda la tensión ya...

Por ello, la de cabellos blancos se abrazó las rodillas con fuerza.. y empezó a llorar con fuerza, temblando incluso.

A tu alrededor solo silencio que no te ayuda a olvidar, que permite que tus pensamientos sigan su camino, entristeciendote mas, recordando el dolor. Tu piel poco a poco se arruga y a la vez el agua va perdiendo su calor, enfriando, dejando de ser tan relajante. Ademas tu cuerpo empieza a exigir descanso, haciendote notar la carga del cansancio de todo el dia.

Dado que me toca esperar, aprovecho para comprar algunas provisiones en la posada, me interesan las provisiones que puedan aguantar un cierto tiempo sin estropearse, y que no sea necesario cocinar, algo de carne ahumada, carne salada, embutidos, queso... cosas así. Siempre es mejor estar preparado para poder hacer una comida rápida o para evitar hacer fuego en algún sitio que sea peligroso.

Después, mientras espero a que vayan bajando los demás, me tomo una pinta de cerveza mientras repaso el filo de las armas, los cordajes del arco y distribuyo lo más uniformemente posible todo en las mochilas, para que la marcha sea lo más sencilla y menos cansada posible.

Mientras hago todo esto, seguiré prestando atención a las conversaciones, por si hay algo que me llame la atención.

Durante un buen rato, demasiado, quizás, pues acabó perdiendo la noción del tiempo, Julie siguió llorando, como no recordaba haberlo hecho nunca, ni cuando era una niña pequeña. Internamente, maldecía su suerte, incluso a los dioses, por que había pasado. Muy normal, la verdad.

Pero lo peor era el dolor. Demasiado fuerte, demasiado para ella... No le habían hecho nada malo a nadie para merecerse algo semejante.

Acabó, finalmente, por reaccionar, sintiendo el agua fría mordiéndole la piel, que en los dedos ya estaba arrugada. Se frotó los ojos rojos para secarse las lágrimas, cogiendo una toalla para secarse, sorbiendo todavía. Se puso sus ropas para dormir, limpias, y fue a su habitación, dejándose caer en la cama, abrazándose a la almohada, aún sin haberlo soltado todo.

- Quiero que vuelvan... - susurró, llorando de nuevo. Totalmente normal...

Avanzáis y crees que habéis tomado dirección a Suan, aunque no estas segura ya que no conocer muy bien aquel territorio y menos sin luz.

- Soy Parmeno y no tienes nada que agradecer. Estabas en peligro y he jurado defender a cada hombre y mujer de este feudo. - te contesta en voz baja y mirando al frente, parece intentar guiarse - Debemos hablar bajo... - te avisa -  ¿Hacia donde ibas? te llevare a tu destino y luego ya buscare la forma de arreglar todo esto -

-Suan, hacia el sur. Debería encontrar un poblado allí -dijo en un tono de voz muy bajo- Lamento haberle metido en problemas.

Empezó a meditar sobre lo que pasaría mañana cuando despertaran y vieran eso. ¿Y si ponían precio a su cabeza o algo?

Mientras el dolor se apodera de tu mente, haciendote sufrir, también se extiende poco a poco el cansancio. Casi puedes agradecer a este ultimo que te venza, calmando todos los pensamientos de tu cabeza para que descanse.

Un par de golpes en la puerta consiguen despertarte. No recuerdas ningún sueño ni pesadilla durante la noche, y ya ves como la luz intenta colarse entre las cortinas.

- Tendríamos que ir desayunando - reconoces la voz de Iroc al otro lado.

Finalmente, el agotamiento fue sustituyendo poco a poco al dolor y la tristeza para acabar haciendo que se durmiera pasada, desde hacía un buen rato ya, la medianoche. Y nada pudo venirle mejor en ese momento, la verdad. Los malos pensamientos desaparecieron y las lágrimas dejaron de brotar de sus ojos, pues es bien sabido que el sueño borra muchas cosas.

No hubo pesadilla alguna que la turbara esa noche, dejándola tranquila hasta que los golpes en la puerta la despertaron, reconociendo a Iroc llamándola. Los recuerdos volvieron enseguida, mientras dirigía la mirada hacia la ventana y veía filtrarse los rayos del sol de la mañana entre las cortinas.

- Voy, Iroc... - le respondio, levantándose de la cama para vestirse y recoger sus cosas, antes de salir de la habitación con todo preparado, lista para desayunar. Tenía los ojos algo rojos e hinchados, pero ahora sonreía suavemente.

- Te espero abajo -

Te dice desde el otro lado de la puerta, y escuchas sus pasos que se acercan a las escaleras para acabar bajando por ellas, perdiendose hacia el piso de abajo.

Cuando bajas ves a Skrunger e Iroc sentados en una mesa. El primero tiene una pinta de cerveza sobre la mesa y esta revisando su equipo, ademas de guardando en las mochilas comida para el viaje. El segundo aun espera por su desayuno con impaciencia, cuando te ve te sonríe ligeramente y te muestra una silla que guardaban para ti.

-Buenos dias-

La posadera te pide que te sientes mientras te prepara lo que pides y te sirve la pinta de cerveza para amenizar tu espera. Loehn aparece al rato y se para a tu vera para comentarte que sale a buscar trabajo. También te dice que Iroc ya se esta preparando y que estara a punto de bajar, aunque iba a avisar antes a Julie para que supiera que ya estabais desayunando. Pocas palabras después el hombre se retira, algo apurado.

Tal como te avisaron Iroc no tarda en bajar, justo a la vez que la posadera se acerca a tu mesa posando una cesta con comida. Tu nuevo compañero aprovecha para pedirle algo para desayunar, mensaje que la señora recibe amablemente antes de retirarse tras la barra.

- Buenos dias, ¿empezando bien el dia?- sonríe, lo notas mas animado que ayer, seguramente por el cansancio aliviado. 

Poco después ves aparecer a Julie por las escaleras. Iroc le muestra una silla que cogio antes para ella y le saluda con otro buenos dias.

- Al sur de Suan, entendido - finge no escuchar tus siguientes palabras y se detiene, mostrandote la palma de la mano hacia atras para que frenes tu también. Parece que algo le ha alertado. Tu por mas que miras no consigues ver nada en la oscuridad que oculta el bosque a tres metros de ti, aunque en cuanto manteneis unos segundos el silencio empiezas a escuchar que algo se mueve delante vuestro, no sabrias decir aun a que distancia se encuentra.

El hombre se lleva la mano a la espalda y desenvaina su espada con sigilo.

Se agazapó algo sobre la montura, conforme tiró un poco de la rienda del caballo para que se detuviera. Aún estaba algo adormilada, y lo poco que estaba despierto del todo de su cerebro aún estaba debatiendose entre el asco de tener el pecho sucio de sangre y la conmoción anterior. Y ahora algo mas sucedía. La oscuridad se le antojó insondable, ya que no lograba ver absolutamente nada. ¿Realmente pasaba algo? Ya estaban lejos del campamento...

Julie no tardó mucho en bajar también, llevando ya todas sus cosas: la mochila, el arco, el carcaj... Iba con ropas parecidas a las del día anterior, aunque con colores más oscuros. No había podido (ni tampoco intentado, la verdad), disimular la hinchazón y el enrojecimiento de sus ojos: una noche larga y dura para ella, sin duda.

Lo que no se esperaba es que ya estuviera allí Skrunger y la viera de esa guisa. Se sonrojó levemente, antes de sentarse en la silla que Iroc le indicó, y dejar las cosas a un lado.

- Buenos días... - susurró en respuesta, dispuesta a esperar el desayuno también -. ¿Tenemos ya algo preparado respecto a la ruta a seguir? - preguntó, mirando al guarda.

Tu hacha silba cortando el viento, directa al objetivo. Acaba impactando en la pierna del antihumano que emite un chillido de dolor al perder una de sus piernas. Notas que sus ojos te miran con verdadero odio mientras alza una de sus garras hacia el cielo para lanzar un ataque hacia tu cabeza. Puedes esquivar su ataque sin problema debido a su torpeza, sin una pierna no puede coordinar demasiado su ataque y que este sea peligroso, pero aun así notas que son menos habiles que los ultimos que te topaste. Tras su ataque el antihumano pierde el equilibrio y cae al suelo, donde se apoya sobre las garras en las que acaban sus brazos y te muestra los colmillos, dispuesto a atacarte con ellos.

Lo poco que puedes ver del resto de la batalla, se parece bastante a tu combate personal. El numero de antihumanos se esta reduciendo constantemente y dentro de poco estaréis igualados en numero. Por otro lado la luz va dejando de llegar desde el horizonte, dentro de poco tus aliados humanos necesitaran de fuego para poder ver.

- ¡ANTIHUMANOS!- grita.

Entonces se gira hacia a ti y da un manotazo a tu caballo que inmediatamente sale a galope. Su acción te pilla por sorpresa, aunque consigues agarrarte a duras penas. Escuchas el corcel de Parmeno que avanza por detrás tuyo y, ahora si, ves ojos y sombras que os acechan desde ambos laterales. Oyes el silbido de su espada varias veces, aunque no acierta en nada de momento.

Parece que dejáis algo atrás la aparente emboscada, y podéis agradecer que vuestros caballos no se hayan chocado contra ningun arbol o tropezado con alguna raiz o piedra. Los sonidos parecen perseguiros, como multiples pies que avanzan a varios metros de distancia por detrás vuestro, saltando, corriendo, abalanzandose de un lado a otro.

- Creo que nos hemos librado de ellos, aunque no debemos pararnos... Espero que no ataquen el campamento... -

Sigue avanzando, aunque reducis la velocidad, pudiendo ver bien el camino que tomais.

-¿Anti...humanos? -dijo entrecortadamente. Luego de empezar la frenética marcha del caballo, casi caerse y escuchar esos abominables sonidos intentando darles alcance solo atinó a chillar- ¡Uaaaaaaaaaaa!

Se mantuvo tiesa y agazapada en el animal que montaba hasta que entendió que era seguro volver a respirar. Estaba temblando algo aún, y no dijo nada.

A Montelius le resultó demasiado fácil acabar con aquella horripilante criatura. Se habían enfrentado a muchos de ellos y su fuerza era muy superior a la mostrada en aquella ocasión. Cuando logró derribar al antihumano observó que la luz del sol estaba desapareciendo con la llegada del ocaso. Se estremeció al pensar que solo con el fuego que salía de los lugares que habían sido quemados no tendrían suficiente luz para poder ver bien...cosa que aquellos monstruos no necesitaba. Él siempre había luchado de noche con ellos y eran más fieros...quizás cuando el sol se escondiese fueran más peligrosos. Tenían que darse prisa y acabar con ellos. Machacó la cabeza del antihumano derrotado y fue a seguir luchando.