Partida Rol por web

Tras los regalos que os hace Hécate y el comprobar que alguna de las armas se ha perdido por el camino, os adentráis en los túneles. Una vez en las catacumbas no os cuesta demasiado seguir el camino hasta donde estaba la estación abandonada en la que tuvo lugar el combate contra los guls. 

Hécate va pensando en sus cosas y es la que más dificultades tiene para orientarse, mientras que el resto tenéis aun muy fresco el recuerdo del camino del día anterior. Al llegar, veis el destrozo ocasionado por el vagón que dejo caer el jefe de los guls. Y también, los desagradables restos de los guls, cuyo olor es sencillamente insoportable. Ver esos restos, en avanzado estado de descomposición, hace que se revuelvan vuestras tripas y también vuestras creencias (Todos tirada de cordura, si sacáis más de 10 no pasa nada, con 8 y 9 perdéis 1d3 de cordura, con 7 o menos perdéis un 1d6 de cordura).

Tras reponeros de vuestras pesadillas y ver que el mal y las criaturas de las sombras son algo más que reales, están ahí, y posiblemente hayan estado implicadas en el caso. Por fin, encontráis una salida, un túnel por el que pensáis que se fue el jefe de los guls el día anterior. 

Paris, catacumbas, 19:00 horas del 20 de abril de 2019. 

Vuestro turno. 

A medida que avanzaba por los túneles, Jean se preguntaba cómo reaccionaría al encontrarse nuevamente a los gouls o al llegar al lugar donde tan cerca había estado de perder la vida. Temía quedar paralizado o empezar a reexperimentar aquel momento, el más cercano a la muerte en toda su vida. Pero no, lo que sintió fue rabia. Rabia porque no habían podido atraparlo, porque casi mataba a sus amigos, y porque había enviado a la cárcel injustamente a Françoise. Se sentía firmemente decidido en ese momento.

_Esta vez no escapará.

Y se dispuso a avanzar por la salida, no sin antes mirar a sus compañeros para comprobar si alguien sí se había impresionado por lo que estaban viendo.

Llegar allí y aquel olor junto con las criaturas en aquel estado y recordar lo que nos había pasado fue un duro golpe para mí. Las imágenes de los ghouls lanzándose a por nosotros volvieron a mi cabeza y temblé de miedo al ver que iba solo con una linterna en mi mano y un amuleto que me había dado Hécate.

Miré a la mujer un momento y luego al frente. Mi pierna temblorosa logró dar un paso al frente y luego otro, haciéndome avanzar con ese temor a que la criatura salga de la nada y vuelva a lanzarnos algo y esta vez no lo contemos. Pues estaba claro que solo le importaba él mismo, los de su especie no eran nada para él.

A pesar de su experiencia forense, Dominique no estaba preparada para la visión de aquellos cuerpos repugnantes pudriéndose. Le sobrevinieron las arcadas y tuvo que retirarse a vomitar mientras notaba la bilis requemándole la garganta. Todas aquellas experiencias en tan poco tiempo habían desestabilizado la cordura de la doctora, amenazándola con engullirla en el abismo de la locura.

-No puedo más... Simplemente no puedo... -agachada sosteniéndose las rodillas con las manos, cerraba los ojos negando con la cabeza.

A todos os sorprende la enorme velocidad con la que se han descompuesto los cuerpos de los guls, y el terrible hedor hace que sea muy difícil respirar. Apretáis el paso y os lleváis un pañuelo o una manga a la nariz y boca, para tratar de amortiguar la pestilencia. Pero los que peor lo llevan son Dominique y Jonah, que sufren un verdadero trauma, al volver a encontrarse con los cuerpos de los guls, y con aquel terrible olor. Dominique se queda prácticamente paralizada, y es necesario que el resto le animéis y le acompañéis un rato hasta que vuelva a ser capaz de volver a ponerse en marcha. 

Luego veis que en la zona por la que desapareció el líder de los guls, hay un paso a otra zona de túneles, algunos de ellos muy siniestros, con numerosos cráneos humanos. Hay zonas que están hasta iluminadas, y a lo lejos escucháis lo que parece un guía con un grupo de turistas. Hay numerosas ramificaciones y posibilidades, por lo que es muy complicado saber por donde pudo haber ido el líder de los guls. 

Pasan las horas mientras deambuláis por los túneles y catacumbas, en busca del posible destino del líder gul. (Tenéis que hacer una tirada de destreza y otra de ingenio, para tratar de encontrar el camino). 

Paris, catacumbas, 21:00 horas del 20 de abril de 2019. 

Vuestro turno. 

Hécate pasó sobre los guls tapándose la nariz con la mano libre sin apena detenerse junto a los cuerpos malolientes. Tenían que encontrar a escurridizo líder. Era aterrador saber que aquellos seres medraban bajo París y los cuerpos en descomposición tirados en las vías hacían imposible pensar en todo aquello que habían vivido el día anterior como un sueño o una confusión de sus mentes. Sin embargo también atestiguaban una cosa, se les podía matar, y esa idea insufló esperanzas a la medium.

Las horas caían como losas mientras caminaban en al oscuridad entre los cientos de cadáveres que se apelotonaban los osarios de las paredes. Le dolían los pies y las rodillas de caminar, pero sobre todo sentía esa opresión tras las sienes que depositaba la presencia de todas aquellas almas. Era como un zumbido grave y persistente. Trataba de no pensar en ello, pero a veces tenía que pararse a tomar aire. Hacía tiempo que había desistido de orientarse, se encontraba totalmente perdida. Esperaba que los demás tuvieran más talento para ese particular. Pese a todo, trató de ejecutar su papel de portadora de la luz lo más diligentemente que pudo.

—Chicos, esto no funciona. Es como si anduviésemos en círculos —comentó al doblar uno de los recodos—. ¿Como saber si el asesino ha pasado por aquí? Esto es inabarcable. Quizás deberíamos pensar en otro curso de acción.

Todo era tan similar que no ayudaba nada a ver donde estaban. La voz de la mujer guiando a un grupo de turistas llamó la atención de Jonah quien fue tentado por seguirla para salir de allí con vida, sin acabar loco ni perdido en aquel lugar. Pero al ver que los demás seguían su marcha, continuó con ellos.

- De-deberíamos de-dejar unas mar-marcas o un ras-rastro para s-saber si he-hemos estado por a-aquí antes o no. Ya sa-sabéis, como en el cu-cuento ese que iban de-dejando migas de p-pan para sa-saber volver a ca-casa... o ha-hacemos al-algo similar o es-esto será u-una lo-locura para to-todos. - Dijo Jonah tras escuchar las palabras de Hécate, quien parecía rendirse ya.

La visión de los gouls descompuestos y su hedor podía afectar a cualquiera, y Jonah y sobre todo Dominique se llevaron la peor parte. Tras unos momentos que se tomaron para recomponerse, el grupo siguió adelante por los pasillos, aunque sin tener demasiado claro por dónde continuar.

Jean se reconocía como posiblemente el menos ingenioso de los cuatro, de modo que al escuchar la propuesta de Jonah no dudó en tomar una piedra y hacer marcas con ellas en las paredes. Cada cierto tiempo y por supuesto que en cada intersección marcaba una flecha en la dirección que había seguido. Quería ser útil de alguna manera.

Tras recuperarse de la visión y olor de los restos de los guls. Todos se internan en los túneles, y tratan de orientarse. Tanto Hécate como Jean ven en varias ocasiones huellas que sin duda deben pertenecer a los guls. Estos se mueven por las zonas menos transitadas, en las que el polvo permite en ocasiones poder seguir las huellas. Pero llegáis hasta un lugar, donde aparentemente no hay salida. Algo no encaja en esta sala, hasta aquí habéis llegado siguiendo las huellas, y sin embargo no parece que se pueda continuar. 

Los cuatro pensáis que algo falla, algo se os escapa, el camino debería proseguir, no quedarse ahí cortado por esa pared de huesos. Tras un rato, Jonah percibe que en esa pared hay algo extraño. Nota una corriente de aire que sale por los ojos de una de las calaveras. Poco más tarde entre todos logran mover la pared, se trata de un panel que da paso a unas escaleras que ascienden. Y en el polvo que las cubre aun se pueden ver las huellas de los guls.

Sin otra pista o camino a seguir, comenzáis el ascenso de las escaleras, este resulta largo y agotador, dando la impresión de que habéis subido mucho, pero no tenéis ni idea de cuanto. En más de una ocasión tenéis que parar para recuperar el aliento. En una de esas paradas, podéis ver un gravado en una de las paredes que indica que este era un paso exclusivo para el clero. Se trata de unas antiguas escaleras de seguridad, que se construyeron como acceso privado para el clero que se encargaba de cuidar de Notre Dame.

Finalmente aparece una puerta, que no esta cerrada.

Pasamos a la última parte de la aventura.