Partida Rol por web

-No, separarnos nunca. No con Santos rondando por ahí. - se muestra tajante. En cuanto a lo de si cree que la isla está habitada, se encoge de hombros. - La isla parece grande, debería estarlo.

Despacio, arrastra cuidadosamente a Dhish hasta la sombra de una palmera y le apoya la espalda en ella.

-¿Puede hablar? - pregunta levantándole la cara - ¿Le habló a Santos de nosotros y del mapa? ¿Sabe que éramos tres?

Apenas puedes gesticular palabra y la sangre se amontona en tu garganta. Al arrastrarte hasta la sombra parece que todo tu cuerpo va a destrozanrse y crees que vas a perder el conocimiento pero luchas porque sabes que de ser asi moriras.

Dish apenas puede hablar y mucho menos explicar nada. Apenas lucha por respirar de manera pesada y entrecortada cuando emepzais a escuchar un ruido lejano, como de pasos acercandose.

Cuando os volveis veis la figura de Santos a lo lejos, a unos cincuenta metros aproximadamente, que os mira con el sol sobre vuestras cabezas.

- Sabia que esa rata apestosa no estaba sola y que sus "amiguitos" vendrian como moscas a la mierda... y... aqui estais.

Juguetea con su revolver mientras se acerca con pasos tranquilos, como si os quisiera dar tiempo a huir de el.

- La puta profuga y el caballerete venido a menos... bien... el mapa, por favor. No teneis donde ir y yo SI conozco esta isla.

viendo una imagen borrosa puedo pensar que es santos y solo mne queda inetntar oir lo que diran mi cuerpo se desmorona y no puedo hacer nada solo esperar si me salvo o muero

dios salva a mis amigos y si es posible a mi

-No tendría agallas para insultarnos de ese modo si fuésemos armados. - dice girándose lentamente hacia el alguacil. Si siente miedo, lo oculta perfectamente detrás de una sonrisa cínica. No puede permitirse darle esa satisfacción a Santos. - Eso sí, reconozco que ha sido más listo que nosotros. Hemos caido en la trampa.

Levantando las manos, deja que Santos de acerque mientras mira a Marie y niega levemente con la cabeza, como en un gesto de resignada derrota.

-Mi pellejo vale más que ese pedazo de cuero, da igual lo que se esconda tras él.

Sonrie y levanta su revolver quedandose quieto a una decena de metros de distancia.

- No creo que su pellejo valga ni la mitad que ese "trozo de cuero" pero al menos usted estara vivo en esta isla para ver otro dia.

Mira a Marie y escupe al suelo.

- Hay algo que odie mas a unos asesinos como ustedes dos... es la hipocresia de creerse mejores que el resto de gente humilde. Denme ahora mismo el mapa!

La figura de Santos a lo lejos atemoriza a Marie. -Era una trampa... -le dice a Julián reprochándose a sí misma por no haberlo pensado antes mientras se pone en pie muy despacio.

Cuando Santos nombra el mapa, Marie mira al caballero confusa. Darle el mapa sería lo más sensato para salvar el pellejo, pero no confiaba en que Santos les dejara en paz una vez consiguiera lo que buscaba. Tal vez no quiera dejar ningún rastro.

-Voy a sacar el mapa. - avisa mientras acerca despacio la mano al bolsillo.

De él no saca el pedazo de cuero, sino el reloj de oro. Con una mirada de pena, lo observa un instante. Luego, sus ojos se elevan hacia el cielo, quizá en una especie de muda plegaria. Por último, vuelve su atención hacia el hombre que le apunta con su revolver.

-Lo único que me quedaba de valor son este reloj y la promesa de riquezas del mapa por el que usted ha vendido su alma al diablo. - dice resignado.

Mientras sujeta su dorado legado familiar, con la otra mano hurga en el bolsillo como buscando, ahora sí, lo que quiere Santos. Mientras lo hace, avanza lentamente unos pocos pasos. Los justos como para que el alguacil no se alarme.

En el último momento, con sus movimientos ya planificados de antemano, coloca el reloj en un ángulo tal que los intensos rayos de sol se reflejen contra los ojos de Santos.

¡Nadie amenaza a Julián de Villalobos! - piensa apretando los dientes y lanzándose a la carrera contra él.

No llega a correr en zig-zag, pero sí da una zancada hacia la izquierda para apartarse de la dirección en la que apunta el cañón cuando empieza a correr. Su intención es arrebatarle el arma. Si lo consigue, piensa concederle el mismo tipo de clemencia que recibió Dhish.

Marie reprime una cara de extrañeza cuando escucha a Julián decir que va a sacar el mapa. Qué estará pensando... se pregunta para sí misma.

Cuando ve el reloj reluciente por el sol y a Julián acercarse lentamente a Santos teme lo peor. ¡Está loco, qué pretende! piensa impotente sin poder hacer nada. El caballero que había permanecido con ella dándole seguridad en el barco se dirigía ahora a un destino fatídico.

La mujer no sabía qué esperar de Julián, no sabía qué pretendía, así que permanece a la espera, observando todo atentamente y preparada para realizar cualquier acción que fuera necesaria en ese momento.

Alza el revolver cuando Julian saca su relog del bolsillo y parece que esta a punto de disparar al loco caballero cuando este da los pasos acercandose pero es tomado totalmente por sorpresa cuand la luz del sol incide en el relog e impacta en sus ojos, cegandole momentaneamente y haciendole retroceder mientras dispara para cubrirse de posibles acciones.

Julian corre como alma que lleva el diablo contra el aprovechando la distraccion para intentar que no pueda utilizar su arma y... lo logra?

Julian se abalanza sobre Santos cuando este parece reponerse, Villalobos se lanza sobre el y ambos chocan estrepitosamente cuando un disparo resuena en toda la isla. Santos a disparado pero... dio a Julian? fallo? o acaso el disparo fue redirigido contra si mismo en el forcejeo?

Ambas figuras caen al suelo y ruedan por la arena hasta quedar detenidas en la playa bajo el sol, Julian encima de Santos, inmoviles, en silencio.

El golpe contra Santos es tremendo pero antes de producirse su arma dispara contra ti y te da de lleno, a quemarropa, haciendo que la bala se hunda en tu estomago y sientas un dolor ardiente que te embriaga hasta casi perder el sentido. Luego caes, ruedas y, finalmente, quedas quieto, tendido encima de tu agresor sintiendo tu sangre calida por tu ropa y empapandolo todo... Santos estara consciente? Apenas puedes respirar, moverte... solo esperas que Marie pueda hacer algo para defenderse de Santos.

Antes de hundirse en un estado de semi-inconsciencia, Julián sonríe. Es una expresión prepotente, de triunfo. Santos le ha matado, eso iba a ocurrir igualmente, pero no ha conseguido que suplique por su vida o se humille de cualquier otro modo. Eso no lo conseguiría ni él ni nadie.

Cuando fue atacada por Julieta, Marie demostró tener más agallas que la mayoría de las mujeres. Ahora es cuando debería aplastarle la cabeza al alguacil con una roca. O arrebatarle el revolver y descerrajarle un par de tiros.

Por su mente pasa la imagen de Marie sobreviviendo a todo ésto. Proyectando en ella lo que él pensó al ver a Dhish tan maltrecho, se la imagina mirándole, observando como la vida se le escapa y saboreando el hecho de que ya no tendrá que compartir el botín con ese presuntuoso caballero con más alardes que dinero.

No, desecha la idea. Sentirá admiración y tristeza por él. En apariencia, se ha tratado de un acto de heroismo. La realidad es que es el orgullo el que le ha espoleado, el que le ha lanzado a los brazos de la Parca.

En la confusión de su estado, le parece ver un burlón rostro arrugado. Es aquella gitana a la que golpeó cuando ella osó poner sus sucias manos sobre él para leerle la buena fortuna. Entre toda aquella jerigonza incomprensible, distinguió claramente su sentencia: "Morirás joven. Hay una bala que tiene tu nombre". Aunque no se considere supersticioso y bromee con ello, no para de darle vueltas desde que tuvo la certeza de que su vida corría peligro.

Una vez más, esas palabras resuenan en su cabeza, como campanas que tocan a muerto.

-¡No! -grita Marie al escuchar el disparo y al momento se tapa la boca con la mano. Sus ojos se abren de par en par cuando ve cómo los dos hombres caen al suelo tras producirse el disparo y sin pensárselo corre hacia ellos para ayudar a Julián si es posible y enfrentarse a Santos si no hay otra opción.

Caundo Marie llega cerca de los dos hombres la sangre ya tiñe la arena bajo ellos y sus ropajes de manera que es imposible ver cual de los dos esta herido por el disparo. Marie ve el arma a unos escasos metros de ellos cuando de repente el cuerpo de Julian cae tendido boca arriba, ensangrentado y con la sangre manando a borbotones de su herida en el estomago.

Santos, aun aturdido, mira a la mujer con restos del golpe, arena y sangre del Villalobos pero reacciona con rapidez intentando agarrar a Marie con tan mala fortuna que su mano aferra tan solo el tobillo de esta aunque quiza sea suficiente para desequilibrarla debido la sorpresa.

aturdido por el dolor de mi cuerpo alcanzo a oir un balazo y el grito de marie mientras que siento que la sangre que sale de mi cuerpo quema mis venas y mi boca no puede moverse con tanmta sangre que escupo

que pasara nececito alguien que me salve la vida maldigo a santos

Marie corre y llega hasta los dos hombres comprobando que el herido es Julián. Su mirada se posa en el arma tendida en la arena y sin dudarlo trata de cogerla. Santos aún aturdido por el golpe intenta agarrar a Marie sin éxito de modo que ésta se lanza a por el arma sin titubear. Esta vez no habrá compasión para ti... Piensa decidida a acabar con él

Marie alcanza el arma con sus manos despues de casi caer al suelo por la presa fallida de Santos. Cuando esta finalmente se gira para apuntar al Alguacil este se encuentra junto a Julian, aferrandole con fuerza para cubrirse con el apenas agachados ambos.

- Puta asesina. Piensa bien lo que haces porque si fallas lo mas minimo no solo te matare sino que terminaras con la vida de este malnacido.

Aprieta su presa con fuerza. Julian no puede hacer nada para evitarlo dado que sangra en exceso y no tiene fuerzas mas que para mirar a Marie con la vida escapandosele de las manos.

Santos se empiza a levantar con el aferrado... si titubeas no tendras ortra oportunidad.

-Marie...- dice con un hilo de voz y levantando su rostro para mirarle a los ojos - Ya es tarde para mi. Sálvate tú. - un gemido de dolor interrumpe sus palabras - Dos...disparos. Uno para mi y otro para Santos. No te lo pienses, me ahorrarás sufrimiento. Dicen que no hay muerte más lenta y dolorosa que un disparo en el estómago. Créeme, es cierto. - antes de dejar caer teatral y pesadamente la cabeza sobre su pecho, guiña el ojo a la mujer y le dedica su característica sonrisa, haciéndola partícipe del engaño.

Si Santos no muerde el anzuelo y le suelta pensando que ya no le sirve como cobertura, tiene un plan de emergencia: alzar rápidamente la cabeza y golpearle en el rostro con sus últimas fuerzas. Nada le agradaría más que oir como se quiebra la nariz del odioso alguacil.