Partida Rol por web

- ¡Laver aguanta por favor!

Rápidamente me agacho para intentar estabilizar a mi amigo.

Igual si presiono aquí... No no no parece que sangra más

Mientras Noma va a asistir a Laver, que se encuentra botado, y desangrandose.

Panacea musita una plegaria sobre la monje, cuyas heridas siguen cerrando.

Luego, Shem se detiene por un momento y da un rodeo a la roca y se ubica cerca de un arbol, a medio camino entre Laver y le Kobold conjurador.

El Kobold, mira a la nueva recien llegada y conjuradora Ylian con una mueca en el rostro, arremetiendo con todo frente a la maga.

El primer lanzazo falla, ya que la maga hace una finta maravillosa con su armadura, sin embargo, al hacerlo descubre su flanco izquierdo, el cual el Kobold aprovecha para enterrar profundo la lanza.

La maga se derrumba con gran estrepito al lado de la Panacea, y el Kobold, aparentemente con un grito de triunfo o molestia, obvia a la Panacea y se retira, descuidando su flanco, para juntarse con el otro Kobold conjurador.

El Conjurador al ver que el Kobold se retira, musita unas palabras, haciendo unos gestos muy extraños, y pareciera que sus pies se mueven muy rápido por un momento, alejandose y perdiendose entre el bosque...

El Kobold inventor, lanza un frasco de acido contra el guerrero Gael, pero falla. Animado por el fallo de Gael anteriormente al intentar golpear, intenta escapar hacia el bosque.

Había demasiados enemigos y el combate les había superado por completo. Miró al Kobold que le atacaba y se conjuró a Mystra y a todo el entrenamiento que había tenido en el templo para poder parar el primer ataque y así lo hizo. Pero el entrenamiento había sido corto y las carencias que aún tenía eran demasiadas. El resultado fue ver como la lanza del Kobold se acercaba peligrosamente hacia ella y no tenía maniobra para plantar el escudo delante. Una vez más trató de usar el poder arcano del tejido de Mystra para establecer escudo mediante la abjuración pero sus capacidad de manipular el tejido estaba agotado y fue entonces, angustiada ante su fracaso cuando sintió el pinchazo que penetró profundamente en sus costillas. Sintió como el aire se le escapaba a la vez que un dolor desgarrador la abrazaba.

Sus piernas no podían sostenerla y cayó inerte en el suelo. Argolan fue la última palabra que escapó de sus labios mientras un vacío blanco envolvía su vista.

Tal vez mi sitio no esté aquí... siento como la oscuridad me envuelve y las fuerzas para resistirme a ella se desvanecen a toda velocidad Al fin y al cabo, nadie iba a echarme de menos, ¿no? Lo siento Noma...

Mirando hacia atrás la situación le parecía torcida, el gesto le impidió dar un golpe al kobold que trataba de huir mas le daba igual si había suerte y abandonaba el combate. Se notaba herido y no entendía bien que los kobolds les estuvieran superando con tanta facilidad, no tenía tiempo de lamentarse pues su deseo era aplastarlos para dejar vía libre a Panacea que era quien podía curar. Querría que la druida tuviera todavía magia y eso permitiera remontar aquella lucha.

Si hacía unos segundos pensaba en "el camino lleno de dificultades" ahora le parecía que estaba ante una prueba más de la dureza de la vida de aventuras.

- ¡Iros de aquí, sabandijas!

Exclamó mientras su martillo trazaba una trayectoria vertical hacia abajo buscando el cráneo del que tenía al lado. Los lagartos no eran su objetivo, ese encuentro era fortuito y lo tenían que superar sin que nadie pereciera, pero el caballero no tenía utensilios para estabilizar al bárbaro.

- ¿Alguien tiene magia o kits de medicina? ayudad a Laver.

Gael todavía no había podido ver el similar destino que corría Ylian.

–Oh, vaya, hola amigo. Cuanto tiempo –comenzó la mediana diciendo mientras alzaba la mano en señal de saludo hacia el kobold brujo. –¿Qué está pasando? Ah... ¿Ya te vas? 

La monja se notaba rara. Escuchaba sonidos de lucha y su amigo el kobold, algo nervioso, parecía querer marcharse. Shem dio una vuelta sobre sí mismo para comprender lo que ocurría y recordó lo que estaba pasando. 

–¡Señor Laver! –gritó al ver al bárbaro tendido y a su amigo de rodillas con gesto compungido.

La mediana se acercó con celeridad hacia los justicieros mientras echaba mano de su zurrón.

–Déjeme verle sus heridas, señor Noma, intentaré mitigar sus dolores. Presione ahí con firmeza, pero sin aplicar mucha fuerza.

Shem revisó rápidamente las hierbas de que disponía. Alguna masticó y se la puso con suavidad sobre las heridas abiertas. Luego tomó un pequeño frasco, lo acercó a la nariz del fortachón y lo abrió para que pudiera inhalar sus vapores.

–Vamos, señor Laver, no se duerma, por favor. Siga con nosotros.

Mientras Laver deja de desangrarse, Ylian lucha fervientemente por su vida.

Mientras, en el otro flanco, el kobold inventor escapaba con una rapida huida, que Gael no pudo interceptar.

Abrumado, el Guerrero usa su martillo y lo deja caer sobre el craneo de otro kobold, cuyo sonido de huesos rotos retumba en todo el campo de batalla. El martillo queda incrustado, y el guerrero lo extrae finalmente, para ir a ubicarse en la antigua posicion de Shem.

El kobold que queda frente al cuerpo de Ylian, ve que sus camaradas se han apartado de la pelea, y sale huyendo siguiendolos, sin importar siquiera que 2 de sus camaradas esten en el piso.

El salvaje enfrentamiento había concluido, al menos por esta oportunidad.

Al acercarse a sus compañeras pudo ver el cuerpo de la maga caído, los kobolds optaban por retirarse y el caballero no emprendería una persecución ni iba a partirles la cabeza a los dormidos, no mancharía su honor ni siquiera con esas criaturas traicioneras. No era un experto en medicina pero hizo su intento al llegar junto a Ylian, quiso cortar la hemorragia con sus manos para al menos dar tiempo a Panacea a atenderla. Ver a varios de sus compañeros tendidos y en pésimo estado hacía que le quemaran las entrañas por una fuerte emoción difícil de dominar.

- Noma tiene mal aspecto también.

El caballero quiso confiar en que pudieran recuperarse de las heridas con algo de descanso. Se preguntó si los dormidos podrían aportarles algo de información, el asalto kobold resultó muy oportuno para quien quiera que pudiera estar detrás de los problemas de la ciudad.

–Está bien, señor Noma, se repondrá. Descanse junto a él, ahora vuelvo.

Notando como el bárbaro se estabilizaba con los remiendos y las hierbas, la halfling dejó que su amigo lo guardara y se dirigió a la posición de la mística junto con el caballero.

–Déjeme ver, señor Sir Gael Taulo. No apriete mucho, lo justo. Uuhhh, mala pinta. Tengo aquí unas hierbas que... –dijo antes de echarse unas hojas a la boca para masticarlas y tratar la herida de la misma forma que hizo con el elfo –. Atenuarán el dolor y ayudarán a cerrarla. Claro que tardará lo suyo sin atención profesional. Señorita Panacea, ¿se encuentra bien? ¿Tiene fuerzas para tratar a la señorita Ylian y los justicieros?

–¿Por qué nos han atacado esos seres? ¿Y por qué se fue mi... amigo? ¿Tenemos cuerda para amordazar a esos de ahí? –cuestionó la mediana, aún contrariada por lo que había ocurrido. –¿Creéis que puede tener relación con la desaparición de los suministros?

Panacea, mientras aplicaba curaciones canalizando las energías de la naturaleza a la Noma, se fijó en algo.

¿Qué-es-eso? 

Oiganse compas, miren hacia donde apunta la hojita de mi pelo.   -Dijo, en un susurro.  Era una forma de no señalar de forma tal que nadie más lo notara que ella lo notaba.

La mediana se encontraba tan centrada en ayudar a los heridos que en esos momentos se aisló del mundo.