Partida Rol por web

El camino hacia D'Place, ela brebadero común de los habitantes de la colonia, no duraba más de diez minutos desde el colegio. Ya habían pasado una vez junto al edificio de dos plantas y era difícil que pasase desapercibido junto a la sosería común de la arquitectura del asteroide (Si obviamos las torpes pinturas de la fachada del colegio). No es que tuviese algún elemento espectacular, pero sus neones de color cian y azul le daban una iluminación sin réplica en las instalaciones. Por lo demás, la fachada estaba sucia como si nunca le hubiesen dado una segunda mano de pintura, y en su ventanal solo destacaba un papel fijado desde el interior, indicando que se podían alquilar habitaciones en su segundo piso a precios 'populares'.

Durante el camino, la doctora McCall no se mostró muy comunicativa, peor al menos ponía mejor clara que durante su revisión de la escena del crimen, puede que fuese por la promesa de un buen lingotazo esperándola al final del paseo. Hizo algunos comentarios comunes sobre la historia de la colonia y alguna nota sobre sus ocupantes, pero nada que Lucinda, el vídeo de presentación y su tiempo en el lugar no les hubiese descubierto ya, hasta que se quedó mirando al suelo por unos segundos, antes de tomar un desvío.

- Cuesta creer lo que ha pasado. Puede que para ustedes no, que acaban de llegar pero, verán, Gorefinder me visitó ayer por la noche para preguntarme por... Por un tema personal, tanto da, algo superficial, nada íntimo, no se crean. Sea como fuere, me fijé en que tenía una expresión distante, sus ojos estaban como nublados. Me preguntó lo que había venido a consultar como si leyese una nota ensayada unas cuantas veces y... Su expresión corporal y su cara me recordaron a los de Wren, justo cuando atacó a Yvonne... Cuando me atacó a mí.- Estaba claro que la doctora cargaba con tres grandes losas desde que comenzaran los crímenes, y el que ella fuese parte implicada en la investigación no la ayudaría a superar el trauma en las próximas semanas.

Terminó de hablar cuando ya alcanzaban la puerta del garito, que ella aguantó abierta para sus acompañantes. El interior de D'Place no dejaba de ser una prolongación de su exterior: mugre, luz tenue, un piano sonando solo en una esquina del garito, casi como una parodia de las pianolas que suelen aparecer en las películas centenarias del oeste, pero con un tema puede que no tan antiguo.

Aparte de la barra, cubierta de botellas de bebidas espiritosas (Parecía que el corte de suministros a la colonia no había afectado al alcohol), tras la que se movía un atareado sintético de pelo afeitado de tono marrón y ojos sin blanco dle mismo color, había un par de mesas comunes, en las que se sentaban mineros ebrios y otras gentes del lugar, y un par de mesas de juego, con tapetes mostrando diagramas para facilitar distintos juegos, en las que también se amontonaba fauna común, montando barullo y gritando sus apuestas.

Marion se acercó a la barra y se quedó mirando un momento las bebidas expuestas. No estaba segura de si quería buscar algo que no fuera matarratas, o buscar algo que de verdad fuera eficaz en aturdir las neuronas.

-¿Tienes alguna bebida de esas que parecen y saben a frutitas, pero tienen más concentración de alcohol que el vodka? Porque quiero algo así-le dijo al final al sintético, decidiendo que hoy sólo quería matar la conciencia y no las papilas gustativas-.

Se acodó en la barra, echando un vistazo nervioso a las otras mesas donde estaban los mineros. En cuanto les sirvieran, esperaba que los otros no pusieran inconveniente en ponerse en algunas de las mesas más apartadas del local, donde no llamaran mucho la atención. Aunque esperaba que el abrevadero local se considerara zona neutral.

-¿Entonces Gorefinder ya estaba comportándose de forma rara desde el día anterior? ¿Qué hay de los otros? Imagino que no estaría pendiente en su momento, pero los vió algo antes del ataque. ¿Recuerda si le parecieron más distraídos o ausentes de lo normal?

—Quizás si pudiéramos saber que hizo el día antes, todo lo que hizo, en algún momento encontremos algo que hicieran antes el resto de culpables.

—Lo que dice la doctora puede hacernos imaginar que el trastorno no es inmediato, sino que tiene un periodo sintomático que podríamos rastrear.

Joder, el mismo sabía que eso sería imposible si llegaban tarde a todos los sucesos.

Taylor se levantó de la mesa y empezó a merodear por el lugar, en algún momento se acercó la barra

—Ey amigo, ¿viste por aquí anoche a Gorefinder, Leon, ya sabes el médico militar ¿, se debió coger una buena porque no lo encuentro hoy pro ningún sitio. ¿le viste ayer? —Esta gente no debía saber aún en el lio que se había metido Leon. Ni que ya estaba detenido a estas alturas.

Instintivamente Taylor no dejaba de mirar a su alrededor, esta vez en busca de un movimiento arrastrado, torpe, alguien demasiado distraído, como ido, alguien solo, ensimismado, paralizado, absorto o ausente. Alguien fuera de lugar en aquel antro.

Trevor se encontraba ensimismado en sus reflexiones. Odiaba que estuviera pasando algo que se le escapara completamente. Le daba la sensación de que se estaban riendo de ellos, de que el verdadero asesino, porque estaba claro que los autores materiales eran simples instrumentos, se estaba matando de la risa en su oscuro rincón, viendo como todos corrían como ratones de aquí para allá. Estaban disparando a ciegas para ver si le daban a algo. Necesitaban algo concreto, un hilo de donde tirar, y los que tenían terminaban en la nada, o eso parecía.

Escuchó las preguntas de sus compañeros y estuvo atento a las respuestas, pero se sumió en su vaso de cerveza en silencio mientras lo hacía.

- Por supuesto, señorita, tenemos burbujas amodorrantes con sabor a frutas del bosque, manzana verde o limón. Deje la mezcla en mis manos.- Le contestó el sintético a Marion ante su petición, dándole a entender que sabía perfectamente de a qué se refería, y dando buena muestra de que no, que el bar no estaba corto de recursos. 

Lucas, que así se llamaba el camarero, según la tarjeta personal que lucía en su mandil, parecía un modelo más preparado para establecer conversaciones y ejercer de anfitrión que el deficiente Yoric, permitiéndose hasta algunos giros similares a un sentido del humor, simulado o no, al guiñarle un ojo a la científica mientras sus diestros dedos echaban mano de tres botellas y su coctelera para comenzar a elaborar un espumoso bebedizo que atendiese a su petición lo más fielmente posible. Estaba claro que el D'Place era un local de descanso para todo el mundo y el tener a un sintético sin un toque de carisma posiblemente podría acarrear problemas de todo tipo.

La doctora se había pillado su propio matarratas, siguiendo a Marion hacia una mesa más discreta, comprendiendo ella misma que la recién llegada debía de estar tratando de pasar lo más desapercibida posible ante la tensión flotante en el garito, entre mineros dormitando y otros elucubrando cómo proceder el día siguiente.

- Eso mismo me he preguntado yo tras descubrir hoy la implicación de Gorefinder en el homicidio. Lo cierto es que  Wren e Ivonne me habían citado para comer porque me querían comunicar algo. Fue ella la que la noche anterior no se pudo contener y me visitó para decirme que, tras muy malos momentos, habían decidido poner día y hora para firmar los papeles que los convertirían oficialmente en un matrimonio.- La doctora hizo una pausa para beber un buen sorbo de su bebida antes de continuar. - Ella estaba muy emocinada, le amaba... Se amaban, pero esta colonia no es un buen decorado para el romance, ahora mucho menos, como puede comprobar... Así que, no. Llevaba tiempo sin verlos y mi amiga estaba perfectamente normal y lúcida la penúltima vez que nos vimos. Le he comentado esto a Jessup por si pudiese ser de importancia en la investigación pero he preferido no propagarlo en vista de cómo ha estallado todo esto. Han visto a Wren en el calabozo, ¿No? No me digan que ese hombre se merece un linchamiento popular, aún imaginando que tal vez es algo con lo que sueñe por las noches en ese estrecho rincón.

- Oh, el bueno de Leon estuvo por aquí ayer a última hora, peor he de confesarle que el doctor no es amigo del alcohol. La verdad es que se tomó tres infusiones de té negro con clavo y limón mientras me daba palique desde ese mismo punto de la barra en el que ahora se apoya, amigo.- Contestó el camarero a Taylor cuando este preguntó por el homicida. La doctora no llegó a comentar nada sobre las elucubraciones del marine, puede que compartiese sus sospechas, pero por ahora no habían podido comprobar ese posible estado latente en aquellos que habían cometido los crímenes.

Una pareja de mineros, que se sentaban en una mesa próxima a la barra se levantaron, con sus cervezas en las manos, y flanquearon a Taylor mientras Lucas terminaba de explicarse. 

- ¿Y tú quién eres, chica nueva? No te conocemos tanto como para que andes por aquí, revoloteando tan alegremente, hablando sobre nuestro buen amigo Gorefinder sin que nos llegue algo del tufillo corporativo que te gastas tú y tus amigos ¿No?- El tipo, que hablaba, de unos treinta años, pelo largo y grasiento y tez teñida de grisalla miraba con dos pozos blancos coronados por pequeñas pupilas negras a Taylor.

Por ahora parecían haber dejado a Trevor y Marion de lado.

Trevor no se andaba con rodeos. Desenfundó su revolver y lo puso en la sien del tipo de pelo largo. Por fin algo a lo que enfrentarse que no fueran humo y espejos.

- Amigo, te has confundido, los que hacemos las preguntas somos nosotros. Más te vale que te alejes dos pasos muy lentamente y levantes las manos como no quieras terminar encerrado o con un poco de plomo dentro del cráneo.

Miró a Lucas.

- Lucas, necesito que busques en la basura y me consigas ese té del que tomó el doctor.

Claro y conciso, parece que el ingeniero también sabía apretar un par de tuercas, una mueca complacida se dibujó en el rostro del marine, que dejaba una mano sobre la culata de su propia arma y mantenía impasible la mirada de sus interlocutores.

—Ya veis que yo también tengo amigos, y ahora, vamos a tener unas palabras sobre el vuestro, Gorefinder, puede ser aquí, en una mesa con un par de la mierda que estéis bebiendo, o puede ser de rodillas en el callejón de atrás, sin testigos… y no, no hay una tercera opción.

En un lugar como aquel, Marion no iba a relajarse del todo, aunque desde luego, la bebida ayudaba. No esperaba tanto de un sitio como aquel, pero suponía que la corporación consideraba el alcohol una forma barata de mantener contentos a sus empleados. Desde luego, aquel sintético sabía lo que hacía.

-Entonces, los dos primeros eran matrimonios con problemas. ¿Que hay de Gorefinder y la profesora? Encontré una carta de amor en la escuela. ¿Había algo entre ellos?¿O lo hubo?-Preguntó Marion a McCall, mientras esperaba por los demás.

Y entonces se dio cuenta de los mineros que se acercaban a Steadman. Contuvo el aliento, sin saber qué hacer. ¿Quizás podía acercarse sin que se dieran cuenta y golpearlos con la copa?¿Serviría de algo o sólo complicaría las cosas?¿o era mejor acercarse e intentar ser diplomáticos para ver si podían aplacarlos?

Aún estaba paralizada por la indecisión cuando vio al ingeniero sacar la pistola, con el marine apoyándole. Suspiró ligeramente con alivio, pero no significaba que todo estuviera arreglado. Esperó con impaciencia la respuesta de los mineros. Esperaba que no estuvieran tan cegados por el alcohol que ignoraran que de aquella pelea no iban a sacar nada bueno.

- Van, Prescott, ¿Qué les he dicho sobre trer los conflictos de sus galerías y madrigueras a mi amado local? Este es un sitio con clase, no su reducto de comunistillas  problemáticos, JA JA JA JA JA.- Si aquello era el resultado de una rutina humorística programada o aprendida por el sintético, era ciertamente admirable.

Aun así, a pesar de que tal vez el camarero tuviese alguna oportunidad para lidiar con aquellos mineros echando mano de su labia, o amenazándolos con no darles más alcohol en su garito, estaba claro que el revolver de Trevor era más diligente a la hora de atraer la atención de aquellos fulanos sucios e hiposos con ganas de un poco de camorra, ya que no habían apartado la mirada de aquel cañón para reírle la gracia. - Creíamos que eras de los nuestros, Lucas.- Dijo el tipo que llevaba la voz cantante al camarero. - ¿Se puede estar más oprimido que un puto sintético? No tienes sangre, no como la de tus paisanos, los de más allá del hombro de Orion.

El tipo levantó las manos, imitado por su otro compañero mientras se daban cuenta de que en aquel momento estaban a un paso de convertirse en los hazmerreír de la hora feliz de D'Place. - Tranquilos, amigos, si al final trabajamos todos para el mismo amo, peor a nostros nos... ics... Gusta morder un poco su mano, por ver cómo sabe ser un puto rico que caa oro... ics... ¿Que no?

Tras las palabras de Taylor miraron la mesa a la que hacía mención y no tuvieron problema en bajar las manos y encaminarse hacia ella. - Tal vez... ics... Un lingotazo ayude a engrasar la maquinaria, ¿Gorefinder, ha dicho? Es un perro obediente ¿Como vosotros?

- Oh, diablos, ¿Tiene esa nota a mano? Tal vez pueda decirle si es de Gorefinder, al tipo le da por pasar sus partes de baja escritos a mano ¿Se lo imagina? Todo un romántico, pero lo sea o no lo sea, poca opción tendría con la buena de Upton. Creo que usted o yo tendríamos más posibilidades de atraer su interés, si sabe lo que quiero decir. También creo que la pobre estaba en un armario increiblemente profundo y oscuro.- Comentó la doctora, antes de dar otro sorbo con el que terminó su bebida, levantando su copa para pedir otra copa a Lucas tras la rendición de aquellos borrachines encorvados. - Oh, veo que su amigo es de gatillo fácil, eso puede funcionar en muchas situaciones, pero aquí Lucas es un mediador sin paragón. Nada como tener la llave de la bodega y unos reflejos equiparables a los de un marine espacial para mantener a los liantes locales a raya.

- No sé si realmente necesita esto amigo, pero aquí tiene una caja de nuestro mejor té sin abrir, pero me temo que la basura de ayer ya está más que incinerada. No queremos tener cucarachas en un local de nuestra calidad, normativas hosteleras de la Pure a un lado.- Comentó Lucas, ofreciendo una caja rectangular negra de bolsitas de té, con su nombre escrito, en caracteres extranjeros, y con una pegatina en su plástico indicando en inglés sus componentes, al ser un artículo de importación. 

La cosa se tranquilizaba, parecía. Marion le dió un sorbo a la burbuja en su recipiente, ahora que ya parecía que no tenía que tirársela a nadie a la cabeza, y la posó en la mesa para poder hurgar en su mochila.

Una vez que lo encontró, le pasó a McCall el papel que había encontrado en la mesa de Upton.

-Eche un vistazo con tranquilidad. Aún no sé si se lo escribieron a ella o era algo que ella escribió, en realidad. Mientras, voy a hacer unas preguntas al camarero.

Cerró la mochila y recogió su copa de la mesa, y se acercó de nuevo a la barra. Se terminó lo que le quedaba de bebida y puso la copa en la barra.

-Es estupendo. Probemos ahora el de manzana verde. Hablando de la gente que necesitaba olvidarse de algo. Ulyses Norton. Estuba aquí con una acompañante con frecuencia. ¿Con quién?

Taylor relajó el tono, ahora tocaba hacer un poco de poli bueno.

—De momento estamos todos en el mismo maldito barco, así que no hay motivos para enfadarse, ¿verdad? No se lo tome a mal, pero nosotros tampoco estamos encantados de pasar aquí mucho tiempo, si podemos resolver este pequeño contratiempo cuanto antes, mejor para todos, nosotros nos largamos y ustedes siguen aquí con su presión a la compañía, sin que nadie tenga que temerse ser el próximo en aparecer muerto, ¿porque nadie quiere ser el siguiente que aparecer asesinado como un perro, ¿verdad?

—Y bien, volviendo a nuestro asunto, ustedes conocían a Gorefinder, solo tengo una pregunta, es sencilla, pero quiero que piensen bien su respuesta, ¿Cuándo le vieron por última vez, y, sobre todo, como le vieron, les pareció normal, el mismo de siempre, o hubo algo que les llamara la atención? No se preocupen si parece absurdo lo que tenga que decir, puede que a nosotros nos sirva, cualquier cosa que les llamara la atención puede ser lo que buscamos, que me dicen….

Taylor hizo un gesto al camarero para que les sirviera a todos una ronda, con a la esperanza de que es o reafirmara su actitud conciliadora.

Trevor guardó su arma, aunque la tenía a mano por las dudas, y dejó que fuera Taylor el que guiase la conversación. Estaría atento a la respuesta, pero su mente volaba hacia la casualidad de las infusiones en las que coincidían dos de los implicados. Se preguntaba si no seguiría sumando coincidencias cuando continuara indagando.

Lucas sonrió lo mejor que pudo con las limitaciones que su rostro plástico le permitía a Marion cuando esta le alagó el trago y le pidió un nuevo bebedizo. Se agenció un par de botellas, un tarro y un poco de hielo recién picado y comenzó a hacer su magia agitando la coctelera plateada.

- Oh... Se a qué se refiere, por completo, o más bien a quién se refiere.- Seguía comentando, mientras vaciaba el útil en una copa de tallo corto cuyo cáliz era un gran cono invertido.

- Delia. Delia Shire. Trabaja aquí, junto con otra chica y un varón, en un servicio de acompañantes ofrecido por la corporación. La vida en la colonia puede ser muyyyyyy solitaria. Pero no se engañe, el señor Norton no se podía pavonear por aquí, alegremente con esta acompañante. Se reunían en alguna otra parte. Esto no deja de ser como un pueblo pequeño lleno de chismosos, ya sabe. Y los triángulos amorosos los carga el diablo, como solía decir mi abuela.

Lucas guiñó un ojo a su clienta mientras depositaba ante ella la nueva bebida, de un verde lechoso, en una copa de borde cubierto por azúcar y cítricos teñidos de rosa. Costaría saber por cuál de la serie de verdades que acababa de soltar le había guiñado el ojo. Si era por aquella referencia a aquella inexistente abuela, la cosa se volvía un poco menos retorcida y personal, tal vez...

- Oh, peor vosotros seguís siendo uno buenos perretes a los que os mantendrán vuestra paga mensual con que solo mováis el rabo al ritmo que ellos pidan ¿Que no?- Espetó a Taylor y Trevor el minero que había parecido más pasivo durante el careo entre los hombres, pero su amigo levantó la mano y le chistó, haciéndole callar como a otro perrete obediente. Costaba saber si aceptaba sugerencias rítmicas a la hora de mover el ratmo con ritmo.

- Deja hablar a los mayores, tío. Y no, claro que no queremos morir, claro que por ahora parece que esos prontos homicidas todavía no han visitado nuestros barracones, oh, simples mineros.- Sonrió el primer bocazas. - Pero vosotros acabais de llegar, y aquí todos somos amigos... Más o menos.- Se refería claramente a la separación entre los mineros amotinados y aquellos que preferían seguir haciéndole la croqueta a la corporación.

Un paisano que dormitaba en la mesa de al lado pareció despertarse de golpe ante la pregunta de Taylor, tratando de juntar el suficiente aire en sus pulmones para soltar un etílico... - Yo... ics... Yo lo vi esta mañana. El tipo estaba dormido, casi me rebana el puto dedo.- Dijo aquello levantando una mano para señalar un dedo que se doblaba y estiraba... junto al muñón de un dedo perdido. - Oh, coño, no, este lo perdí hace años, este otro dedo. Gore no veía tres en un burro y me citó para mañana para una revisión de no sé qué posible prótesis para Pedro, el muñoncito. Para no beber se comportaba como si cargase con la santísima resaca del siglo, o al menos el nivel de encefalograma plano que la acompaña.

Lucas comenzó a sacar latas de cerveza de una de las neveras bajo la barra para llevarlas a la mesa donde los mineros, Trevor y Taylor hablaban.

- Delia dejó de trabajar tras enterarse de la muerte de Ulysses, pero si quiere hablar con ella, sigue viviendo en el segundo piso, puedo llamarla si lo considera necesario.- Le comentó a Marion mientras levantaba una plancha de madera recubierta de aluminio que cerraba la barra por un extremo para caminar hacia el otro foco de marujeos del local.