Partida Rol por web

La tiefling se vio de pronto en medio de una batalla, los semiorcos empezaron a rodearlos saliendo de sus escondites, sus compañeros pararon la primera embestida recibiendo algunas heridas. Vio como su hermano conjuraba protección mágica para sus ropas, no se separaría de él, y menos cuando había sido herido por una jabalina del enemigo.

- Maldición, espero que no contenga veneno.

Enarboló la espada y asestó un golpe contra la criatura que asediaba a su mellizo. Estaría atenta a lo que hacía Vakaipa por si tenía que emplear sus poderes de curación.

Nadie le agarro, nadie intervino y el centauro se abalanzo contra el enemigo, aun sin importar el difícil terreno, con sus manos movilizando el hacha de un lugar a otro, realizando círculos, para luego ejecutar un potente ataque.

Al ver que este se movilizaba, tratando de evitar enfrentarse con este, vio la oportunidad y realizo un mandoble contra uno de sus costados, esperando poder asestarle. 

Ilvor aprovechó que uno de los semiorcos pasó por su lado para darle un tajo tan fuerte que cuando llegó a donde estaban sus compañeros estaba casi muerto, momento que aprovechó Vakazara para rematarlo.

Ilvor se enfrentó a otro de los semiorcos que tenía cerca, decapitándolo de un simple hachazo

Leo aprovecha que todavía no había sido descubierto y da la vuelta al campamento para vigilar a la figura que estaba dentro y no dejarla escapar. Nadie le ha hecho caso, para variar, y han atacado de frente y gritando. ¿Estará en compañía de unos dementes? ¿O quizás de esos guerreros que cuentan las leyendas que entran en un frenesí loco y lo ven todo de color rojo?

Leo se desplaza con el arco en mano por el lado contrario para, a toda velocidad, dar ese rodeo que le permita un buen ángulo de disparo si alguien sale por el otro lado del campamento, intentando huir o dar la alarma.

Mierda... Antes de que pudiera decir la estrategia a seguir, el caballito se había lanzado a atacar, provocando que todo el grupo le siguiera. Sólo Vakaipa le preguntó indicaciones sobre lo que hacer.

 -Si se te da mejor el cuerpo a cuerpo, cubre a los que atacan a distancia. Si no, échate hacia atrás y pega con arcos o magia a lo que tengas.

No estaban superados en número porque los de la fortaleza no habían acudido a pelear con ellos. Así que lo primero era librarse de los más cercanos reagruparse y ocuparse de los demás. Ahora, ¿cómo hacer eso bien? A saber... Lo importante era protegerse entre ellos para evitar que hubiera heridos. Que hablando de heridos... Una de esas endemoniadas lanzas había herido a su adorada Ashara. No era una herida mortal, pero bastó para que el bufón sacara su propia lanza y saliera corriendo hacia el semiorco más cercano para golpearle con rapidez. Un golpe con el arma combinado con una patada. La patada no hizo demasiado efecto, pero la lanza sí que mordió la carne, haciendo que la sangre de aquella criatura brotara con rapidez. Lamentarían el día en el que se atrevieron a enfrentarse a él y sus aliados.

 -Si tienes tu arco, quédate atrás Cuchi-Cuchi. Me vendrá bien que una bella drow me cubra mientras mato.

Leo comienza a andar por los árboles, en su intento de ir desapercibido pisa algunas ramas, pero parece que el sonido de la batalla amortigua sus pasos y nadie se ha fijado en él.

Giacomo con su lanza en mano va a atacar a uno de los semiorcos que han atacado a Ashara hiriendolo, ve como dos flechas vuelan sin dar en su objetivo, al mirar la procedencia se da cuenta que es de Ashara, que no ha tenido el pulso firme seguramente debido a sus heridas.

Una mujer sale de entre las ruinas, es una orca, comienza a gritar

-¡Mis niños! ¡Mis pobres niños! ¡Asesinos! -grita 

Comienza a susurrar unas palabras y una lanza se materializa al lado de Vakaipa, la mujer, en cambio con una lanza en su mano va hacia Ilvor, que vuelve a recibir un golpe, aunque apenas es un pequeño arañazo.

Uno de los semiogros se acerca a Maechen cuando ve que ésta ha dejado gravemente a su hermano y con el hacha le propicia un buen tajo, aunque parece que la joven lleva bien el dolor. La comandante de la guardia contraataca acabando con ese enemigo.

Giacomo enfrascado en la lucha como estaba no ve como uno de los semiorcos se le acerca por la espalda y lo golpea haciendo que pierda la consciencia.

Maechen ataca a la mujer orca hiriendola, mientras ve como el cocodrilo ataca a Ilvor apresándolo con sus fuertes mandíbulas y comienza a llevarselo del lugar*

El centauro se vio capturado por la bestia, mas a pesar de ser arrastrado lejos de sus compañeros, este realiza un intento de que le suelte, propinándole un fuerte hachazo con toda su furia.

-Como tienes la cachaza de alejarme de los malditos orcos!- gritaba con la ira en su sangre.

Al caer el semiorco que había atacado a su hermano, Vakazara fue consciente de la fea herida que le habían hecho. Sin pensarlo imploró a la diosa su curación.- Señora que todo lo ve, luz de las almas en la oscuridad, protege esta vida que pongo en tus manos, concédeme el poder de sanar las heridas y llevar tu paz a nuestros corazones.

El corte se cerró por completo al ser iluminado por la luz de Selûne.- Creo que estamos listos para seguir.- Le dijo con un guiño.

Giacomo sonrió al sentir cómo la hoja de su lanza hería al semiorco que tenía delante. Pronto no sería más que carne muerta y entonces podría ir a por el siguiente. Así hasta acabar con todos ellos. Y que se arrepintieran en el infierno de haberles desafiado. Que sí, que era cierto que ellos habían iniciado hostilidades, pero eso ya no importaba. Lo que importaba era la lucha y la muerte.

Un grito le distrajo. Al parecer una mujer orca empezó a lamentarse por "sus niños". ¿Ese pequeño ejército de semiorcos eran su prole? La mujer debía aburrirse mucho para haber tenido tanto retoño... Pero ese pensamiento pronto se vio interrumpido por un agudo dolor en la nuca. El grito de la mujer le había distraído lo bastante como para no darse cuenta de que uno de los semiorcos se le acercaba por detrás, golpeándole con tanta fuerza que le hizo caer al suelo automáticamente. Su visión se tornó borrósa y luego... Oscuridad. Y mientras su consciencia se desvanecía, en lo único en lo que podía pensar era en que su adorada Cuchi-Cuchi iba a enfadarse terriblemente con él por ser tan idiota.

Ashara disparó su arco contra el que había dejado inconsciente a Giacomo, pero el miedo a perderlo hizo que en el último momento le temblase el pulso y solo rozase a uno de los semiorcos.

Leo dispara una flecha hacia la mujer orca, aunque parece no hacerle mucho daño. Por su parte, Vakazara que no soportaba ver tan mal a su hermano comienza a curarlo hasta que se cierran todas sus heridas.

Uno de los semiorcos hiere a Maechen que aguanta sin dar señales de dolor, Ashara interpone su arco cuando ve que uno de los semiorcos va a golpearla con su hacha, evitando así sufrir daño. Otro dos semiorcos se dirigen hacia Vakaipa decididos a acabar con él, pero la magia protectora que rodea al mago impide que sus hachas le toquen.

Sin la protección de Giacomo, Ashara no pudo hacer nada para evitar que uno de los semiorcos la hiriese con un fuerte hachazo que la dejó a las puertas de la muerte.

Ilvor por su parte, enfadado porque el cocodrilo lo había desplazado lejos de la batalla principal le da con su hacha un fuerte golpe que casi lo parte en dos, el cocodrilo furioso se prepara para volver a morderle

Ilvor no pensaba, solo reaccionaba, pero algo en sus adentros le decía que mas allá de su furia, sus compañeros estaban sufriendo enormemente, por lo que con un rabillo del ojo pudo percibir la precaria situación de sus compañeros, donde algunos estaban luchando con la muerte.

Este escenario provoco que su ira fuera mas allá de si y le llevo a atacar sin cuidado a la bestia que le impedía seguir matando orcos.

Vakaipa miró preocupado a su hermana, aquella pelea no estaba yendo nada bien y había demasiado orco al que achicharrar.

Un chisporroteo de magia surgió de la punta de sus dedos pero el orco se apartó antes de que saltasen los arcos eléctricos de su hechizo, ahora sí que tenían un problema.

- ¿Sabes? Creo que este mundo es hermoso,- le confesó tras haber medido en un instante sus posibilidades y tomado una decisión al respecto-, así que no te prives de vivirlo pase lo que pase.

Le guiñó el ojo sonriente, aquella despedida que pudiera no ser sólo un 'hasta luego' sino un 'adiós' y que el la Ciudad de Dis era costumbre pues nunca sabía si ella iba a volver del frente o a él le podía pasar algo en el ejercicio de su trabajo; tras esto un paso de lado hacia la izquierda y, con las manos listas para conjurar de nuevo, probó a echarse hacia atrás.

Pasando al lado de su hermano, respondió a su temprana despedida blandiendo su espada en una danza contra el orco que tenía a su costado.

- Aún nos quedan cosas por vivir, y un dragón por ver.- Le dijo mientras tratata de bloquear los ataques. Sabía que le quedaban unos cuantos trucos sobre la manga, y uno de ellos era una de las bendiciones que le había conferido hacía tiempo la diosa.

Preparó la plegaria en silencio, dispuesta a provocar una onda de sonido mortal que no esperaba su enemigo.