Partida Rol por web

La guerrera aceptó el ramo, pero tras olerlo un poco, se lo devolvió al bardo.

 -Es un gesto muy gentil, maese Lideon, pero ahora necesito ambas manos libres por si necesito usar mi espada. Guardad el ramo hasta que regresemos al alcázar.

Sin dejar de vigilar los alrededores, Magd acompañó al resto del grupo al interior de la arboleda. El follaje les protegía en parte de la incesante lluvia, haciendo que la estancia en el exterior fuera más llevadera.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que alguien le dio la voz de alarma.

 -¿Qué pasa maese Lideon?

Sin embargo poca explicación necesitó la guerrera al ver aquel arma partida en dos con tanta sangre alrededor.

 -Detrás de mí. Los que tengan armas a distancia, que las preparen. La lluvia no ha lavado la sangre aún, por lo que podemos estar cerca de enemigos. Estad atentos.

Dicho esto, Magd examinó el lugar con atención, intentando descubrir rastros dejados por los perpetradores de aquel ataque, pero sin éxito, por lo que no le quedó más remedio que avanzar con cuidado a ver qué encontraba más adelante.

Había aceptado el ramo, obsequio del gatoso bardo pero fue ver la lanza partida ensangrentada y sin ser consciente lo dejé caer a los pies.

- Parece que nos acercamos a los problemas.- Musité buscando por la zona en señal de alerta y en posición de guardia.

No le discutiría a Magd y siempre unos pasos por detrás, caminé junto a la avanzadilla siguiendo el rastro de la sangre fresca, preparando mentalmente un sortilegio a distancia.

A momento de entrar en la arboleda y ver las señales de un enfrentamiento Kvothe se descolgó el escudo de la espalda, lo ajusto en su brazo, y tomo la maza preparado para lo que pudiera suceder - Magd tiene razón, quien sea que esté herido no puede estar muy lejos - digo mientras me acerco con cuidado a recoger la hierba medicinal que el grupo podría necesitar, y observó la lanza para ver si arroja más pistas sobre su dueño, pero sin mucho éxito

Sabía que la Guerrera tenía razón y que habría que seguir el rastro si querían tener más respuestas, por lo que la miro y asintió dandole a entender que estaba de acuerdo con seguir

Seguís el rastro y no tardáis en daros cuenta de que algo no va bien. Las pequeñas manchas de sangre se van haciendo mayores conforme avanzáis. Encontráis jirones de lo que parece ser una primitiva armadura de piel, después aparece una extremidad escamosa y verde, que ha sido arrancada de cuajo de su cuerpo original. 

Justo delante de vosotros dais con el origen de tal masacre. Un grupo de cuatro criaturas pequeñas, de orejas puntiagudas, narices chatas, dientes afilados y ojos maliciosos se están dando un festín con lo que parece ser el cadáver de un hombre-lagarto (a juzgar por lo poco que queda de él). Los goblins se percatan de vuestra presencia y dejan de lado su presa para hincar el diente a unas presas más grandes...

El bardo, habia sido cauto y cuando ve la la criaturas saca sus dos armas y ataca a una de ellas, dandoles dos ataques ..., me lanzo hacia el con la esperanza de que muera con mi ataque completo ...

- Morir sucias criaturas ...

Luego de seguir el rastro y encontrar el brazo amputado se hace evidente de que más adelante podrían haber problemas, por lo que Kvothe agudiza los sentidos en busca del posible enemigo, que no tarda en aparecer más adelante. Un grupo de 4 Goblins son los causantes de la masacre que sufrió lo que parece ser un hombre lagarto, y al detectar al grupo se lanzan al ataque.

Pero el Druida estaba preparado, ya tenía el escudo y su maza en las manos, y el descubrir a las viles criaturas en medio de su "bocado" parece que los toma por sorpresa, por lo que no desaprovecharía la oportunidad de tomar la iniciativa en el combate - !Aprovechad que los cogemos por sorpresa! - le grita a su compañeros al momento que lanza su ataque

Con un gruñido de desafío, se acerca al Goblin más cercano y descarga un poderoso golpe de su maza, que impacta de lleno a la criatura que lanza un chillido de dolor al recibir el golpe 

Lejos de dar con el herido que dejaba rastro dimos con cuatro bestiolas pequeñas que se lo estaban comiendo. No se quien me daba más repelús, si el cadáver del hombre reptil o esos pequeños goblins.

No me iba a quedar quieta esperando que se acercaran. Mis compañeros se prepararon y yo hice lo mismo. Saqué la varita y armé el sortilegio de fuego que escondía dispuesta a quemar con su rayo a uno de los que quedaban libres de las atenciones de mis compañeros.

- ¡El de la antorcha es mío.!- Grité desde atrás.

Nada más ver aparecer al grupo de goblins, la guerrera desenvainó su enorme mandoble para luego lanzarse a por ellos. Sólo con ver cómo devoraban aquel cadáver, sin ni siquiera pararse a mirar de qué especie era, fue suficiente para Magd para saltar a proteger el grupo. Era atacar o ser atacado, con los goblins uno no podía quedarse a medias tintas.

 -¡Sucias criaturas! ¡Venid a morir!

El poderoso ataque de la guerrera impactó en el primer goblin que fue lo bastante desgraciado por cruzarse en su camino, golpeándole con fuerza en su esmirrado torso y provocándole un buen corte en su verdosa carne.

 -¡Por el Vado de la Daga y la Baronía de Cromm!

Pese a que los goblins os vieron venir, vosotros fuisteis más rápidos que ellos. Kvothe y Lideon se adelantaron a la guerrera y atacaron a la misma vil criatura. El mazazo del druida en toda la cabeza dejó al goblin aturdido, y su felino compañero le lanzó dos tajos fulminantes que atravesaron su armadura de cuero y rajaron al goblin. Antes de caer al suelo desplomado ya había muerto.

Magd llegó unos instantes después que sus dos compañeros mientras el resto de goblins aún estaban desenvainando sus armas y lanzando improperios en su idioma con sus voces chillonas. La guerrera blandió su mandoble y rajó buena parte del torso de otra de las criaturas, pero ésta permaneció en pié después del impacto, mirando con asombro cómo un río de sangre salía de la herida.

Kareen por su parte se quedó lejos de la acción cuerpo a cuerpo. Desenfundó su varita y lanzó un proyectil de fuego a otra de las criaturas. El impacto chamuscó su carne y le arrancó un grito de dolor.

Las viles criaturas iniciaron entonces la contraofensiva, pero con torpes resultados. El goblin al que había atacado Magd estaba demasiado débil como para agarrar con firmeza su espada, lo que le permitió a la guerrera ver la trayectoria que trazaba su enemigo para apartarse sin mayor dificultad. Otro de los enemigos se centró en el druida y lanzó una estocada que Kvothe logró parar con su escudo. El último si que tuvo más suerte y logró golpear a Lideon. El filo de su espada corta y oxidada abrió una herida leve en su brazo.

Siento como la vida de la inmunda criatura acaba entre mis manos ... notando como su salida y desagradable sangre emana de sus heridas ... pero por culpa de mi observacion de la belleza de la muerte ... otra de esas sucias criaturas me ataca, rajando un poco mi camisa ....

Me miro la herida, leve, pero habia rajado mi ropa - MALDITA CRIATURA FUE UN REGALO POR AYUDAR A UNA DULCE DAMA .... ME LA VAS A PAGAR , ESTUPIDA CRIATURA ... -

Mi ira guio certeramente mi mano diestra , sin embargo no pude clavar bien el segundo de mis espadas ..., haciendole un corte considerable, pero nada mortal ..., emanando sangre de ella tambien ...

Saru decidió "acatar" las ordenes de la Baronesa y salió al exterior para vigilar desde el muro del alcázar. Acabó asentado en el muro occidental, el que daba a un acantilado y desde el cual se veía la enorme ciénaga que se extendía varios kilómetros hasta llegar al mar.

Desde allí pudo ver cómo los hombres de Sir Isteval arrastraban los cadáveres de los hombres lagarto hasta el filo del acantilado. Por suerte estaba lo suficientemente alejado como para que no tuviera que presenciar detalladamente cómo decapitaban los cadáveres antes de arrojarlos por el precipicio.

Saru tuvo un par de visitas, que le despertaban de su cabezada, a las que lograba evitar con un "Todo en orden, nada extraño por aquí". Aunque una de esas visitas no fue un hombre de la Baronesa, sino una de las milicianas que había viajado con ellos desde Vado de la Daga. - ¿Ha logrado usted escapar del trabajo sucio o es que se le dan bien las tareas de vigilancia? - comenta la mujer, con el pelo mojado pegado a la cara y con una sonrisa.

El rápido y coordinado ataque del bardo posterior al mazazo del druida ya había eliminado a uno de los enemigos y había otro que a duras penas vivía luego de que la guerrera casi lo partiera a la mitad con su enorme espadón, mientras Kareen los cubría con proyectiles mágicos a distancia.

Ahora se veía enfrascado en combate a corta distancia con el Goblin chamuscado por el ataque de la hechicera, que lanzó una estocada predecible que el Druida bloqueó con habilidad. El olor a carne y pelos chamuscados que despedía el Goblin era repelente, por lo que Kvothe intentó despacharlo con rapidez, trazando un arco con la maza que dejó caer con violencia sobre la chillona criatura, sintiendo como el golpe aplastaba hueso y carne por igual

 -¡Cuidado maese Lideon!

Se había distraído un momento y había permitido que uno de sus compañeros fuera herido. Eso era un error imperdonable en cualquier soldado digno de ese nombre. Sintiendo cómo la ira empezaba a fluir por su cuerpo, la guerrera lanzó otro ataque al goblin al que ya había herido para despedazarle con el enorme filo de su arma.

La sangre y las vísceras salpicaron por todas partes, pero a Magd no le importó. Ya se preocuparía por esas tonterías cuando todos los goblins murieran y sus compañeros estuvieran a salvo.

Una vez más, los ojos de Saru estaban cerrados en un somnoliento sueño reparador, tenía los pies estirados y descansaba los brazos detrás de la cabeza. Pese al buen oído que le caracterizaba, no había oído llegar al nuevo visitante. Cuando la mujer habló, el pequeño mediano se sobresaltó, estando apunto de caerse hacia un lado. –Eh, oh... Todo en orden, nada ex...– Parpadeó varias veces y bostezó tratando de disimularlo antes de fijarse en su interlocutora. 

La recordaba de haberla visto viajando junto el grupo que había partido de Vado de la Daga. Saru se enderezó y intentó hacerse más grande hinchando el pecho. –Por nada del mundo evitaría el combate mi señora. Pero la Baronesa insistió con efusividad en que ayudara a sus pobres hombres aquí arriba, ya sabe, los medianos sabemos apreciar detalles imperceptibles... –El comerciante miró sutilmente de arriba a abajo a la miliciana.

–Mi nombre es Logrim, Saru Logrim. Un placer mi señora.– Aunque era consciente de que probablemente se llevara un puñetazo, inició el movimiento para coger la mano de Maechen y besar el dorso.

Kvothe, Lideon y Magd vuelven a golpear a los goblins enemigos con sus armas. El druida golpea con fuerza el pecho del goblin que tiene enfrente, dejándolo sin aire por un momento, pero éste no cae derribado todavía y le da tiempo a agitar rápidamente su espada corta y abrir una herida en el muslo del dracónido.

Lideon por su parte vuelve a atacar con sus dos armas, aunque esta vez tan solo logra acertar con una de ellas, desestabilizando a su rival de forma que cuando éste quiso contraatacar, su arma oxidada pasó rozando los bigotes del felino.

Magd volvió a alzar su espadón y cuando lo descargó sobre el goblin que había herido previamente, partió a la vil criatura por la mitad como si de una hoja de papel se tratase.

- Soy Maechen, encantada de conocerle señor Saru - la mujer se persenta con cierta educación y, aunque se la ve incómoda cuando Saru le coge la mano y le da un beso, no la aparta ni reacciona de forma violenta. Aunque cuando Saru le suelta la mano, ella se la lleva a la empuñadura de su hacha que lleva colgada en la cintura. Es ahí cuando Saru se fija en que ésta tiene el filo ensangrentado. - Entonces ha tenido usted suerte, Saru. A mi me ha tocado ir con el grupo principal para decapitar y tirar barranco abajo los cadáveres de los hombres lagarto. Menos mal que de empalar las cabezas se han encargado los demás. - La mujer desenvaina su hacha y la pone frente a Saru, para que vea de primera mano el filo. Acto seguido saca un trapo sucio de un bolsillo y empieza a limpiar el filo ensangrentado - Ha sido bastante desagradable, la verdad. El talento de una experta rastreadora tirado a la basura para cortar cuatro cabezas. Mi especialidad son las de tareas de vigilancia, por eso me han asignado aquí después de hacer el trabajo sucio. - Una vez limpia el hacha, Maechen se la vuelve a colgar y guarda el trapo de nuevo en su bolsillo - Aunque parece que está todo tranquilo.

El góblin estaba tocándome la moral ... ya no estaba dispuesto a aguantarle mas ... asi que de nuevo, tome mis armas y ataque nuevamente a esa lastimera criatura ... ya habia sufrido daño, pero deseaba acabar con ella de una vez por todas ...

En esta ocasion sentia como mis movimiento se coordinaban perfectamente y sentia como mis cuchillos empezaban a destrozar su carne y sus entrañas ...

El druida lanza un gruñido de dolor al recibir el corte en el muslo propinado por el goblin al que se estaba enfrentado, pero el corte pronto recibió su respuesta, proviniendo del golpe de maza que Kvothe propina al goblin que tiene en frente de sí. El silbido de la maza mientras trazaba el arco mortal dirigido a la cabeza de la criatura anticipaba su muerte, que llegó rápida con el sonido del cráneo del goblin rompiéndose, el cual cayó muerto con los globos oculares fuera de sus cuencas por el golpe recibido.

El dracónido mira a su alrededor preparado para ayudar a sus compañeros en el enfrentamiento que llevaban a cabo en caso de ser necesario

Entre sus ataques y los de sus compañeros estaban diezmando a los goblins, pero aquellas criaturas no se amilanaban. Contraatacaron con ferocidad, hiriendo al dracónido con un tajo en el muslo.

Al ver aquello, Magd gritó enfurecida y se abalanzó sobre aquella estúpida criatura. Un poderoso y rápido golpe de su mandoble redujeron al pobre goblin a una masa informe de pellejo, huesos y vísceras, dejando a la guerrera llena de salpicaduras de sangre.

Con la furia ardiéndole en los ojos, Magd miró al goblin que quedaba. O escapaba ahora o sufriría el mismo destino que sus compañeros.