Partida Rol por web

Louisse piensa unos sgundos y dic:

- Si, ...algo... para... cenar, ...pero ...no ...demasiado ...abundante, ...no ...como... demasiado

Seguidamente Louisse se dirige con paso tranquilo hacia la mesa de Mortimer

La niña coge la moneda con una sonrisa triunfal y se dirige a todo correr en busca de su madre la cual, tras terminar de hablar con , se dirige en estos instantes hacia la parte inferior de la sala común.

- De acuerdo. - responde Elisabeth antes de marchar a encargarse de que el recado se cumpla.

Al dirigirse a la mesa del monje, Louisse se cruza con la niña con la que el hombre había estado hablando. La niña va a la carrera en pos de la dueña del local.

Louisse se dirige tranquilamente hasta la mesa en la que se encuentra Mortimer. Esta no debe ser la parte más popular de la sala porque está relativamente vacía en comparación con el resto, lo que les da a ambos cierta intimidad.

Mortimer seguía con la mirada los correteos de la joven niña por la posada, al llegar la pequeña nigromante junto a la mesa, este no le dirigió mirada o gesto alguno. Toma asiento Louisse……¿un poco de vino? Dijo con tono pausado mientras alzaba su copa agitándola lentamente frente a sus ojos,  El vino es como la sangre…. Si lo conoces bien, no tiene secretos para ti… sabes ver a través de el….  

Louisse se acerca y toma asiento, para mientras Mortimer habla mirar la copa de vino y ecir:

- No...yo...no...bebo...vino

Seguidamente mira el resto de la taberna percatandose de que el resto de sus compañeros no esta por ahi y dice:

- Sabes...algo...de...los...demas?

Tras llevarse la copa a su nariz e inspirar con fuerza el aroma de su interior el joven clérigo dio un trago a esta. - No se donde se haya nadie - Dijo negando con la cabeza ligera y pausadamente.

La dueña de la posada viene a interrumpir la conversación de los dos oscuros personajes.
- Mi hija me ha dicho que deseáis una habitación. - dice dirigiéndose a Mórtimer - Me temo que no podré complacerle, no me queda ninguna libre. Una mujer acompañada de un niño cogieron las dos que quedaban hace ya un rato. - no es una disculpa ni hay servilismo en sus palabras, simplemente expone un hecho.

vaya... precisamente estabamos esperando a una joven acompañada por un niño... ¿os importaria decirme sus nombres?.  Dijo Mortimer con voz tranquila mientras alzaba sus ojos hacia los de Elisabeth

Louisse escucha lo que dice de la habitacion, seguramente serian sus otros dos compañeros, asi que solo quedaba esperar a que llegaran para acostarse, realmente estaba empezando a notar el cansancio. Pese a ser de una muy buena familia Louisse no tenia problemas en dormir en cualquier sitio y para ella hasta esa misma silla seria un buen sitio para dormir, aunque preferia esperar un poco para poder dormir en un lugar mas comodo

- La mujer se llama Adita o algo así y no recuerdo el nombre del niño. - responde la mujer - Si son vuestros compañeros podréis tomar posesión de vuestro aposento tan pronto como vuelvan. -

Dando, sin duda, el asunto por zanjado, Elisabeth se dispone a regresar a sus quehaceres.

Louisse se hecha hacia atras un poco cansada mientras comienza a cenar ientras espera a sus compañeros que espera no tarden demasiado en volver, sino se quedara dormida alli mismo

El tiempo pasa mientras Louisse picotea más que come del plato de verduras cocidas que le han servido. Al contrario que en el resto de la sala, el si pendió se instaura en torno a la mesa de los dos oscuros personajes.
La gente entra y sale de la taberna, pero finalmente el lugar empieza a vaciarse y el ruido disminuye ligeramente.

Como otras tantas veces la puerta se abre, pero esta vez el recién llegado si atrae la atención de Mortimer y Louisse, es Sora.

El pequeño Sora abre la puerta y, al dar un paso en el interior del lugar, le da la bienvenida el bullicio de la posada. Si bien el lugar está algo más tranquilo que por la mañana, aun es un sitio ruidoso y cargado. Los músicos tocan una tonada tranquila que invita a retirarse a casa. La posadera echa un vistazo fugaz al recién llegado e, identificándolo como un cliente conocido, sigue con sus quehaceres.

Sora echa un vistazo a su alrededor y ve que en una mesa situada en el lado opuesto de la posada, dominando la parte inferior de la sala común, están sentados Mortimer y Louisse. No parecen estar hablando entre ellos y, mientras que la nigromante parece estar comiendo algo con desgana, el monje da unos tragos a una jarra de vino. Ambos se han dado cuenta de su presencia.

Sus pasos volvían a ser mas cortos, sus movimientos volvian a ser infantiles y junto con ello su personalidad tambien. Acercandose a sus compañeros con las manos en la espalda comenzo a hacer preguntas esperando una respuesta que le satisfaciera.

-¿Donde esta Aditu? Vino... - estuvo apunto de decir con el, pero no hubiera estado bien descrito ya que era él mismo tambien,- vino conmigo a acompañarme a la Escuela de magia pero cuando he vuelto a salir no la he visto...y el lobo quejica donde esta tambien?

Loisse suspira y responde:

- No...lo...se

Seguidamente señala el plato de comida mientras dice:

- Llegue...y...solo...estaba...Mortimer...asi...que...como...tenia...hambre...me...puse...a...comer

Seguidamente mira con sierta curiosidad aunque no demasiada a su compañero y pregunta:

- Ha...pasado...algo?

Mortimer ignoro por completo a ambos, durante un par de minutos, busco que sus ojos se cruzasen con los de la propietaria del local y alzo la copa para llamar su atención. Cuando esta le vio le hizo un gesto dando a entender que quería dos copas de vino.

Llevaba horas viendo al caballero rodeado por una muralla de jovencitas aduladoras, pero estas, durante el transcurso del atardecer se disipaban al igual que la decencia se perdía entre los entresijos del anochecer.

Elisabeth capta el mensaje del monje y prepara su pedido. Al dirigirse hacia la mesa de los compañeros pasa junto a los músicos y les comenta algo. Poco después está junto a la mesa con dos copas de vino. Tras depositarlas en la mesa le pregunta a Mortimer: - ¿El niño va a tomar algo? -

Los músicos dejan de tocar y ya sólo se escucha el monótono sonido de varias conversaciones desarrollándose a la vez. Ya no se escuchan sonoras carcajadas ni arrogantes exclamaciones, un indicativo de que los parroquianos están cansados y están debatiendo cuestiones más calmadas. Con el cese de la música, buena parte de los parroquianos consideran que es hora de irse a casa. La elfa y el enano de la mano de oro recogen sus instrumentos, se sientan en una mesa y piden algo para cenar mientras cuentan sus ganancias.

Las últimas admiradoras de Ice dejan el local y el guerrero se queda con tan sólo algunos jóvenes con los que, a juzgar por sus gestos, parece discutir tácticas de combate.