Partida Rol por web

-Si lográiss esso sin duda os ayudaríamoss, pero loss míos no arriessgarán lass escamass por vosotross si no hay una possibilidad de que de verdad podaiss ganar-respondió el hombre lagarto-. Yo iré con vosotross tal y como La Muerte Negra me dijo y os ayudaré en lo posible pero no puedo hablar en nombre de todoss los mioss.

Tanta inactividad era mala. Estar quietos en medio del patio podía ser igual de extraño que deambular por donde no se debía, así que Grend tomó la iniciativa. Como era costumbre en él.
Si aquello iba a resultar algo bueno o malo no se sabía, como también solía ser costumbre en él.

El batraco patoso se dirigió a la torre central tratando de mantener un paso como el de aquellas cosas, pues lo suyo era en realidad una ilusión y no caminaba realmente de la misma manera.

—Espera —el forjado tomó del hombro a Grend — o Lirio, tras la transformación no sabía cuál era cuál — y le instó a esperar mientras compartía su idea—. Se me ha ocurrido algo para distraer a los batracos el tiempo suficiente para que entremos y nos enfrentemos a ese tipo: cuantos menos refuerzos tenga, mejor nos vendrá para escapar con vida. Mandíbula Fuerte, ¿si facilito a tus hom... — a tus lagartos — algo para que prendan fuego a las cabañas de los batracos, nos ayudarían? Necesitaría algunas cosas del pantano, como restos animales y vegetales, por no hablar de madera seca y tela.

Otra idea es que esos artefactos no los encendieran los lagartos y que Endozal los prendiera fuego a distancia con sus flechas, o él con sus hechizos. Pero si podía contar con el total apoyo de los lagartos sin prescindir de nadie antes de entrar a la torre, mejor que mejor. Miró a los recién llegados al grupo: tenían facilidad de palabra y quizás ellos tuvieran más labia que él para convencer al líder lagarto.

Lirio se arrimó a una pared y tosió un poco para disimular que estaba lanzando un nuevo conjuro, esta vez era uno que le permitía entender, pero no hablar, cualquier idioma.

Después, fue pronunciando mentalmente las frases que había oído a los batracos para entender qué significaba cada una. No le permitiría mantener una conversación, pero quizás pudiese encontrar una frase adecuada si algún sapo gigante les preguntaba algo.

Después, en un perfecto común (después de todo, no se había transformado, solo era una ilusión) apoyó el argumento de Égida.

- Ohhhh, una gran idea mi metálico amigo. Si puedes provocar algunos fuegos en sus chozas y los de dentro salen a ayudarles, podríamos levantar la puerta e impedir que vuelvan a entrar, o no hacerlo pero aprovechar el caos para entrar en esa torre... Maníbula fuerte, si lo hacemos bien no tienen por qué sospechar de tu gente, de hecho podrían incluso ayudarles a apagar los fuegos mientras gritan que han visto correr a alguien hacia los pantanos, o algo así. Si envían una partida de caza tras alguien que no está, habría aún menos batracos...

El elfo se detuvo ante la manaza de Égida en su hombro. La miró, miró a su cara y luego otra vez a la mano para después de zafarse de manera educada.

No sé. No me gusta. Aparte de que llevará tiempo, pondrá en alerta al castillo como mínimo. Aunque los batracos salgan a ayudar, los cultistas estarán sobre aviso de que algo pasa y seguramente se fortificarán o protegeran sus tesoros. Eso como mínimo.

Lo mejor para allanar una casa, hacer una incursión me refiero, es pasar lo más desapercibido posibles y no alertar de ninguna manera a los que están dentro.

-Ssi haceis que los batracos se marchen será una ventaja-respondió el hombre lagarto, pero negó con la cabeza- los mioss os ayudarán si consseguimos que podais ganar. Si noss hubiéramos podido rebelar contra Pharblex y el resto de Batracos ya lo habríamoss hecho. Pero si hay una posibilidad de poder vencerlos entonces si, pero solo con echarless del castillo no creo que podaiss contar con esa ayuda. Aunque será más facil matar a Pharblex y a ese elfo del culto si los hombres rana no se interponen-dijo con satisfacción, como si ya paladease la muerte de sus enemigos.

Finalmente decidieron que Grend iría rápidamente a propagar el fuego con el aparato que había hecho Égida. Les llevó varios minutos crearlo con los restos que allí había, pero se las ingeniaron para no llamar demasiado la atención de los habitantes del castillo. 

-Espera, iré contigo-le dijo Endozal al elfo- Cuatro manos son mejor que dos. Esperad junto a la puerta, Mandibula necesitaremos que los guardias nos vuelvan a dejar pasar cuando comience el fuego.

Aquello no iba a ser un problema, aseguró el hombre lagarto. Al fin y al cabo los guardias apostados en la puerta no eran batracos lo que facilitaba todo aquello.

En ese momento los dos aventureros salieron de allí a toda prisa para llevar a cabo el plan de distracción del forjado...

Habían pasado 10 minutos desde que Grend'Dail y Endozal se habían marchado. Al elfo no le faltaba razón con que pasar desapercibidos era la mejor opción, aunque Égida sabía que quizás eso no tardase mucho en ser imposible y prefería que hubiera cuanto menos gente mejor.

Pero allí estaban, llevando a cabo el plan incendiario... y los dos que habían ido no volvían. 10 minutos. 15 minutos. 20 minutos. Entonces se empezaron a escuchar gritos y un humo negro se comenzó a ver por encima de la muralla del castillo. 

Vale. Habían conseguido hacer un fuego y alarmar a los hombres-sapo. Tanto que al menos unos 10 habían salido de allí corriendo en dirección a las chozas que ahora ardían y el fuego se iba propagando a toda velocidad. Pero sus compañeros seguían fuera. ¿Les habían atrapado?

El grupo comenzaba a ponerse nervioso cuando vieron aparecer un par de hombres lagarto con Grend y Endozal. Los dos tenían algunas manchas negruzcas de ceniza por la cara y la ropa, pero parecían estar en buen estado. El grupo se reunió en el patio, que ahora estaba vacio, excepto por ellos y los hombres lagarto discutieron brevemente con Mandíbula Fuerte antes de marcharse de nuevo hacia la puerta. 

-Ufff-dijo entre resuellos el arquero-, casi no lo contamos. ¿Ahora que?

-La próxima vez que tengas una idea de estas la vas a ir a hacer tú. O mejor. No la tengas.-

El elfo, transformado en batraco, estaba bastante molesto. Se notaba que la cosa no había ido bien, pero también se daba uno cuenta de que no quería hablar del tema.

-Baste decir que esas ranas gigantes son más avispadas de lo que parece. Si no llego a ir disfrazado como uno de ellos nos habrían pillado de calle, y entonces se habría ido a la mierda todo.

En fin. ¿Podemos ir ya a la torre principal? A ver si se ha vaciado lo suficiente. A lo mejor con un poco de suerte, aunque cuando la he tenido, no estarán todos allí vigilantes por la alarma que ha sonado.-

- Vayamos directamente entonces, y pronto, antes que vuelvan los que salieron y empiecen a revisar el castillo. Aprovechemos, si podemos, la confusión.

- Estoy preparado- susurró el guerrero con ganas de que empezara ya la gresca.

-Vamos, no os peleeis. Égida tiene buenas ideas, ya te acostumbrarás a su forma de ser-dijo el noble-. Es un buen tipo, maquina o lo que sea. Yo aún no lo tengo claro... Será mejor que nos demos prisa-dijo viendo que su broma no había hecho gracia a ninguna de las dos partes.

El grupo se puso en marcha. Cruzó el patio interior, atravesando por la zona de entrenamiento que ahora estaba vacia y cruzó hasta el ala interna. Hacía tiempo aquel pequeño espacio debía haber estado cerrado por pesadas puertas de madera, pero hace mucho tiempo que se habían caido y no habían sido reemplazadas. Al otro lado había tres enormes dracos guardianes que al escuchar acercase a los aventureros se pusieron en pie y comenzaron a gruñir. Mandibula Fuerte hizo unos ruidos con la lengua y esto pareció apaciguar a las criaturas. Un peligro de no haber ido acompañados.

La entrada a la torre principal se alzaba tres escalones por encima del suelo. Una gruesa puerta de madera en buen estado aseguraba la torre, pero enseguida vieron que la puerta no estaba cerrada pues el hombre lagarlo la abrió y les hizo un gesto para que entraran.

En el interior (U), había una pequeña camara frontal que parecía una versión pequeña de un gran salón con algunas mesas y sillas. También había un par de puertas (v, w) y unas escaleras que llevaban al piso superior. Por el momento el plan parecía haber salido bien pues allí no había ningun batraco ni nadie que vigilase el lugar.

- ¿Deberíamos bloquear esta puerta de madera? Necesitaremos salir por aquí, pero si vienen refuerzos mientras estamos arriba podríamos ralentizarlos el tiempo suficiente para terminar el combate... -susurró el fauno.

De momento la cosa había ido bien. Demasiado bien en realidad. Esos momentos solía ser cuando el suelo se hunde bajo los pies de uno.

-No es mala idea. Si nosotros tenemos que irnos rapidamente de aquí siempre podemos quitarlo. Revisaré las puertas que hay, no vayamos a tener sorpresas luego.-

Dicho esto el elfo se acercó lo más silenciosamente que pudo a las puertas y escuchó por si oía ruido detrás de ellas.

El guerrero calishita asintió a la propuesta de Lirio aunque les encomió hacerlo en silencio con el gesto de ponerse el dedo sobre la boca.

Había un par de puertas que revisar y unas escaleras por las que podían bajar enemigos. Abdalí fue primero a las puertas las comprobó, primero escuchando detrás de ellas y luego abriéndolas si no oía ningún ruido en particular.

Hizo un gesto a Endozal para que hiciera él lo propio con las escaleras.

- Voy-dijo Endozal, colocandose al pie de las escaleras-. No parece que haya nadie-susurro.

Lord Airic junto con los demás comenzaron a colocar la mesa para bloquear la puerta tal y como habían planeado. Abdali y Grend'Dail escucharon a través de las puertas y se aseguraron de que no hubiera trampas antes de abrirlas. Ambas parecían habitaciones de descanso, razonablemente cálidas y confortables, aunque solo una estaba siendo usada. Junto a la cama podían verse algunas ropas, entre ellas una túnica con capucha de color rojo, muy parecida a la que habían visto llevando al mago rojo en Vado de la Daga. Los dos aventureros registraron rápidamente la habitación, pero no encontraron gran cosa, excepto una caja de madera de secuoya con incrustaciones de plata.

El elfo se sorprendio cuando vio que el guerrero se le unía a examinar las habitaciones. Pero como no hizo demasiado ruido no dijo nada.
La túnica roja allí dejada le pareció algo útil y se la guardó en la mochila, por si acaso. Aunque desde luego lo que más llamaba la atención era la caja de madera con incrustaciones.

¿Me permites?

Preguntó para poder examinarla y, si no veía nada extraño, abrirla.

Tiene pinta de ser algo importante.