Partida Rol por web

Endozal asintió, por el momento haría bien en ayudar a la gente del pueblo. Le vendría bien mantenerse ocupado así que cogió la ballesta entre sus manos y aseguró los virotes para ponerse en marcha en cuanto les dieran vía libre y sobre todo les indicaran por dónde ir pues no había prestado atención.

- Está diciendo que tenemos que abrir una puerta, solo eso? Preguntó el mediano asomando su cabeza sobre la mesa. - No parece muy complicado. Añadió mirando a sus compañeros que se encontraban en la sala.

Sus pequeños dedos, tamborileaban inconscientemente,sobre la madera de la mesa el ritmo de una vieja canción, que sin duda había aprendido cuando era niño.

Escurrirse por una salida lateral, buscar paisanos y meterlos en la fortaleza. No iba a ser sencillo. Había muchos asaltantes a los que evitar, sin tener en cuenta los ataques del dragón.

 Yo iré. Quién más se apunta?-dijo a sus compañeros de caravana.- Ah, y Señor,- volvió a dirigirse al gobernador pues aún había algunas dudas que necesitaba despejar ante de partir a tan peligrosa misión- nos puede mostrar algún mapa del pueblo, señalar los sitios más probables donde se pueda encontrar a los refugiados? Quizás la iglesia? Es la primera vez que visito Nidoverde, y no conozco más que lo que he visto mientras corríamos hacia aquí. Si no, quizás podría prestarnos alguno de sus soldados como guía.

- Abrir la porterna no será difícil, aunque ese tunel lleva tiempo en desuso y está lleno de ratas-respondió el gobernador- pero eso es solo un primer paso. Al menos para tener un punto por el que salir. Si no, tendríais que descolgaros por la muralla pero estando completamente rodeas lo veo más peligroso. Mirad-dijo señalando un punto en el mapa con el dedo (2)- este punto es la desenbocadura del túnel. Este de aquí es el santuario de Chauntea-dijo señalando el punto 3- y esta es la plaza donde están los principales comercios. Pero no quiero que os preocupéis de eso ahora. Lo primero y más importante es asegurar la salida del túnel, no podéis dejar que ningún enemigo la descubra. El sargento Markguth os acompañará para dejar allí apostados unos guardias y asegurarnos que ningún enemigo nos coja por sorpresa-el sargento asintió con la cabeza- después quiero saber a que nos estamos enfrentando. Necesito que capturéis a un prisionero, a ser posible a un comandante aunque sea de un rango menor. Necesitamos entender que demonios está pasando aquí. ¿Nos ayudareis?

- To también me apunto. Dijo alegremente el explorador a la pregunta de Abdali. Parecía que el mediano no era demasiado consciente del peligro que acarreaba aquella decisión. Seguro que cuando estuviera en medio de toda la acción y rodeado de vicisitudes sentiría una terrible desazón. Pero ahora no era ese momento, ahora se sentía como un héroe de cuento. Y tenía la imperiosa necesidad de ayudar a los demás. Joorin era así.

-Podría apostarme en un ventanuco y matarlos a distancia según pasen... pero después de ver vuestra última actuación, estoy bastante seguro de que necesitaréis mi ayuda. Os tendré que acompañar, que remedio. - Después saco una petaca y le dio un trago. El olor del licor era fuerte.- Eso es mi dosis de poción del valor y buen humor. ¿Alguien más?.- Ofreció. 

Cada vez tenía más claro que la carta del monje no podía haber sido más oportuna y le daba en la nariz, que lo había planeado. 

—Er... —al constructo le sorprendió que Abdali le hubiese ignorado. Al fin y al cabo, había sido el primero en levantar la mano. ¿Quizás no le convencía tenerle a su lado durante la defensa de Nidoverde? Tampoco podía culparle por temerle, estaba acostumbrado—. Tomar el túnel, dejar apostados a sus hombres y capturar a uno de los asaltantes. Pero Gobernador, ¿no tardaríamos demasiado con el interrogatorio? Estas buenas gentes están aquí a merced de esa... criatura.

Un nuevo rugido resonó justo cuando estaba hablando, y Égida bajó la voz como si temiera que le estuviera escuchando. Fue algo más instintivo que lógico, si era sincero consigo mismo.

—¿Este río es muy profundo? —señaló el mapa—. Podríamos usarlo para que escaparan en cuanto asegurásemos la puerta del túnel.

- El río no es profundo-dijo rompiendo su silencio el sargento- se puede cruzar con facilidad por las zonas libres de maleza. Pero el pueblo está tomado por esos salvajes, han rodeado el torreón. Además, aunque pudiéramos salir alrededor de Nidoverde solo hay colinas y ningún pueblo a bastante distancia. No podemos arriesgarnos a que el dragón nos cace en campo abierto. No, de momento lo más seguro es que nos quedemos aquí, saqueen lo que puedan y se marchen por donde han venido. Al menos hasta que sepamos cuantos son y que demonios quieren.

Miró con atención el mapa, la primera parte parecía algo sencillo aunque posiblemente se encontrarían con ratas o arañas del tamaño de un perro. Pero no era nada que no hubiera visto antes, la vida en el campo hacia que vieras ese tipo de criaturas de vez en cuando. Lo peligroso era una vez llegados al exterior, tendrían que tener mucho cuidado para explorar el terreno, reconocer al enemigo y ubicar las rutas por las que evacuar a la gente sin atraer a los enemigos. 

El último detalle que aportó el Gobernador le gustó. Necesitaban capturar a alguien y él necesitaría estar presente en el interrogatorio pues además de poder ayudar a discernir la verdad entre sus palabras, también necesitaba hacer unas preguntas.

Le alegró que Joorin también se uniera aunque el comentario del Tieflin le fue de mal gusto y rechazó el trago por el momento. Todos habían aportado en el combate lo que habían podido y sin los unos o los otros no hubieran vencido. Sólo había que ver la labor que había echo Égida atrayendo los golpes sobre él para que el resto pudiera abatirlos.

Asintió con su cabeza al plan elaborado y espero paciente a moverse.

La elfa se quedó callada durante un rato, sentía que allí se estaban tratando temas muy serios y de los que dependía la vida de mucha gente...

- No quiero que toda esta gente muera masacrada. Ya lo he vivido en el pasado... - dijo con voz apesadumbrada... - y es una experiencia que no deseo presenciar nunca más.

Se acercó más al resto, pues había quedado más atrás, como en un segundo plano todo este tiempo.

- Podría ayudar con esas criaturas de los túneles. Por vuestro bien y por el suyo, sería mejor que llevarais con vosotros a alguien que pueda tratar con las pequeñas alimañas.

-Os agradezco vuestra ayuda. No me gusta tener que enviar a nadie allí fuera pero no puedo prescindir de los guardias, somos muy pocos para defender el castillo-se disculpó el gobernador- Sargento, acompañales a los túneles y asegure la entrada con un par de hombres, necesitamos que puedan volver a entrar cuando lo necesiten.

El Sargento asintió y acompañó al grupo fuera. Cruzaron el patio de armas y bajaron por unas escaleras hacia las mazmorras que permanecían vacías. Allí, tras algunos barriles y cajas, había una pequeña puerta que el sargento abrió con una llave. Después encendió una antorcha. Al otro lado de la puerta había un angosto túnel por el que solo cabían de uno en uno.

-Nidoverde nunca ha sido asediado, este túnel lleva sin usarse... bueno desde siempre. Su utilidad era poder coger agua del rio en secreto durante un asedio, pero espero que vosotros le deis un uso mejor-dijo bastante serio.

-Cuidado, si nos resbalamos y partimos la crisma de forma patética antes de salir, esta heroica aventura..- hizo una pausa dramática, mientras sonreía. Esperaba que captaran el sarcasmo.-... habrá llegado a su fin antes de tiempo.

Les miró durante largamente mientras esperaba alguna reacción. Al repasar a su público, torció el gesto al llegar a los humanos y el mediano. No sabía si Égida podía ver en la oscuridad pero claramente los pieles pálidas no iban a llegar muy legos en la oscuridad. Con un gesto y una palabra la maza del golem viviente comenzó a brillar con el resplandor de una vela.

Se encogió de hombros. 

- Detrás de ustedes. 

- No habrá ninguna trampa en esos túneles ¿verdad? - preguntó de repente - Estaría bien estar sobre aviso en tal caso...

Seguramente esos túneles serían más antiguos que todos ellos juntos, pero tenía la esperanza de que recordaran ese "pequeño detalle de cortesía".

-Sería muy estúpido poner trampas en un tunel de huida-respondió el sargento- tranquilos, no hay nada ahí que deba preocuparos. El peligro está fuera de estos muros...

Nidoverde parecía esconder muchos secretos y sorpresas, uno de ellos el angosto túnel frente al que se encontraban y que se había preparado de antemano para resistir un asedio. Propio de la ágil mente de un mediano. Con esos pensamientos, Égida se volvió para mirar a Joorin preguntándose si su improvisado compañero en la defensa del pueblo sería tan prometedor. Tan sumido en sus pensamientos como estaba que no prestó atención a la broma del tiefling, pero sí se sorprendió cuando su martillo empezó a brillar con una cálida luz— Vaya, qué útil. No esperaba esto, ¡gracias!

Permitiría que todo el mundo viera por dónde iban, pero también ayudaría a que les atacaran antes de tiempo. Pero prefería caminar con luz a romperse la crisma a medio camino. Así que alzó el escudo ante sí y comenzó la marcha.

—Sargento, ¿vendrá con nosotros o esperará a que le avisemos?

El mediano se colocó el jubón de cuero distraídamente mientras observaba maravillado como se encendía el martillo de Égida. - Oooooo, eso nos puede ser muy útil maese Zendarión, muy útil.

- Pues si ya estamos todos listos... Añadió con cierta impaciencia. - Podemos partir.

Había experimentado cierto alivio al saber que no se tropezarian con trampas en aquel viejo túnel. No le apetecía verse atrapado en un viejo cepo para osos.

El grupo avanzó por el tunel. Era estrecho y apestaba. La humedad había hecho que aquello fuera un nido de parasitos que hacían muy incómodo el avanzar. Pero lo peor de todo eran las ratas. Decenas de alimañas habían aprovechado para hacer ahí sus nidos y los aventureros se encontraron de pronto prisandolos. Las ratas se pusieron cada vez más agresivas y nerviosas tratando de expulsarles de lo que consideraban su hogar. 

El guerrero admiró al gigante metálico que tan bien preparado y dispuesto estaba siempre para cada combate. Sería un buen compañero para ir de aventuras y matar dragones, además no comía así que todo sería para Abdali... Sólo ventajas.

Estaba perdido en sus pensamientos cuando se pusieron en marcha. Reaccionó rápido y, cogiendo el espadón con ambas manos, se dispuso a seguir a la elfa. Si no funcionaba eso de hablar con los 'animalillos' que habitasen en el túnel, si los había, se encargaría él mismo de que no les bloqueasen la salida.

Pronto entraron en los túneles. No tardaron mucho en encontrar compañía allí abajo. Pequeñas ratas por suerte. El problema es que eran muchas y se estaban poniendo nerviosas.

Trazando unas runas en el aire, cerca de su garganta y pronunciando palabras en el lenguaje de la magia, se acercó con cuidado de no pisar a ninguna de las que correteaban asustadas entre sus pies.

- No queremos perturbar vuestro hogar. Os daremos comida a cambio de que nos dejéis pasar al otro lado. - dijo de cuclillas. - No queremos haceros ningún daño, solo queremos cruzar. - continuó con su petición, ofreciendo de su hatillo algunas raciones de viaje.

Incomodo por la situación de tener esas alimañas tan cerca, Zendarión sacó lentamente sus dagas de las vainas, una en cada mano. Así no podía lanzar conjuros. Aunque las ratas no sabían lo que era un arma, responderían a los movimientos bruscos. 

Esperaría a ver que decía la druida. 

Pensó en lo de Maese Zendarión, menos mal que en la cola del grupo apenas llegaba luz. Le había hecho sentirse viejo de repente y la decepción le pintaba la cara.