Partida Rol por web

Al ver que las ratas pasaron de largo de Aramin y Gael y fueron hacia Panacea pensé que la gnoma las estaba llamando para tranquilizarlas, pero estas empezaron a morderla. La pequeña druida cayó al suelo por el daño hecho por las mordeduras y algunas ratas venían hacia mi. Lancé mi conjuro hacia ellas pero no logré detener su avance hacia mi. Pronto estaría rodeado de roedores voraces que me morderían hasta dejarme sin aliento. Volví a conjurar mi rayo de fuego e intenté quemarlas de nuevo. Las dichosas ratas se me subían encima y estaban mordiéndome con ganas.

Panacea se preguntaba la razón de porqué no le hacían caso, si sus chillidos estaban perfectos.  ¿Era otro idioma ratuno?  ¿Era una ilusión?  -Muchas preguntas tenía la druida, acostumbrada a no fallar en estas cosas la muy ladina. 

En una acción desesperada,  el hechicero invoca una Saeta de fuego contra las ratas que están en su cuerpo,  incluso poniendo en riesgo su propia vida. 

El nerviosismo de no querer golpearse lo hace fallar su descarga de fuego. 

Estos seres debían de morir lo antes posible, estaban causando estragos en el grupo gracias a su habilidad para ignorarle.

- Aguantad, se ven muchas menos.

No iban a perder a ninguno de los miembros del grupo pero tenían que ser rápidos para eso. Por desgracia era complicado alcanzar bien a sus enemigos.

Me olvidé decirte,  tienes un bono para golpear. Para apurar el tema,  lance el dado por ti. Con el bono,  golpeas.

Viendo la desesperación de mis colegas y que la vida del hechicero corre mas grave peligro contra la espada del guerri que de las mordidas unas ratas. Empiezo a elucubrar un hechizo para incapacitar a las ratas. 
 

- Shhhhhhhhhhh!

Gael con una precisión increíble,  y casi sobre la piel misma del hechicero,  golpea con su espada varias ratas,  sacándole de arriba muchos bichos al hechicero. 

Por su parte,  Aramin conjura y las ratas restantes caen dormidas,  cual flautista de hamelin.

Desafortunadamente, el hechicero también sufre el efecto y cae dormido a la pies de  Aramin y Gael.

¡Ahora entiendo! -dijo Panacea, mientras elevaba una curación para que el mago se recuperara de sus profundas heridas.  Estas no eran ratitas normales, sino unas pobres convocadas y controladas por un poder oscuro, no natural, como un vampiro o cosas de esas.  

Ya viendo que el mago se recuperaba, la druida hizo un ritual* que separara a las pocas sobrevivientes de aquel maldito hechizo y que pudieran volver a su vida normal en madrigueras y nidos, en comer granos, residuos, larvas, y otras cosas naturales. 

Son parte del ecosistema de las cuevas.  Deben andar en paz.  Explicó.  Hay que encontrar a quien causó esto. 

Al menos esta vez el conjuro de dormir no llegó a afectarle, en su lugar fue Lasar quien terminó acurrucado, con todos esos animales encima suyo.

"Una imagen indigna que no se merece para nada el mago."

Pensó porque el viejo trataba de hacer un buen trabajo lo que para el caballero era elogiable. Se acercó entonces con el deseo de poder sacarlo de ahí para después despertarlo.

Una vez terminada la trifulca miro alrededor para ver si hay algo mas que aseche. 
- Garl Por favor ayudame a apartar a Lasar de las ratas. Voy a revisar si la magia de Panacea curo todas las heridas de Lasar. 
Vuelvo a sacar el kit de primeros auxilios y reviso las heridas que no sanaron magicamente incluyendo los puntos de la flecha. Si hay alguna herida abierta la lavo bien para evitar infeccion 

- Panacea, Gael tienen alguna manta para envolver a las ratas antes de que despierten. No se si eso molestaria un poco Panacea pero si no resulta lo que dices, no quiero que nos ataquen otra vez. Y terminando con el mago deja revisar si quedo algo de daño residual.

Si panacea lo permite la reviso y curo las heridas que le falten por cerrar  

si 

Panacea, cura a Lasar, cerrando todas sus heridas, incluso dormido,  el hechicero aún tiene la túnica ensangrentada,  pero el color vuelve a su rostro. 

Luego empieza a ejecutar una especie de ritual,  de comunión con la naturaleza. 

Mientras,  Gael y Aramin sacan a Lasar del medio de las pocas ratas que quedan, con el cuidado de no tocarlas.

Mientras Panacea continúa su ritual,  repentinamente un estruendo sacude el ambiente,  otro trueno que  restalla mientras Aramin revisa a Lasar, el guerrero,  Gael, ve como, las ratas abren los ojos y salen corriendo despavoridas hacia la lluvia exterior. 

La lluvia y los relámpagos arrecian, mientras deciden que hacer. 

- muy bien colegas, ya va entrando la noche y creo que seria buena idea acampar aca antes de adentrarnos. Prendamos un fogata en una esquina escondida del viento y cercana a la entrada que da al exterior. - señalo por donde entramos - hay que decidir los turnos de guardia. 

Saco una venda del kit y la enseño al grupo. 
- Si alguien sabe montar alguna trampa, podriamos usar los hilos de la venda y algo que emita algun sonido y montar una especie de trampa que nos alerte si algo sale desde las entradas. 

Abrí los ojos cuando un poderoso retumbar llegó a mis oídos, la tormenta seguía ensañándose contra la montaña. Me dolía todo el cuerpo. Estaba tumbado en el suelo y no me acordaba cómo lo había hecho. A mi alrededor estaban mis compañeros, que al parecer habían vuelto a sanar mis heridas.

-Recuerdo a las ratas, pero... ¿dónde están?...

Me levanté al oír hablar a Aramin.

-"Gracias de nuevo amigos, sin vosotros hace tiempo que hubiera caído en un sueño muy profundo del que nunca despertaría. Estoy de acuerdo contigo Aramin, deberíamos pasar aquí la noche y descansar antes de adentrarnos en el tor. Yo haré la primera guardia si os parece bien"

Alegre de que el ritual hubiera funcionado, y que ahora fueran animalitos libres, aunque espantados, Panacea se recargó sobre una piedra plana y se unió a la conversación de los humanos.  

Si, de acuerdo.  Fue un largo viaje hasta acá, descansemos mehhhjor. -bostezó-  Mis rituales druídicos son al amanecer, así que puedo yo hacer la última guardia. 

Miró a su alrededor.   Estaremos bien aquí, lejos de inclemencias, y aún no tan cerca del mal que se agita, creciendo en la montaña. Ominoso sonaba.

No soy la mejor trampista, pero puedo ayudar.  -dijo, ante la propuesta del clérigo, tomando el hilo y haciendo una cosa tan intricada con ella que creo que atraparía a una docena de trolls que intentaran sobrepasarla. 

A ver, ahí está.  Nadie la pise.

Se hizo un ovillo druídico, más propio de una comadreja, y les deseó a todos que pasaran una buena noche, soñando con lagartijas.  -Aparentemente esto era algo propio de buenas constumbre entre las familias gnomas.

Viendo que las ratas se marchaban decidió envainar la espada. Se alegraba de ver que las dotes curativas del clérigo ayudaban a que sus compañeros se recuperaran.

- No sé si podemos descansar, depende de lo que asustara a las ratas. Si era una criatura puede estar en camino hacia aquí. Pero si es vuestro deseo hacer el descanso, yo debería hacer la primera para poder portar mi armadura las primeras horas. Lasar, si te parece bien, sería preferible que hicieras la última.

Explicó a sus camaradas puesto que el tema de la armadura no era banal y no podía dedicarse a quitársela y ponérsela con la facilidad que le gustaría.