Partida Rol por web

—¡CUIDADO!—gritó Mosto sorprendido.

El salto de Penku había sido tan potente que había estado a punto de chocar contra Mosto que se encontraba subido a su artilugio flotante. El tema era que...

—¡Menudo salto! ¡GUAU! Penku sube y sube, ¡y sigue subiendo! ¡Madre mía pero a dónde va este chico! ¡Que alguien lo pare!

Pero nadie lo paró. El aspirante a superhéroe no tardó en desaparecer de la iluminación que le daba el coliseo y zambuyirse en la negrura del cielo nocturno. ¿Dónde se había metido? Todos esperaron un tiempo prudencial pero no había noticias de Penku. A lo mejor hasta se había muerto...

—¡Max Algo...! Perdón, ¡Max Powder es el ganador!

Un viejo con gorra de capitán bigote y cejas grises, mentón cuadrado y kimono azul, se acercó al lugar de las gradas en el que se encontraban los recién nombrados Piratas de Tong-Hu.

—Vosotros sois los cachorros de Tong-Hu—no era una pregunta—. ¿Dónde esta esa viaja araña sin patas?

—¡Carloto! ¡Maldita sea viejo lobo! ¿Qué haces aquí?—dijo el viejo capitán desde su radio tiendo el primero en responder.

—Buscarte a ti. ¿Dónde te has metido? Necesito que alguien me eche una mano y a ti te confiaría mi vida. ¿Crees que puedo contar con tus pollos?

Aquella batalla había sido rápida, había sido sencilla y había sido lo suficientemente violenta para que Max Powder estuviera lo suficientemente contento para NO lanzar una bomba a Mosto por casi volver a equivocarse con su nombre. Aún así, trató de comprobar que el muchacho había sido derrotado y no estaba, yo que sé... volando por los cielos o algo así.

-¡Descansa... EN PEDAZOS!. - Tras esto se dirigió hacia el público haciendo una peineta a todos ellos, este buscaba tener un poco de feedback positivo.- ¡Que os den a todos!. -Gritó cabreado- ¡Primero patearé el trasero hasta la órbita a la zorra peli-rosa y luego haré lo mismo con quien se me oponga!. ¡Y ni siquiera estoy luchando por la mierda de premio que dan!. ¡Todos recordaréis mi nombre!.

Tras tener la victoria confirmada, Max Powder abandona el recinto.

  El combate de nuestro artillero fue tal como me lo estaba previendo ... mas considerando que es bastante ortodoxo con eso de variar su estilo de combate... , por lo que los ruidosos minutos que hubiera durado los aproveche para acurrucarme sobre mi misma.

   Eso si... cierto evento me hizo salir rápidamente de mi letargo.

     Hmmmmm... - musitaría a la vez que salía de mi coraza de pelos para escuchar la voz de nuestro jubilado capitán, el cual junto a su colega parecían tener una charla de lo mas común - Si es por nuestro jubilado capitán no tengo demasiado problema en mover un tanto mi agenda - a la vez que me ajustaba los lentes - Pero si... p-por favor... consígame un café... q-que ya no aguanto mas....

- ¿ Que le metió el medallón en la boca? ¿Pero que clase de hostal estaban buscando? -pensó Siobhan con una mueca de extrañeza dibujada en su rostro cuando Rendam le contó toda la situación.

- No, yo no la vi Sira. Pero no te preocupes, ya iremos a buscarla cuando terminen estos combates... o quizás venga ella antes a nosotros. -respondió a la pregunta de Sira.

Los combates se iban sucediendo y justo le tocaba a Max. Tenía curiosidad por ver a quien se enfrentaría. Y vaya si se sorprendió cuando vio a lo que se dedicaba. Por suerte el combate fue rápido y el mayor temor de Siobhan se había disipado de momento... que a Max se le volviese a abrir alguna herida.

Estaba a punto de darle la enhorabuena a su camarada con un grito cuando alguien les habló. Rápidamente Tong-Hu había reconocido su voz, y a Siobhan el nombre le sonaba... como si lo hubiese escuchado recientemente. 

- Bueno don Carloto, como bien le ha dicho mi camarada, escucharemos su propuesta. Aunque si no tiene prisa, espere al menos a que él vuelva con nosotros. -respondió Siobhan a la vez que señalaba hacia Max, quien a su vez estaba lanzando toda clase de improperios.

- Menuda la que está liando. Espero que este hombre no se asuste porque si las cosas no nos marchan del todo bien en el torneo podríamos salir de aquí con él. -se dijo a si misma convencida de que tras el discurso de Max, los participantes irían a partirles la cara si o si.

Rendam fijó sus ojos hacia aquel chico que no dejaba de subir, hasta que finalmente ni su prodigiosa vista podía verlo. Buena suerte allá arriba.

Entonces le llamó la atención la conversación que tenía al lado y sintió curiosidad por lo que iba a pedirles aquel amigo del viejo capitán. No dijo nada, sólo se quedó observando mientras esperaba la respuesta.

Max salió con la intención de volver con sus compañeros todavía encabronado cuando alguien salió a su encuentro. Una figura sexy y atrevida. Una que le hacía hervir. Valeria.

—Buen combate rubito—dijo acercándose mucho a él—. Tienes un buen juego de bombas. Espero que te haya gustado mi dedicatoria. Ha sido una explosión gloriosa. ¿No crees?

—No tengo mucho tiempo o mis chicos se preguntarán donde he metido—dijo el capitán girando la cabeza—. Se trata de mi hija. Quermosura.

¿Quermosura era hija de ese hombre? El hombre hizo un gesto con la cabeza, señalando el cuadro del torneo.

—Ya sabéis cual es su oponente en la siguiente ronda. Y no está dispuesta a retirarse del torneo—Yamamemoto se pasó la mano por la cara apesadumbrado, era el típico hombre que estaba acostumbrado a hacer las cosas a ordena y mando—. Necesito que no se presente a la próxima ronda... como sea.

Max Powder inmediatamente se puso a la defensiva, alargando su mano para recoger la bomba grande que aún le quedaba encima, C.A.S.S.Y.O.P.E.A. aquella bomba que habían pasado momentos verdaderamente románticos juntos; como cuando les abrió la puerta de la celda y casi les vuela por los aires a todos si no fuera por las candentes palabras y los húmedos labios del artillero.

-¡Atrás!. -Gruñó Max Powder- ¡Esa explosión ni siquiera fue gloriosa!. ¡Estaba muy verde!. Espero que ganes el próximo combate, así podré enseñarte en directo lo que de verdad es una EXPLOSIÓN. Te arrancará esa sonrisa de la cara.

     Solo para aclarar, ¿ cualquier medio es valido ? - comentaba totalmente pragmática a fin de cuenta la única exigencia que le había echo no fue ni mentada, ergo... no me iba a ir con rodeos ni suavizando la historia - Incapacitarla por un par de Horas, afectar su flora intestinal, atacar a su orgullo para que por distracción se olvide de la hora, embriagarla hasta el punto de no poder caminar, conseguirle una pareja para que se olvide de lo mismo, secuestrarla por un par de horas - continuaba sin dejar de ir escribiendo situaciones dentro de la bitácora previamente salvada por Max - nos podría también facilitar ubicación, horarios que maneja, con quienes se junta a menudo y las alergias que esta puede tener.... dependiendo podríamos o no sacarle ventaja para que en el hospital cercano se tenga que tratar tan horribles urticarias....

   Toda información es tan valida como necesaria si quiere evitar a toda costa que su hija conozca el filo de tan horrible hacha - mientras recordaba nuestra visita a la carcel y tanto el gigante como el arma ... me valgo de la premisa del Arma de chejov, y como hasta el momento el unico ser tan amenazante es aquel hombre... de momento voy a creer que ambos son el mismo....

Pero Valeria no se echó para atrás, sino todo lo contrario. Con sus pelos comenzó a acariciar los brazos del artillero.

—Ya. Seguro. Pude ver como te ardía la sangre al ver esa explosión—le dijo acercando su cara a la suya—. Es la cosa más bonita que has visto en esta isla después de mí. Piénsalo bien. Tú eres la bomba. Yo soy la bomba. Juntos seríamos...

La pelirrosa hizo una pausa y le susurró al oído.

—Boom.

Carloto arrugó el rostro al escuchar a la muchacha, sin embargo no fue él el viejo que respondió.

—A ver Mary, un poquito de por favor—dijo Tong-Hu desde su radio—. Se trata de hacer que la chica no vaya al combate. ¡Que sois muy burros! ¡Tened un poquito de mesura que es la hija de mi amigo!

—No Tong-Hu, tiene razon. Cualquier medio que permita a mi hija salir de esta isla sana y salva es válido—Carloto sacudió la cabeza apesadumbrado—. Bueno sana, salva y sin secuelas—se corrigió al ver la psicótica mirada de Mary (si no le ves los ojos a alguien con gafas transparentes es que tiene mirada de psicópata)—. Podríais abordarla antes de que empiece la siguiente ronda, os mandaré a alguien para deciros donde podéis encontrarla.

- Puede que intentarlo antes de que de comienzo la siguiente ronda sea muy precipitado, además tenemos mucho tiempo ya que la siguiente ronda empieza mañana -intervino Siobhan,  que hasta ese entonces había oído tanto a Mary como al resto. - Quizás el tema de embriagarla y posteriormente incapacitarla para que no pueda presentarse sea una buena opción.

La doctora puso su mirada en el capitán Yamamemoto y añadió.

- Incluso podríamos celebrar esta noche una fiesta por haberse encontrado con los herederos de un antiguo amigo, y ahí intentar que su hija no esté en condiciones de participar mañana.

Siobhan tenía intención de ayudar, pero si con ello podía sacar una buena fiesta para los suyos, no iba a dudar en intentarlo.

Aquella explosión que hizo con sus labios en un leve susurro tuvo un efecto un tanto curioso en el joven Max Powder, pues este al igual que fuera una bomba a punto de explotar, de la nada, su temperatura corporal se elevó y su rostro se enrojeció. -¡Aparta!- Dijo mientras daba unos pasos hacia atrás para tratar de liberarse de aquella especie de hechizo que le había lanzado; sudando a mares, el muchacho parecía tenerlo claro, comprobando que aún tenía todas sus bombas en su sitio y que ninguna de ellas se hubiera activado.- ¡No puedes camelarme!. ¡Soy inmune a ese tipo de encantos!. ¡No es como si fueras una bomba o algo parecido para caer en eso!. ¡Además lo que hiciste con C.A.N.G.R.E.J.O. no tiene perdón alguno!. ¡Nos veremos en el campo de batalla!. -El muchacho se disponía a marcharse si todo estaba en orden, pero antes de hacerlo se giró hacia la pirata- Asegúrate de ganar...

—Tú también—se despidió Valeria de Max guiñándole un ojo seductoramente.

Tras separarse de la ladrona, el artillero se marchó de nuevo a las gradas hacia donde se encontraban sus compañeros que en esos momentos estaban hablando con un hombre con un gran bigote gris, gorra blanca de capitán y kimono azul.

Max llegaba de su combate justo cuando se escuchaba a Tong-Hu hablar por la radio.

—Cuanto más tiempo intentéis retenerla más problemas tendréis y más difícil será.

—Y tú tienes que descansar—le dijo Nadire directamente a Siobahn casi como si fuera una orden—. La victoria no me sabrá igual si no estás al cien por cien.