Partida Rol por web

Era el momento de repeleer el ataque. Con un par de fintas prodigiosas que no yo mismo me creía conseguí evadir los ataques de las arpías que se habían lanzado sobre nosotros. No tenía tiempo de ayudar a mis compañeros que no habían tenido tanta habilidad para evitar se arañados por ellas así que me decidí a acabar con las que me atacaban a mí.

La espada hendía el aire intentando acertar a alguna de ellas.

El enano se tambaleó al chocar los dos barcos y sostuvo un momento más la cuerda mientras el viejo escalaba por las maderas como un primate pata palo. Si seguía moviéndose así, terminarían en muy poco tiempo y podrían largarse antes de que los ojos amenazantes se hicieran presentes.

Sus deseos no se hicieron realidad cuando las arpías descendieron de los aires rodeando al anciano y acribillando su espalda. Hårr, sorprendido por el ataque, cayó al suelo y rodeó sin dejar clavarse las garras o todo lo que quisieran. Tan solo tuvo fuerzas para levantarse y apartarlas antes de recobrar el sentido de la batalla.

—¡Malditas arpías! ¡Sois unas arpías! ¡GRRR!

Mi proyectil extermina a la primera arpía pero no consigo disuadir a sus compañeras de comenzar la batalla. Son varias, suficientes para que todos nos veamos amenazados a recibir ataques en cuerpo a cuerpo. Una de ellas llega y me ataca, lo que me causa un daño importante pero no letal. Me quejo por el dolor pero intento mantenerme estoico:

"Maldita arpía. Te asesinaré con el poder de mi magia."

Me concentro en canalizar los vientos de la magia y obtener algo del poder del Inmaterium. Consigo juntar un poco de podery saco otro de mis pequeños dardos para así disparar la magia materializada en un proyectil. El dardo sale volando contra la criatura y le acierta pero no en un impacto suficientemente dañino.

Las arpías seguían acosandoos sin tregua.

Las dos diabólicas criaturas revoloteaban furiosas alrededor del soldado, que mantenía una defensa alta. Una de las arpías falló por muy poco y las garras se cerraron con un chasquido a escasos centímetros de la cara de Kurt. La otra aprovechó para lanzarse contra la espalda desprotegida del joven. El soldado sintió la amenaza pero no giró lo suficientemente rápido para interponer el escudo. Las garras de la criatura atravesaron el cuero protector y rasgaron tela y carne. Kurt notó su sangre correr espalda abajo y apretó los dientes conteniendo el dolor. 

 En un rápido movimiento, Kurt desenvainó la espada lanzando un tajo ascendente contra la arpía que le había herido. La afilada hoja abrió la inmunda carne y la espada completó su trayectoria seguida por una estela de plumas y sangre. El soldado intentó rematar la faena con el golpe de retorno pero le faltó ímpetu y el tajo se quedó corto. - ¡Por Ulric, que arderéis en la Llama Eterna! - Kurt golpeó acero contra escudo, hizo un molinete con la espada y levantó su defensa.

Las arpías nos asediaban y era difícil quitarnoslas de encima. Sus picotazos y ataques estaban haciendo mella en mi y me sentía débil. No sabia si aguantaria otro ataque. Tenía que quitarmelas de encima lo más rápido posible.

La arpía, lejos de ofenderse porque la insultaran con su mismo nombre, se abalanzó sobre el enano de nuevo. Intentó clavarle las garras en su peludo pecho varonil, pero él la apartó de un plumazo.

—¡Sufre maldita!

Tirada en el suelo, recibió numerosos golpes y hachazos hasta terminar con su aliento.

El dardo magico de Leopold se clavó en la criatura pero su plumaje y la frenetica furia que desataba parecian no haberle hecho mella. 

Misma suerte tuvo Ándor con su ataque, debilitado desde un ángulo incorrecto no pudo atravesar el plumaje de las arpías revoloteadoras. Aunque Kurt y el enano Hârr si tuvieron mas tino, abriendo la defensa de unade ellas, Kurt embistió en un tajo ascendete que fue interceptado a medio camino, dejando tan solo una leve herida en la criatura.

Hârr tuvo mas tino atacando con dos armas, desconcertando a su rival, abriendo carne con el hacha y clavándole la daga. Sin embargo la criatura no cedió y continuó hostigando al enano.

Las garras de una de las arpías se ensarta con fuerza en mi pecho, causándome una herida muy seria, que sangra con fuerza. Grito de dolor al recibir el corte, sabiendo que estoy cerca de ser asesinado. 

"No aguantaré mucho más en estas condiciones."

Veo que mis compañeros se mantienen luchando con fiereza y eso me da una esperanza de sobrevivir pues si consiguen eliminar a sus enemigos, pueden apoyarme en contra de mis atacantes. Realizo el conjuro rápidamente para dañar a uno de mis enemigos y consigo reunir la suficiente magia para crear un proyectil que se ensarta en su cuerpo. Luego, levanto mi bastón y me preparo para defenderme de los ataques que de seguro vendrán de vuelta.

Las arpías estaban mermando vuestra capacidad de combate casi tan rápido como vuestra moral. Estabais rodeados y los zarpazos os llovían desde arriba y desde abajo casi sin oportunidad de cubriros. 

-¡Aahhhh...- El viejo Schultz apareció espantando arpías por el hueco de la bodega con dos antorchas en una mano, mientras se ayudaba a terminar de subir la escalera con la otra. 

-¡AQUÍ!- Os gritó el viejo. -Formad en círculo. Esplada contra espalda. Hechicero en el medio. Así no os podrá atacar mas de una a la vez.- La lógica era innegable y un buen consejo en esa situación no se suele cuestionar.

-Una vez vi a un hechicero hacer que un tonel ardiera, aunque resultó ser una ilusión y a él le colgaron. ¿No podrás hacer que arda el barco entero verdad?.- Dijo mientras tendía una antorcha al primero que la cogiera. -Solo la ilusión de que arda.- Agregó mirando directamente a Leopold.

Intenté parar el golpe de la arpía, pero mis fuerzas no estaban en su mejor momento. En aquel instante, vi pasar la vida por delante de mis ojos, sabiendo que la criatura me mataría sin remedio

Mierda. Acabar muriendo en una isla infecta rescatando un barco hundido. ¿Quién me mandaría?

La arpía moribunda se resistía ante sus cortaduras rebosantes de sangre en una actitud muy penosa. Pedazo de malditas están hechas. Continuó dando unos fuertes golpes hasta que cayera, sin éxito

—¿Ya? ¿Por fin? ¿No? ¡Maldita!

Eran más duras de lo que aparentaban. Olvidándose un momento de ella, se reunió en el círculo central con la llamada del anciano, no había muchos pasos hasta llegar allí. A su paso se encontró al desafortunado Ándor e intentó llamar la atención de las dos que le atacaban, por si lo dejaban en paz.

La arpía, con las garras por delante, se abalanzó hacía el brazo con el que Kurt sujetaba la espada, el soldado afianzó bien los pies para resistir el impacto y giró la cintura al tiempo que alzaba el escudo; la criatura arañó con fiereza la pulida superficie abriendo grandes surcos en la madera y aleteó hacia atrás; Kurt aprovechó el momento para lanzar un par de tajos cruzados que no alcanzaron a la bestia pero pusieron algo más de distancia entre ellos.

 El batir de alas advirtió a Kurt de un nuevo ataque de la otra arpía pero el soldado se apartó a un lado y la bestia pasó de largo. Entonces la voz de Gustav resonó por la cubierta, el vejete-araña seguía con vida y llamaba a cerrar filas formando un circulo. Sin pensárselo dos veces Kurt obedeció la orden y reculó con el escudo en alto y la hoja de la espada apoyada en el reborde. Mientras retrocedía lanzo una rápida mirada para ver como les iba a los demás y lo que vio no fue nada alentador; Andor había caído acosado por otras dos arpías; por suerte Hårr  acudía en su ayuda intentado atraer la atención de los monstruos, pero Hårr también tenía sus propios problemas, Kurt vio que otra de las criaturas rondaba al valeroso enano.

Es ahora, cuando la batalla comenzaba a tornarse en desesperación, cuando comprendisteis por qué había tantos barcos embarrancados en los arrecifes y tan pocos supervivientes de las tripulaciones que cayeron con esos barcos.

Leopold tuvo esta vez suerte, ya que una de las arpías se puso en la trayectoria de la otra impidiendo que ambas se movieran adecuadamente y atacaran al hechicero. Pero la suerte no había mirado al resto del grupo optando por darles la espalda.

Ándor recibió un garrazo en la pierna derecha que le derribó y se la dejó paralizada momentáneamente. Su cojera era evidente mientras intentaba ponerse a cubierto llegando hasta el círculo defensivo que se formaba en cubierta.

Kurt interpuso en el último momento su escudo entre él y la arpía. Las garras del ser hicieron surcos en el escudo mientras un chirrido resonaba al chocar las uñas contra los remaches de metal. Sin embargo el enano no tuvo tanta suerte y una garra encontró un camino en sus defensas, rasgándole la cabeza, lo que produjo que sangrara copiosamente, empapándose la barba de sangre. 

Las arpías nos atacan con tanta fiereza que Ándor cae bajo sus garras con graves heridas. Pero justo cuando ya todo parece perdido y que vamos en caída libre hacia la muerte, el anciano Gustav sale del interior del barco portando unas antorchas.

"El fuego es su debilidad, no querrán acercarse a las llamas por miedo a arder." 

Así que sigo sus instrucciones y me muevo al interior de un círculo que formamos para protegernos mejor con los escudos de nuestros compañeros y las llamas como apoyo. 

Me río de lo que dice el viejo marinero y le contesto:

 - ​​​​​​"Lo siento, buen hombre, pero las ilusiones no son lo mío. Como mucho un sonido fantasma podría hacer, pero no una imagen que pareciese real."

Así que, haciendo lo que sé hacer bien, me concentro y pronuncio las palabras arcanas para producir otro dardo mágico que, lamentablemente no hace mucho más que rozar a mi objetivo. 

Kurt se situó al lado contrario del anciano sujetando el escudo con firmeza y la espada presta para acuchillar a la primera arpía que osase acercarse demasiado. - Ándor ¿podéis manteneros en pie? Coged vos la otra antorcha, tendréis más posibilidades de que las bestias no se os acerquen -