Partida Rol por web

Uaaaaoooaaaaaoammmm-bostezó, ratificando la opinión de Zybax.

Tendremos que seguir hasta que encontremos algún rellano, ¡qué se le va a hacer! O podríamos dormir y dejarnos resbalar por el hielo hasta...

No interrumpió el plan porque se diese cuenta de que era estúpido y peligroso, sino que se acordó de que Habib iba a oscuras, así que mejor prevenirle haciendo una pausa en la conversación.

Cuidado con el suelo, larguirucho, resbala...

El hechicero le ofreció también otra daga a Zulf. Toma esta otra por si te quedas sin armas en pleno combate. 

Habib iba detrás del bueno de Vorth, que tanto le estaba ayudando a pasar ese mal trago de la oscuridad absoluta. Al comenzar la pendiente, el humano no pudo evitar dar un traspiés a pesar de la advertencia, pero el hombro seguro del enano y su rápida reacción, le evitaron una caída ridícula y tal vez un moratón.

Gracias, Vorth, no sé qué haría sin ti. Me estás ayudando y te lo agradezco.

Habib no solía quejarse, pero tras las largas horas de silencio, sus compañeros comentaron si convenía descansar.

Estoy deseando que terminemos. Además, no sé si podríamos descansar mucho en este lugar. Eso sí, es un riesgo, pues no me quedan casi poderes para luchar. Estoy agotado y me figuro que también los demás. 

 A pesar de estar motivado por querer reencontrarse con su hermano, Zulf sabe que esto no es una carrera de velocidad, sinó de desgaste, una maratón. No podían andar sin pausa. Pero aún así no fue hasta que escuchó los comentarios de sus compañeros que hizo una leve pausa.

 - Tal vez seria muena idea intentar hacer una pausa. Tal vez si nos pegásemos a la pared y falcásemos el deslizamiento con un puñal, tal vez nos sirviera para mantenernos estabilizadaos durante el descanso... no creo que fuera buena idea soltarse y caer en un descenso descontrolado a un lugar incierto.

Vorth asintió al agradecimiento de Habib. Era tan débil... torpe... falto de pelo facial... La verdad es que era un misterio cómo podría sobrevivir semejante engendro en cualquier ambiente. Pero claro, Vorth solo podía imaginar ambientes con hielo y oscuridad.

Bueno... si creéis que podemos descansar... Pero que los turnos de vigilancia me echen un ojo. Sería terrible que me escurriera mientras duermo y apareciera en Moradin sabe qué lugar.

¿No será que aún es de día, pero como no lo sabemos nos vamos a dormir antes de hora?

- Descansar?... Bueno. Si Uds quieren? - añadió Zybax, encogiéndose de hombros y desentendiéndose del hecho de que había sido el primero en proponerlo

- Y no, yo no estaré muy cuerdo, pero no tengo intenciones de dejarme resbalar. Quizás la idea de esculpir el hielo puede ser buena. Aunque no sencilla. El hielo es duro. Y peligroso - reconoce antes de forzar la vista intentando descubrir, en la distancia, algun reborde que les permita tumbarse sin correr riesgo de resbalar.

 Zulf asiente.

 - Busquemos un lugar adecuado donde reponer fuerzas y prepararnos por lo que nos aguardan las profunidades de este laberinto.

 El enano se puso a buscar un lugar que fuera lo suficiente irregular como para intentar establecer una base para armar un campamento provisional.

El desplome es colosal, rocas tan grandes como la isla de los rondadores cubren la grieta por la que pasasteis... intentar escarbar por ahí no sería solo infructuoso, sino además peligroso.

Encontrais un lugar donde puede ser seguro, no hay pendiente, apenas son 10-20º de bajada intermitentes, pero el hecho de que sea hielo, hace esto bastante peligroso. Colocais las mantas y tratais de clavetearlas en el suelo para el descanso, los enanos se despiertan unos a otros para ir vigilando alrededor, pero finalmente todos descansais bien, adormilados ante la serenidad del lugar.

Todos os despertais por los gruñidos de Plik, esa molesta rata blanca se encuentra erguida sobre sus patas traseras sentado en la cabeza de Vorth, gruñendo y emitiendo un intento de ladrido/silbido hacia el camino que teneis por delante, todos dirigís la vista pero no hay nada, aunque el animal parece algo perturbado.

Echais mano de vuestras raciones y comeis sin que ningún monstruo de hielo o nieve se alce contra vosotros.

- Que le pasa a tu rat... amigo? - pregunta Zybax sin saber si preocuparse o no por la actitud del roedor. Podía llegar a respectar a la loba de Karstak, sus dientes imponían respeto, pero nunca fue capaz de tomarse en serio a la mascota del hechicero

Tras verificar que no se observaba nada en el túnel comió una de sus raciones y observó preocupado la cantidad que le quedaba en su mochila - Espero que hayamos elegido el camino correcto - aseveró -porque el hielo es peligroso, mi hacha también, pero el hambre... - el enano se interrumpió sin querer expresar sus temores

 Zulf parece dar con un lugar algo menos abrupto. Sin dudaralo toma las mantas y las coloca encima de las pieles para usar la manta para fijarlas en el suelo y que estas sirban de aislante contra el hielo, para hacerlo se ayuda de los puñales y un par de leños afilados con la daga para hacer funciones de estacas.

 - Esto debería servir, por lo menos durante un el tiempo suficiente.- Dice tras montar la improvisadaa plataforma.- Ya me despertarás Zybax.

Lo que le pasa es que es un consentido. Se ha pasado toda la tarde durmiendo a la bartola en la mochila y...

El enano coge a Plik y se da cuenta de unas heridas en su pelaje. Son llagas provocadas por el frío.

¡Oh... Plik! ¡Cuánto lo siento! ¿Estás herido, pequeñín? ¿Cómo te has hecho estooo...?

Ngggtrp... prttttfffk. Ggggggggh.

Por el tono, era como si el armiño estuviese insultando a Vorth por inútil y desgraciado, y por haberle tocado en una llaga al cogerle. También puede ser que solo siguiese gruñendo a lo desconocido.

Habib agradeció la pericia de sus compañeros a la hora de sobrevivir. Por fin iban a poder descansar. Todavía le quedaba algo de poder (muy poco) para curar a alguien. No sería mucho, pero le aliviaría un poco el dolor. 

Vorth, tú me has ayudado en mi ceguera, tienes buen corazón y esta leve curación sólo es parte de mi agradecimiento. Tocó el hombro del enano para asegurarse de que lanzaba el hechizo de manera correcta.

Soy el canal de tu curación...

Tras los preparativos accedió a hacer la última guardia junto al animal alargado y blanco de Vorth. Le recordó a su antiguo cuervo, al que quería como si fuese un hijo y que se sacrificó para salvarle la vida. Eso le puso un poco triste, pero duró poco pues el cansancio pudo más. Una vez cubierto con toda la ropa posible, se durmió. Tuvo sueños en que el sol brillaba achicharrante y todo era arena seca hasta el horizonte. Sin embargo, no tenía miedo, ya que tenía una gema que iba a cambiar el mundo. Sólo tenía que sobrevivir. Cualquier sufrimiento valía la pena. Miró al cielo y vio la sombra de un pájaro. Se alegró al reconocer la silueta de un cuervo. Pero pronto se dio cuenta de que sólo era la sombra y que el animal no estaba. 

Cuando escuchó el ruido que hacían los enanos, se despertó. Era angustioso abrir los ojos en la más absoluta oscuridad. Pero lo peor era la impotencia. 

Buenos días, camaradas. 

Comió algo... lo último que tenía. De ahora en adelante ya dependía de sus compañeros. 

Zybax tenía las cosas claras. Claras para la mentalidad enana. Había comido, había dormido, quedaba comenzar la jornada y llegar a... a donde los llevara el camino

- ..nos días - contestó al amable saludo del "ciego" que los acompañaba - Esperemos que hoy podamos llegar a la próxima bifurcación para ir a la derecha.. y a la derecha... y lleguemos a en algún momento a los peces escarchados - meneando la cabeza aclaró - volver no será sencillo, así que mejor sigamos adelante. Demostrémosle al hielo que somos tan peligrosos como el - arengó, a su manera, al grupo que lo acompañaba - Y como mi hacha - agrego mientras, incoherentemente tomaba el arco y una flecha y los mantenía preparados por si alguien se acercaba

 Zulf tuvo sueños movidos e inquietos en sus sueños, tuvo pesadillas con el ser de la isleta de tierra que por poco no acaba con su vida, si no hubiera sido por Zybax, habría corrido la misma suerte que Karstark... y no hubiera podido continuar con la búsqueda de su hermano.

 Se levantó temprano, con un nudo en la tripa, incómodo. SE obligó a comer a pesar de la sensación en sus tripas y el escozor en su piel de las quemadauras provocadas por el halo gélido de aquel extraño ser que los había atacado. Ante el despertar del extraño larguirucho Zulf solo asintió con un quedo gruñido.

 - Es hora de continuar.

Avanzais por el hielo, continuando el descenso a lo largo del túnel. El terreno se vuelve más abrupto y a través del hielo del suelo podeis ver sobresalir alguna larga roca aquí y allá. Losas grandes ... ¡que bien vendrían para apuntalar las paredes de vuestras casas o hacer una buena cocina de piedra con la que cautivar a una buena mujer!

De repente un gruñido, deteneis la marcha y veis entonces aparacer a los extraños seres, hombres pez que se lanzan desde las grietas de las paredes contra vosotros, apenas podeis reaccionar.... el escándalo con el que habían aparecido hasta ahora los monstruitos del laberinto os han dejado parcialmente confiados y avanzábais algo más distraídos de lo habitual, para Habib todo es un revuelo de gritos y gruñidos en un idioma que no alcanza a entender.

Graaaak Uka uka Gl'gl'gluaack

Los hombres pez clavan su tridente en Zulf quien puede ver su sangre brotar de su bajo-vientre, Zybax consigue apartarse del primer golpe pero el tipo es rápido y al lanzar el segundo golpe Zybax recibe el golpetazo del mango directamente en la cara. Nada que hacer, los enanos, aturdidos y sorprendidos se ven en auténticos problemas

 La ballesta resbala de los dedos rollizos de Zulf mientras este gruñe de dolor al sentir el repentino frió en sus tripas. Pero enano curtido, lejos de compadecerse, libera el bastón que le prestar Vorth y lo esgrime con rabia contra aquel hombre pez. Con la esperanza de dejarlo fuea de combate antes de que le ensarte de nuevo con aquella extraña lanza de tres puntas.

 El bastón, esgrimido con ambas manos, causa un zumbido en el aire por la fuerza con el que es blandido.

¿Ah? ¿Eh? ¿Cómo...?

Vorth se concentra y sus manos se agitan y comienzan a iluminarse de una ténue luz azul. La cara de uno de los peces se desdibuja siniestramente entre las sombras. Luego un chispazo y la magia se apaga.

¡Mecachis!

¡Habib! ¡Creo que vas a necesitar encender una luz!

Al escuchar a los enemigos con su extraños sonidos pudo darse cuenta del peligro. los gritos de dolor de sus compañeros, le hacían pensar en lo peor. Presentía a uno de ellos muy cerca, así que conjuró un hechizo de luz a la defensiva. Pero la tensión del momento hizo que se confundiera y perdiera la concentración. La oscuridad seguiría siendo una molestia... esta vez peligrosa. Pero sus piernas le permitieron moverse en la dirección contraria al ruido. 

- Estos deben ser los malditos peces que son escarcha... o escarcha que son peces... o algo así - anunció Zybax mientras intentaba rodear al extraño ser que lo había lastimado y, tras girar pretendía usar el arco con el mismo

Con todo, su preocupación por no herir a sus propios compañeros lo hizo elevar demasiado el tiro que paso lejos de su objetivo. Meneando la cabeza el bárbaro se preparó para combatir como el sabía - Estos arcos están fallados - comentó como al pasar - Eso me pasa por no usar mi hacha. Que es peligrosa... como el hielo -

El tenedor del hombre pez detiene el golpe de Zulf y lo envía al suelo golpeándole en los dientes con el otro extremo de la vara, al levantar el tridente da unos pasos alrededor de Zulf alcanzando a Habib cuando se alejaba dando saltitos, para el pobre humano todo está resultando una pesadilla, es como recibir emboscadas nocturnas continuamente, era agotador.

Zybax agacha la cabeza a sabiendas del golpetazo que va a recibir y tal como tenía previsto, el tridente le golpea como una raqueta en la zona más dura de su cuerpo. El enano sonríe satisfecho al alejarse solo para volverse a enfurruñar al ver como sus flechas son desperdiciadas contra el hielo.

Vorth lanza trata de lanzar algun tipo de sortilegio pero los gruñidos de la criatura esputandole directamente en la cara no le ayudan demasiado y finalmente recibe un golpe con uno de los puños con los que el hombre pez empuñaba el tridente. Los hombres pez, aún ilesos, festejan con gritos de jolgorio que resuenan en eco por toda la caverna

Graaaak Ururaaak Lumgl kla-klá

¡Kla-klá tu madre! ¡Te voy a desescamar!

A la porra la magia. Esa trucha le había pegado un puñetazo en la cara, y aún por encima se estaba burlando. Nada de sutilezas, había que adoptar las viejas costumbres enanas.

Vorth desenvainó el cuchillo de hueso y trató de vengarse del maldito arenque.