Partida Rol por web

Zulf encañona a la demoniesa con su lanza y se coloca frente a ella para darle una buena lanzada. Como siempre, Zulf es directo y preciso, pero incluso cuando ha sido tan directo ha roto sus armas... la demoniesa parecía demasiado frágil para algo así, y de todas formas, aparta la lanzada con un gesto rápido y bien medido, siempre sonriente

La demoniesa recibe el aliento de llamas, no parece haberle hecho gran efecto y esquiva con facilidad el ataque de Zulf. Sonríe a Vorth que pelea con la espada oscura para sacarla... - Adorable - Fija su vista de nuevo en Habib, un observador muy perspicaz verá como mira con curiosidad el guantelete que hay bajo él - ¿Que listo eres verdad? - Nadie le sigue la conversación y Zulf vuelve a dar una segunda lanzada que la demoniesa esquiva con evidente enfado.

Su mano se alza junto a Zulf, sus dedos pasan junto a su cara con inocentes pretensiones, y inequívocamente señala a Habib

-Mátale

Zulf se gira entonces, el rostro envuelto en un gesto obsesivo, fijando su mirada, en el bueno de Habib

- NO, no, no - el bárbaro comienza a enfurecerse al ver lo que pasa a su alrededor y avanza decido hacia quien quiere poner a su propiO compañero contra el grupo - Somos enanos, no nos atacamos entre nosotros - vocifera mientras levanta su hacha con ambas manos e intenta separar la cabeza el cuerpo de quien se burla de ellos.

- Y pronto entenderás de que hablo! - la amenaza sin tener consciencia de si está en condiciones de hacerlo

El demonio de carne ríe por las bromas de la demoniesa, es una risa compulsiva y parece que vaya a ahogarse con el moco que no deja de expectorar. Avanca hacia Vorth, quien coloca las manos sobre la espada oscura y le lanza dos zarpazos. éste se aparta con relativa facilidad

Los músculos del brazo de Vorth se tensaron y el hielo empezó a ceder. En su mano tenía una espada con un poder que escapaba a su entendimiento.

¡TENGO LA ESPADUCHA! ¡TENGO LA ESPADUCHA!

Los poderes cósmicos le atravesaron como un escalofrío... ¿O fue el duro roce de las garras del demonio de carne?

Extraes la espada. Es pequeña y manejable ¡ojalá hubieras aprendido a usarla como todos los enanos! La observas bien, no es metálica, la tocas y la observas con detenimiento, parece dura y resistente, pero su tacto es adherente, muy agradable. Aún pasando los dedos cerca de su superficie sientes que la espada te anima a acariciarla, es en esos lentísimos segundos de embelesamiento cuando la espada emite una sola vibración pulsátil.

Sientes desde la empuñadura te observa, cambias la espada de mano pero la sensación no se aleja. La espada está viva, no tienes ningún tipo de duda. Esa esencia que parecía estudiarte por dentro se concentra y empieza a retirarse de nuevo hacia la espada, pero no pretende irse sin nada, está intentando quitarte algo, no sabes qué es, pero trata de sacar algo de ti.

Podrías empuñarla sin riesgo alguno, es tan solo como una sanguijuela que se pasea lenta y torpemente por la superficie de la piel intentando morderte para alimentarse.

Habib sabía, por sus conocimientos sobre magia, que Zulf estaba enajenado por el poder de la diablesa. Sólo la protección contra el mal podría hacer que este poder quedara retenido temporalmente. Zulf iba a seguir la orden de matarle. Por tanto, le atacaría en breves instantes. Le daría tiempo a lanzar el hechizo antes de que se abalanzara, pero luego tendría que acertar a tocarle alguna parte de su cuerpo... Si sobrevivía a su lanza... Su propia lanza, compañera de años, vuelta contra su dueño. 

Protégelo de todo mal, haciendo prevalecer el bien.

Pronunció, esperando el ataque de Zulf. Ven a mí, obedécela por última vez. 

Herido o no por la afilada punta del arma, las manos del hechicero tocaron los brazos del enano. 

Zulf falla el ataque, Habib agarra las muñecas del guerrero y pronuncia las palabras con tal de protegerle pero éste lanza un alarido y se aparta del hechicero. Ni por un momento la cordura asoma en sus ojos y se prepara para arremeter contra el hechicero una y otra vez hasta que cumpla la orden recibida

La demoniesa queda con los ojos desorbitados al ver a Vorth con la espada - No.... no es posible... mi... mi... - Quiere avanzar hacia él. Pero Zybax le da un hachazo y de nuevo lo esquiva devolviéndole al asunto que tenía entre manos. Con rabia mira a Zybax - Sal de mi camino enano

Una de sus finas y delicadas manos, terminadas en unas garras que parecen de oso se lanzan contra el cuello de Zybax. Forcejea un rato con la ropa del enano hasta que éste se la logra sacar de encima de un empujón, ella parece muy irritada por esto. Debeis morir, vosotros no podeis.... no podeis hacer eso - Dice refiriéndose claramente a la blasfemia de Vorth

- No podemos qué?! - vocifera el enano tras ubicarse más cerca del rincon de la cueva, para sentir sus espaldas protegidas y volver a buscar darle un golpe certero a la guardiana de la espada

- Somos enanos, nadie nos dice que podemos hacer y que no! - la amenaza sin ningún tipo de fundamentos

 Obcecado con la tarea que se le encomandara, el tatuado guerrero acosa de nuevo con una lanzada al al humano que acababa de eludir su ataque. Esta vez el ataque buscó atravesar el cuerpo en una profunda lanzada, Habib lo intentó, echándose a un lado, pero la sedienta y fría punta de acero de la lanza rasgó las ropas del hechicero y le arrancó un sordo gruñido de dolor a la par que una herida empezaba a emanar sangre que manchaba las ropas del enigmático Habib.

 Por su lado, Zulf recuperabaa elequilibrio dispuesto a descargar un nuevo ataque, el definitivo.

El hacha golpea a la demoniesa, una pequeña victoria, el hacha apenas se clava en su piel, es tan dura como un árbol... pero los árboles también se pueden cortar, lo que desmoraliza a Zybax es la gota de sangre que mana de la herida cuando éste retira el hacha... la herida se cierra a gran velocidad delante de sus narices.

Por su parte, el demonio de carne gime y balbucea mientras ríe enloquecidamente y ataca a Vorth, de nuevo el enano trata de apartarse y de nuevo la repulsiva criatura consigue arañar su piel con sus inmundas garras

Vorth se las ve y se las desea con el demonio gordinflón. No es un enano que se caracterice por afrontar los retos difíciles, así que evita el combate con la bola de sebo...

¡Ey! ¡Zybax, no es justo! Estás peleando con la débil mujer. Te has cogido el rival más sencillo.

...para ir a atacar a una poderosa demonia a la que infravalora completamente.

Habib intentó lanzar otro conjuro, pero la furia del rostro del enano le desconcertó.

Sognolencia... mierda!

No era fácil concentrarse en un combate. Pero dependía de ello que no le mataran.

Vorth se acerca a la demoniesa y esta grita, es un chillido de rabia, el golpe de Vorth no pasa siquiera cerca de su objetivo y la demoniesa prolonga su alarido mientras sus garras tratan de alcanzar el cuerpo de Vorth - ¡¡ Vuelve a clavar esa espada !!

Quien pueda ver la imagen atrapada en el hielo... podrá ver como este... empieza a derretirse, incluso el techo de la cueva empieza a gotear, es algo muy extraño, parece como si el calor del día se filtrara por la montaña, a los enanos esto les recuerda al momento en el que pasa la larga noche y llega el día, provocando el resoplido de los azarosos enanos que empiezan a preparar nuevo hielo para aquellos que viven en iglús.

Vorth esquiva el ataque de la demoniesa, y ésta parece encenderse de frustración por verse atrapada entre dos infravalorados aventureros de Midgunheim

¡En tu teta, bruja!

Todavía furioso por como la diablesa a convencido a Zulf de que ataque a su aliado humano, Zybax se olvida de todo y vuelve a insistir con su hacha

Sin embargo la furia no es buena consejero y el bárbaro, preocupado por hacer todo el daño posible se olvida de lo principal, que antes de girar el hacha en el cuerpo de su enemigo debe clavarla en el mismo