Partida Rol por web

Los Bosques de Palermo son un conjunto de plazas que destacan por su arbolada, lago y rosedales, entre otras cosas. Ubicado cerca del Zoologico de la ciudad, el Jardín Japones y el Observatorio, los Bosques son un lugar predilecto por las parejas y los jóvenes en cualquier época del año para celebrar reuniones, cumpleaños y picnics. Así mismo, muchas otras personas los recorren por sus circuitos de aeróbicos y pistas de patinaje. Aparte de todo esto, el Bosque cuenta con grandes arboladas que le asemejan mas a un bosque real que a una plaza.

Bosques de Palermo, 21:40

La pareja de Magos, luego del intento fallido de diversión de Dishi con Omega, se dirigió a la Casona en busca de equipo y luego logró arribar a los Bosques de Palermo sin mayores complicaciones que el tránsito. Todavía había bastantes coches en la calle, dado que aún muchas personas estaban concluyendo sus tareas laborales diarias y regresando a sus hogares, pero para suerte de ellos casi nadie se quedaba en los bosques una vez que el Sol se oculta. La oscuridad aún no era total, pero su experiencia les decía que las condiciones estaban mas que dadas para que un Vástago despertara y comenzara sus actividades.

Al llegar al lugar Dishi buscó estacionar lo más cerca posible del parque antes de bajar se giró hacia Omega -No estoy muy seguro de esto.  Creo que lo mejor será venir mañana a la luz del día y tenderle una trampa, recuerda que no podemos destruirla y eso nos limita-  

¿Podrías localizar su guarida a la luz del día?.

Estoy segura de que esa bastarda puede enterrarse en la tierra. He oido de vastagos que hacen ese tipo de cosas.

Además... destruirla destruirla no podemos... o sí, Siempre podemos buscar otro objetivo. Pero podemos incapacitarla lo suficiente ¿no? -añado con una sonrisa dando unos golpecitos a las cachas de las pistolas.

-Pensaba esconderme arriba de un árbol con el arco dispuesto y utilizarte a vos como carnada así cuando aparecía le clavaba una flecha en el corazón.  Pero bueno, creo que no va a quedar otra que darle murra hasta que se quede quieta-

Has tenido una idea genial Dishi. 

Restriégate contra la tierra y la vegetación. Tapa tu olor lo más que puedas. Acaba con las criaturas que pueda traer, de hacerlo mientras yo esquivo a la chupasangre. Luego de eso, cuando esté en desventaja numérica... acribilla a esa zorra.

Yo intentaré dejarla desarmada. Si la vuelo los putos brazos no podrá hacerme cosquillas.

Sonrío ante el inminente combate. Por fin un rival digno. Hoy comprobaría de que material estaba hecha.

Cargo las dos recortadas y compruebo que estén en perfecto estado. Cuatro cartuchos de escopeta en dos disparos... suficiente para dejarla sin brazos. Veremos a ver quien es más zorra.

Dejo a Dishi mientras me interno en los jardines, procurando no adentrarme en la arboleda. Quiero verla venir. Necesito... verla venir. Dishi -le digo antes de alejarme del todo -si esto sale bien, me llevarás a ese hotel.

No creía que fuese la mejor opción, pero tampoco es que tuviesen tantas tomó su Bokken y lo ajustó al costado de su cuerpo, luego ajustó la cuerda del arco y preparó las flechas.  Recordó que cuando había visitado los registros había aprendido una extraña forma marcial, muy antigua y poco conocida que lograba torcer la luz alrededor del cuerpo y crear una sutil corriente de aire ascendente que se llevaba consigo los olores del cuerpo.  Era antiquísima, creada en los inicios mismos de la humanidad cuando los hombres aún peleaban con los hijos de la luna, poco a poco recordó cada uno de los pasos que debía seguir, cómo debía colocar las manos, la cabeza, el giro completo que debía hacer delimitando la “burbuja” de luz y viento que lo rodearía.  Era un hechizo de tiempos donde la paradoja aún no se había manifestado, donde lo mágico y lo mundano eran una misma cosa, hoy sería diferente, Drhama se manifestaría de alguna forma ante aquella alteración de la realidad, pero valía la pena intentarlo.

Cerró los ojos, respiró profundamente y exhaló poco a poco, sus manos se encontraban en posición de saludo, el peso de su cuerpo recaía sobre su pierna derecha y la punta de su pie izquierdo delimitaba el círculo mientras giraba, su cabeza miraba el cielo y su exhalación manaba hacia el infinito.  Si todo salía bien una corriente de aire se arremolinaría en torno a su persona y seguiría el rumbo de su aliento, se llevaría con ella sus aromas y los dispersaría en las alturas impidiendo sean detectados, a su vez la luz que giraría en torno a él un medio círculo la llevaría hacia atrás, dejando ver lo que estaba en frente y otro medio círculo haría lo inverso creando así una esfera donde aquel elemento se sometería a su voluntad

Los movimientos de Dishi, tal como sus ancestros habían practicado cientos de años en el pasado, fueron exactos en su definición. El aire a su alrededor se arremolinó llevándose los olores que su cuerpo emanaba. A su vez, la luz evitaba el contacto con su cuerpo, haciéndolo invisible a la percepción humana.

Por el momento todo permanecía tranquilo, aquella era la calma y la tormenta llegaría pronto, decidió prepararse entonces para ella.  Cerró nuevamente los ojos, se concentró y cubrió su cuerpo con su Ki haciéndolo más resistente a los ataques de sus enemigos, blindándolo, guareciéndolo.  Ya estaba listo, su mente comenzaba a prepararse para disparar el arco, pero para eso debían dar con su presa o esperar que esta diera con ellos

 Voy al centro de los jardines y me planto alli, a la espera. Me concentro bien durante algo menos de un minuto. Extiendo mi mente y mis sentidos a mi alrededor. Sólo busco aprender el terreno. Conocer el bosque tan bien como mi enemigo. Si pierde la ventaja del terreno habré ganado un punto. Si de casualidad localizo a Cassandra y/o a sus secuaces (de haberlos) pues mejor.

Tras tener una idea más clara del entorno. Me preparo para el ataque.

Dishi mantenía la vista fijada en su compañera, esperando que su objetivo saliera a la luz pronto. La única iluminación que había en todos los bosques provenía de la luna, que estaba en cuarto creciente, por lo que la visibilidad era escasa. Omega no era difícil de perder de vista, a pesar de su estatura y que los colores de su ropa eran oscuros, era lo único que se movía en todos los Bosques que no era mecido por el viento.

Luego de casi un minuto de incansable escrutinio, Omega había logrado ver la mayor parte de los Bosques, sabía que había caminos debajo de la tierra, algunos construidos por los hombres, otros probablemente no, sin embargo su percepción no había llegado lo suficientemente profundo como para lograr divisarlos, mas si para saber de su existencia.

En cuanto a la superficie, pudo detectar varias cosas que llamaron su atención. Los Bosques estaban llenos de aves, varias dormidas, pero muchas otras despiertas y atentas a lo que ocurría. Algunas águilas o halcones, no supo asegurarlo. Había varios animales terrestres: Gatos y Perros, no parecían ser un problema. Encontró un animal especialmente grande que llamó su atención, no supo discernir si era un perro grande o un lobo pero por parecía estar durmiendo cerca del lago.

Logró dar con la ubicación de Cassandra. Estaba a no menos de 10 metros de donde él y Dishi se encontraban, agazapada contra el piso en una clara posición felina de caza. Estaba perfectamente mimetizada entre los arbustos y fue especialmente difícil de encontrar. Omega se percató de que Cassandra no se movía ni un milímetro y que, aparentemente, había estado cerca de ellos desde que llegaron a los Bosques. No les había atacado, ni siquiera en todo el tiempo que Omega se tomó para sondear la zona.  Sin embargo estaba cerca, MUY cerca y preparada para saltar al combate en cuanto viera una mínima señal de peligro.

¡Mierda! Me concentro en Maldición de la fricción. En vez de daño por fuego. Pretendo congelar. Cuanto más rápido se mueva el sujeto más daño se hará y más se paralizará. Creo... Así es como funciona o debiera funcionar. Todo es tan confuso para mi.

Mientras siga sin moverse ni se enterará de que es presa de un hechizo...

No había calculado como la escasa luz iba a perjudicarlo para ubicar su objetivo.  Exigió sus sentidos al máximo y, pese a que logró ver mucho mejor a su compañera y algunos detalles que habían escapado a su vista, sin embargo no había sido capaz de localizar al vampiro.   Sus ideas se agotaban, si no percibía a su enemigo de alguna forma sería imposible asestar el golpe, entonces se le ocurrió intentar localizar la mente vampírica, pero jugar con la mente de aquellas criaturas no era algo recomendable.  Eran sitios extraños, obscuros y presentaba demasiado riesgos, sin embargo había una forma en que podría verla y, de paso debilitarla un poco.
Vairocana, el gran sol, la esencia espiritual, aquel que permite que todos los seres vivos existan, aquel que expulsa a las aberraciones como la que hoy cazaban, el omnipresente ser le daría lo que necesitaba.  En el Dhrama estaba representado por el fénix y esa sería la manifestación que invocaría.  Entre susurros comenzó un rezo sagrado, aquel que llamaba al espíritu de Fénix, aquel que traería la luz del sol, sería apenas por unos segundos pero le permitiría ver al vampiro y disparar, sabía que lo dañaría gravemente, pero no sería suficiente para eliminarlo.  Sur rezo se intensificó y se transformó en una especie de mantra con una pesada y grave cadencia.
No sabía que sucedería, nunca había usado aquella técnica, sólo sabía que invocaría al aspecto Fenix de la creación y con él a la Luz que tanto necesitaba.

Omega había logrado divisar a Cassandra gracias a sus capacidades místicas, la tenía en la mira y estaba completamente dispuesta a dar el primer golpe, sin embargo su concentración se rompió abruptamente. Una Luz intensa como si de un verdadero Sol se tratase la encegueció por completo.

Dishi había comenzado su rezo buscando alcanzar los poderes del Fenix, buscando que su manifestación trajera Luz Solar en plena noche para dañar a su adversario y, a su vez, iluminar los bosques lo suficiente para encontrar a su objetivo. Su oración, cada una de sus palabras, resonó en la realidad en la forma de un antiguo cántico, el Tapiz se afectó de un modo inesperado, rasgándose ante las palabras de Dishi que continuaban alterándolo incansablemente.

Una esfera de fuego se hizo presente en el cielo, aproximadamente de unos 5 metros de diámetro, el fuego se arremolinaba hacia el centro en una espiral constante, el efecto de Dishi parecía estar controlado, sin embargo pudo sentir como si las puertas que su voluntad estaba golpeando se desmoronaran por una fuerza varias veces superior a la propia y perdió completo control del efecto. La enorme esfera de Fuego se expandió con fuerza de un momento a otro y el fulgor de la Luz iluminó el cielo como si del día se tratara. Donde hace un segundo se encontraba una Esfera de Fuego, ahora un Ave enorme, mucho mas grande que un micro, flotaba en el aire. Su pico se abrió y un potente chirrido resonó en el aire. Desde los bosques podía escucharse el ruido de ventanales explotando por el ruido y de alarmas de autos que se activaron por el mismo motivo. La enorme Ave de Fuego batía sus alas generando corrientes de aire caliente por todo el bosque y su luz había transformado la noche en día.

Dishi y Omega estaban completamente aturdidos, el Fenix en el cielo brillaba como el Sol del mediodía, por lo que resultaba imposible mirarlo directamente y, a su vez, el chirrido hirió sus oídos, haciéndolos sangrar. Estarían sordos por varios segundos, quizá hasta minutos. La temperatura se elevó de golpe y ambos comenzaron a transpirar. Lo único que podían sentir era el calor abrazador del Ave Fenix y las corrientes de aire caliente que surcaban los Bosques de Palermo. El Ave estaba a bastante altura, sin embargo, su presencia podía desencadenar un incendio si se mantenía allí durante bastante tiempo. Ambos estaban cegados y sordos, habían perdido completamente a Cassandra, ni siquiera sabían si el Fenix ya había acabo con su presencia pero era de seguro que si todavía estaba en los Bosques, pronto alcanzaría la muerte. Y ellos también.

Lo primero que Dishi pudo notar fue la absoluta pérdida de control con respecto a su magia, el Fenix no respondería a su voluntad pues no había sido creado a partir de su magia. Por otro lado, parecía tener consciencia y voluntad propia. Omega pudo percibir que la Criatura en los cielos era tan real como ella misma.

Milagro, era todo lo que Dishi podía pensar, un verdadero milagro.  Había convocado al Fénix, a uno de los tres espíritus sagrados, a uno de los tres aspectos del todo y éste no sólo había acudido a su llamado sino que se había manifestado completamente en la realidad como hacía milenios, desde que la orden de la razón levantara la celosía, no lo hacía.
Corrió con cierto desenfreno acercándose más y más, ignorando el dolor en su cuerpo y oídos, presa de un transe extático, se sentía honrado con aquel suceso.  Al llegar junto a Omega se postró en señal de adoración.

-Gran espíritu- dijo con la voz y con la mente para todo aquel que fuera capaz de oir –Gracias por atender a mi llamado y honrarme con tu presencia- saludó y esperó la respuesta

No entendía nada. Su presa había escapado, posiblemente herida y un ave de fuego se aparecía en el cielo. Su rugido ensodecedor y el calor sofocante hasta el extremo. Ya notaba como la humedad de las plantas escapaba a su alrededor secandose. Pronto, todo podría arder.

Dishi, Dishi podrá hacer algo. Él lo arreglará seguro -pienso.

Entonces es cuando el calvorota llega hasta mi y se postra ante el destructor. Dice algo que escucho dentro de mi cabeza y pues mis oidos están doloridos por la explosión de poder.

Esta mierda se nos estaba llendo de las manos. Cassandra era mia joder. Ya casi la tenía... 

Comienzo a preparar un hechizo. El mismo que iba a usar contra Casandra. Congelaría o al menos mitigaría el calor que desprendía el Fenix.

Abrió los brazos formando una cruz con su cuerpo y luego concentro su energía mientras cerraba los mismos juntando las palmas de sus manos en su pecho. Ligeramente a la izquierda. Así, se concentró en sacar el frío de su corazón. Ya tenía el hechizo preparado, helando su sangre. Si el fenix no respondía a las plegarias de Dishi lanzaría el hechizo.

El Fenix permanecía en el aire sobre los Bosques de Palermo. Era inmenso, ninguno de los dos podía calcular su tamaño, pues verlo directamente con los ojos era casi imposible por el brillo resplandeciente de su cuerpo. Batía sus alas cada vez mas lentamente, tras cada aleteo surgían pequeñas llamaradas que no llegaban a tocar el suelo pero pasaban peligrosamente cerca de la copa de los árboles. El Ave soltó un nuevo chirrido, ninguno de los magos pudo determinar su potencia por la sordera, sin embargo ambos pudieron escucharlo y sentir como el aire alrededor del ave se agolpaba.

Lentamente la temperatura se fue estabilizando, continuaba siendo enormemente alta para la temperatura que debía haber en ese momento, sin embargo no parecía estar en aumento. Era apenas soportable para los Magos y el sudor continuaba recorriendo sus cuerpos. El batir de sus alas fue cada vez mas pausado, lo que provocó que el viento también fuera amainando.Ambos podían sentir que aquella majestuosa criatura era real, estaba conformada por quintaesencia pura pero inestable.

Dishi quedó absolutamente fascinado por su presencia y sentía un enorme y profundo respeto. Sentía que si pudiera verla a los ojos, no sería digno de hacerlo.

Omega, por su parte, tenía la completa seguridad de que en comparación al Fenix, ella no era mas que un pequeño grano de arena en comparación a un infinito desierto. Su poder no era equiparable bajo ningún concepto y lo mejor que podía hacer era evitar cualquier confrontación con la criatura. Sentía el respeto reverencial que podía sentir ante la presencia de un Dios y, como tal, no podría ni siquiera levantar un dedo en su contra. A diferencia de Dishi, ella podía sentir que La Realidad estaba inestable al rededor del Fenix, no estaba preparada para soportar una criatura de su poder. Si la Paradoja era mortal con los magos descuidados, sería catastrófica contra una criatura de esas dimensiones. Probablemente la realidad devoraría a la criatura en poco tiempo, de caso contrario, su mera existencia causaría un desorden absoluto en el Tapiz.

Mortales... La voz del Fenix sonó con fuerza e imposición en la mente de los Magos. ¿Les hablaba solo a ellos o su voluntad cubría toda la ciudad? ¿El País? ¿El mundo? Soy el Dador de Vida. Abrió sus alas con fuerza hacía atrás, exponiendo el pecho. El fulgor se hizo mas y mas fuerte por unos segundos hasta que volvió a escucharse su voz. Se han alejado demasiado del Camino de los Dioses y es hora de que regresen a él.

Ustedes. La voz del Fenix sonaba con fuerza, podían sentir perfectamente que iba dirigida a Ellos. Presenten sus respetos, juren ser mis fieles servidores y los nombraré mis Heraldos como agradecimiento por su Voluntad al abrirme la puerta a este Mundo.

La voz de la criatura se hallaba cargada de poder, un poder infinito y ancestral que sacudía la esencia misma de las cosas, que penetraba la materia y reverberaba directamente en su avatar.  El honor que el Fénix le concedía se tornaba cada vez mayor pues no sólo había consentido aparecer ante ellos, sino que también les ofrecía la posibilidad de convertirse en sus heraldos.  Dishi intentó mirarlo pero la intensidad de la luz lo obligó a apartar la vista.

-Te he servido desde siempre- respondió –Desde que con tu sabiduría nos iluminaste y nos diste el poder de alterar la realidad cientos de miles de años atrás.  Tu fuerza y la de tus hermanos permitió que la Orden Akáshica se formara y desde entonces en todas y cada una de mis encarnaciones te he servido.  Renuevo mi voto, vuelvo a jurarte lealtad a ser tu Heraldo en estos tiempos turbulentos.  Tu voluntad será mi guía, hoy más que nunca-

Sus palabras eran sinceras, hasta pudiera ser que la voz de su avatar se estuviera manifestando en la de él, como fuese había jurado nuevamente servir al Fénix y se había sometido a su voluntad

Escuche sus palabras atronando en mi mente. Jamás senti tal poder. Jamás...¡Dios! la palabra resonaba en su mente.

Quizá Dishi tuviese razón, quizás... ¿Tan equivocada había estado?

Nos ofrecia... podíamos ser sus heraldos... Algo no iba bien, no encajaba... la misión... Cassandra. El Fenix podría darnos poder.

Confundida busqué en mi interior una respuesta, un modo de obrar correcto y no lo hallé. 

Sobrecogida por esa criatura no pude hacer otra cosa que arrodillarme ante la criatura y jurar lealtad a ella antes de que el tapiz se la tragase.

Al menos ahora conocía a su Dios. Sabía mucho más que el resto de mortales. Tenía la respuesta a una de las preguntas que la humanidad llevaba formulando milenios.

Asentí y caí de rodillas. El frío de mi hechizo volvió dolorosamente a mi corazón. Mientras las lagrimas corrían libres por mi rostro.

Juro -alcance a susurrar.