Partida Rol por web

Vuestra velocidad menguó ya que las interminables ramas y lianas que salían al paso dificultaban el galope de los caballos.

Brand advierte que otra vereda parece separarse del camino principal y se sumerge en el bosque en dirección norte.

- No recuerdo haber visto esta vereda antes. Os dijo mientras sujetaba al caballo con las riendas manteniéndolo en equilibrio con las patas traseras.

A Jerinor y Hathol se les notaba preocupados. Prefirían estar haciendo guardia que internarse en el bosque. Era un lugar extrañamente húmedo y desde el camino podían verse grandes telarañas. Los sonidos de los pájaros y demás animalillos eran escasos. Algunos lo llamaban el Bosque de las Estirges a causa de la gran cantidad de estas horribles criaturas que albergaba. Se creía que en algún lugar de su interior había una gran caverna donde las criaturas se apareaban. Las leyendas locales aseguraban que un mago malvado había hecho de esa caverna su morada y que de algún modo había conseguido dominar a las criaturas.

No le gustaban los bosques. Eran sucios, húmedos, y su túnica tenía la mala costumbre de engancharse en cada rama y en cada arbusto. De hecho, estuvo en un par de ocasiones en ser derribado por una rama baja si sus reflejos no le hubieran hecho tirarse sobre el lomo de la montura. La yegua olía muy intensamente, con una mezcla de heno y excrementos.

La estrecha vereda obligó a la comitiva a caminar más unidos, lo que tranquilizó al mago pues quedó junto a uno de los soldados y a Greinh. El serio paladín miraba a la oscuridad como si de repente fuera a hacerse tangible y a morderle en el trasero.

-Este camino no parece muy acogedor. -comento Brand mientras intentaba escudriñar la vereda que había descubierto- Pero si los orcos se han adentrado por el no nos queda otro remedio que seguirlos.

No le hacía mucha gracia adentrarse en un territorio tan hostil, pero no dejaría que tales cosas le impidieran seguir adelante. Ademas, confiaba en que si adelante les esperara una sorpresa desagradable su familiar, que en esos momentos estaba sobrevolando sus cabezas, le avisaría con tiempo.

El serio paladín mermó la marcha de su caballo, la luz de la luna mermaba aún mas al internarse en el bosque, cosa que le resultó inaudito al Paladín, quien miró al Elfo que tenía a su lado, al mago que parecía estar teniendo problemas cabalgando.

-Verás hijo, si hubieramos esperado el amanecer, podriamos ver el suelo que estamos pisando, pero con esta maldita oscuridad si alcanzo a ver mi guante ya es mucho. -Obviamente el paladín estaba exagerando, pero quería mostrar su punto ante el novato mago. -Pero como la exploradora puede ver en la oscuridad tan fácilmente como un Enano, ella cree que nosotros también!!, aaghhh. ¿Tu ves bien? -Sin esperar respuesta el paladín percibió un movimiento, cerca de su caballo.

Inmediatamente desenfundó su espada -Orcos!! Emboscada!!. Valientemente se acercó con su caballo al origen del movimiento extraño, con espada en mano y listo para atestar un refulgente golpe, cuando un pequeño zorro salió campante de un matorral.... Había confundido a un zorro con una emboscada de orcos!, eso no lo dejaba bien parado ante sus compañeros, su vista le había fallado, ¡y de que manera!.

Se dirigió de nuevo a sus compañeros quienes miraban sorprendidos y algo estupefactos la reacción del Paladín, a lo que se limitó a contestar secamente. -No se preocupen, era solo para ver que tan preparados estaban para una aventual emboscada, veo que reaccionan bien!! voy mas tranquilo a partir de ahora.

No supe muy bien qué decir o pensar tras las palabras de Lauriel. Se suponía que ellos conocían este lugar mejor que nadie y por eso nos guiaban.

- Yo sólo sé que éste es el camino que los orcos han tomado.

Miré a mi alrededor en busca de algún indicio de que me hubiese confundido, pero no. Todo indicaba que estábamos en el lugar correcto sin lugar a dudas. De repente Greinh empezó a hablar a gritos, lo que e hizo dar un respingo. Encima hablaba de mí y se quejaba. ¡Caradura!

- Yo no he obligado a nadie a venir en medio de la noche, hasta dónde recuerdo fue un consenso mutuo. Además, si hubiésemos esperado al amanecer, dudo que recuperásemos el crisol. - dije en voz baja

Volví a lo mío pero un nuevo grito de Greinh me sorprendió. Esta vez, desenfundé mi espada con rapidez, peus el grito había sido la inequívoca palabra "orco".

"¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta de su pre...?"

Pero por supuesto, era una falsa alarma.

- ¡IDIOTA! - grité cómo pude sin alzar la voz -¿Quieres ser plato fácil para una emboscada? Confía en cuando nosotros digamos que hay orcos, y mientras, mantente en silencio.

Rizzen no se sentia tranquilo, posiblemente se estaban metiendo en la boca del lobo ellos solos, y de noche. Si algo no le gustaba es ir a cazar orcos de noche. la noche es para dormir y descansar. Aun asi el recuerdo de la sacerdotisa le trajo paz y tranquilidad, pues habian empeñado su palabra en recuperar el crisol. Asi que continuo junto al grupo, mas cerca de ellos, por la estrecha senda. Sabia que no seria de gran ayuda en estos momentos asi que solo esperaba que por fin dieran con aquellos sucios orcos, para poder por fin poner los pies en tierra.

Al escuchar al paladin, el cuerpo de Rizzen temblo del susto, no estaba preparad para una emboscada. Al saber que era broma apunto estuvo de soltar la maza en su cabeza. Pero en el fondo les habia venido bien, ahora estarian mas despiertos y atentos

Arue tiene razon nadie nos ha obligado a venir, asi que debemos confiar en su capacidad para seguir el rastro no creo que ninguno de nosotros lo hiciera mejor...

El grito de Greinh y la cháchara posterior no distrajeron a Groland ni lo más mínimo: su mecánico cerebro militar había concentrado toda la atención de sus sentidos en escanear intensamente la selva, pese a la escasa luz, en busca de orcos o señales. Incluso había reducido el control de su caballo a mantenerse sobre él (lo que sus músculos habían aprendido a hacer automáticamente), seguro de que la criatura seguiría a sus congéneres: ella y Groland iban los últimos de la fila. Instintivamente, el guerrero sacó la maza de su cinto y cogió las riendas con la mano izquierda, en cuyo brazo llevaba el escudo.

Rashaniel encuentra junto a la nueva vereda una pequeña bolsa de cuero que contiene varios objetos robados en el templo. Su presa, al parecer, tomó este camino secreto. Arue, por su parte, tras rastrear confirma que los orcos se han marchado por aquí y que el rastro parace muy reciente indicando que si actuáis deprisa podríais interceptar a los orcos.

- Yo propongo ir hacia el este, siguiendo el antiguo camino, en dirección a la entrada norte del castillo en ruinas. Lauriel se muestra muy firme en esto. - Sin duda, este camino secreto conduce al castillo, pero el antiguo es mejor para los caballos y nos permitirá llegar en bastante menos tiempo. Además, temo que podamos ser emboscados en el camino secreto.

-Me es indiferente un camino que otro. -comento Brand- Es cierto que este camino presenta peligros, pero es mas probable que no se escapen si seguimos su rastro. No obstante tu eres la que conoces el terreno, y si nos aconsejas el camino que conoces confiare en tu decisión.

-Arue, tu eres junto con Lauriel la que mas conocimiento tiene de estas cosas. ¿Cual es tu opinión?

La había encontrado casi por casualidad, pero se sentía bastante satisfecho consigo mismo por haber hallado aquella bolsa entre los arbustos. Probablemente los orcos la habrían dejado caer a propósito para guiarles hasta una emboscada, y sonrió para sí al ver que pensaba lo mismo que la aguerrida elfa.

- De todas formas - dijo, alzando la manita en la oscuridad - ¿No queríamos alcanzarlos antes de llegar al castillo? Si se reagrupan, puede que sea peor...

Al oir las palabras de la joven Rizzen despierta de su ensimismamiento. Habia oido lo de dejar los caballos y eso atrajo su atencion..la verdad es que preferiria dejar ya el caballo. No estoy hecho para ellos. Pero me da igual un camino u otro, no temo a ninguno de los dos. Lo que sea antes para llegar a nuestro destino

Me quedé pensativa unos momentos, sobretodo después de que Brand pidiese mi opinión. Los caballos definitivamente nos delatarían, y nos podrían emboscar igualmente. Por otro lado, era muy sospechoso que los orcos hubiesen dejado caer parte del botín. Tal vez, y sólo tal vez, podíamos verles antes de que nos emboscasen si eramos extremadamente silenciosos... pero visto lo visto no estaba segura de ello.

- Sea cómo sea, si nos quieren emboscar, lo harán igual. La mejor para evitarlo sería ir a pie y en silencio por el camino largo, pero tal vez así no los cojamos. Yo no puedo elegir el camino, pues si lo hiciese optaría por la senda corta, a pie, en silencio y moviéndome entre las sombras. El problema es que no todo nuestro grupo puede hacer eso en estas condiciones. - "ni en otras" pensé - Otra opción es enfilar con rapidez, preparados y ruidosamente, con los caballos por el otro sendero, esperando que se sorprendan de la táctica si pretenden emboscarnos. 

El paladín tomó su posición en la discusión, ergido en su caballo, fino y orgulloso con su ancha quijada y protuberante mentón.

-Los orcos son seres avaros y codiciosos, no dejarian caer parte del botín adrede solo para preparar una emboscada!!. Sin embargo -Acentuó su acento norteño para parecer mas recio. -En esta ocasión coincido con la Elfa, es mejor adelantarnos en su camino y tenderles la emboscada nosotros mismos, así obtendiriamos la ventaja!.

Aunque... -Se llevó la mano a la barbilla, acariciándola suavemente con su pulgar, con su mirada perdida en la oscuridad -No me gustaría perderles el rastro y que los malditos decidan cambiar de rumbo..... -Esto último lo dijo para si mismo.

Greinh no había terminado de murmurar cuando Groland expuso su opinión:

-Estoy con la lugarteniente y con el paladín, compañeros... -comenzó, conteniendo los nervios y las ganas de entrar en acción, para ceder el primer paso al cálculo pragmático-. ¿De qué nos sirve seguir por este camino? Si vamos galopando a caballo, y no nos matamos -añadió con énfasis, recordándoles a todos sus reparos a la galopada-, nos oirán y prepararán una emboscada... ¡Eso, si no lo han hecho ya! -El exabrupto agitó a su montura, y Groland tiró de las riendas para dominarla.- Es cierto: tomamos los caballos para reducir distancias y ya lo hemos hecho, pero ahora se nos presenta la oportunidad de cortarles el paso... -Señaló con su enorme maza-rosa el sacó de objetos del templo.- Esos pobres miserables están tan asustados que se les cae el botín y ni se paran a recogerlo. -No se contuvo más.- ¡Esto es lo que digo: cojamos el camino! ¡Preparémosles una bienvenida! -Levantó su poderosa arma en alto, de forma que la fría luz de luna perfiló los contornos de los pétalos de la rosa.- ¡Que el ruido de nuestros caballos -rugió- sea el trueno que anuncie al relámpago de nuestros puños!

La mayoría del grupo insiste en seguir la senda secreta. Lauriel accede de mala gana ya que es difícil llevar a los caballos por ahí, aunque ella no juró recuperar el crisol y si no siguen a los orcos podrían no ser capaces de alcanzarlos antes de que lleguen al castillo.

- Jerinor, saca a los caballos del bosque y esperanos con ellos en el linde. Yo y Hathol acompañaremos al grupo para asegurarnos de que sus acciones están en consonancia con los intereses de la aldea. Y dirigiéndose a vosotros continuó hablando. - Continuemos a pie, según Arue, hace poco que asaron por aquí. No deben de estar lejos.

Rashaniel se sentía satisfecho de que finalmente fueran por el camino que él había aconsejado, aunque no sabía hasta qué punto alguien le había prestado atención. La elfa guerrera, Lauriel, parecía especialmente molesta por tener que acompañarlos y cazar esos orcos. ¿Quizás sería que no toleraba la presencia de Arúe, o incluso de Groland y los demás humanos? ¿O había algo oculto? Fuera como fuese, supuso que tarde o temprano lo averiguaría.

Descendió torpemente de la yegua, casi cayendo al suelo de bruces en el intento, y se echó a un lado para no molestar. Le dolían las piernas y especialmente los muslos, que estaban al rojo vivo, y tuvo que dar unos pocos pasos en círculos para poder desentumecerse. Sin duda alguna, no estaba hecho para cabalgar. Una vez conseguido mantenerse en pie sin gemir, aprovechó mientras sus compañeros se preparaban para revisar su equipo y comprobar que las pociones estaban intactas.

Groland refunfuñó al ver que su dramático speech no había surtido ningún efecto, pero aceptó la decisión del grupo. Descendió del caballo y le pasó las riendas a la pobre Jerinor, a la que le esperaba un peligroso y aterrador viaje a solas de vuelta al camino con todos esos orcos rondando por la zona. Groland le dio la mano y las gracias y le deseó buena suerte. Una bonita sonrisa, pensó el guerrero al despedirse, y una mirada inteligente. Me pregunto sí... Pero rápidamente obligó a su mente a volver a la cacería: por todos es sabido que el apetito sexual se despierta ante la proximidad de la batalla. Si la chica era realmente interesante, sólo podría saberlo volviendo vivo a Fairhill.

Mientras Jerinor se alejaba entre la espesura con los caballos, sus compañeros se preparaban para seguir a pie la pista de los orcos. Groland cogió la maza y el escudo con la mano izquierda, para tener una mano libre. Arneses: ceñidos, se dijo tras palpar las correas de la mochila, la cota y el escudo. También se agitó brevemente, comprobando que nada en su armadura tintinease demasiado. Perfecto. Abrió y cerró la mano, golpeó levemente el suelo con la punta de su calzado. Botas y guantes: ajustados, añadió para sí mismo.

Se detuvo entonces un momento, sacó de la cota sus tres colgantes con un puño, cerró los ojos y se sumió en rápida oración. A Lazánder, con el que no se sentía muy unido, le recitó una plegaria que había leído en el libro de su abuelo: Que Tu Luz ilumine mi corazón para que no flaquee en la lucha por el Bien. Algo para cumplir, más que nada. A Tempus le interpeló sin humildad, como le gustaba al dios: ¡Tempus, óyeme! Tú defiendes al guerrero honorable y repruebas la cobardía y las artimañas: sólo dame un buen combate y que Tu Furia caiga sobre los tramposos. Y a Chauntea se dirigió como un hijo que sabe que no encontrará la bendición de su madre, pero que no puede dejar de pedirla: Gran Madre, sé que no ves con buenos ojos mi oficio, pero mi lucha hoy es por el bien de un pueblo de campesinos, a los que amas. Ayúdame por ellos y prepárame un lugar en Tus Padreras, junto a mis antepasados, por si la Dama Sonriente no se pone de mi lado.

Volvió a guardar los colgantes y terminó el repaso: Armas... Barajó por un momento en enfundar la maza y cargar una flecha en su arco, pero lo desestimó al instante: no tenía ninguna oportunidad de acertar a un blanco en la noche, podían ser emboscados y forzados a entrar en melé... ¡Podría herir a sus amigos! Armas: listas, decidió, y devolvió a su mano hábil el mástil de la maza. Ya estaba listo para la marcha.

Bajé del caballo de un salto. No estaba segura de que el resto del grupo pudiese seguir este camino en silencio para evitar emboscadas, pero deseaba que así fuera.

Me aseguré del rastro que había encontrado antes e hice un gesto al resto del grupo para que me siguiese. Me di cuenta entonces del lamentable estado de algunos, como Rash, dolorido y andando de manera extraña. ¿Qué más podía ocurrir? 

Al menos Groland parecía listo para la batalla, rezando a diferentes dioses.

"Reza todo lo que quieras, lo necesitaremos." - pensé negativamente.

Yo no adoraba a ningún Dios, pues ninguno parecía tener los mismos ideales que yo profesaba, y no era bueno ser un mal fiel. Mejor ser un infiel en ese caso.

Coloqué una flecha en mi arco, sin tensarlo pero preparada, y cuándo todos estuvieron listos empecé a adentrarme con sigilo. Sin prisa, pero sin pausa.

No muy contento con la opción de dejar los caballos, pero aceptando la decisión de la mayoría, el hechicero pelirrojo baja con un ágil salto de su montura y, después de entregarle las riendas a uno de los soldados que les acompañaban y que se quedaría aquí a vigilarlos, se dispuso a entrar en el camino con el resto del grupo.

Ante la vista que los demás estaban haciendo revisión de sus armas y armaduras, Brand se dispone a imitarles. Echándole un vistazo a sus manos para asegurarse de que no tiene nada bajo las uñas y flexionándolas, para después carraspear ligeramente y murmurando una suave melodía para comprobar que su encantadora voz se mantenía intacta, el elfo se da por satisfecho con el estado de sus armas, acordándose al ultimo momento de darle un vistazo a su arco para ver si seguía en sus sitio. Después de un breve momento de indecisión se pone a revisar también el estado de su ropa, y a su alivio no encuentra ninguna mancha en ellas.