Partida Rol por web

Quizás, después de todo, sirviera para algo el conocimiento. Al menos, a pesar de la lentitud del sacerdote, recordaba bien las enseñanzas sobre este tipo de muertos vivientes y, armado con tal conocimiento, logró evitar que las insidiosas almas perturbadas se apropiaran de su cuerpo.

Había avisado a sus compañeros, y nada más podía hacer contra ellos. Eran, sencillamente, un número excesivo de manifestaciones para tratar de adoptar otra postura. Con el rabillo del ojo vio como Gennan hacía caso omiso de su advertencia, lanzándose en una dudosa plancha sobre sus "protegidos".

Afán inútil. Por mucho que el sacerdote lo intentara, no le escuchaban: el mundo era de los fuertes. De nada servía el pueril sacrificio por el otro, salvo si uno era fuerte y lo que defendía era a sus hombres o sus propiedades. Pero no iba a pararse el sacerdote a lamentar el destino de quienes, neciamente, hacían oídos sordos a su experiencia.

Alarico se defendió con la fuerza de su voluntad de la posesión y corrió hacia la relativa seguridad de la embarcación.

El vello cobrizo de la nuca de la semiorca se le puso como escarpias al aparecer los fantasmas. No había nada tangible que ella pudiera cortar con su hacha en esos entes incorpóreos, por lo tanto no era un enemigo al que debiera enfrentarse. Su primer instinto fue el de correr hacia el barco olvidándose todo lo demás, pero no pudo ignorar al bosquímano que se había tirado al suelo a sus pies, tembloroso y con el bebé en brazos.

Seguramente se arrepentiría de ello el resto de su más que probable corta vida pero hizo acopio de fuerzas para agarrar del cinturón al druida e intentar cargar con él y con el bebé hasta la Virago.

GRUFPZT HOLASH ERA TROZDEMEN!- insultó en un orco gutural a no se sabía exactamente quién.

Mira que les había dicho de no parar en esa maldita ciudad! Si sobrevivían a eso se lo haría pagar a ese abraza árboles cenizo el primero!

Aún no se le había secado la ropa del todo y ahora esto: ¡Fantasmas! No es que este hecho le impresionara en exceso, si no fuera por el número.

—Un poco tarde tu aviso, ¿no crees, querida?— Valvuceó el viejo chocho de nuevo dirigiéndose a la nada.

Luego, y con cierta parsimonia propia de la edad, se giró hacia Alarico: —Muchas gracias por la información caballero. Habría corrido de todas maneras.—

Sin embargo, para cuando dijo estas palabras ya no había nadie allí para oirlas. Todos habían salido corriendo (su perro incluido) y sólo quedaba una polvareda de sus zancadas en el aire. Estaban corriendo varias decenas de metros delante de él, mientras que él seguía allí parado, ¡y los puñeteros espectros estaban practricamente en tu cogote!. —Cagüen la lech...— Es lo único que pudo decir antes de notar la extraña sensación de ser penetrado espirituálmente por algo difícil de describir. Corvino sintió que era apartado a un lado y encerrado en un lugar muy dentro de si mismo mientras otra cosa tomaba control de su cuerpo.

—¡Ey! Esperadme, no me dejéis aquí tirado.— Oyó decir a alguien. Que raro, sonaba idéntica a su propia voz.

El gnomo estrábico no era el más veloz. Tardó un buen rato en asimilar tanto la advertencia del niño, del cual no comprendía su extraño comportamiento, como la de Alarico. Cuando sus piernas quisieron ponerse a correr ya estaba rodeado de cientos de fantasmas. ¿A qué se refería el nigromante con lo de la posesión? Esperaba al menos que no pudieran tocarlo. Les había dicho que podían atravesarlos por lo que imaginaba que la posesión sería indolora. El ectoplasma solía ser algo casi tan inmaterial como el éter que manipulaba el mago, pero también conocía casos en los que estaba tan concentrado que era hasta tangible. Miró a Gennan, el druida y se preguntó por qué no le había cubierto a él también, que era tan pequeño o más que el niño humano. Después miró a Quiora y se preguntó por qué no le cogía a él también cuando otras veces le había puesto sus sucias manos encima. ¿Dónde estaba Lentejuela cuando se la necesitaba?

- ¿Fedora?- Preguntó al aire esperando que alguien le cogiera del pescuezo, como hacen las mamas gatos con los cachorros. Por ahora no veía a nadie más que al viejo Corvino.

Las palabras del niño despertaron un miedo ancestral en la norteña, mucho tiempo atrás olvidado. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, desde la nuca, bajando entre sus homo platos, cruzando su estilizada espalda, perdiéndose entre la zona lumbar y bajando hasta donde la espalda pierde su nombre. Fedora había quedado paralizada.

- ¿Fan... Fan... Tasmas? No serr rresl... No serr rreal, no pasarr otrrra vez... - Murmuraba con la mirada perdida y dandole una serie de espasmos y tics en la cara y parte del cuerpo.

Al momento, cuando no pudo combatir mas contra el miedo, cuando oía de lejos las palabras de Menon y Corvino, y mucho mas lejos la del resto de conocidos, Fedora dejó de estar allí. Xandra volvió a ocupar la maltratada psique de la guerrera de espadas bastardas y solo recordaba al viejo Corvino, por su parecido con su anciano tío.

- ¿Donde estoy? ¡Fantasmas, fantasmas, fantasmas! ¡Socorrito, que alguien me ayude! - Dijo en su extraño acento¹ bastante lastimero.

El Capitán Ene tenía razón, desde que el bebé había aparecido todo el grupo estaba más distraído que de costumbre y no había tomando una decisión sobre qué hacer. Al menos Alarico parecía opinar como él, pues no parecía tener ningún interés de convertirse en padre adoptivo. Después propusieron atracar allí mismo para tomar una decisión sobre lo que hacer o no con la criatura. Heian seguía sin comprender por qué habían adquirido ese problema, cuando podrían haberlo dejado donde se encontraba y cargar con el marrón a otro que llagase después. Total, si sabía cuidarse perfectamente.

Su sorpresa llegó cuando en la ciudad a la que acababan de llegar y gracias al perro de Corvino se habían encontrado con una casa quemada y de varios cadáveres en su interior. Y para colmo de males un bebé algo más crecidito se unía a sus filas. Heian chasqueó la lengua sin comprender cómo era posible que estuvieran llegando a esa situación. No entendía por qué estaban dejando que todo ese les estuviera pasando. Creían que ese niño podría saber algo, pero qué más daba. ¿A quién le importaba lo que hubiera pasado en esa casa?

Quiora propuso que el niño se llevara al bebé y eso fue lo más sensato que escuchó desde que lo habían encontrado. Sin duda no era buena idea dárselo, era demasiado pequeño, pero al menos seguro que él sabría qué hacer con él y no le supondría un gran problema como el que estaba suponiendo para ellos. Pero entonces el triste crío se desmayó y tras él aparecieron un ejército de fantasmas. ¡Mierda! Exclamó el silencioso. Y cuando Alarico explicó de qué se trataban esas criaturas, el sobrerero trató de salir corriendo de allí, pero ya era tarde para él...

En un segundo el niño se derrumbó en el suelo y aparecieron cientos de extrañas figuras fantasmales, una ola de terror recorrió a todo el grupo ante las incorporeas figuras, incluyendo a Menon que poco pudo hacer ante las presencias que hacer caso y salir corriendo hacia el barco, aunque un barco poca protección puede ofrecer, pero en ese momento eso parecía menos importante que alejarse lo máximo posible.

- Corred insensatos! Grito al mundo mientras corría como alma que lleva al diablo hacia el barco.

Alanis habia hecho un gracioso mohín con su naricilla fina cuando Gennan le habia quitado al bebe alejándolo de Fedora y de ella, la muchacha se quedó con los brazos cruzados, y poniendose al lado de Fedora le dijo en un susurro .-Crees que pueda con un bebe...cuando ni siquiera es capaz de controlar perros...- sacudió su  cabellera negra con un movimiento elegante, y se quedó observando el devenir de los acontecimientos mientras Sapo intentaba ordeñar un cadaver "Y yo que lo creía brillante" y todo lo demás... Habían decidido atracar, y en ese preciso momento un niño salió de la nada, Alanis por instinto aferró su bastón con fuerza, no soportaba a los limosneros, y el niño tenía toda la pinta de ser uno de esos que se te acercaban a pedir dinero, y al siguiente momento te metían la mano en zonas donde no llegaba la luz del sol...

Pero lo que acontinuación pasó hizo que Alanis abriera la boca sorprendida, el niño calló al suelo inerte...muerto, al punto en que varios fantasmas comenzaron a aparecer, como Alanis era una mujer muy lista...y también miedosa, le bastó apenas una fracción de segundo que no tenía absolutamente nada con que combatir contra esos seres incorpóreos, y si habian logrado poseer a ese chiquillo...entonces...¿podrían hacer lo mismo con ella?. "No señor, no señor, nadie va a poseer este cuerpo como no sea el sacerdote Alarico"fue el último pensamiento de Alanis, antes de echarse a la carrera en dirección al barco, olvidándose del bebe...El bebe!!.- Y si el ...Y si el bebe también tiene uno de esos fantasmas adentro y por eso sobrevivió!!!-gritó Alanis mientras corría al barco y moviendo las manos con rapidez le gritaba al capitan .-Acelere!!...arranque!! en marcha!!....como carajos se diga a poner un barco en movimiento!!!-

Rápido, rápido, rápido...

Llegaron hasta el muelle de Beltis y subieron a la Virago. Solo cuando el Capitán Nathan Timothy soltaba amarrras, se dieron cuenta de cuántos compañeros habían dejado atrás: Corvino, Dalabrac, Fedora, Heian y Sapo.

En los brazos de Quiora aún pataleaba un poseído Genann, tratando de zafarse. El bebé sobre el abdómen del druida corría riesgo de caerse.

Anoche Beltis fue asaltada por los gundarakíes de la vecina aldea de Valetta. Esos bárbaros asaltaron nuestros hogares, mataron a nuestros hijos y violaron a nuestras mujeres... para luego matarlas, y después violar sus cadáveres. Prendieron fuego a sus cadáveres, temiendo el regreso de los muertos vivientes.

Lo que los gundarakíes no sabían era que los muertos vivientes no necesitaban de un cuerpo, o por lo menos no del mismo que usaron en vida. Algunos de los Odem, espíritus de la venganza, lograron ocupar los cuerpos de varios aventureros que accidentalmente habían pasado por Beltis con a saber qué intenciones. Ahora podrían interactuar con la realidad, vengarse de Valetta, ir al pueblo vecino a causar una masacre.

Tanto Beltis como Valetta estaban en la misma orilla del río Musarde, a los pies de la Cresta de C'martan. Eso convertía el banco de arena que separaba a ambos pueblos en un campo de batalla: empalizadas, trincheras y atalayas de madera. Llegar a Valetta atravesando esa zona de guerra no iba a ser nada fácil.

En cuanto a Reevis, el niño, fue el único habitante de Beltis en sobrevivir a la matanza. Lo has visto varias veces, sin llegar a poseerlo, pues es demasiado débil como para llevar a cabo la venganza. Ni el bebé, ni el cadáver de la mujer que encontraron en el río son caras conocidas: no pertenecían a Beltis.

La semiorca sujetó fuertemente con una mano el pescuezo del druida, parecía una trucha sacada del río que si la soltaba por un segundo, saltaría por la borda y la perderían para siempre. Con la otra mano rescató al bebé antes de que cayese al húmedo suelo de la Virago.

Por unos segundos la mirada del infante y de la bárbara se cruzaron. Muchas cosas se le pasaron por la mente que nunca antes había atrevido a pensar. Se le estaría despertando el sentido maternal o quizás fuera solo hambre?

Asustada por la posibilidad de lo primero apartó la mirada y cedió bruscamente el bebé a Alanis.

- Toma, coge esto que me da alergia.

Pudo así centrarse en sujetar Genann con las dos manos. Llamó al que más debía saber de espíritus de los supervivientes del grupo, para ver si podía hacer algo.

- Alarico acércate a quitarle el espíritu a Gennan, anda, o si no puedes por lo que sea tráeme una maldita cuerda para que le atemos al palo del barco antes de que se me escurra!

Casi no recordaba como había llegado hasta el barco, pero sintió un gran alivio al comprobar que aún podía controlar sus acciones, las presencias en la aldea eran realmente pavorosas y su poder muy elevado, por poco no logra repeler sus intentos de entrar en su mente. En cuanto pudo echar un vistazo alrededor, comprobó todos los compañeros que se habían perdido en el desembarco...

- Capitán no se aleje demasiado, no sabemos que quieren esos espíritus! Puede que podamos negociar la liberación de nuestros compañeros, o al menos espero.

Luego pudo comprobar como Quiora sujetaba al druida como si de un saco de patatas se tratase, puede que se acción sin pensar (como todas las que realiza), les diera la oportunidad de negociar directamente desde el barco, sin correr riesgos.

- Quiora tiene razón, es mejor atar a Gennan, y luego intentamos hablar con el vale Quiora? Nada de golpes por el momento, ya tenemos bastante con un druida que cabrea a todos los animales, como para que ahora encima este poseído.

En un momento habían perdido a la mitad del grupo a manos de los dioses saben que tipo de espíritus, desde luego las perspectivas no eran muy buenas, ojala lograran mantener a todos con vida.

-Pe... pe... pe... pero, ¿quieres quitarme las manos de encima, energúmena? -dijo Genann, pataleando e intentando liberarse de la presa de Quiora que a punto estaba de partirle el cuello y ahogarlo, amén de que el crío se le escurría de entre las manos. Afortunadamente, el bebé cambió de manos antes de que se le cayera-. ¿Atarme? ¿Poseído? Pero, ¿es que estáis locos? ¿Y encima queréis quedaros aquí? ¿Después de lo que ha pasado?

Genann intentó zafarse de la mano que lo apresaba, mientras seguía farfullando.

-Tenemos que irnos. Arf. Cuanto antes. Al siguiente pueblo. Y allí si eso pedir ayuda, arf -el rostro del druida se iba amoratando. Su escuálido físico no iba a poder vencer a la semiorca, así que intentó un ataque verbal desesperado. Con suerte, la presa se aflojaría y él podría huir de aquella bestia parda. Perdón, verde. Se quedó quieto, pendiendo de aquella manaza y con un brillo extraño en su mirada, atacó-. Joder, si sientes menos apego por todos nosotros que la cabeza de tu madre por su cuerpo.

No es que la cosa estuviera clara. Lo cierto es que para Alarico todo había sido, como poco, confuso, ¿había llegado a apoderarse del cuerpo de Gennan el odem? La verdad es que sonar, sonaba la voz del druida. Pero si el espíritu había podido apoderarse de él tal circunstancia no iba a ser bastante como para poder aclarar la situación. Y más si, como era el caso, el druida solo había podido llegar con todos gracias a que Quiora lo había salvado. Tras un segundo de duda, poniendo mala cara, rezó al más poderoso de los dioses para invocar la protección contra el caos sobre el druida, en la esperanza que, de estar verdaderamente poseído, su conjuro bastara para liberar al druida de la influencia de aquel ser.

A las hirientes palabras que le había propinado -como si fuera un puñetazo en la boca del estómago- el druida (si no fuese porque estaba convencida de que un espíritu malvado y no el propio Genann era el que intentaba provocarla, habría estallado en furia y probablemente habría separado el cuello del bosquímano del resto de su endeble cuerpecito) se sumo el terrible malestar que sentía al tocarlo después de que Alarico obrase hechicería sobre él.

Por acto reflejo la semiorca, de grandes proporciones y más grandes músculos, le propinó al susodicho un golpetazo en plena cabeza con el fin de dejarlo K.O., que se callara de una vez y se quedase quietecito.

¡Vete a engañar a otro, abraza-árboles! Los odem eran visibles, todos vimos como se te metía el demonio dentro.

El Capitán Ene escupió a Genann en toda la cara. No se sabría decir si lo odiaba más por estar poseído o por ser un zarapastroso druida hippie fuma-hierba.

Alarico, por su parte, interrumpió los movimientos de sus pases de manos, dejando sin lanzar el conjuro. Por lo que podía recordar de las enseñanzas en su culto, la descripción que le hicieron de la protección contra el caos creaba una "cárcel espiritual" para evitar la entrada de fantasmas. Básicamente, eso implicaba que el conjuro no iba a expulsar ninguna fuerza vital (o sea, ningún alma) que ya estuviese dentro de la mente y el cuerpo de Genann. Y el odem era un alma, puesto que todos los muertos vivientes inteligentes poseen una en esta cosmología¹.

De todos modos, el puñetazo de Quiora había dejado a Genann inconsciente antes de que el druida pudiese reaccionar, así que ya daba igual si Alarico lanzaba su conjuro o no.

¡Alto! ¡Mirad allí!

El Capitán Timothy apuntó en dirección al pueblo. A lo lejos se veía a sus antiguos compañeros: Corvino, Fedora... También se acercaban otros tipos cuya compañía no era tan añorada, como el feísimo Sapo, el guapo pero insulso chico del sombrero, o el mediano de desagradables pies peludos. El Capitán empezó a corretear por la cubierta para alejar al Virago del muelle, para nadie era un secreto que no le gustaba tener la presencia del gnomo amorfo cerca. Si no querían quedarse para intentar hablar o matar o dejar inconsciente a sus antiguos compañeros, podrían alejarse hacia Valetta antes de que los poseídos llegasen al puerto.

En un segundo Quiora logró dejar a Gennan inconsciente, es lo normal, la semi-orca de un ostiazo puede tumbar a cualquiera, más ha alguien que está indefenso.

Alarico decidió no lanzar su hechizo, seguramente confiaba en la habilidad de Quiora o no sabía como interactuaba la magia con un poseído, la magia es limitada y hay que ser muy cuidadoso al lanzarla.

El capitán estaba fuera de si, tendría de miedo de ser poseído y perder esa personalidad tan explosiva, mientras mantuviera el barco de una pieza que se cabreara lo que quisiera.

Sus compañeros poseídos estaban pululando por el pueblo, no se si que lleguen al muelle nos afectaría en algo.

- Dejemos que se acerquen al muelle, puede que los fantasmas no puedan alejarse de ese punto y dejen de controlarlos, si no siempre podemos alejarnos.

Cuando Genann vio alzarse el puño como si de un martillo pilón se tratara y abalanzarse sobre él, cerró los ojos para no verlo llegar, al tiempo que alcanzaba a musitar.

-Cobard... -el golpe le dejó sin aire y su maltrecho cuerpo se refugió en la inconsciencia. 

Cuando el cuerpo de Genann quedó desmadejado e inconsciente tras el puñetazo de la semiogra, al entidad que lo había poseído chilló de frustración. Había visto los otros cuerpos antes de poseer el del druida y por una razón u otra los había descartado. A uno por terriblemente feo además de desnarigado. La imagen de un estornudo y lo que pudiera salir sin control por aquel orificio le había provocado una total repulsión que le condujo a desviarse para no caer por error en su cuerpo. Después había estado aquella mujer de grandes pechos que también había rechazado por parecerse demasiado a su difunta. Al tipo con un sombrero de colores lo descartó sin razón aparente alguna. Quizá por parecerle muy anodino e incapaz de ayudarle a llevar a cabo su venganza. Al viejo por viejo y por el olor a meados de su pantalón. Y al enano con pelos hasta en los pies no podía tomarle en serio. Así que Genann parecía la única opción lógica, una opción que ahora lamentaba haber tomado. 

Sin duda, el cuerpo que poseía no había contado con el respeto de sus compañeros como podía haber intuido en los breves minutos compartidos con ellos y, desde luego, carecía de la fuerza y poder necesarios como para enfrentarse a ellos. Gruñó con un sonido que no llegó a exteriorizarse. Tenía tiempo para pensar, pensar en cómo deshacerse de aquel cuerpo y poseer algún otro, como el de la hembra que le había golpeado. O en cómo conducir el barco a la orilla para que sus amigos pudieran embarcar y hacerse con la nave y enfilar río arriba a cobrarse la necesaria venganza. Sí, tenía tiempo para pensar y adoptar las debidas medidas. 

Así! Calladito estaba mucho más mono.

A falta de una cuerda propia, usó los aparejos del barco para amarrar al inconsciente bosquímano al palo mayor.

Así, y así... Su padre le había enseñado unas nociones básicas para hacer un buen nudo y que no se marchasen los prisioneros antes de que estuviesen preparadas las brasas para guisarlos. Listo!

Ni se te ocurra acercarte a la ciudad de nuevo- le susurró a Ene, consciente que podrían tirarles piedras o algo peor- Mejor larguémonos de aquí y busquemos un sitio donde dejar a ese bebé cagón. Una ciudad que no este infestada de fantasmas, vampiros o algo similar, sería lo suyo.

Le daba pena separarse de aquellos compañeros que había conocido en la taberna del gordo semiorco, pero una tenía que mirar por sí misma y lo último que quería era enfrentarse a espíritus a los que no se les podía decapitar con el hacha.