Partida Rol por web

No perdemos nada por interrogar a los de la planta de arriba. Curtis, dale la llave maestra a...

Rubeus trató de elegir al azar a alguien de entre los presentes, una mano inocente.

Tú, la tetona-señaló a Fedora-. Sube a la planta de arriba, abre todas las habitaciones y trae a todo el mundo aquí.

Curtis le entregó la llave a la norteña, que subió a la planta superior para avisar a los demás.

La mayoría de las habitaciones estaban vacías y a oscuras.

Fedora encontró a Valeria con la misma ropa que llevaba en la planta baja. Estaba arrodillada y en silencio, ante una vela encendida, como rezando a Hala, o lo que quiera que hagan los clérigos.

A Matt le sorprendió en la habitación de al lado, vistiéndose con sus nobles ropajes y terminando de abotonarse la camisa. Lo sorprendente es que las sábanas de su cama estaban ensangrentadas. También fue muy siniestro que al salir de la habitación le oliese el pelo a Fedora, en plan pervertido. Fue un gesto muy sutil, pero Fedora se dió cuenta.

Como en un partido de tenis, si ese deporte que existe en Nortalia y en pocos más sitios, Fedora miraba a unos y otros, dirigiendo la vista hacia el siguiente que hablaba y soltaban otra cosa más sospechosa aún. A la pobre no le daba tiempo a cogeturar al primero que ya hablaba el siguiente, pero ponía cara de enfadada y de interesante al mismo tiempo porque todos sabían que alguien con cara de enfado era porque pensaba o trabajaba mucho. Incluso el comentario a sus pechos no le importó lo más mínimo puesto que era el primero que se fijaba en sus bonitas glándulas mamarias, así que sonrió simplemente y contestó. - Eso porrrrrque no haberrrrr visto a gitana tetorrrrra, ejem.... Da, da, yo subirrrr arrrriba y verter que encontrrrrarrrr. Abrrrrirrrr oídos bien. Yo grrrritar si verter algo sos...PECHOS...o. - Dijo esto último mientras meneaba los pechos a un lado y otro, atrayendo la mirada del personal. No tardó mucho la guerrera en subir a investigar y ver a una monja-clériga rezando a la estúpida deidad de turno que se terciaria. Suspiró y pensó que no mataría ni a una mosca, así que se fijó en la siguiente puerta. Lo que vió allí no le gustó ni un pelo. ¿Como estaba la cama cubierta de sangre? ¿Acaso había yacido con una mujer mientras la visitaba su prima y lo habían puesto todo perdido? Pero lo peor fue el gesto obsceno del tipo, lo que acabó por desatar la ira de la norteña. - ¡¿Qué crrrreerrrr tu?! ¡Fedorrrrra no serrrr una de tus fulanas! ¡Perrrrrvertido, yio enseñiarrrrr! - Y le arreó un guantazo con la mano abierta que de darle, avisaría al resto de abajo que la esperaba, pero por si acaso sus gritos no lo hacían, volvió a llamar a la caballería. - ¡Aquí! ¡¡¡Asesino estarrrr aquí arrrriba!!!

El grupo subió las escaleras. En el pasillo vieron a dos personas junto a Fedora: la mujer pelirroja que habían visto en la planta baja antes de la actuación de Curtis... y a un hombre de aspecto nobiliario. La mano de Fedora había dejado su forma en la mejilla del hombre a través de un tortazo y, claro, el hombre no se lo tomó muy bien.

¡¿Cómo te atreves, fulana?! ¡Nadie abofetea al gran Matton Blanchard! ¡AAAAARGH!

El noble rasgó sus ropas, su cuerpo empezó a llenarse de vello, su boca se transformó en hocico y sus dientes en colmillos.

La pelirroja, asustada, se metió en una de las habitaciones y se encerró dentro. ¡Cómo si una puerta de madera pudiese frenar a la bestia! Los dos comandantes desenvainaron sus espadas, pero el licántropo venía a por los aventureros... Les embargó la sensación de que esta vez no habría escapatoria posible.

Menon observo como el hombre noble se transformaba en licántropo, sería el mismo que dejaron vivo? La piedad se paga, por precaución aumento sus defensas por si le tocaba recibir.

Más que miedo lo que sintió Alarico fue una mezcla de desesperación y pereza. A ver, era obvio que el ser era aterrador, y que buenamente podía terminar comido por el mismo. Pero ver otra vez al lupino le resultó desagradablemente vulgar. Reconoció para sí que echaba de menos a la fallecida Alanis

No somos nadie. Pensó, para sí.

Todo eso ocurrió en décimas de segundo, y casi sin darse cuenta empezó a conjurar convirtiendo instantáneamente el último de sus milagros del día en una orden imperiosa.

- Quieto- ordenó al medio hombre, esperando que parándolo en seco, sus compañeros y la multitud de guerreros que allí estaban pudieran dar buena cuenta del mismo.

Genann suspiró por enésima vez cuando el noble se transformó en licántropo. ¿Sería aquel que les había acosado en su viaje? ¿O un primo hermano suyo? ¿Acaso importaba? Realmente, no. De hecho, ¿siquiera le asstaba en su nueva forma? Pues sorprendentemente, tampoco. Sin duda, alguna forma de resistencia natural a aquel tipo de transformaciones y apariciones, fruto de la constante de sus vidas.

Y a sabiendas de que el perro le zurraría a él primero dado su especial magnetismo para con los chuchos, no dudó en enarbolar el bastón dispuesto a golpear con él al hombre lobo. Pero la maldición canina ejerció una vez su imperio y el bastón pareció adquirir una vida y voluntad propias que no eran las de Genann.

Quiora observó al fiero lobo con una tranquilidad pasmosa, había visto gnomos muchos más feos que esa bola de pelo y no iba a asustarse ahora. Incluso se le antojó parecido a un juguete de 'peluche' que le hicieran sus padres de pequeña. Sí, podría atraparlo y que fuera su mascota!

Recordando la lección de Sapo sobre los hombres-lobo, descartó tirarse sobre él esta vez para reducirle, no fuera a contagiarle la enfermedad. También sabía que su arma, al no ser de plata, tampoco le haría mucho daño.

Buscadme un arma de plata- pidió a sus compañeros-, mientras intentaré distraerle.

La semiorca levantó una de la mesas de la posada y se dispuso a lanzársela a la enajenada criatura si no obedecía las órdenes de Alarico.

Eh, Firulais! Buscas a tu bruja? Estás celosón, verdad? Pues yo le he tocado una teta, que lo sepas! - no era verdad, pero tampoco se le ocurría nada más.

No es que fuera una sorpresa, ya habían planteado dicha posibilidad. El licántropo les había seguido. Ahora sólo faltaba el guardia al que Sapo había manipulado la mente y estarían con todos sus enemigos bajo el mismo techo. Presencias la transformación fue más desagradable que otra cosa. Sapo no se dejó intimidar y manipuló el éter con presteza, lanzando dos proyectiles mágicos contra la bestia.

Iré abajo a por la cubertería buena...-dijo a Quiora, cuando preguntó por un arma de plata.

Quiora acompañó a Curtis para coger una mesa de la planta baja. Todos lamentaron no haber comprado una plata en Valetta cuando tuvieron la oportunidad. Todos salvo Sapo. Pero Sapo tenía algo mejor que la plata: tenía una mirada de galán. Y la magia, también tenía magia. Sus proyectiles mágicos hacían estragos en el torso lupino de la bestia, que ya venía herido de antes (como así atestiguaban las sábanas ensangrentadas que había visto Fedora en su momento).

Entonces los dos comandantes avanzaron. Genann ocupaba la mitad del pasillo, pero uno de los soldados pudo pasar al lado del licántropo sin peligro gracias al orden imperiosa de Alarico. Así, con uno de los comandantes en el pasillo y otro bajo el dintel de una de las habitaciones, sus espadas se hundieron a la vez y con la misma fuerza en el enemigo. El lobo se desplomó en el suelo y recuperó su forma humana, consciente, jadeante, pero incapacitado para seguir con la lucha.

Borra esa sonrisa de tu cara, Vaslav. Ni que tuvieses tan poca confianza en tu valía como para considerar que vencer a un hombre lobo tiene la categoría de proeza y no una simple detención más. Cógele por ese brazo, arrastraremos a este infeliz a la planta baja con los demás.

Claro... Pero que conste mi espada fue la que le dió el golpe de gracia.

Finalmente, la investigación volvió a su curso anterior. Ataron a Matton Blanchar a una silla, pero aunque no lo hubiesen hecho no habrían tenido nada que temer del hombre lobo en las condiciones en las que se encontraba. También bajó con ellos la pelirroja de las habitaciones. Ninguno de ellos mostró piedad o perplejidad por el cadáver de Sir Stefan, y no era para menos: Matton era un tipo duro y la mujer acababa de ver a un ser humano transformarse en bestia. En comparación lo de Sir Stefan era una menudencia.

Decidnos vuestros nombres y qué hacéis en esta posada.

Mi nombre es Valeria Ieleni. Soy una sacerdotisa de Hala, una diosa benigna de la naturaleza. Alguien me pidió que investigase la muerte de Lord Von Brausch. Sospecho que el Doctor Vardeau no fue quién lo asesinó, así que imaginé que el verdadero asesino se alojaría en alguna de las posadas de Currículo. Sobre la identidad de mi cliente, me gustaría mantenerla en secreto. Solo os diré que no se encuentra en la ciudad en estos momentos.

Mi nombre es Matton Blanchard. Soy un noble venido de la región de Kartakass, pero viajo bajo el pseudónimo de Matt Blanch. Unos rufianes me hirieron en el camino-miró a los aventureros-. Cuando llegué a Currículo vine directamente a esta posada, en la que he estado alojándome los últimos días. Trepé por la pared y me colé en la habitación, y llamé al servicio de habitaciones para que me vendaran las heridas.

Mis asuntos aquí son míos y solo míos, pero estoy dispuesto a mover una generosa cantidad de dinero si soy puesto en libertad inmediatamente.

El Comandante Wahrmer le cerró la boca con un puñetazo por su intento de soborno, aunque eso no significaba que se pudiera acoger a él más adelante. Recordaron que cuando subían las escaleras a socorrer a Fedora no vieron ningún rastro de sangre en el suelo, así que en principio Matton Blanchard no bajó al salón durante el concierto de Curtis. Se volvieron a cruzar las miradas... ¿Quién era el asesino de Sir Stefan?

- Mi nombre es Miscelo, me lo pusieron mis padres, pero todos me llaman Sapo, no sé el porqué. - A Sapo no le hizo ni gracia las palabras del reconvertido hombre-lobo.  Matones como aquel había hecho insufrible la vida de Miscelo durante sus años de aprendizaje. "El cascanueces" decían cuando le torturaban contra el tronco de un árbol su frágil entrepierna. Pero ahora no era un pequeño gnomo indefenso, como había demostrado dándole su merecido, por dos veces consecutivas, a aquel hombre-lobo.- Ahora podría ser conocido como El Terror de los Hombres-Lobo" o el "Esclarecedor de Misterios". Mi cerebro es mi mayor arma.- Se quedó mirando con uno de sus ojos a Matton Blanchard, al que no dejaba de percibir cierto parecido a Malocchio Aderre.- Sr. Blanchard, ¿desde hace cuanto tiempo es amante de Gabrielle Aderre?- Preguntó sin pudor alguno, casi como venganza porque aquel hombre hubiera omitido que había atacado al grupo sin razón alguna.

La gente de aquí sabe pegar bien con espadas, no pudo evitar pensar Menon cuando los dos humanos hundieron sus espadas en el licántropo, mejor no buscar problemas aquí.

Sapo ya había empezado el interrogatorio, su cara seguro que valía para ablandar al noble lobuno.

- Si responded, vuestro anterior ataque a nuestro carromato prueba las ganas que tenéis de evitar que averigüemos la verdad.

Alarico Maldonado guardó unos instantes de silencio. Por un lado era bastante razonable interrogar al hombre lobo confeso aunque... a ser sincero... dado que había demostrado ser un peligro y no ser capaz de controlarse, ¿no sería mejor quemarlo? Bueno, quizás mejor quemarlo una vez respondiera a las preguntas que le formulaban. ¿De donde se había sacado Sapo que era el amante de Gabrielle Aderre? Era lamentable, pero tenía que reconocer que ese hombrecillo desagradable era más inteligente que él. Nunca lo habría sospechado.

Toda gloria del mundo es pasajera. Pensó para sí, para luego mirar a los que le rodeaban. Y empezar a descartar. Ni él ni sus compañeros lo habían hecho. El hombre lobo tampoco. La chica rebelde que debía ser castigada tampoco. Por tanto los únicos posibles responsables eran el comandante Wahrmer, Curtis Álamo, Valeria Ieleni, el comandante Credzu y Marcellus. Marcellus había indicado algo que supodría que la asesina era Valeria Ieleni, que en el momento del crimen era la que estaba en las habitaciones. Pero Curtis lo desmentía con el tema de la música. ¿Y qué habían dicho antes del asesinato? ¿algo que podía explicar motivaciones?

- ¿Alguien nos puede hablar del fallecido? Sin duda saber quien era ayudaría a saber por qué alguno lo quería muerto, y tratar de descubrir este entuerto.

'....Unos rufianes me hirieron en el camino...'

Pero está tonto o qué?! La mestiza estaba indignada. Se le había pasado por la cabeza adoptar al hombre lobo como mascota, pero ahora se lo estaba pensando seriamente ya que parecía no estar muy bien de la cabeza.

Pero estás tonto o qué?!- increpó al supuesto noble tras unos segundos de cavilación profunda- Es que acaso no te acuerdas de lo que haces cuando te transformas en 'Firulais'?

('Firulais' era como llamaban a los perros en la zona donde ella había crecido y daba por hecho que todos sabían lo que era).

Desde su limitado punto de vista  ya tenían al padre de Malocchio, el cual era prueba más que suficiente de la maldición que sufría el Lord y lo podían presentar en el castillo. Al Gorgojo lo podrían usar para que les guiase hasta su destino y luego filetearlo. Y quién hubiera matado al otro noble y los entresijos que se cocinaban en aquel lugar, no le importaban lo más mínimo a la semiorca. Ella quería cobrar su recompensa y punto.

Bueno, a este- dijo poniendo una mano posesiva sobre el hombro de Matt Blanch y ejerciendo presión sobre ella, aunque vigilante por si se le ocurría lanzarle un mordisco a traición- nos lo llevamos al castillo de Malocchio que para eso nos ha contrarado, y cualquiera que se oponga a sus órdenes tendrá que vérselas con la Garra y conmigo!

Ahora sin duda vendría eso de 'pues de aquí nadie se va hasta que no demos con el asesino', lo veía venir. Primero habría que cargarse al Comandante Credzu que parecía el más hábil, luego al Wahrmer...

Los músculos de la verduzca guerrera se tensaron.

¡Pues de aquí nadie se va hasta que no demos con el asesino! Aunque vuestra misión consista en atrapar a este tipo, los barcos no salen del muelle en plena noche. Eso me da nueve horas para resolver este caso.

Era increíble que el Comandante Wahrmer se hubiese creído las palabras de Quiora. Con esa candidez, no resolvería el crímen ni en un millón de años.

Sir Stefan era un joven de dieciseis años, de orígenes humildes, que había logrado el título de Sir matando rebeldes gundarakíes en la guerra. Cualquier gundarakí, como Monic, tiene motivos para querer matarle. Su fama era de guerrero, pero aspiraba a que le dejaran entrar en el círculo de la nobleza de Malocchio Aderre. La reciente muerte de Lord Von Brausch le daba esa oportunidad. ¿Quién entrará en la corte con la muerte de Sir Stefan? Quizás un mago de Karina llamado el Ingeniero, o quizás el alcalde de Currículo.

El Comandante Crezdu es líder de la milicia del alcalde, pero en realidad cualquier candidato a noble dispone de suficiente dinero como para contratar a un asesino.

Crezdu se mordió los labios de rabia, ofendido por la insinuación de Wahrmer.

Quizás es demasiada coincidencia que se hayan producido dos muertes relacionadas con la Corte en tan poco espacio de tiempo. Quizás el Doctor Vardeau no fue el asesino de Lord Von Brausch. Pero habiendo dinero de por medio, yo habría contratado a asesinos distintos para crímenes distintos.

Ehm... No es que yo haya contratado a nadie, ¿eh? Era una forma de hablar. Soy un extranjero falkovniano, yo nunca podría ocupar un puesto en la Corte de Invidia. Blanchard, responda a la pregunta del gnomo. ¿En serio es usted un "aliado" de Gabrielle Aderre y los gundarakíes?

Jajajaja... Aunque un noble no habla de sus conquistas, lo confieso: soy la pareja sentimental de Gabrielle Aderre desde hace siete años.

Eso hacía imposible que fuese el padre de Malocchio con siete años de edad y su crecimiento acelerado, pero Matton Blanchard podría ser el padre de Lucita Aderre. Eso significaba que la inocente niñita salvada por Genann podría ser una licántropa.

Y ahora viene lo mejor: todos estos aventureros juegan a dos bandas. ¡Ellos también están con Gabrielle Aderre! Esta mañana cabalgaba por el bosque, en paralelo con el camino, cuando olí el aroma de mi Gabrielle en un carruaje, pero no la ví por el ventanuco de la cabina. Dejé a mi caballo y me transformé en lobo para perseguir el carro, temiéndome que algún otro hombre o mujer hubiese yacido con ella. Es un poco sueltita y le da igual carne que pescado.

Aunque se hacen pasar por héroes de Invidia-dijo, por sus medallas-, llevan capas con el olor de Gabrielle. ¡Idiotas! Me relacionasteis con ella poniéndome una soga al cuello. Si todos hubiésemos estado callados podríamos habernos librado de la cárcel.

En realidad la pregunta de Sapo no habría destapado nada si Matton lo hubiese negado, pero uno no se acuesta con un pibón como Gabrielle Aderre si luego no puede presumir de ello. El Comandante Wahrmer hizo un gesto a la puerta de la Reja de Arado y dos de sus hombres entraron en el salón. Les hizo un gesto a sus soldados para que se detuviesen. Wahrmer miró a los aventureros para darles unos segundos y que diesen explicaciones ante las acusaciones de Malocchio. Había muchas más tropas rodeando la posada, y muchísimas más en el cuartel del otro lado de la calle.