Partida Rol por web

Un puto lobo invernal. Onfale no tenía demasiados buenos recuerdos de los lobos y sus primos, los sabuesos. Recordaba cómo en la Aldea de la Locura casi uno le arrancaba sus cuartos traseros, a pesar de haberse hecho invisible. Ahora podía pasar lo mismo.

El perfumista no tardó mucho en desviar su atención del gigante macho y su lobo para vislumbrar el interior de la torre. Así que ahí era donde pretendían llegar. Sin embargo, no les daban demasiadas opciones para dejar allí las armas. Se las pedían ya, ahora. El corazón del eunuco latía con fuerza mientras que el tiempo le parecía que se dilataba. La gigante se había tragado la patraña del retraso a pesar del mensaje de Stradh, pero ahora no tardarían demasiado en descubrir el pastel.

- ¿En el suelo?- Preguntó un inocente Soveliss como si deseara que lo dejaran entrar a recalentarse un poco en el fuego de la planta baja. Hizo el gesto de frotarse las manos ateridas de frío y puso expresión de cansancio.- ¿Y ya está?-Dio unas zancadas para alejar al gigante de la puerta, alejarse de Vinthael un poco, situar a los enemigos a tiro de una bola de fuego de Alice y de paso que hubiera camino expedito para entrar a la torre.- ¿Así, sin más?- Preguntó como si esperara una recompensa antes de soltar del todo el saco con las supuestas armas de plata.

Como Vinthrael solo les siguió el rollo, ni siquiera tuvo que esforzarse para aparentar ser lo que no era o guardar sus nervios para disfrazar sus mentiras. El intercambio siguió adelante, pero era bastante desigual...

HOHOHOHO... ¿HAS OÍDO ESO, HILDA? ESTOS FLACUCHOS SE CREEN QUE LES VAMOS A DAR UNA PALMADITA EN LA ESPALDA. PUES SÍ, YA ESTÁ. ASÍ SIN MÁS. Y SI TIENES ALGUNA QUEJA, HALA, A PROTESTARLE AL QUE TE HA ENVIADO AQUÍ. LOS ACUERDOS QUE TENGAS CON STRAHD SON COSA VUESTRA.

Mientras Magnus se agachaba, Onfale usó un paso torticero y cobarde para rodear al gigante y colarse en el torreón. El lobo invernal empezó a gruñirle.

Grrrrrrrrrr...

¡CALLA, AMUNDSEN!

Magnus palpó el suelo. Él veía el saco de las armas, pero no era capaz de notar el relieve de otra cosa que no fuera el suelo de roca.

¡¡¡PERO QUÉ TOMADURA DE PELO ES ESTAAAAA!!!

Magnus echó la mano al enorme hacha que tenía a la espalda. De pronto Vinthrael se quedó solo, mientras Onfale se hacía invisible al lado de la puerta. Pero el lobo invernal no había quitado el ojo de encima a Onfale. En cuanto el eunuco lanzó su conjuro, el animal guardián lanzó un aliento helado por su boca. Alcanzó la pantorrilla de Magnus, pero claro, a un gigante de la escarcha ese frío le daba igual. Si a Onfale le hizo daño, los demás ya no pudieron verlo.

Aqui teneis la distración - pensó con una sonrisa el monje mientras activaba sus botas mágicas para acelerar su cuerpo.

No pensaba en ningun momento abandonar al eunuco ahi solo, por lo que atravesó el gélido aliento cuando ya estaba extinguiendose y supuso que adelantó a Onfale en el proceso. Yo me les llevo - susurró a la altura que calculaba estaria el eunuco y levantó la cabeza para controlar a la giganta que estaria aun sorprendida.

El lobo invernal iba a ser un problema. Lo tenía previsto. A pesar del manto de invisibilidad que lo cubría supo que tendría que tener máximo cuidado. Cuando escuchó al lobo aullar realizó un requiebro en su carrera hacia la puerta, como una liebre perseguida por un halcón, esquivando el gélido aliento.

Atravesó la puerta con la esperanza de escuchar el característico sonido de la bola de fuego de la Maga Roja. ¿A qué esperaban sus compañeros? Nada más entrar se cubrió con el muro y esperó para cerrar la puerta al ver el interior de la sala. En principio no había visto, desde fuera, a ningún gigante más, pero debía asegurarse. Después, con un poco de suerte, podría inspeccionar la sala en busca de las armas de plata.

En cuanto Vinthrael entró en la torre, el Onfale invisible cerró el portón empujando con todas sus fuerzas. En el exterior, el lobo Amundsen gruñía a la puerta y la rascaba con las patas delanteras.

¿EH? ¿PERO QUÉ NARICES...?

Magnus buscó entre sus ropas la llave de la puerta. No la encontró, se la había olvidado dentro. Pero no había una puerta de madera que resistiera la embestida de un gigante. Magnus cogió carrerilla y...

MAGNUS AGUSTÍN GUSTAVSON OLIVEIRA, ¿SE PUEDE SABER QUÉ ESTÁS HACIENDO?

Magnus detuvo la carrera perdonándole la existencia a la puerta.

PERO MI BONITA PETIFLOR... ESE TIPO SE METIÓ EN NUESTRA CASA. SOLO QUERÍA ECHAR LA PUERTA ABAJO PARA ESTRUJARLE LOS HUESOS COMO CASTIGO...

 ¡NI CASTIGO NI CASTIGA! NO VAS A ROMPER LA PUERTA OTRA VEZ, QUE LUEGO HAY CORRIENTE. YA BAJO YO A ABRIRTE, QUE ESE HUMANO NO ES NINGUNA AMENAZA. NO ES LA PRIMERA VEZ QUE TENEMOS PLAGAS EN CASA, SÉ CÓMO OCUPARME...-le replicó su esposa.

Hilda se alejó de las almenas y empezó a bajar las escaleras. Encaramada al lateral de la torre, Flame miró hacia los arbustos, se señaló a sí misma y luego hacia las estatuas de las almenas, por si los demás querían que entrase por arriba. Mientras, Sasha sacó las palomitas y empezó a repartirlas entre el grupo de mirones. Estaban frías, porque habían tenido que hacerlas en la olla con su último fuego de campamento allá atrás, pero eran lo más adecuado para la ocasión.

La maga pelirroja vio su momento de gloria, era su minuto de gloria. Ya tenía preparados los componentes en la mano y solo fue necesario recitar las palabras arcanas. Más negro que la oscuridad, más rojo que la sangre que fluye, enterrado en la corriente del tiempo, en vuestro sagrado nombre me acojo a la oscuridad, por el poder que vos y yo poseemos, que todos los estúpidos que se interpongan en nuestro camino sean destruidos….

Una pequeña esfera voló desde la mano de la maga hasta las narices del gigante y estallo en una gran deflagración de fuego y caos. Cuando se produjo el estallido la maga volvió a buscar cobertura detrás de los árboles y rocas, no quería que uno de esos gigantes la aplastara con una piedra.

La bola de fuego llegó como más duele, por la espalda. El cuerpo del gigante parapetó la mayor parte del daño, de modo que el lobo invernal no salió tan mal parado, pero el muro del otro extremo del camino solo dejaba a Magnus un camino para buscar a su agresora.

¡Amundsen! ¡Vamos, chico! ¡Busca!

Amundsen olisqueó el aire y guió a su amo hacia los arbustos...

En el interior de la planta baja, Onfale y Vinthrael escucharon todas esas voces que se lanzaba el matrimonio, así que sabían que Hilda bajaba. Los huesos del suelo parecían de algún tipo de humanoide, así que se hicieron una idea de a qué se refería la giganta con acabar con las plagas. Una mano humana congelada incrustrada entre la mampostería de la pared hacía de colgador para la llave. El pebetero que iluminaba la escena estaba cerca de las escaleras y comprobaron que el material que se quemaba era aceite, seguramente aceite de ser humano ladronzuelo asaltacasas.

Asomaron la cabeza a la segunda planta, que era más extraordinaria. El suelo estaba cubierto de pieles de animales, a modo de cama matrimonial. Cada una de las ocho paredes era ocupada por un enorme cristal hasta el techo que mostraba el exterior desde el punto de vista de cada una de las estatuas que coronaban las almenas, como si estuvieran afectados por un conjuro de clarividencia permanente. Eso hacía parecer la habitación más grande, mostrando grandes espacios abiertos en lugar de la mampostería de piedra. En la unión de cada pared había una saetera desde la que disparar al exterior, cosa que denotaba que aquel matrimonio de bárbaros sin ballesta no era el que había construido originalmente la torre.

El zurrón de Magnus estaba abandonado sobre las pieles en el otro extremo de la habitación. Por las escaleras vieron bajar las piernas azules y escarchadas de Hilda, que llevaba otro zurrón idéntico, y Vinthrael y Onfale se vieron obligados a retroceder para "elaborar" un plan, rezar por sus vidas o lo que fuera.

Leiath había contenido la respiración todo el tiempo por miedo a ser descubierta y poner en peligro a los dos 'valientes' que había tratado de engañar a los gigantes. Pero ahora su posición había sido descubierta y se temía que aquel enorme lobo les dejase helados con su aliento de un momento a otro.

- Concentraos en el Lobo, yo me encargaré de mantener a raya al gigante hasta que acabéis con él.

Dragov, Thimaz y Rannhard deberían empezar a moverse si querían acabar con aquello rápido.

La bruja de Hala penetró en el tejido para seleccionar los hilos metálicos de los que debería tirar para poder conjurar el poderoso hechizo que su diosa le había permitido recordar. Pretendía conjurar una barrera de cuchillas que rodease al gigante y le cerrase el paso al menos por el momento.

Muevete, muévete, vamos - dijo el monje que le había parecido percibir los pies de onfale cerca suyo y el olor del perfumista lo había delatado para alguien que lo conocía. - Busquemos un lugar donde guarecernos hasta que pase y luego registraremos la estancia....- durante medio segundo dudo y finalmente, con gesto más serio contradijo - parece que no hay más gigantes. Del de fuera tendrán que encargarse ellos, parecen suficientes, pero esta es nuestra, onfale, no podemos dejar que avise a strahd, dime si estás de acuerdo y lucharemos contra ella en el pasillo, en cuanto salga por la puerta - dicho esto retrocedio y giro por la puerta para guarecerse en un lateral, las habilidades de flanqueo de onfale podrían ser decisivas, el tendría que aguantar la mayoría de los golpes, pero estaba preparado

Por su parte Thimaz hizo caso a las directrices de Leiath, a fin de cuentas, ella sabía lo que hacía, o al menos esperaba que supiera lo que hacía. Con este pensamiento en mente y aprovechando que el lobo se había acercado a ellos para seguir el rastro; Thimaz se abalanzó sobre este con el hacha en mano.

-¡VAS A VER QUE SOY UN HUESO DURO DE ROER, PERRO!. -Y ese fue el intento cómico de Thimaz.

La maga tenia energía de sobra para seguir lanzaondo bolas de fuego, pero ese no era el mejor momento, la bola de fuego también podría alcanzar a sus compañeros. El gigante había quedado atrapado por el conjuro de Leiath y ella podía ayudar con un poco mas de fuego. La maga conjuro una esferaflamigera que apareció en el lugar que ocucaba el gigante.

No le gustaba el plan de Vinthael. ¿De verdad pensaba que él y Onfale podrían con una gigante de escarcha? El eunuco había llegado hasta el interior de la torre con el único objetivo de hacerse con las armas de plata. Por eso sus ojos se fijaron exclusivamente en el zurrón que reposaba en el suelo sin su vigilante. Era el primer lugar donde pensaba mirar. Fue entonces cuando tuvieron que retirarse porque la enorme hembra bajaba a por ellos, confiada en su superioridad.

- Tenemos que hacernos con ese zurrón.- Susurró a su compañero delantándole su posición. No quería luchar. El plan había sido distraer a los gigantes y no matarlos. Arrugó la nariz fastidiado por la vertiente que estaba tomando el asalto. No tenían demasiado tiempo.- Si la cosa se complica, sal de aquí cagando leches. A mí no podrá cogerme.- Se colocó a una distancia prudencial y preparó un conjuro para cuando la gigante asomara su enorme cuerpo.

- Yammmmm, Ahahata tandrikā.

Entonces la alejaré de ti, no saldré de aquí sin saber que estás fuera - dijo el.monje mientras se colocaba en la puerta y movia los brazos simulando que era él quien lanzaba el conjuro, luego, sin más, se movió de allí en cuanto la giganta puso los ojos sobre el, dispuesto a mantener la distancia entre su perseguidor y él

En el exterior...

Los dos hachazos de Thimaz dejaron al lobo invernal incapacitado, tambaleándose y perdiendo sangre. A pesar de todo, Amundsen hizo un último esfuerzo por intentar morder al enano, pero tras roer sin fuerzas la armadura de Thimaz, el lobo blanco cayó inconsciente en el suelo rocoso.

¿QUÉ LE HACÉIS A MI PERRITO?

Quedaba lo más peligroso: Magnus. La esfera flamígera de Alice se apagó al entrar en contacto con la cara escarchada del gigante, con poder calorífico insuficiente, con menor fuerza que una bola de fuego, convirtiéndose en un fino hilo de vapor. Leiath atrapó a Magnus en el interior de un torbellino de cuchillas voladoras.

JA. ¿EN SERIO CREES QUE ESTAS AGUJITAS ME VAN A FRENAR?

Magnus saltó atravesando las cuchillas, que le hicieron más daño del que el gigante creía que le iban a hacer. El enemigo llegó a plantarse ante Thimaz y le propinó un poderoso hachazo que al enano casi el cuesta la vida. Entonces, desde la retaguardia, un asustadizo Sasha dió un paso al frente.

 Po... por favor... ¡Vete! ¡Huye! Yo... yo te lo ordeno...

El intento de orden imperiosa habría sido muy útil, empujando de nuevo al gigante a cruzar la barrera de cuchillas en su retirada, e incluso obligándole a tirarse por el barranco. Pero Magnus no hizo ademán de seguirle la corriente al monaguillo.

¿QUÉ DICES, PEQUEÑÍN?-replicó el gigante-SI HABLAS TAN BAJO NO PODRÉ OÍRTE SOLLOZAR...

En el interior...

Hilda bajó los escalones. Las escaleras estaban ceñidas a la pared de la torre, con lo que no tuvieron oportunidad de flanquear esos bonitos y delgados tobillos azules. Onfale le tocó la pantorrilla, cansándola con un poco de magia arcana.

AY, QUE ME HA PICADO UN MOSQUITO.

La giganta dió un hachazo en el borde del escalón, pero por fortuna Onfale retiró el brazo a tiempo. El intento de Vinthrael de hacerla tropezar no funcionó por poco, y algo le decía que el siguiente intento de matar mosquitos a hachazos iría contra él. Entonces, por la espalda, Flame alcanzó la planta superior.

 ¡Chupa ácido, guarra!-dijo la guerrera antes de vomitar un chorro corrosivo que derritió parte del casco de Hilda.

QUÉ BIEN, MÁS CARNE PARA EL CALDO.

Leaith siguió el ejemplo de Sasha y también intentó que el gigante se quedara dentro de la prisión de cuchillas, quizás ahora decidiera no abandonarla y así evitar más heridos.

Dentro!- ordenó firmemente la bruja saliendo al descubierto para que Magnus la viera bien y señalando el círculo cortante con el dedo.

Onfale reconoció el vómito ácido de Flame. La mujerona había llegado a ayudarles y no iba a despreciar su gesto. Menos cuando casi el hachazo a ciegas de la gigante casi le rebana un brazo.

Maldita sea.- Necesitaba más protección, pero no tenía tiempo.  A no ser qué...Sí, era buena idea. ¿No era tan amiga de los vampiros? Le daría un poco de su medicina. Untó los dedos en un aceite con virutas de hierro, el mismo hierro que corre por la sangre de cualquier ser vivo.

- Yammmm Ahahata vētāla āmarśa.