Partida Rol por web

Con Orcus, Baba Lysaga y ese extraño demonio que les perseguía y que parecía influir en su destino más de lo que la propia bruja quería reconocer, Leiath pensaba que no era buena idea apuntarse también a la lista de los más buscados de un Lich. Debilitar al mago no-muerto para robar unas simples armas de plata y que luego les persiguiese hasta acabar con ellos, se le antojaba no rentable.

Si iban a por él, debía ser empezando con su reliquia. Ahora bien, si sólo querían ir a por las armas de plata quizás podrían evitar el enfrentamiento. Podrían localizarlas e intentar robarlas rápidamente sin ser detectados. Aún así no le parecía que fuera ningún golpe importante contra el vampiro al que debían expulsar. Acabar con su maestro sí que lo sería.

-Debemos destruir la reliquia.

Por fin la bruja de Hala expresaba su opinión al grupo.

- Pediré ayuda a Celestia para que nos mande un emisario. Le mostraremos dónde está lo que buscamos con la bola y lo traerá a nosotros. Debemos estar preparados porque el Lich lo sentirá y vendrá a matarnos.

Onfale, tú te podrías encargar de abrir el cofre y destruir el objeto? Di lo que necesitas para tenerlo todo preparado.

Elijamos un lugar en el que tengamos ventaja cuando venga. No sé- miró a Sasha y al anciano Rannhad.- Quizás podríamos consagrar el lugar, preparar algunos glifos o trampas mágicas?

La magia del Lich es tremendamente fuerte. Si lo sometemos a un área de silencio o un campo de antimagia no podrá hacer nada. No debería ser muy complicado para nuestros guerreros acabar con él rápido.

Tenemos la ventaja que no nos conoce y no sabe de nuestras habilidades. Qué os parece?

Leiath se quedó en silencio, observando y escuchando la respuesta de sus compañeros. El plan era ambicioso, pero si salía bien el golpe a Strahd sería importante.

Bien está prepararse, pero no se si acaba de convencerme hacer que venga hasta nosotros - comentó el monje andando por la habitación mientras hablaba - si atacamos en su hogar, nos enfrentaremos a sus defensas y sus....colaboradores, pero seremos nosotros quienes decidamos el ataque y existen bastante posibilidades que cuando quieran darse cuenta, su numero se haya reducido notablemente - con la cabeza señaló a onfale, de nuevo el sigilo seria primordial, aunque ahora no tan separados - Si de verdad son bárbaros, sabrán como luchar y el estoque de onfale no hallará huecos tan facilmente, por lo que las batallas serán más largas y peligrosas. Por otro lado, hacerles llegar hasta nuestra trampa, hará que venga con todas sus fuerzas. No creo que estemos preparados para enfrentarnos a una docena de bárbaros si atacan juntos, por muchas trampas que les hayamos tendido.

Su cabeza se mueve continuamente de un lado a otro, fuera como fuera, la pelea seria complicada.
Yo no necesito conjurar. llegado el momento, encantaremos una piedra con un conjuro de silencio y la llevaré en un trozo de cuero al cuello - dijo mirando a Leiath directamente a los ojos, con determinación - Algún conjuro que evite que su toque me dañe seria necesario, en cuanto al resto...mis puños y piernas son capaces de dañar a las criaturas que son resistentes a todo daño fisico, ni siquiera necesito que encanteis mis armas. Mi entrenamiento no ha sido sólo ofensivo, tambien se defenderme relativamente bien, y podria aguantar algo de tiempo mientras vuestros conjuros lo hacen trizas. No tengais miedo de dañarme - dijo a Alice - tus bolas de fuego deben iluminar toda la estancia de la batalla, yo esquivaré las llamas. En caso de estar muy dañado, arrancaré el collar y lo dejaré caer al suelo, manteniendole dentro del area del conjuro y saldré de alli para que podais curarme.

Definitivamente, creo que tendriamos mas posibilidades, si atacamos nostros, por la noche, ya que tenemos dos enanos y podemos prepararnos para ver en condiciones de oscuridad. Una vez el liche haya caido, solicitaria ayuda planaria, no antes, posiblemente el coste por encontrarlo sin peligro disminuya notablemente.

El eunuco permanecía pensativo, escuchando las opiniones de unos y otros. Era normal que mostraran prudencia ante la posibilidad de enfrentarse, ni más ni menos, al maestro de Stradh.

- No consigo decidirme por cuál seria la mejor opción. Por una parte el plan de Leiath cuenta con la soberbia inherente de quien ha acumulado tanto poder. Si le robamos la reliquia no se lo pensará dos veces. Por supuesto que yo me ocuparía de abrir el cofre y hacer lo posible por destruirla.- No conocía cuál sería la consecuencia de aquel acto. ¿Si la reliquia se destruía el liche se debilitaba o moría?- ¿Creéis que eso podría afectarlo?No ya enfurecerlo, sino debilitarlo o destruirlo completamente.-Se pasó las manos pro las sienes y el aceitado pelo.- No sé, se me antoja demasiado sencillo. Tendrá fuertes protecciones, tantas quizá que una ayuda celestial puede que no sea suficiente.

Aunque no le convenciera del todo el plan de Leiath, tampoco el de Vinthrael lo hacía. Aunque estaba de acuerdo con los dos en que, si iban a robar las armas de plata, más les valía destruir al liche, o tendrían un acérrimo enemigo pegado al culo constantemente. Eso sin contar con que tendrían que acabar aún con Stradh.

- Vinthrael, definitivamente, eres un poderoso aliado.- Dijo al escuchar sus habilidades y su valentía. A Onfale no se le ocurriría, pro mucho que ella lo hubiera intentado, ponerse a tiro de las bolas de fuego de Alice. Más o menos sabían la función que desarrollaría cada uno en el ataque, ahora sólo tenían que decidir si se metían en la cueva del lobo o dejaban que éste fuera a buscarlos.

- Si os parece, votemos.

creo que lo menos peligroso seria ir a la boca del.lobo, le quitaremos los dientes antes que su mordisco fuera muy letal. Un choque frontal sería nuestra perdición. Mi voto es atacar allí.

Ay, aunque se hicieran mil planes elaborados siempre se tendía a obviarlos y actuar impulsivamente. De frente, acabando con lo que se les pusiera por delante. Pero esta vez era diferente. Esta vez lo que les esperaba de recompensa (unas armas de plata) no valía la sus vidas. Tan solo acabar con el Liche, era para Leiath el único golpe importante que veía podían dar a Strahd en aquel lugar.

Vinthrael confiaba mucho en sus habilidades, parecía incluso afirmar poder derrotarlo él solito si se le cargaba con magia suficiente. Pero había muchos agujeros en su plan; las trampas y habitantes que hubiera en el templo (que seguramente estuviera desacrado y les traería un montón de problemas extras), el poder del Liche y su inteligencia, y por último y más importante, que sin la reliquia volvería a estar en pie en poco tiempo y su esfuerzo no habría valido para nada.

Leiath había seguido el impulso de Vinthrael y Onfale para recuperar las armas de plata, pese a opinar que lo mejor era regresar a Krekz y habían fallado. Lo de meterse en la 'boca del lobo' a ciegas era ya demasiado.

Vinthrael -intentó la bruja dialogar con el guerrero-. Pude que seas capaz de acabar con él, pero no podemos dejarlo todo en manos de un solo hombre. Si alguno de sus poderosos hechizos te deja fuera de combate, qué haríamos entonces?

Si le robamos la reliquia, tal y como apunta Onfale, su soberbia e ira le cegará momentáneamente haciéndole venir a nosotros con ímpetu y sin haberlo meditado. Eso nos da ventaja. Además, si no conseguimos quitarle el baúl de primeras, nos habremos ahorrado un montón de disgustos.

Para asegurarnos que no teleporte a ningún seguidor con él, incluso podríamos preparar un lugar nuevo, no este castillo, uno que no reconozca. Una prisión de la que no pueda salir.

Vinthrael mueve las manos abiertas de un lado a otro con las palmas hacia Leiath - no,no,no,no,no. No me entendiste - estaba nerviosos - no pretendo enfrentarme yo solo a él, estaría loco. Tenemos que estar todos juntos, solo me ofrezco para ser el blanco inicial de sus golpes, mientras todos los demás aportan cuanto puedan en la distancia o en cuerpo a cuerpo. Me veo capaz de aguantar un par de asaltos contra el, intentado derribarle, y mientras tanto vosotras tenéis que lanzar vuestro arsenal mágico contra él, o nosotros. Cuando este herido saldré de la mele y me aproximaré a vosotros para que me cureis, pero lo principal es poner un objetivo frente a el.

Destruir la filacteria lo único que hará será que el liche no pueda resucitar. Una vez hecho, aún tendremos que derrotarl...

¡AAAAAAAAAAH!

El grito de Hilda hizo que los demás se acercasen a ver. Llegaron a tiempo para ver a Flame limpiar de escarcha el filo de su espada. De la giganta solo quedaron un montón de trozos de hielo, como cuando mataron a Magnus.

 Debía hacerlo. Ese monstruo comía personas. Ya no lo volverá a hacer.

Pero... ¿y el bebé?

Sasha bajó las escaleras y empezó a desescombrar los restos. Encontró y mostró una piedra de hielo que en uno de los lados parecía una talla de una cara. Si de verdad era la cabeza del bebé o solo era la culpa haciéndoles ver un rostro dónde no lo había, era algo que nunca llegarían a desvelar.

Iré a preparar el círculo de invocación...-dijo apesadumbrado, volviendo a subir los escalones del torreón.

Unos minutos más tarde, al hacer el ritual, descubrieron que las Tierras de las Brumas les tentaban con aliados de todo tipo, y no solo los que les podrían enviar las Fuerzas del Bien desde Celestia. Un aura en el centro de la sala desplegó un menú táctil en el que podían deslizar la mano para pasar al siguiente candidato.

 El Gentil que Llama era un diablo barbado maquiavélico, cuyos planes a largo plazo seguramente ya habían contemplado e incorporado a sus propios planes que Leiath le invocaría.

 Fifí era un elemental de aire de tamaño mediano, pero solo se comunicaba en aurano. Alice podía hablar con ella, y gracias al yelmo de comprensión idiomática Leiath podía entenderla.

 El artesano Laón fue el demonio Bar-Lgura que creó el Crisol de Almas. Les había ayudado a llegar cuando le liberaron del cautiverio al que le sometía el tirano Orcus.

 Olisk era un viejo conocido. Habían conocido al tumuluario en el que convirtieron su cuerpo y al demonio mane en el que se transformó su espíritu, y los dos eran igual de insoportables. El conjuro traería la forma mane. Seguramente el aliado más débil y bochornoso que podían conseguir.

También podían optar por ajenos buenos como canarcontes (ángeles con cabeza de perro), bariaurs (centauros cabra), coures (forma de hadas), equinales (humanoides con cabeza de caballo), mustevales (humanoides con cabeza de comadreja), sacrofantes (pequeños elefantes alados que pueden convertirse en grandes mamuts alados) o lamparcontes (luces flotantes que disparan rayos).

Leiath tanteó y negoció precios con varios celestiales y le pareció que las tarifas eran demasiado caras. Anuló el conjuro, sin gastarlo. La Bruja de Hala volvería a intentarlo mañana. El grupo se fue a dormir. La planta superior era la ideal para descansar: el suelo estaba "enmoquetado" con pieles, y las paredes tenían los sensores que permitían ver el exterior de la torre en todas direcciones.

En mitad de la noche un chirrido agudo les despertó. En un principio los sensores no mostraron nada relevante en la oscuridad de la noche, pero los enanos lograron distinguir una sombra aleteando sobre las almenas del torreón. Se trataba de un murciélago terrible, del tamaño de un ser humano. Los sacerdotes del grupo temieron que se trataba de una de las transformaciones de un vampiro, pero los enanos vieron también un tubo metálico atado a una de las patas de la bestia, como una de esas anillas de las palomas mensajeras. Recordaron entonces lo que dijo Krogg, el slaad verde de la Abadía de Santa Markovia: se enteró de que Strahd buscaba a un grupo de aventureros por un mensaje que le llevó un murciélago mensajero.

Aquel animal volador tenía un mensaje de Strahd para los gigantes. La cuestión era cómo lograr interceptar el mensaje sin que el murciélago huyese. Desde las saeteras de la planta en la que estaban no tenían ángulo para disparar a lo alto de la torre. Podían salir por la puerta de la planta baja para verlo a distancia o subir las escaleras hasta las almenas para ver al murciélago cara a cara.

Cosas raras y malas tendían a pasar al aquelarre si se tomaban un tiempo de descanso o meditación, y este caso no iba a ser diferente. Leiath sintió un alivio al ver el cadáver de la mujerona en el suelo. En verdad que ella nunca hubiera encontrado el valor necesario para llevarlo a cabo, pero era lo correcto. Los gigantes de hielo eran seres malvados por naturaleza, dejarlo con Diamabel podría haber traído muchos problemas a la abadía y dejarlo suelto habría puesto en peligro a todos ellos, sin contar con que su alimento principal era el ser humano. Además, hacía tiempo que sabía que Hala guiaba las manos de la guerrera dracónida y si su diosa pensaba que lo mejor era quitar de la ecuación a la giganta, que así fuera.

Y qué iban a hacer ahora con la nueva amenaza que sobrevolaba sus cabezas; cómo hacer que el murciélago no se diese cuenta de que ahí ya no había gigantes vivos?

Onfale era un maestro del disfraz, pero no sabía si podía simular a alguien tan grande.

- Si no te puedes disfrazar de gigante puedas conjurar una imagen? Uno de nosotros podría simular ser un esclavo, cadenas, mugre y tal mientras que tenemos alguno de ello 'vigilante'... No sé, es una idea.

Yo nada puedo hacer contra un enemigo volador y si esperamos mucho puede que vuelva y ponga sobre aviso a strahd. Abatirle supongo que también le avisará, pero en caso de no poder engañarle, lo mejor es adivinar el contenido del mensaje. Los murciélagos son ciegos¿seguro que una ilusión funcionaría?

Por su parte Thimaz ya estaba molesto suficiente al ser despertado, como para que ahora encontrarse con un murcielago gigante capaz de escapar si cometían el más mínimo error. ¿Acaso esto hubiera ido diferente si la Giganta aún siguiera con vida?. Eso ya no lo podían saber, y de todas formas, al enano le daba igual que es lo que le pasara a ella... aunque le molestó el hecho de que el supuesto bebe también hubiera sido... des-vivido.

-¿Y si todos nosotros nos ponemos las ropas del gigante y salimos ahí fuera?. -comentó- Si esos bichos no ven, de alguna forma se mueven, quizás por el tacto, chocando contra todo... ¡Por eso el abrigo es importante!.

El grito de la gigante pilló por sorpresa al eunuco, que trataba de meditar cuál sería la aproximación más adecuada para vencer al liche. No pudo evitar apenarse por la inocente reacción de Sascha. El pobre aún era demasiado inocente para saber lo cruel que era el mundo dónde vivía. El perfumista percibió también un regusto amargo en el paladar. ¿Era acaso una pizca de remordimiento por la vida del no nacido que llevaba la gigante en su vientre? Negó ligerament econ la cabeza. No podía permitirse dudar ahora.

- Bien hecho.- Le dijo a Flame convenciéndose así de que había sido lo correcto. Un antropófago menos. No podían haberla llevado a la abadía, después de lo que les habían hecho, y habiendo dejado allí a la niña.

El contacto de Leiath con sus amigos celestiales les había obligado, quisieran o no, a dejar el peligroso plan para el día siguiente. Dispuesto a descansar para poder estudiar sus conjuros, Onfale se fue pronto a la cama. Un agudo chirrido les despertó.

- Es un mensajero.- Tenían que hacerse con el mensaje fuera como fuera. 

- Mis ilusiones, y en ellas incluyo el disfraz, no servirá de nada con una bestia como esa. Se guían por el sonido y no la vista*.- En este caso estaba de acuerdo con Thimaz, por raro que pareciese. Descartaba así la imagen silenciosa o disfrazarse él mismo, además de que no podía adoptar el tamaño de la gigante. Desesperado pro no haber memorizado tampoco su hechizo para agrandar a sus compañeros, Onfale fue en busca de Alice y la zarandeó para despertarla.

- ¡Alice, Alice! ¿Crees que podrás usar el bastón rúnico que encontramos? Permite hechizar monstruos si tienes  magia suficiente. Yo no soy lo suficientemente poderoso. 

Somnolienta, Alice asintió a Onfale. Subió los escalones y el frío viento de la noche agitó su pelo. La maga agitó el bastón y bajó de nuevo a dormir. Acababan de ganarse la lealtad de un murciélago terrible durante los próximos diez días. Y menos mal, porque Onfale no tenía conocimiento alguno sobre aquella criatura y su comportamiento, e iba a pifiarla en cualquier plan que pusiera en marcha para capturar al murciélago por su cuenta.

De la anilla del animal mensajero pudieron quitar un pergamino enroscado. Al desplegarlo pudieron leer:

A Hilda y Magnus:

Mi espía indica que el grupo de aventureros se dirige hacia vosotros por el desfiladero del río Luna. He avisado a Exethander para que te envíe refuerzos mañana. Conocen la magia del fuego, que es peligrosa para vosotros, así que proceded con cautela. ¿Y vosotros? ¿Habéis cazado ya al pájaro roc de las montañas? Suspended la búsqueda hasta que los aventureros sean neutralizados.

Atentamente,

Ilmo. Conde Strahd Von Zarovich
dueño de todo, vivo o muerto

PD: enhorabuena por vuestra concepción, seréis grandes padres. Habría que ser muy canalla para quitarle la vida a vuestro futuro bebé. Sería de muy malas personas, ni siquiera yo le causaría mal. Contad conmigo para lo que necesitéis.

Era de prever que otro murciélago, grande o pequeño, estaría llegando en estos momentos al Templo de Ámbar para dar un mensaje al liche.

Refuerzos. Llegarían refuerzos al día siguiente...

Leiath se dejó caer al suelo con un sonoro suspiro de frustración. Tumbada, despatarrada en una posición bastante impropia de una señorita como ella. Y ahora qué iban a hacer? Todo su plan estaba basado en el elemento sorpresa, pero con la nota enviada por Strahd al templo, se había fastidiado todo. Ahora el Lich sabría de ellos, estaría alerta. A menos que... Lo hicieran todo en aquel mismo instante, antes que llegasen los bárbaros, antes que el arcanista preparase los conjuros adecuados!

De un salto se incorporó del suelo:- Lo hacemos ya?

Miró a Alice y Onfale que eran los que más perdían si no recomponían su lista de conjuros.

- Llamo al carnaconte y terminamos con esto?

Al final habían podido interceptar el mensaje gracias a la ayuda del bastón mágico. Onfale sonrió satisfecho al leer el contenido de la misiva, obviando, por supuesto, cualquier sentimiento de culpa que pudiera aflorar por las felicitaciones del vampiro ante la inminente maternidad de la gigante. En cambio su ceño se arrugó ante la mención de un espía.

- Entonces nos tiene vigilados, el muy cabrón.- Por eso no paraban de toparse con esbirros del vampiro. Sin embargo, también concluía que ellos iban con cierta ventaja, por pequeña que fuera. La carta había llegado tarde. Quizá Leiath tuviera razón y hubiera que actuar raudos.- Desde luego podemos suponer, sin riesgo a equivocarnos, que Exethander estará recibiendo una carta advirtiéndole de nuestra cercanía.- El eunuco jugueteaba con su pelo, nervioso.

- Si llegan mañana refuerzos y el liche enviara también a sus huestes....- No iban a tener muchas oportunidades. El perfumista inspeccionó la misiva de Stradh en busca de alguna marca o algo que la identificara.- ¡Y si...- Calló sopesando un poco más lo que iba a decir.- ¿Y si usáramos al murciélago en nuestro favor?* Se me ocurre mandar un mensaje para interceptar a los refuerzos que están en camino, o incluso mandárselo a el liche, como si fuéramos los gigantes. ¿Y si le pedimos que envíe las armas de plata a un lugar y tendemos una emboscada a quién las lleve? Pero tendríamos que falsificar su letra, o la de los gigantes. Si no lo veis claro podemos actuar ya, como dice Leiath. Yo tengo aún reservas de energía, aunque no he preparado los conjuros específicamente para este plan.

La maga paseaba por la torre aun con los mechones de pelo rojo pegados por las babas de una buena cabezada, paseaba como un zombie en busca de café o alguna bebida que le permitiera despertar. Creo que lo mejor será actuar con rapidez, o esperar en la torre a que vengan los refuerzos de Exethander y tenderles aquí la trampa. ¿Vendrá el propio Exethander como refuerzo o solo mandará una horda de barbaros? Venga o no, debilitaríamos sus fuerzas.  

El mago se golpeó la frente con la palma de la mano, rabioso por su torpeza mental. ¿Serían las hormonas provocadas por su estado de gestación?

- Que sea lo que Hala desee.- Dijo entre resignado y emocionado. Aún así no se resignaba a la idea de usar al murciélago a su favor. Ahora bien, ¿quién tendría la delicadeza suficiente como para tratar con un bicho semejante? Él no, por supuesto.

¿De qué estáis hablando?-se metió Sasha en la conversación-¿Con carnaconte te refieres a un canarconte, Leiath?

Leiath tenía el poder para invocar uno, pero Sasha había leído suficiente como para saber el nombre correcto. Era la diferencia fundamental entre el intercambio de conocimiento de forma oral en el seno de la secta de Hala y una Iglesia que atesora conocimiento manuscrito como la del Lord del Alba.

Podría ayudarnos de muchas formas: a luchar contra esos refuerzos, a ir por la filacteria mientras nosotros luchamos aquí, a acompañarnos para explorar el Templo de Ámbar... ¿Qué le vais a pedir?