Partida Rol por web

El ladrido de Agus les despertó. Leisl se desperezó, mucho mejor tras los cuidados de Leiath. Pequeña Zorra se palpó el cuello.

¡Funciona! ¡Alice!-Leisl saltó hacia la maga y se abrazó a ella-. ¡Ya no necesito medallón! ¡Estos espacios ethradimen... como se llamen, son seguros! ¡Strahd no me ha visitado esta noche! No pienso separarme de ti nunca más en la vida.

Mientras Leisl frotaba efusivamente su mejilla contra la de Alice, Sasha se asomó a la ventana que les devolvería a Barovia.

¡Que la luz del Lord del Alba nos asista! ¡¿Qué pasó anoche?!

Cuando los demás se asomaron, vieron un paisaje devastador. Un incendio había asolado a la posada por la noche. El resultado era que la habitación se había derrumbado sobre la planta baja, con todo lleno de maderos tiznados por el hollín de la combustión. El fuego también había subido por la cuerda, hasta casi lo alto del todo, pero cedió a tiempo y la cuerda se soltó, solo dejando un cabo con las hebras ennegrecidas. Si el fuego hubiese consumido la cuerda por completo, ¿se habrían quedado encerrados allí? ¿O finalizaría el conjuro y caerían desde tres plantas de altura?

¿El truco de la cuerda durará lo suficiente para que preparemos nuestros conjuros, Alice? Tal vez podamos sortear el desnivel con algo de magia.

Tenían tiempo de rezar y estudiar sus libros de conjuros. Vinthrael podría dejarse caer sin problemas desde esta altura, gracias a su entrenamiento. Lo más aparatoso sería el chucho: ya anoche, para subirlo, fue todo un engorro; mucho más ahora que no tenían la cuerda para atarlo.

La tranquilidad del espacio dimensional era perfecta para que un mago empezara el día bien, estudiando su libro de conjuros. Sin embargo aquel truco de la cuerda estaba repleto hasta los topes. Los gritos de Leisl y Sasha le hicieron acudir a ver qué demonios pasaba. Su gesto no indicaba nada bueno para los dos tortolitos. Sin embargo, cuando llegó, se olvido del alboroto.

- ¡Tks!- Chasqueó la lengua. A ninguno se les había ocurrido hacer guardias para evitar, precisamente, aquello.- Habrá que buscar a a Amelia.- Dudaba que hubiera sobrevivido, pero tenían que hacerlo. Se lo debían.- Yo tengo dos pergaminos para caer suavemente.- Miró a Alice por si ella había memorizado aquel conjuro, que ya les había salvado muchas veces. Los pergaminos de Onfale estaban viejos y no estaba seguro de si funcionarían. Él se veía capaz de saltar y caer ágil como un gato, pero dudada si con la abultada tripa sería lo adecuado.-No bajéis la guardia aunque parezca que ya todo lo peor ha pasado. los que han hecho esto podrían seguir por aquí.

Con toda la calma del mundo, la bruja de Hala se asomó a ver a qué se debía todo ese alboroto y una leve expresión de sorpresa cruzó su rostro aunque pronto volvió a un estado de calma y parsimonia. No estaban en el Abismo, así que todo bien.

- Creo que nuestra anfitriona ya ha dado con el medio de liberarse de esos molestos hongos.

Leiath activó sus botas de levitación y salió del agujero. El olor a perro y a humanos encerrados le estaba empezando a resultar muy molesto, aunque siempre sería mejor que el olor a muerte.

Bajo su privilegiada posición observó su alrededor buscando las causas del fuego o posibles víctimas. Le sorprendió que no hubiera gente del pueblo ayudando a quitar escombros o cualquier otra tarea de salvamento o acondicionamiento del lugar. Acaso a los vecinos les daba igual que una casa se quemase hasta los cimientos en el pueblo? Y si el fuego se extendía?

En fin. Ahora lo que importaba era buscarse un sitio para desayunar como los señores que eran.

Tras los abrazos efusivos de Pequeña Zorra, la maga comprobó que la ladrona no se hubiera sobrepasado en su efusividad y le hubiera robado algo. Si, si, la magia mola mucho y es muy chula. Que si Leisl.

Luego miro a la pequeña caída. Tengo un Conjuro de Caída de pluma que podría servir para los siete. Dijo pensativa mientras miraba la posada calcinada. El bajar tiene fácil solución, lo que me preocupa es Amelia y su consiguiente cabreo, si sique viva... 

El monje se había despertado de los primeros gracias a su anillo, pero no le había dado por asomarse por el hueco del truco de la cuerda, se había quedado en su sitio, en silencio, meditando.

Cuando todos se habían empezado a levantar e indicaron la situación de la posada, se asomó por el agujero y con cierto estupor miró a los demás.
Leiath no esperó mucho más y se arrojó por el agujero a investigar. Por un instante estuvo a punto de detenerla y pedirla bajar el primero por si había algún peligro, pero su experiencia con el grupo le decía que era una mujer que no necesitaba defensa llegado el momento, así que se entretuvo tan sólo unos segundos.

Voy con ella, quedaos aquí y refrescad vuestros conjuros aunque permaneced atentos por si necesitamos de vuestra ayuda.

Dicho esto, se arrojó por el agujero y dio dos pequeñas vueltas en el aire antes de aterrizar con la palma de la mano derecha sobre el suelo y la rodilla izquierda flexionada - Buen aterrizaje, algún día alguien le pondrá nombre a esto - Pensó antes de ir junto a Leiath y comenzar a buscar por la planta donde estuvo la posada.

Alice verificó que la Pequeña Zorra no le había robado nada. ¿Haber tenido esos prejuicios hizo que la pelirroja se sintiera mal?No, claro que no. La fama de ladrona que tenía la muy pícara estaba más que justificada. Leisl miró atentamente el estilazo de Vinthrael bajando al suelo.

Espectacular...

Psé, no es para tanto.

Sin embargo, el monaguillo no se tiró tras Vinthrael. En lugar de ello esperó a que Alice usara magia de caída de pluma. A pesar de todo, sabiendo que el hechizo amortiguaría la caída y que el primero en tirarse fue Agus demostrando que la magia cumplía su función, Sasha se sentó varios segundos en la ventana del espacio dimensional. Amagaba con tirarse, pero se terminaba agarrando a la pierna de Leisl. Al final tuvieron que darle un pequeño empujon...

AAAAAAAAaaaaaah... ¿Ah?-dijo, al fin abriendo los ojos-. ¡Estoy volando! ¡Volando!

Más bien planeando hasta el suelo. Vinthrael tuvo tiempo suficiente de inspeccionar los restos mientras los demás bajaban. Encontró un cadáver calcinado e irreconocible, un bonito recuerdo antes de desayunar.

El mejor sitio que encontraron fue delante de la mansión del burgomaestre, que contaba con un muro bajo en el que poder sentarse y poner los platos del festín de héroes. Sasha se apartó un rato y fue a saludar a los vecinos mientras los demás empezaban a comer. Al cabo de un rato volvió con algo de información.

Vale, creo que nosotros tenemos algo de culpa en lo que ha pasado. Resulta que anoche los vecinos vieron luces en la posada, pero lo más importante es que escucharon los gritos de Amelia: "¡Se han ido! ¡Mis últimos clientes se han ido! ¡Es el final de mi posada!". También añadieron a la descripción unos cuantos grititos histéricos. Por eso no había vecinos cerca, por miedo. La llaman Amelia la Loca. Creo que perdió la razón cuando entró en las habitaciones y estaban todas vacías como por arte de magia.

He hablado con el sepulturero. Le voy a pagar el ataúd. Es lo menos que puedo hacer. Voy a estar muy liado con los preparativos, abrir la iglesia, oficiar la misa... Aquí me separo de vosotros, podéis encontrarme en la iglesia cuando vayáis a atacar a Strahd-miró la comida de Leiath-. Mmmh... pero primero vamos a desayunar. ¿Ya bendecisteis la comida? Hicisteis bien, no ibais a saber cuándo volvería.

Buenoooo....- exhaló en un suspiro después de dar un sorbo del exquisito té de hierbas.- Mientras que Sasha se prepara para la ceremonia, yo voy a acercarme al ayuntamiento a ver si puedo poner los papeles de mi nuevo 'Hospicio' en regla.

Era lo normal, el sacerdote del 'Cantamañanas' o como se llamase el diosecillo ese se dedicaba a adecentar la iglesia en su nombre, y la bruja de Hala debía hacer lo propio por su diosa.

Si querían destruir a Strahd -cosa que ella no lo tenía muy claro llegado a este punto- tenían tiempo. El vampiro no se iba a ir a ninguna parte. Respecto a ser víctimas de su ira por haberle matado a algunos de sus secuaces y tal, pues le daba la impresión que si el Conde les quería muertos ya lo estarían. Si acaso, estaba jugando con ellos como un gato hace con su presa hasta que se aburre o se pasa de 'golpes'.

En realidad Leiath tenía más miedo de las brumas que del absolutamente desconocido Strahd (nunca lo había visto de hecho, bien podría ser una leyenda). Pero las brumas.... Aquellas brumas eran las responsables de sus viajes en el tiempo y en el espacio, y nunca habían sido agradables. Era magia poderosa y lo que hubiera detrás era mucho más maligno que ningún Lord Vampiro.

Qué Hala les proteja!

Tendrás que hablar con el Burgomaestre, pero hace un par de noches estaba en la puja con nosotros. No creo que hayan llegado todav...

Un carruaje se acercó a toda prisa, con proverbial oportunismo. El carro entró en la finca de la mansión y se detuvo para que sus ocupantes bajaran.

¡¿Qué escándalo es este?! ¡¿Qué hacen ustedes usando el muro de mis propiedades como merendero?!

La mujer posó su mirada en Sasha y guardó un instante de silencio incómodo.

Alexi...-saludó.

Tía Ludmilla...-correspondió con otro saludo.

Será mejor que me vaya. Tengo cosas que hacer.

Sasha se alejó del lugar, en dirección a la Iglesia.

Mi querido Nikolai, no me encuentro bien-dijo al hombre que bajó del carro con ella, poniendo teatralmente el dorso de la mano en la frente-. Me retiro a mis aposentos. Ocúpate tú de resolver esta situación.

Por supuesto, mi petunia con aroma a rosas, déjalo todo en mis manos.

Ludmilla entró en la mansión. Nikolai se dirigió al conductor del carruaje y le dio instrucciones para que aparcara en la parte de atrás.

¡Guardias! ¡Guardias!-llamó, pero nadie vino-. ¡Guaaardiassss! Malditos holgazanes, aprovecharon que nos fuimos del pueblo para desatender sus obligaciones. ¡Guardias! En fin, no es necesario recurrir a decisiones extremas. Por favor, lárguense de mi propiedad y olvidaré esta ofensa.

Técnicamente no estaban en su propiedad, estaban en la calle apoyando sus culos en el murete bajo. Pero también técnicamente, el murete bajo formaba parte de la finca.

Señores!- Leiath se atusó los negros ropajes. Sabía que no ayudaría mucho pues aunque lo hubiera lavado tenía el vestido de viaje rasgado por numerosos lados de tantas aventuras. Ya era hora de que se comprase uno nuevo, se recordó.- No queríamos faltarles al respeto ni mucho menos, de hecho, si lo desean pueden probar los platos. Les aseguro que les resultará delicioso. Es un regalo de la mismísima Hala!

Y mientras disfrutan de las viandas, podríamos tratar el tema que me ha traído hasta sus puertas, si no les importa...- La bruja hizo un ademán con el brazo invitándoles a acercarse a la mesa y probar lo que hubiera en ella.

Ya conocía a esas pareja, eran dos de los integrantes de la puja. La maga sonrío para sus adentros, qué pequeño era el mundo. Si, si, como bien dice mi amiga podríamos disfrutar de una bien merecida comida campestre mientras charlamos amigablemente. ¿Han hecho algo interesante últimamente? Por ejemplo, ir a una subasta. 

Comían más o menos tranquilos hasta que llegaron los dueños de la mansión en cuyos muros habían osado en posar la espalda. Onfale se reincorporó adecentándose un poco, para causar buena impresión y que no le tildaran de vago y maleante. La señora les había dejado con el tal Nikolai. A Ambos les reconocía de haber estado presentes en la subaste. Se quedó a la espera de la respuesta de la hábil pregunta de Alice. Puesto que habían dejado la subasta de manera apresurada, tenía curiosidad por saber qué había sucedido.

¿Un regalo de jala? Ni jalar ni comer. ¡No me hablen como si fuésemos amigos! ¡Largo de aquí, panda de faranduleros! ¡Guardiaaaasssss!

Era triste que el nombre de la Diosa de Hala se estuviera perdiendo con el paso de los siglos. Nikolai, viendo que nadie acudía a su llamada, fue directo a la puerta. La puerta se abrió para él, sin que tuviera que girar el pomo. Era como si estuviese encantada, aunque por el ángulo podría haber un sirviente en el interior que la abrió para su amo sin dejarse ver en el exterior.

¡Más le vale que cuando vuelva no sigan aquí! ¡Fuera de mi muro!

La puerta se cerró de un portazo (de nuevo del sirviente, no de Nikolai). Quedaron solos en el muro sin saber cuál sería el siguiente paso a dar.

Odio a este tipo de gente, la que se cree por encima de los demás solo por haber sido criado entre sábanas de raso. No puedo creer que mi dulce Sasha esté emparentado con esa gentuza.

Eran las diez de la mañana. No tenían mucho más que hacer que ir a por Strahd, matarle y volver a tiempo al pueblo para el funeral de Amelia.

¿Qué fue del pájaro en el que vinimos?-preguntó, sin que Kasder supiera a qué se referían-. ¿Tenemos que llevarle algo de comida? ¿O ya se buscará él su sustento?*