Partida Rol por web

La zona de alrededor del Templo del mal elemental está cubierta de maleza y arbustos, llena de árboles retorcidos y enredada vegetación. Es fácil tropezarse con una calavera o el esqueleto de un humanoide en esta oscura floresta, ya que en este lugar fueron comunes los combates.

El Templo del Mal Elemental: su nombre es apropiado para su abominable aspecto. El enorme edificio color carbón gristáceo con sus contrafuertes arqueados y su obsceno diseño, es un mudo testimonio de la parte más oscura de la historia.

Cada superficie de la estructura abunda en caras de mirada lasciva y formas retorcidas de demonios y monstruosidades imposibles de imaginar. Las enormes puertas principales están coronadas de bestias con alas y formas desagradables que hielan el alma del observador.

Los alrededores son igual de terroríficos. Ensortijada vegetación, llena de oscuras espinas, se enreda entre los escombros de lo que fue una alta muralla. Las sombras danzan entre los ennegrecidos árboles, cuyas ramas dan zarpazos al aire como moribundos desesperados.

No hace falta decirlo en voz alta, se hace obvio de inmediato: este es un lugar maligno.

El lugar ponía los pelos de punto y te volvía un poco paranóico, una sensación de ser observado desde todos los ángulos de la zona te rodeaba y te hacía estar inquieto sin parar de girar la cabeza en busca de aquello que nos observaba. La sensación era tanto desde el interior de aquella obscena estructura que el mal había construído en aquel lugar, como desde detrás, de la zona que rodeaba el templo. Quizá estábamos rodeados y no lo sabíamos o quizá sólo era una extraña sensación. ¿Qué nos depararía aquel siniestro lugar? Fuese lo que fuese habíamos venido a descubrirlo y vencerlo, los recuerdos de los encuentros anteriores, sobre todo con aquel dragón y con aquella extraña criatura que se llevó a dos de nuestros compañeros, para ellos también habí amuchos recuerdos, para los compañeros caidos la jornada anterior, Talindra y Questin...De los pocos en los que se ppodía confiar en aquel grupo, menos mal que aún venían el lúcido Chui y el benévolo Galimatías, el resto en cambio era harina de otro costal, no se podía confiar en ellos, aunque alguno había demostrado valor y rectitud, como ese necrófilo de Alexis y aquel ser muerto viviente que él llamaba su hermano.

Levanto mi mano en señal de alto y luego me acerco a mi compañero más cercano y le susurro:

-Se escuchan ruidos ahí adelante, estad preparados por si son hostiles, díselo al resto.- Tras decírselo al más cercano me acerco a otros hasta que todo el mundo haya sido informado.

Luego me concentro a ver si puedo detectar si son malignos o no con el poder que mi dios Heironeus me otorga como su fiel servidor.

Elvar notó el mal que les rodeaba cuando instintivamente los pelos de los brazos se le pusieron de punta. Un escalofrío recorrió su espalda a medida que se acercaban al lugar.

Jugueteó nervioso con la empuñadura de sus espada que casi sin darse cuenta acabaron en sus manos con un movimiento instintivo más que pensado.

Curioso Nierethi se posicionó a un lado de sus compañeros y sacó su libro de conjuros. Tendría mucho que hacer si querían encontrar algo interesante y nuevo en aquel sitio. Su libro de historia aún no está escrito y debía encontrar una buena historia. Comenzó a mirar hacia donde miraba el paladín. - No debería haber nada aquí que no sea hostil, podríamos preguntarle si sabe algo de lo que sucede dentro aunque nos intente matar antes. Vamos a verlo? - Comenta con una sonrisa apuntando hacia el lugar que describía el paladín.

Galimatías sintió cómo sus plumas se erizaban y se hinchaba.

Este lugar huele a maldad  fue lo que salió de su boca mientras miraba de un lado a otro. Sabía que el mal les rodeaba, pero a eso habían venido: a luchar contra él.

Tened cuidado, aquí no habrá ninguna criatura que no sea hostil.
 

Chui caminaba tranquilo sin apartar la mirada del templo. Aquel lugar lleno de maldad era algo que le revolvía las tripas, tenían que acabar con el mal que allí habitaba. Y parecía que no tardarían mucho en encontrar a sus primeros enemigos. El paladín había escuchado unos ruidos  delante y todos tenían por seguro que eran hostiles.

Atentos, cuatro grandes trasgos tratan de emboscarnos por allí.

Elvar susurró estas palabras para que las oyeran sus compañeros y señaló el lugar, la entrada al recinto, con un gesto de la cabeza.

Además hay algo que no he podido ver, me ha parecido escuchar un dragón, id con cuidado

Elvar preparó sus arma adoptando una postura defensiva.

-¿En serio?-Pregunto incredulo.-¿Dragones aquí? ¿No se habría dado cuenta alguien? Bueno, no es nuevo, pero que uno pase inadvertido me parece más sencillo que que lo hagan dos...

Mientras tanto, coloco un virote en mi ballesta y me coloco en posición.

-Berio, acercate.-Digo a mi hermano.

El gnomo abrió la boca como un tonto - OH! en serio! Un dragón eso si sería interesante de tratar, tal vez él pueda decirnos qué está pasando aquí. Las historias sobre dragones siempre dijeron que eran inteligentes así que supongo que si entenderá más que nosotros. Los trasgos no, siempre han sido estúpidos, así que no nos sirven para nada. Que mueran y sigamos hacia el dragón.

Con el libro en las manos intentó buscar tales criaturas que amenazaban su vida.
 

Es cierto dijo Galimatías, entrecerrando los ojos. Esos cuatro grandes trasgos nos están esperando, rodeando la entrada. Pero aún hay más. Dentro del edificio hay más enemgiso. En la entrada son tres y seguramente no tendrán reparos para ir a por nosotros en cuanto nos vean.

A la derehca del templo, escondida entre el bosque, hay una torre. Y a la izquierda del templo, hay una casita.

Con tanta cháchara los trasgos que habíais descubierto terminan por atacaros, pero como ya os esperabais tal ataque, la lluvia de jabalinas que cayó sobre vosotros falló por completo. Os habíais librado completamente, pero eso no quitaba que tarde o temprano volvieran a atacar. Era hora de acabar con ellos antes de que los guardias de la puerta os alcanzasen.

Galimatías extendió sus alas y se mostró orgulloso sólo como su especie sabía hacer. Se acercó corriendo a gran velocidad a los trasgos de la derecha y, al llegar hasta su posición, le golpeó con sus poderosas alas