Partida Rol por web

Al final decidieron hacer noche allí, y salvo algún trasgo que quedaba por allí suelto, no hubo ninguna amenaza más. Aquel lugar de momento parecía seguro, y los grandes trasgos se habían montado allí un campamento improvisado que les sirvió para pasar la noche. Además tenían provisiones para comer suficientemente bien para todo el día. La pena era un lugar donde bañarse, que eso ya parecía ser algo más complicado.

Al menos habían dormido, se habían recuperado, y ahora podrían comenzar un nuevo día con un nuevo propósito. Encontrar el templo del Mal Elemental, no ese viejo templo en ruinas.

Kendra se sintió revitalizada en cuanto se levantó, volvió a sentir el poder de su deidad en su interior y eso la reconfortaba después del tiempo pasado en la celda, ahora podía enfrentarse a los enemigos con todo su poder y cambiar las tornas en los combates.

- Ya he recuperado mis poderes, alguien necesita curación?

Yo estoy bien, gracias - respondió al ofrecimiento de Kendra-. A mi tambien me interesa seguir mirando en este templo, ya que , igualmente, había escuchado que tenía más tesoros escondidos de os que parece habeis encontrado encontrado. Pero la verdad es que, sin las herramientas adecuadas, no puedo mirar el mecanismo que oculta el trono. Quizás con magia?

Qué hay de puertas ocultas? Alguien sabe cómo buscarlas? Quizás si nos ponemos todos a buscar encontremos algo.

Y esa nota que decis que encontrasteis? Podeis compartirla a ver si vemos algo que se os haya pasado por alto?

Cass se levantó de su saco de un salto.

-Bueno, según acordamos, toca volver al pueblo. Carguemos la carreta con todo lo que podamos y que la lleve el esqueleto ese que nos prometió el humano!

Necesitamos equipo! Después podemos buscar con un montón de lupas y registrar este sitio de cabo a rabo!

Estoy de acuerdo las plumas de Galimatías volvían lentamente a su posición tras desperezarse. Si necesitáis equipación, aquí poco podemos hacer. Si es necesario volver aquí, volveremos. Pero yo creo que ya no hay maldad en este lugar.

Mi señora... Elvar se acercó a Khendra con su eterna sonrisa en el rostro.

No me vendrían mal sus atenciones, esos malditos se empeñaron en usar mi cuerpo como afilador de sus armas. 

Elvar enseñó sus heridas. Había conseguido que dejaran de sangrar con unos trapos, pero estos estaban ya empapados en sangre y si no se apresuraban en curar aquellos cortes corrían el riesgo de que se infectaran gravemente.

En cuanto estemos medianamente recuperados saldremos de este maldito lugar con todo lo que podamos llevarnos directos al pueblo.

Me había puesto la armadura nada más despertar en previsión de posibles problemas durante el viaje, el cual ya daba por sentado y que únicamente posponía a la espera de que el mago hiciera lo que tenía que hacer con esos trasgos. Un brazo más, aunque careciera de músculos, nunca sobraba si podía esgrimir un arma a tu favor.

Dirigiéndose hacia Elvar, Kendra eleva un plegaria hasta que el poder fluye de su cuerpo hasta el de Elvar para sanarlo:

- No desaprovechéis los dones de St Cuberth señor.

Galimatías no llevaba mochila. Las pocas posesiones que tenía, las llevaba en su plumaje escondidas.

Recoged lo que creais necesario dijo Seguramente podamos volver más tarde para cargar con todo lo demás. Pero vayámonos cuanto antes, creo que hay mucho que hacer.

-Estoy de acuerdo. Lamentablemente, yo no puedo cargar mucho. Tymora no me bendijo con una gran fuerza. Creo que lo prioritario son las armaduras, normalmente es lo que da más oro.

No comento nada, simplemente me limito a cargar con todo el peso que podía y a caminar fuera del templo. Había pasado más tiempo del deseado en este lugar y no pensaba prolongar mi estancia mucho más.

Carguemos con todo lo que podamos y volvamos al pueblo. Vosotras acompañadnos y así el camino de vuelta será más seguro, además así podremos transportar todo esto que tenemos para vender.

El camino al pueblo suele ser tranquilo, pero no está exento de peligros.

Con alegría Kendra ayuda a los demás a cargar con todo lo que se pueda, deseando abandonar el impío lugar cuanto antes.

Finalmente os decidís a regresar a Hommlet, el camino no debería ser peligroso pues todas las veces que lo habíais recorrido no había supuesto ningún problema, así que no os habíais molestado en sanaros vuestras heridas, pues pensabais que en cuanto llegaseis a Hommlet todo sería más sencillo.

Pero esta vez os equivocasteis, a varios metros de donde os encontrabais, pudisteis escuchar alboroto. Gritos de hombres y mujeres que luchaban entre ellos. Había una mujer en peligro, rodeada por dos hombres, una mujer y un osgo. La mujer parecía resistir, pero era evidente que la superaban en número. Vosotros no estabais en vuestro mejor momento, pero seguramente vuestra superioridad numérica decantaría aquella lucha a vuestro favor.
 

Cassandra corrió hacia la maleza en cuanto escuchó los grito. Al otro lado de los árboles, una mujer necesitaba ayuda. Cass se detuvo al llegar a la vegetación espesa y a partir de allí se movió m ás despacio. Tendría que ser sigilosa para atravesar los matorrales sin que la escucharan pero así conseguiría pillarlos desprevenidos.

Y tan contenta que iba Tisha pensando en el buen plan de volver a la ciudad, equiparse como es debido y volver con ese grupo a buscar los tesoros escondidos del templo (que ella estaba segura debían estar escondido tras ese mecanismo debajo del trono), cuando de repente se encontraron con lo que parecía unos asaltantes robando a una chica en el camino.

Sinceramente a ella no le importaba lo más mínimo, de alguna forma se tendrían que ganar la vida aquellas personas. Iba a seguir el camino como si tal cosa, cuando vió a la otra mediana coger posiciones para meterse en la pelea. Es lo malo de ir con un grupo grande; tienes qeu prepararte para cualquier cosa ya que no sabes como el resto reaccionará.

La mediana sacó el único arma que había encontrado de su tamaño en el templo, una maza ligera, y se ocultó tras unos arbustos. Esperaría a ver que pasaba para actuar en consecuencia.

Para Galimatías, volver al pueblo sin terminar de resolver el misterio era algo que le preocupaba, aunque sabía que era necesario. Le gustase o no, si la nueva gente quería ir con ellos, necesitaban armarse, y eso les daría potencia en el ataque. Resignado, la criatura alada continuó su camino tranquilamente, hasta que lo escuchó.

Los gritos de una mujer, el alboroto de los hombres. Al ver cómo dos de sus nuevas compañeras rodeaban los árboles para comprobar qué pasaba, él decidió hacer algo parecido. Tras dar un par de pasos para separarse de sus compañeros, abrió las alas y voló. Pasó por encima de los árboles, dislumbrando a lo lejos ese grupo de gente que estaba acosando a la mujer

¡Basta ya! dijo, antes de aterrizar junto a uno de esos hombres.