Partida Rol por web

Lo que habían sufrido para matar a la araña y, lo peor, todo para salvar a un ratón, uno muy desagradecido. Se consoló pensando en que al menos habían salvado al padre de Fifí, que ya parecía una hembra más del Aquelarre. Así pudieron continuar con su rigurosa inspección del desván, encontrando más objetos de poco valor.

- Algo me dice que lo que nos falta estará en la supuesta habitación de Sunny.- El pobre Sr. Enano había sido usado como ariete por un grupo de locos, aprovechando la dureza de su mollera, pero mantenía la dignidad a pesar de estar  manchado pro todas partes de los interiores del arácnido abatido. Resultaba que el armario invetigado tenía una puerta que daba a la habitación de Sunny.

- En principio subimos para usar a la niña de rehén.- Informó al enano sin miramientos o muestras de arrepentimiento alguno.- Ahora buscamos la otra argolla de la puerta de dos hojas del pasillo. Quizá lo guarde ella, si es que es una niña y no otro loco.- Estaba de acuerdo con Thymaz.- Yo puedo ir si me indicas.- No quería enfrentarse a otro esperpento creado por el Doctor a base de metódica y sádica tortura. El perfumista se miró a las manos que sostenían la herramienta para la doma de animales.- Quizá podamos usar esto.- Si era la niña luego podrían soltarla. Él podía ir delante armado con la almádena y Thymaz detrás con el "atrapaniñas", a oscuras.- Hay otra puerta que da a esa habitación. Seguramente esté guardada con una trampa , pero la niña podría escapar por ahí. Deberíamos dividirnos en dos grupos para bloquear esa salida.- Aunque el propio Rehner había bloqueado la trampilla. Entonces intervino Leiath. Suponía que la idea no le gustaría mucho. Le pedía que le quitase la máscara, algo que podía desbaratar su plan, si al hacerlo la mujer no soportaba la quemazón del ácido sobre su piel.

- El problema es que no creo que sea ella, la verdad, sino otro monstruo.- Sacó un vial de ácido y lo destapó. Antes de verterlo sobre las correas que apretaban la máscara contra el angelical rostro de Leiath, le advirtió.- Será mejor que muerdas algo.

Thimaz que no se fiaba de ninguno de esos locos, y menos justo después de haber sido lanzado contra una pestilente araña y vuelto a usar como visor en la oscuridad, se le ocurrió una pequeña idea, pero al igual que la mayoría de sus ideas, siempre podría tener un lado peligroso y por tanto negativo, hacia el Enano o hacia los otros.

-Visto lo visto en nuestra compañía menos perspicaz, quizás podamos reducir el número de auto-peligros si recitamos las palabras mágicas del Doctor. Pues tanto yo, como otro de los aquí presentes; -realmente no sabía quien, o quizás no le importara, para él todo lo que sea más alto que él no era más que un "Sub-enano"- vimos como los descerebrados que se encontraban en el Despacho del Doctor se desmayaron al escuchar esas palabras.

Deseando que esto pudiera significar que no lo volverían a usar como ariete, al menos no contra lo que sea que estuviera ahí en la cama, prosiguió hablando sobre su plan.

-Los que parecemos más cabales podemos alejarnos y el que parezca que tenga una mejor resistencia a ese tipo de magia hablada puede decirlo al resto de los locos descerebrados que me han usado como ariete.

Obvió de forma deliberada que en aquella ocasión los Guardias del Doctor no habían sucumbido a dichas palabras engatusadoras, a fin de cuentas su objetivo era eliminar al mayor número de molestos locos que le hacían pasar penurias, y los que no hayan luchado por el -y no CON el- no le eran más que meras molestias. Fuera lo que fuera, si habría un guardia que no sucumbiera a las palabras del loco, podrían detenerlo entre todos, o eso esperaba.

-Si vais a hacer esto, yo me iré de la estancia, que no creo poder aguantar otra de sus palabras sibilinas.

Después de escuchar a sus compañeros soltar disparates, no podía hacer otra cosa que reírse.

—Jajajajaja... aaaahjajajaja...—si no se hubiese sujetado la panza mientras se revolcaba por el suelo, se le habría salido el estómago de tanta carcajada—Vamos a ver si lo entiendo. Tú quieres decirle a otro dónde pisar para no hacer ruido. ¿Hola? ¿Hay serrín en tu mollera? Hablar para decirle a alguien cómo no hacer ruido es hacer ruido. Tú quieres quemarte la cara con ácido, porque crees que una máscara le dará más miedo a una niña que un rostro desfigurado. Tú quieres colocar una soga al cuello, pero no puedes enhebrar una cabeza si está apoyada sobre la almohada. ¿Y luego se supone que el loco soy yo? Juas, juas, juas, juas...

Hicieron una pausa para hacer un recuento de los presentes...

Fueron catorce los enmascarados que salieron de sus celdas. Pronto encontraron uno más: un guardia que se había escondido del Zelekhut en la garita, y cuando lo encontraron dos de los locos se hizo pasar por un paciente más. Durante unos minutos fueron quince. Más tarde, al intentar revisar las máscaras, uno de los pacientes se puso a la defensiva, delatando que era un guardia, y se fugó por el patio. Volvieron a ser catorce, catorce los que llegaron a la planta superior.

De esos catorce, dos subieron al desván en primer lugar. Se trataba de Onfale y Piedmon, que dejaron a doce de sus compañeros detrás.

La segunda ocasión subió Leiath, que fue seguida por Aire y un número indeterminado de enmascarados. Fue ahí cuando los números empezaron a descuadrarse. Alice y Thimaz vieron subir a seis personas: Leiath, Aire y cuatro personas más que los siguieron. Sin embargo, Onfale y Piedmon solo vieron llegar a cinco personas. Así que según a quién preguntases, estaríamos hablando de siete u ocho pacientes en el desván.

De los seis o siete fugados de las celdas, solo dos llegaron al desván en el tercer acto. Se trataban de Alice y Thimaz. El resto de la retaguardia, ya fuesen cuatro o cinco, cayeron dormidos por la palabra "mágica" de la hipnosis: demise.

¿Cuántos estaban en este momento en el desván? ¿Nueve o diez?

Hicieron un recuento... Nueve. Habían perdido a uno de los pacientes en el desván, y no sabían dónde se había metido.

A pesar de la presión por no hacer daño a la Bruja de Hala ésta había hecho bien en escoger a Onfale para la tarea de quitarle la máscara. El eunuco tenía unos nervios de acero y unas manos entrenadas en trabajos que requerían especial cuidado y pericia. Acostumbrado al manejo de viales, matraces y brebajes de todo tipo, el perfumista vertió unas gotas de ácido sobre las correas una vez vio que Leiath estaba preparada.

- Parece que esto ya está.- Si le quedaba alguna herida en la piel a Leiath no sería nada grave. No podría quejarse mucho después de como estaban Aire, Thimaz, o él mismo, tras el ataque de la araña, las trampas venenosas y los locos guardianes. Como si se tratara de un cofre que guardara un ingente tesoro en gemas y monedas de oro, Onfale se dispuso a retirar la máscara con gran expectación.

- Alabada sea Hala...- ¿Cuánto tiempo había pasado de ver el amigable y ya familiar rostro de su amiga? El corazón le latía con fuerza.- No sé si alguien más quiere liberarse. El ácido pierde su potencia con rapidez.- Las palabras del enmascarado que pretendía echar por tierra los planes del enano habían estado muy presentes en la cabeza del mago., aunque las había dejado en un rincón mientras se dedicaba a Leiath. No les costó mucho hacer un recuento de cuántos locos habían acabado subiendo al desván y, desgraciadamente, se les escapaba uno. Eso y que había varios a los que no tenían muy identificados y, por lo que sufría Thimaz, entre los cuales estaría seguramente un guardia que pretendía asesinarlo.

- Antes de seguir volvamos a inspeccionar las máscaras para ver si hay algún guardia más entre nosotros.- Dijo con la almádena ya en la mano de nuevo. Ni corto ni perezoso se puso a examinar las correas y tipología de las máscaras para determinar si alguna era diferente a las otras.

La bruja de Hala se quitó la máscara con un suspiro de alivio. Respiró profundamente para sentir la libertad de ese simple movimiento.

Onfale no le había decepcionado, con pulso firme y guiado por la inspiración de Hala, había conseguido romper la banda sin dificultad, haciendo el mínimo daño posible. Gracias- le dijo de todo corazón. Se guardó la máscara. A unas malas, con el cinturón que llevaba, podría cubrirse con ella de nuevo si fuera necesario.

Qué pinta tengo?- preguntó a sus amigos girándose para que la vieran mejor.

Al no tener espejo delante no podía calibrar el estado en el que estaba su melena; seguramente no tendría muy buena pinta. Se intentó acicalar con cierta coquetería pero no quiso perder mucho tiempo en ello.

Tomó nota de lo que comentó el perfumista sobre aquellos pacientes que no sabía de dónde habían salido. Ella ya le había estado dando vueltas, pero con todo lo que había que hacer se le pasó por completo.

De camino a la habitación donde estaba el bulto durmiente echó un vistazo a las máscaras pero no vio nada que le llamase la atención, y le pidió el cetro solar a Thimaz. Hizo señales a Fifi para que fuese con ella pensando que si realmente era Sunny se quedaría encantada viendo aquella maravilla mágica. El caso era sumar puntos. Su intención era encender la luz, entrar en la habitación y llamar a la pequeña por su nombre para que despertara sin sorpresas. No acercarse a la cama en un primer momento, por si las moscas. Si efectivamente se trataba de la niña, lo primero que vería sería el rostro de Leaith y a Fifi. No era mal plan, por lo menos en la mente de la bruja.

Fue a abrir la puerta indicando a los demás que se mantuviesen alerta.

Aire había sufrido demasiados golpes como para arriesgarse a que el ácido atravesara su cabeza y se quedara en el sitio. Negó con la mano a Onfale, aunque en el fondo se moría de ganas. Pero sin Flame allí que repartiese guantazos como panes, alguien tendría que hacer su papel... O lo que fuera que estuviera haciendo Aire.

Fifi le dijo al espíritu de aire Ve con ella. Pero ten cuidado. Si ves que la van a atacar, haz algo para que no la hagan daño. Es muy buena y seguro que te cuida a ti también. Y tienes que ir en silencio también, que no te oiga nadie le dijo, como si ella pudiera entenderla sin ningún tipo de problema.

La maga, viendo que el único componente que la distinguía del resto de enmascarados era un trozo de túnica quemada, decidió ponerse las botas nuevas que había encontrado.  Pero las botas de monta le recordaron a sus anteriores caballos, Trompicón y Tropezó, ambos muertos en horribles circunstancias. Esto entristeció el espíritu de Alice que suspiro sonoramente.   

Dios mío... ¡Está horrible! ¡Es feísima!-dijo uno de los pacientes de Leiath cuando se quitó la máscara.

Uno de los enmascarados le tendió el espejito de plata que había encontrado Thimaz. Tenía miedo a ver en qué se había convertido...

Le habían rapado los laterales de la cabeza antes de ponerle la máscara, seguramente mientras estaba inconsciente o hipnotizada. Además, el lado derecho de la cara tenía quemaduras de ácido, lo que le daba un aspecto un tanto monstruoso, dependiendo del perfil que diese. No interfería en su plan de camelarse a la niña, pero iba a tener que hacerlo con una curiosa postura, mirando siempre hacia el mismo lado.

Fifí estaba confusa. Cuando el ácido que resbaló por su cara hizo gritar a Leiath, Fifí estuvo a punto de lanzarse a por Onfale por hacerle daño, pero la pericia de Onfale hizo que la operación "quirúrgica" de extraer la máscara se pudiese hacer rápidamente y de una sola vez. Sin embargo, durante unos instantes Fifí giró sobre sí misma, como un tornado lleno de ira. Pero el enfado se le había pasado. Eso sí, no siguió a Leiath. Fifí prefirió quedarse con el grupo más numeroso.

El valeroso enano se encontraba entre alegre y apenado de que aquel loco hubiera cogido SU espejo para mostrarle a aquella mujer su ahora desfigurado rostro. Alegre en parte pues deseaba que ella también padeciera lo que este al ver su asquerosa cara, llena de quemaduras y cicatrices por el ácido, así como la diversión que esto le supondría. Pero apenado en parte porque alguien le había quitado SU espejo sin su permiso, como si él fuera una mula de carga o peor aún, un sirviente de esa gente alta.

-Menos vanidad y más acción. Sigue adelante, ata y amordaza a la niña. Y luego busca algo que nos sea de utilidad. Pero sobretodo, que la niña no escape del lugar. Al igual que ocurrió con el Doctor, si perdemos a nuestro rehen, estaremos muy mal. Por cierto... ¿Hay plan para rescatar a la otra loca o la dejaremos con el doctor?.

Pese a lo que podía parecer, aquel Enano parecía preocuparse por aquella loca que fue atrapada por el Doctor y sus secuaces; pero tal y como se ha dicho, podría parecer; porque en realidad quería que ella viera a un Thimaz completamente recuperado y luego darle una buena somanta de tortas por todas las penurias que esta había causado contra el enano. Pues aún estaba en su lista de archienemigos, quizás no la primera, pero sí en el Top20.

Cuando vio su cara quedó horrorizada. Todo el plan y la confianza que Leiath tenía en sí misma se vino abajo. Echó una mirada cargada de veneno cuando el Mease enano la trató de aquella forma (le iba a dar más masajes su puta madre!).

Luego se volvió a colocar la máscara, cabizbaja, y se fue a sentar debajo del agujero que hacía de claraboya. No se movería de ahí hasta que amaneciera, solo hablar con Hala le ayudaría en aquel momento. No era más que una bruja inútil y solo conseguiría asustar a quien se encontrase como aquellas sirvientas de Hala que habían tomado el mal camino y terminaban comiendo niños en el bosque.

Seguid sin mí- musitó.

Onfale fue mucho más correcto al ver el rostro desfigurado por el ácido de Leiath. Comprendía su dolor y, egoístamente, se angustiaba por él mismo, por cuando viera su reflejo una vez hubieran salido de allí y se hubiera quitado la máscara. Su preciosa cara, su ovalado rostro de perfiladas cejas, labios carnosos, y lustroso pelo azabache convertido en...¿eso? Transmitió todo su apoyo a la Bruja de Hala posando sus manos en los hombros y mirándola a los ojos a través de la máscara. Gracias a la misma no tenía que ocultar el rictus de desagrado que le producía ver su desastroso aspecto, sobre todo comparado con la imagen que aún guardaba de Leiath en sus trastocados recuerdos.

- Sólo es cuestión de tiempo que cures, Leiath...- Dijo para animarla. Dejó que la mujer se fuera sola, pues necesitaba su tiempo, y gastó un poco de tiempo en manipular un trozo de tela. Cuando entró a formar parte del Harén de su Creador, como gobernante, tuvo que enfrentarse a casos semejantes. De donde el eunuco procedía, uno de los castigos más habituales al que se sometía a las mujeres "adúlteras" era quemarles la cara con ácido y después obligarlas a mostrar su rostro quemado. Onfale estaba acostumbrado a tratar con dichas mujeres, cuya autoestima quedaba por los suelos, teniendo que consolarlas para que recuperaran el ánimo y lograran seguir siendo útiles al harén, aunque fuera de otra manera. La otra opción era la muerte. Se acercó sigiloso como un gato a la mujer bajo la claraboya.- Ten Leiath. No puedes derrumbarte ahora.  Déjame que te ponga esto*. Sabes que tengo estilo y te quedará bien y siempre será mejor que llevar esa mísera máscara.- Dejó que Leiath se recobrara un poco y fue hacia el enano.

- Maese Thimaz, supongo que te refieres a la tal Isabella. Su suerte no me preocupa lo más mínimo, aunque sí que es cierto que una mujer que formaba parte de nuestro Aquelarre tampoco está aquí y creo que pudiera quedarse con ella. Sea una cosa u otra, nuestras prioridades son:

1. Encontrar nuestras valiosas pertenencias.
2. Escapar de aquí.
3. Vengarnos de Rehner y quizá así salvar a Isabella y Flame.

Con la cabeza fría pensaba de esa manera, aunque bien le gustaría cambiar el orden de solos puntos. Aún había una esperanza para la venganza y era que de verdad allí estuviera Sunny. Lo veía poco probable, pero hasta que no lo viera no podía descartarlo.

- Dividámonos en dos grupos para bloquear la otra puerta de la habitación, la que está por el pasillo, por el que llegamos. Así evitaremos que la niña se nos escape.- Volvió a decir ante las palabras del enano.- ¿Me acompañáis? ¿Fifí, Aire, Thimaz? O entramos a tropel o lo más sigilosamente posible, pero yo necesitaría algo de luz. No me fio un pelo de lo que pueda haber ahí.- Aunque el enano había descrito el cuarto de un niño, esperaba que la retorcida mente de Rehner hubiera minado el campo de trampas.

El Enano que ya de por sí se creía superior al resto de los presentes, al escuchar las palabras de aquel encapuchado no hizo otra cosa que aumentar su ego y su enorme convicción de que él era superior, quizás no en estatura, pero sí en el resto de atributos que este poseía, en especial belleza, visto lo visto.

-Supongamos que el Doctor no nos ha enviado a una trampa, al menos no más allá de la araña apestosa y al veneno de las puertas. Todas estas cosas se encontraban a un lado del armario, en el lado oculto. Es decir, no suponían ningún peligro a aquel que se encuentre en la cama. ¿Habría colocado cosas peligrosas a alguien que usa tales vestiditos?. Si es capaz de vestir a alguien de forma tan elegante, he de suponer que no busca dañarle, por tanto no hay trampas en esta habitación. Lo que sí que hay es que escape, o bien que lo que haya ahí nos ataque. Por tanto, pido máxima discreción. 

-Yo, por desgracia, no podré entrar, estoy demasiado cansado y herido como para recibir algún golpe más, además, estoy cubierto de tripas de araña. Prefiero quedarme atrás, y proteger a la desfigurada.

En verdad no sabía su nombre, por tanto el término "desfigurada" en esta ocasión no era un insulto, sino una descripción. Pese a su afán de no querer ofender-ofendiendo a un compañero desquiciado; este no era ni de lejos el motivo por el cual se quedaría atrás, sino que en caso de haber problemas, el no estar en primera línea. Aún así, se acercó a ella y se sentó a su lado.

-No te preocupes por eso, aquí hay alguien que es capaz de curarnos. !Alguien me ha devuelto la movilidad de una pierna¡. Así que, si alguien es capaz de hacer eso, seguro que puede mitigar las heridas, quemaduras y cicatrices de tu rostro. Solo falta que ese alguien venga y use sus manos mágicas en tu cara. Pero eso lo podemos hacer una vez que el responsable de todo esto haya pagado por sus crímenes contra nosotros. 

Tal y como ocurrió en el pasado, aquel Enano no sabía quién era quién, ni siquiera sabía los nombres de los compañeros, o preferiblemente ni se molestaba en recordarlos. A fin de cuentas, no era como si fueran a estar juntos por un largo tiempo o si él siquiera fuera a molestarse en aparentar agradable o en tener reparos acerca de aquellos "altos" seres.

-En verdad no soy un buen orador, ni siquiera tengo ganas de hacer que te sientas mejor; pero no puedo dejar que alguien más se quede atrás, me amarga pensar que aquel sucio y asqueroso viejo esté haciendo mil cosas a aquella pobre mujer, alocada sí, pero nadie se merece pasar por lo que estará pasando. Así que, no dejaré que te quedes atrás, nadie se quedará atrás. ¿Vamos?.

En realidad no le importaba lo más mínimo lo que le estuviera pasando a aquella desquiciada, al contrario; deseaba que sufriera, no en exceso, pero sí que pagara por sus malas decisiones, las cuales habían propiciado esta horrenda situación. Encerrados en un sucio desván con locos, venenos, lo que sea un "fifi" y una araña gigante con vísceras pegajosas y mugrientas. Lo único que tenía y quería se lo arrebataron de sus manos, su querida escalera de 10'.

Estaban muy bien todas las hipótesis y enunciados del enano, pero Onfale empezaba a cansarse de tanta palabrería.

- Si no hay trampas y es sólo una niñita, ¿acaso tienes miedo?- Le preguntó el eunuco ya harto de la falta de arrestos de aquellos que aún conservaban sus testículos. Era cierto que debido a su raza la niña alcanzaría su altura, pero según Thimaz había vencido al mismísimo Big Crazy.- Ya lo hago yo.- Dijo dándose la vuelta airado. Ojala hubiera tenido su largo y lustroso pelo azabache para dar un golpe de efecto con el movimiento de su cabello.- Al menos vigilad la otra maldita puerta.- Sin embargo antes de ponerse en acción, giró la cabeza con la expresión burlona de la máscara.- Precisamente es ella la que te curó antes.- Y es que  sólo hacía falta mirar al perfumista para darse cuenta de que él también tenía un aspecto deplorable. Estaba herido, magullado y cansado, tanto o más que los demás. Lo que le quedaba claro es que haber sido esclavo una vez y haberse liberado le dotaba de una resolución que los demás no tenían.

El enmascarado Piedmon miró al paciente con el cinturón al que había acompañado todo este tiempo. Alzó la mano como para pedir un minuto de atención y le señaló la pértiga que llevaba portando todo el rato. Podría intentarlo yo. Aquel extraño paciente no había hecho otra cosa diferente a hacer piruetas desde que había salido de su jaula. Bueno, había usado un disco verde para terminar dañando a los demás e incluso había usado la sábana que portaba hablando de que era capaz de hacer magia pero sin que sirviera de absolutamente nada, salvo de ser una mera distracción.

Podría usar mi pértiga y dar un salto hasta la cama de la niña. Sería un par de gestos rápidos*, soy un experto saltimbanqui y soy capaz de colocarme junto a la cama sin tocar ni un solo juguete en el suelo. Tan solo me tendrías que decir dónde colocar exáctamente la pértiga para poder apoyarla o bien que me iluminaseis. 

Lo único es que una vez que lo intentase, no sé muy bien qué pretendéis que haga. Aunque quizá sirva para deciros si se trata de la niña del peluche o no. Una vez lo sepamos, podemos ver cómo actuar.

Cuarenta y cinco minutos antes...

Media docena de pacientes subieron las escaleras antes de que Isabela intentase matar al Doctor Rehner. De ellos, el más rezagado había torcido al pasillo de la izquierda. El doctor Rehner había dicho que la pequeña Sunny estaba por el pasillo de la izquierda, ¿no? Deseos perturbados llevaron a ese hombre a separarse del grupo y abrir la habitación de la niña. Avanzó, deseando oler esos rizos rubios, y acariciar esa delicada piel.

¡Moc!

El pie del perturbado había pisado un pequeño juguete con silbato. El ruido fue suficiente para que Sunny se desperezase torpemente.

¿Qué...? ¿Quién es? ¿Abuelo?-preguntó la niña, mientras rascaba con su puño uno de sus grandes ojos somnolientos.

El enmascarado corrió hasta la cama y se puso sobre Sunny, aprisionándola con el peso de su cuerpo adulto y tapándole la boca con una mano. Por las ranuras de la máscara, los ojos del agresor brillaron con malevolencia. Lo había logrado. Tenía a la niña solo para él.

Piedmon se quedó en el umbral. A él le bastaba una pirueta para llegar hasta Onfale y la cama, no pintaba nada en el lento proceder buscando trampas. Onfale entró primero en el dormitorio, con cuidado, esquivando los juguetes y buscando trampas como un paranoico. Vaciando la funda de la almohada pudo usarla de capuchón para la linterna, minimizando su esplendor.

Onfale llegó hasta el dosel y lo apartó con el dorso de la mano. Ahí estaba Sunny, dormidita. Quizás dormidita. No hay mucha diferencia entre alguien dormido y alguien muerto por asfixia.

Acunclillado en el suelo, entre la cama y las ventanas, el pederasta empezó a asomar tímidamente. En el otro lateral había un hombre enmascarado, y no iba a permitir que le pusiese un dedo encima a su Sunny.

¡UAAAAAAAAAAAAH!-gritó, subiéndose a la cama y forcejando con Onfale para tratar de aruñarlo-¡UAAH! ¡UAAH! ¡HUAAAAAAAAAHAAAA! ¡No vas a tocar a mi muñequita! ¡No vas a tocar a mi muñequita! ¡UAAAAAAH!

Onfale fue sorprendido por el pederasta, que llevaba más de media hora haciendo guardia a un lado de la cama, el lado que solo podrían ver si hubiesen entrado por la puerta del pasillo en lugar de por el armario. Por suerte, no era tan hábil con los puños como los guardias.

Leiath aceptó el consuelo de Onfale y el velo, aunque no se lo puso, ya se había colocado la máscara de nuevo con la ayuda del cinturón. La intenciones del perfumista eran buenas, pero la joven estaba muy deprimida. Su terrible aspecto solo había sido la gota que colmó el vaso. Se sentía vacía sin el contacto con Hala, sin poder acceder al entramado desde donde poder comunicarse con ella.

Si a eso le sumabas la tozudez del enano Thimaz, el cóctel que podía salir era altamente explosivo. Y explotó.

- PERO QUÉ DEMONIOS TE PASA? ES QUE NO SOLO TE HAN DEJADO SIN EXTREMIDADES SINO QUE TE HAN EXTIRPADO MEDIO CEREBRO? TRES VECES, TRES, TE HE DICHO QUE ME LLAMO LEIATH Y QUE HE SIDO YO QUIEN TE HA INTENTADO AYUDAR! SI ERES INCAPAZ DE RECORDAR MI NOMBRE, RECUERDA ESTE: H-A-L-A. QUE VA A SER LA QUE TE DE UNA PATADA EN TU GRUESO TRASERO COMO SIGAS FALTÁNDOME AL RESPETO!

La bruja había sacado todo su carácter. Se había puesto en pie a gritar a Thimaz. Al fin y al cabo el Maese enano había conseguido hacerla reaccionar. Quizás no de la mejor forma posible y con consecuencias no muy agradables para el susodicho, pero reaccionar, al fin y al cabo.

De repente, los gritos que venían de la habitación donde supuestamente dormia Sunny interrumpieron la reprimenda que le estaba cayendo al tullido.

ARGH!- fueron las últimas palabras de desesperación antes de darse la vuelta y correr hacia la habitación de la pequeña.

- No la hagáis daño!