Partida Rol por web

Smoralek escuchó el grito de auxilio y protección de Slorba y algo en sus genes de macho kobold le impelió a protegerla. Se colocó con su escudo procurando interponerse entre ella y los atacantes piernaz largaz, y luego hizo un movimiento de barrido horizontal con su rajaperros esperando abrir las tripas de uno de aquellos humanos.

- ¡Muere cochino pataz largaz! ¡MUERE! - Bramó mientras veía cómo un surco sanguinolento salía de las tripas de aquel enemigo. La ira justiciera de Kurtulmak parecía haberse apoderado del bravo guerrero kobold.

- ¡Rendíos o morid! - Gritó de nuevo con la extraña esperanza de que a lo mejor heridos sus enemigos se rendirían.

Quedaba un humano, muy malherido, herido en las carnes, y herido en el orgullo, pero sobretodo en las carnes. Logró esquivar el rayo de la muerte y evitar la lanza de Slorba. Y aunque no había entendido lo que Smoralek le había dicho en dracónico, sí tenía claro lo que tenía que hacer para conservar su vida: correr. Soltó su espada corta, y emprendió la retirada, perdiéndose más allá de unos matorrales.

Volvieron entonces Klucky y Nord. Klucky, al ver a Cú-cú herido, le lanzó un hechizo anti-pupas que le curó un poquito.

¿Eztamoz tontoz? ¡Hemoz ganado! Ahora... ¡A RAPIÑAR!

Encontraron:

-Seis pendientes de oro, valorados en 5 piezas de oro cada uno.

-12 piezas de oro.

-Un joyero con 140 piezas de oro en joyas.

-Un jamón.

-Tres botes de hidromiel, valorados en 2 piezas de oro cada uno.

-Una libra de especias valorado en 15 po.

-Una prótesis de pie de latón valorado en 2 po.

-60 flechas normales.

-4 flechas de adamantina.

-3 arcos cortos, 4 espadas cortas y 3 armaduras de cuero tachonado, ninguna de ellas del tamaño apropiado para un kóbold.

-2 fuegos de alquimista.

-3 herramientas de ladrón.

-3 pedernales.

-Un rosario (hilo de cuentas de plegaria menor, pág. 260 de la GDM), al que solo le queda una cuenta de bendición (puedes lanzar bendición con un nivel de lanzador 1), valorado en 600 po.

-Los cadáveres decapitados de tres kóbolds, no necesariamente los que estabais buscando.

-En los alrededores del campamento humano, también encontraron las tres cabezas de los kóbolds Mascapájaros que habían ido a por trufas. Lo que le había pasado a sus cuerpos era un misterio.

Si había algo más que saquear, ardió en la carreta humana. Fue un fuego bonito, fue un fuego simpático.

Rashud se acerco poco a poco, dolido por las quemaduras hasta los perros y con su daga arrancó una tira de carne quemada por fuera y bastante cruda por dentro y se acercó al resto masticando el cacho de carne.

-Supongo que estos no regresarán por la zona, se les debe haber pasado las ganas de más.- Dijo mirando en la dirección por donde ha escapado.- Con un poco de suerte, no querrá volver... o con mucha suerte traerá a más portadores de botín y tesoro para el clan.

Dijo encogiéndose de hombros.

-Rapiñemos eso y regresemos, mandaremos al resto a por los chuchos y el caballo, un buen banquete para esta noche.-Añadió con sonrisa lobuna.

La retirada del único pataz largaz superviviente, un fuego bonito, y muchas cosas pequeñas y brillantes. Se habían juntado casi todos los ingrediente para que el Ministro de las Cosas Pequeñas fuera feliz como una perdiz. La idea de Rashud de mandar al resto a por los chuchos y el caballo le pareció muy buena, y asintió.

- ¡A rapiñar! – Exclamó en cuanto se pusieron todos como locos a rebuscar entre los restos. Tenían que repartirse aquel tremendo botín antes de regresar a la tribu, y luego no podían olvidarse de recoger las trufas para la fiesta. Era su responsabilidad.

Agarró la prótesis del pie, los botes de hidromiel y los pendientes… - ¡Esto son cosas pequeñas! – Exclamó como si lo reclamara para su propiedad…

Cú-cú dolido en su cucu, por los humanos traicioneros, estaba herido pero orgulloso, podían rapiñar y llevar cosas al campamento, al igual que Rashud, imitándole arrancó un buen cacho de carne pero de humano, para que su koblech recien nacido se fuera acostumbrando a la carne de piernas largas.

Del tesoro se fijó en las herramientas de ladrón, y mirando a Sorba habló - volverash como la envidia de todash, puedesh echcoger la joya del joyero que másh te guchte para lucir a tope.

¿Uh? ¿Zolo una? Eztá bien... veamoz... ¡Ezta!

Slorba escogió un broche vistoso del joyero. A Cú-cú le pareció que era pura bisutería, de valor cero, pero Slorba era, por lo que sabían, una hembra, y las hembras saben más de joyas que los machos. Por eso los gnomos y los enanos son expertos gemólogos, porque son unas nenazas.

Slorba siguió a lo suyo...

Mío, mío, mío...-dijo, recogiendo los arcos cortos.

Portando una pesada mochila, Slorba se arrastró tras el resto de kóbolds y el cerdo, hasta el Más Mejor Campo de Trufas del Mundo. No era un paisaje demasiado impresionante. Un gran roble se alza en el borde norte del angosto claro. Su tronco está cubierto de enredaderas, y sus enmarañadas raíces proporcionan un próspero lecho para las mejores trufas de la zona. Árboles caídos y alguna que otra gran roca se reparten por todo este ancho claro. Hay un silo en ruinas no muy lejos. Es probable que hace mucho este lugar fuese una granja de piernaslargas. O un puticlú. Los piernaslargas son muy de puticlús.

La naricilla de Nord se arrugó olisqueando el aire, y en seguida correteó hacia el gran roble para escabar entre sus raíces en busca de trufas. Las más mejores trufas. Slorba levantó una piedra, para ver si había una trufa debajo, pero no. Klucky se puso a perseguir una mariposilla. Seguramente fuese más polilla que mariposilla, pero de noche todos los gatos son pardos.

Rashud no era kóbold de demasiados esfuerzos físicos, por eso encajaba tan bien dentro del tripartito, así se centraba en dirigir y organizar cosas más que en cargar. No se preocupó demasiado por la carne cocida de perro, caballo y bribón, cuando llegara a la cueva mandaría a alguien para traerlo todo.

-¿Tal vez tendríamos que clavar las cabezas en picas? ¿Será la moda en la zona? El ogriélago, los patilargoz... 

Cú-cú escuchó a Rashud y negó con la cabeza - esho de clavar cabezash, creo que esh una moda kobold, todash lash cabezash eran de koboldsh que querían dedicarshe en cuerpo y alma, sholo que de cuerpo no shupieron y dejaron sholo la cabeza alta para molar másh, lo que no she esh porque losh tiposh grandesh su shienten atraidosh, she que shomosh guaposh, pero tampoco esh para tanto.

- Eso de clavar las cabezas... uff, mucho trabajo. - Indicó Smoralek. - Seguro que puede hacerlo algún otro kobold de la tribu más adelante. - Añadió pensativo.

Y como todos saben, a los kobold no les gusta pensar, por lo que Smoralek  no estuvo demasiados segundos embobado con ello. Alzó su rajaperros y gritó para dar ánimos al Triunvirato.

Cú-cú se aproximó al viejo roble a cuyos pies Nord estaba cavando, y se fijó en las ramas del árbol. Podrían servir para clavar cráneos en ellas si conseguía arrancarlas. También se fijó en una enredadera en el tronco, por la cual trepar. No se fijó, sin embargo, en ningún movimiento que denotara actividad motriz en la parra, ni ningún destello en el verdor de las hojas que destilase un brillo de inteligencia malévola.

De pronto, la enredadera agitó sus lianas y agarró a Cú-cú.

¡Iiiiiiiiih!-chilló el cerdo chillón, alarmado, tratando de avisar a sus compañeros.

Sí. Cú-cú iba a morir. Y su cadáver se iba a convertir en fertilizante para enredaderas asesinas.

Las palabras malsonantes de cú-cú fueron censuradas por el siseo de la enredadera, ¿se podía saber que hacía una enredadera carnívora en la más mejor zona de trufas? Sin dudarlo y aunque recibió mucha pupita, él que solo quería llegar a su butaca y ver como comían jamón sus koblech, tuvo que aguantarse y ser pescado como una ballena por un kraken, fuera lo que fueran esas criaturas.

Solo pudo pensar en escabullirse como una lagartija pero como la cola no era substituible, prefirió tirarse una huida a modo mofeta, aunque podían ser solo los nervios.

- quemar a esta cosa - pidió. Entre estrujamientos, se pudo ver como cú-cú se salía de su presa caminaba por la enredadera y bautizaba a esa cosa como "plantacarnivoraquenoestrufadelcampodtrufasmasmejor", pero quedó muy largo y se quedö como "chipi", luego volvió a su estrujamiento para intentar escapar.

Rashud avanzaba distraído, contemplando las ramas con las que pudiera hacer picas en las qué clavar cabezas y en si sería más apropiado clavar cabezas de ladrones de trufas o de kóbolds, como parecía ser la moda.

... cuando de repente escuchó los tacos a gritos de Cú-cú, quien se vio sorprendido por... por una planta.

Siempre beligerante y de reayo rápido, el brujo lanzó una descarga sin pensarlo dos veces, impactando de lleno la planta trepadora, y ver como esa se estremecía.

- ¡Por todos los malditos pataz largaz! - Exclamó Smoralek sorprendido ante la repentina aparición de aquella planta que estrujaba y estrujaba a Cú-cú.

- ¡Suéltalo lechuga asesina! - Gritó a la planta mientras se acercaba para golpearla con su flamante y llameante rajaperros... Pero el golpe falló por poco, pues la maldita lechuga se apartó en el último instante.

Smoralek abrió los ojos como platos al ver cómo aquella lechuga estrujadora se movía y apartaba del fuego de su rajaperros.

- ¿Qué demonios es esto? - Gritó enfurecido.

¡Muahahahahaha...!

A veces, el ruido del viento entre las hojas adquiere formas peculiares, como a murmullos o a risas malvadas o a recital de poesía aburrida. Casi parecía que quién se estaba riendo era la enredadera asesina... o "presunta" asesina. Eso debe determinarlo un juez. Seguramente Cú-cú sea una prueba forense en ese juicio. De momento tenía todas las papeletas, ya que la enredadera constreñía y constreñía.

Slorba ensartó una hoja clavándola en el tronco sobre el que estaba. No hizo mucho daño, pero desmoralizaba. Después, todas las plantas en un radio de treinta pies empezaron a crecer y a agitarse, como tentáculos, enmarañando a Slorba, a Nord y a Smoralek. A Klucky y a Rashud les daba un poco igual, porque ellos atacaban desde lejos. Y no es que Klucky empezase a usar su honda, no... pero siguiendo el consejo de Cú-cú, el consejero lanzó un conjuro de flamear, y aparecieron dos llamas: una en su zarpita izquierda y otra en su zarpita derecha.

El brujo arcano, procurando no acercarse a ningún otro árbol, no fuera a ser que hubiera más cosas de esas sueltas por ahí, y manteniendo una sana distancia con la cosa que tenía atrapado a Cú-cú; descargó una poderosa descarga de la muerte que lo flipas al hierbajo crecidito... causando que de repente la etéria sonrisa que susurraban las hojas de los árboles, cambiara misteriosamente a un jadeo de dolor ajeno.

-Vamos, dejad de jugar y acaba con esa mala hierba.

Cú-cú como todo rastrero ser y viéndose muerto, cogió el fuego de alquimista con su lagartuna sonrisa y sentenció - ¿me quieresh matar? Muy bien, muramosh juntosh... - sin dudarlo un segundo activo el fogonazo y aprendió una palabra nueva - ¡por Kurtulmak! KAAAMIIIIKAZEEE - casi parecía una palabra en un idioma inventado al que llamaría,... jamón, poner, koblech pequeñines,... JA-PON-NES si, podría sonar bien, era todo un visionario sin duda.

Si volvía a nacer, quería ser un heroico,... mmm, bueno, no sabía el que, pero heroico servidor de Kurulmak sonaba bien...

Smoralek de pronto vio cómo las plantas se movían a su alrededor y trataban de atraparle. ¿Qué clase de magia negra era esa? Elevó la mirada para fijar la posición de Cú-cú, su compañero del Triunvirato estaba en graves apuros.

Pero esa distracción casi le costó que las plantas apresaran sus tobillos. El ágil kobold se apartó de un salto y trató de volver a golpear con su rajaperros flamígero en el cuerpo principal de la enredadera asesina… Si conseguía prenderle fuego quizá soltara a Cú-cú…

Pero no se fijó en que las plantas seguían moviéndose por el suelo. Smoralek trastabilló con una de ellas y se le escapó el arma de las manos cayendo al suelo a un par de metros de él.

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! - Gritó de rabia.

Con todo perdido, Cú-cú se estampó el frasco de fuego alquímico contra el pecho. Ambos, la enredadera y Cú-cú, ardieron por igual. Aún así, la liana no soltaba su presa. Slorba trató de pinchar a la planta, pero la punta de su lanza se clavó en el viejo tronco del roble. La vida de Cú-cú quedó entonces en las manos (incandescentes) de Klucky.

¡Fooooosh...!

La primera llama salió de la mano del druida porreta, prendiendo a la enredadera y al roble desde otra dirección a la que ya humeaba. Los zarcillos que se agitaban tratando de sujetar a Slorba y a Smoralek se marchitaron y cayeron inertes. Y finalmente, en un último acto dramático, la enredadera asesina soltó a Cú-cú y alzó una parra en forma de puño agitándolo amenazante antes de ser consumido por el fuego.

Zayonara, baby-sentenció antes de soplar la punta de su aún humeante dedo, mientras en su otra mano el conjuro de flamear iluminaba y daba sombras y matices a un rostro de psicópata herbicida.

Smoralek recuperó su espada. Cú-cú seguía vivo, pero en llamas, y el fuego pronto le consumiría. Kurtulmak derramaba lágrimas de cocodrilo por su héroe caído. Literalmente. Y es que empezó a llover.

¡Rápido! ¡Al granero para no mojarnoz!

La lluvia apagó las llamas. Slorba cogió a Cú-cú en bracitos y cargó con él hasta el granero, con los demás. Para ser una hembra enclenque, Slorba tiene una fuerza de un macho enclenque que nada tenía que envidiar a Slorbo o a Slorb.

Por dentro, vieron un gran agujero en el techo por el que se colaba la lluvia, así que se pusieron en la parte seca. Luego probaron a ponerse bajo el agujero, pero no, el mejor lugar para estar era bajo el alero del tejado que estaba en mejores condiciones, así que volvieron a trasladar a Cú-cú a la parte seca.

Nord el Chillón se adentró en la oscuridad del siniestro granero. Olisqueó la paja y halló una pluma en el suelo. El cerdito miró hacia arriba y vió sobre las vigas un gran nido de paja. La figura de una arpía planeó de una viga a la siguiente, observando a los suculentos kóbolds bajo ella.

Cú-cú tumbadito y a punto de sobar, fue a alzar la vista, pero como estaba boca arriba, como que se lo ahorró. Con toda calma y antes de que el OVNI volara, mostró su mejor sonrisa lagarta.

- oíd colegash, me pareshe que echta casha ya venía con ocupash, ¿nadie tiene una poción de tiritash? Shi shalís por patas no me dejéish echando la shiechta eh. Lo digo porque veo un OVNI, shi shi, un Otro Volando con Ninguna Idea güena...

Si supiera leer sabría que "otro volando con ninguna idea güeña" era un OVCNIG, pero no era su culpa que no le dejaran aprender a leer, se preguntó si en la nueva tribu estaba prohibido también, siempre había notado absurdo eso de que las letras te robaban el alma, era contradictorio a lo que decían en clase de saqueo, en la que aseguraban que debían rapiñar dejando el alma. El ya había rapiñado un montón de veces, seguro que eso del alma era como cuando tienes cuatro piedras repes y las tiras, siempre puedes pillarte otra mejor...

- oye klucky, ¿tu no tendrásh potagia de esha que permite al tumbado shalir por patash?

En esos momentos, si el alma esa existía, ya se había pirado a toda leche, y le había dejado tirado.

Por los pelos... o mejor dicho por las escamas. Por poco el triunvirato no se transforma en dúo. Y la verdad la cosa no hubiera sido igual sin los tres miembros originiales, los tres.

El brujo ya había sacado un vial para atender al escuchimizado de Cú-cú de igual forma a como lo hiciera al acudir en auxilio de Smoralek cuando recibió los mamporros en la granja hacía unos días... cuando empezó a llover, al parecer Kurtulmak también parecía interesado en el destino de esos pequeños héroes del pueblo kóbold.

-Anda, traga, una poción menos para el pobre Rashud.- Negó dramáticamente el brujo.-Vayamos a cobijarnos.

Una vez entre los cuatro muros el arcanista examinó el suelo en busca de un lugar cómodo donde sentarse a sus anchas para tomar aire. Cuando escuchó los delirios de Cú-cú.

-¿Cómo dices?