Partida Rol por web

Con las patas enredadas, el caballo en su carrera se inclinó, como haciendo una reverencia. Luego actuó la gravedad, que es así, como muy jodona, y la bestia encontró su punto de equilibrio arando con la barbilla cuatro palmos de tierra húmeda. Quedaba el culo para arriba, y la grupa para un lado, así que Bodo tuvo que saltar elegantemente y caer de pie, al lado del caballo cubista.

Diziger sacó un cartel de puntuación. Klucky otro. El tercer juez de salto, Slorb, asomó un brazo aplastado desde detrás de la puerta incrustrada en el tronco del árbol. Como los números son como letras, y también te pueden robar el alma, las tres cartulinas estaban vacías, pero a buen seguro que Bodo se merecía un siete y dos ochos.

Los siguientes minutos pasaron tranquilos, con Cú-cú recogiendo sus abrojos, Bodo recogiendo su colada, Diziger haciendo palanca para despegar al consejero Slorb y Klucky haciéndose coleguilla del caballo. Pero... no sé que llevaría ese polvito blanco, que Klucky cada vez notaba al caballo más nervioso y agresivo.

Con las patas atadas, los ojos encalzonados y amarrado a un árbol, la temible criatura había sido subyugada, pero no domada. Ese momento podría esperar, ya que aún debían hacerse con los fuegos artificiales, y amaestrar a un caballo llevaría su tiempo.

Entraron así, todos juntos, con el consejero Slorb cubriéndoles las espaldas, en el patio que había tras las vallas y una ausente puerta. La tierra estaba embarrada, aplastada y revuelta por incontables zapateaos flamencos de pezuñas de caballo. En la cubierta del barco, aún perduraban los ladridos incesantes. Y como última pincelada del cuadro, la pasarela de lianas y maderos que subía hasta el barco estaba cubierta de musgo. Sobre uno de los pasamanos había incrustada una gran bola de barro seco.

Lianas,... esto si que molaba - yujuuuuu - el pequeño se sentía como un escalador de lianas profesional - aaaAÁAAAAaaaaAaaahhhh - se balanceaba de lado a lado disfrutando como buen mago del viento.

Bodo cayó de pie como un felino, es decir, consumiendo una de sus 7 vidas.

-Eztoy bien, Eztoy bien- No paraba de repetir mientras las piernas le temblaban involuntariamente. -¿Ha llegado el invierno?- Se preguntó aun sin creer cómo había sobrevivido al atentado perpetrado por Cú-cú con la ayuda del caballo.

Lanzó una mirada extrañada a Klucky, que masajeaba al caballo de forma sospechosa...incluso para él. -¿Er caballo ez tu amigo?- preguntó confuso.

Se alejó unos pasos para recoger su ropa, que en adelante sería su ropa de la suerte. Tal vez la colgase sobre la puerta de su casa junto a sus armas, para desesperación de la señora de Bodo...Si alguna vez llegaba a encontrarla.

El grupo subió por la pasarela inclinada gracias a las zarpas de sus patas, o tal vez por los anillos maravillosos, pero hacer trampa no queda bien en un relato de héroes.

-Zlorb, ya no noz pueden atacar por detráz. Puedez ir delante que ez maz zeguro- Explicó al consejero.

Con el caballo dejado de lado Klucky volvió a centrarse en sus sospechas por el enmascarado. Mucho más ahora que tenía menos de lo suyo y si aquí enmascarado pasaba cosa fina, como el sospechaba, mas valía pillarlo ahora que estaba de oferta.

Recogiendo sus cosas del suelo y comprobando que todo estuviese en su lugar siguió a los cuatro kobolds que como él estaban ansiosos por poner mano en los fuegos artificiales, cuando Bodo le preguntó:

Bodo escribió:

-Klaro ke zí jovenzuelo. Toda koza de la marizma kon kuatro pataz y nariz ez amiguete mió. Y zi no lo ez ezta a punto de llegar a zerlo. Kon nada ke ponga el hoziko en uno de miz merjunges tiene pa kerer zé todo lo amigo mío ke ze puede zé-

Así de fácil se liaba Klucky en sus discursos filosoexistencialistas cuando uno de sus congéneres le daba por preguntar y el estaba suficientemente despierto. Aún con su laza moral, para los estándares kobold, el pequeño guía era respetado en sus excentricidades. A veces mas bien tolerado.

-Tu a eze le vé komo un demonio. komo un bisho raro raro. Yo también. Pero no dejo de zentir por debajo ke es un ezpiritú atormentao de nueztra kerida naturalez. Eze bisho zería domado por nueztra zeñora tiamat para la caza de los pelo paja y entrenado por kurtulmak para el trabajo en las profundidadez. Ante todo joven Bodo rekuerda ke un kobold ez kobarde pero oportunizta. Incluzo a nueztro peor enemigo lo podemoz uzá pa cultiva la yerbita, puez a eze mizmo menda ke le damoz guzano y cobijo. Y una tunda de vez en kuando, para la diverzión de los muchachoz.

Y así, hablando, como quien no quiere la cosa fue trepando Klucky de rama en rama. Soltando todo eso mientras cabeceaba adelante y atrás en busca del enmascarado.

-Oztia koleguita. Ezo ma'zalio profundo.

No te preocupez por mi zeguridaz, Bodo. Preziento que ir delante ez igual de peligrozo que ir detráz... ay, ay... Algo malo va a pazar, lo huelo en el tufillo de loz pedoz del caballo que dejamoz atráz...

Y eso tiene tanta fiabilidad predictiva como el poso de las tazas del té o la quiromancia: 100% de acierto. Es por eso que Slorb se sentía tan nervioso, mirando constantemente a un lado y a otro.

Mientras, el resto de kóbolds empezaba a trepar sin problemas, pasando al lado de la inofensiva bola gigante de barro. En determinado momento de la escalada, la bola de barro se desprendió del pasamanos...

Si tan solo el consejero Slorb no hubiese estado tan atolondrado por el miedo, o el consejero Klucky no estuviese tan "feliz", alguno de ellos podría haber identificado la bola de barro como un avispero. Sin esos conocimientos, ninguno se preocupó de coger el avispero mientras caía, para evitar que se rompiese en mil pedazos al tocar el suelo.

¿Ninguno? ¡El Kóbold Enmascarado entró en acción! Entró corriendo en el patio, por el hueco que dejó la puerta arrancada por el caballito. Sagaz. Fugaz. Y no hay muchas otras palabras terminadas en -az que puedan definir su heroica acción. Con una pirueta se tiró en plancha con los brazos hacia delante, para coger el avispero. Falló por un pelo de kóbold, y el nido se rompió igualmente.

La nube de insectos se agrandó a medida que salían más y más avispas del avispero roto. El primer objetivo fue el consejero Slorb:

Unas cuántas persiguieron al Kóbold Enmascarado, a medida que corría fuera del patio y se internaba en la selva. Las restantes avispas se lo pasaron lerele picando a Diziger, a ras de suelo, y a Bodo, Cú-cú y Klucky en la cubierta del barco.

¡¡¡GUAU-GUAU-GUAU-GUAU!!!

Mientras, como si no tuvieran bastante, las fauces de un perro les tenían acorralados en proa. Vieron también un segundo chucho, algo más alejado. Cada uno de ellos estaba atado a un mástil distinto, de modo que la cuerda no daba más de sí, y no les podían atacar. ¿Para qué? Mejor dejar a las avispas terminar lo que empezaron.

Cú-cú estaba molesto - maldito enmachcarado, claro lash libélulash echtash sh-han penchao que lech quería quitar la miel y sh-han enfadau

Por suerte para cú-cú el aliento de los perros olía peor que la colada de Bodo, y las avispas cercanas caían como moscas.

¡Ahí estaba! El kobold enmascarado se las sabía todas el condenado. El agijón de avispa cabreada venía de puta madre para las arrugas de las mamá kobold y las entrañas de avispa eran un gran digestivo, sobretodo para esas noches de mucha hambre en las que cualquier pata de mesa o babosa parece que te entra bien por el gaznate.

-¡¡¡EH!!! ¡Detened a eze kolega! ¡Ke le kiero komprobar la merkanzia!-

Al ver su espectacular actuación Klucky no pudo más que reconocer el esfuerzo.

-¡Vaya un perzonajillo ke ezta hecho! Yo también kiero un poko de eze avizpero.

Y dicho esto se arrojó sobre la fuyente de insectos conlas manos abiertas, no parecía una buena idea y luego lo iba a lamentar. Pero esos eran los precios de ser un amante de todo lo natural.

Dizigier al igual que el consejero Klucky estaba obsesionado con el maldito Kobold enmascarado, estuvo siempre atento a cuando apareciera en escena.

Esperaba a que sus compañeros treparan primero, haciéndose el pendejo. Pretendía que ellos determinaran la seguridad para luego poder el trepar tranquilamente. Pero en un instante un 'molde de barro' cayó estrepitosamente.

El Kobold enmascarado pasó a su lado y Dizigier lo vio cuando ya estaba emprendiendo la huída, corrió como alma que intenta llevarse un Taa'nari para mantenerse alejado de las avispas asesinas. Una de ellas picó su labio que de inmediato se le hinchó de manera desproporcionada!

Y una tunda de vez en kuando, para la diverzión de los muchachoz.

Bodo dió la razón al druida: -"Tunda de pocoz, conzuelo de muchoz"- Según decía el refrán Kobold, y es que la superioridad numérica era una de las pocas de las que podían presumir los suyos.

Entre tanto refrán y frase profunda, el batidor no reparó en la bola de barro y lo que estaba por venir. Los héroes reaccionaron según el protocolo kobold, es decir, corriendo para volver cuando la cosa mejore, o bien improvisando la súper-solución como el misterioso enmascarado.

-¡Tú!- Señaló al saltimbanqui. -¡Roba prezaz!- Los ladridos de los perros lo interrumpieron.

Bodo miró la empinada rampa. Le había costado trepar hasta aquí como para bajar por unas avispas...Vale, eran muchas, pero según el protocolo kobold, si  no sabes contar a tu enemigo...Bodo no recordaba el final, así que se acercó al avispero apretando la boca para que no le entraran avispas, lo agarró como pudo y con un poco de carrerilla, lanzó los trozos mas grandes a los perros.

-¡Tomar por peloz hijoz de perra!- Gruñó vengativo. Quedó claro que al batidor no le gustaban los perros ni las avispas y con suerte, unos darían cuenta de los otros, o al menos, diversión y leyendas para un rato.

-"Mal de bichoz, conzuelo de kobolds"- Se felicitó a sí mismo.

-Cú-Cú- Llamó a su compañero. -Zi loz perroz y laz avizpaz ze alían contra nozotroz, ¡uza el elixzir de dragón!-

El consejero Klucky, en su esplendorosa sabiduría, dió un par de manotazos al aire. Al abrir el puño descubría que en ninguna de esas ocasiones había cazado a ninguna coleguilla himenópera. Bodo, con su afilado sentido de supervivencia, se asomó por la borda y estiró los bracitos tratando de alcanzar el avispero que estaba en tierra firme, quince o veinte pies más abajo. Mientras, Cú-cú acumulaba poder mágico para lanzar un poderoso sortilegio a los perros, de modo que neutralizara su mal aliento.

Todo eso en el barco, pero en el patio las cosas no iban mejor. El Consejero Slorb, que se había quedado valientemente atrás, defendiendo la retirada, y Diziger, que se había quedado atrás como guardaespaldas del Consejero, corrían ahora como rocs sin cabeza alzados como no-muertos por nigromantes ornitólogos. O como pollos, pero la analogía no era tan exacta, porque si fuesen pollos, los huesos se podrían aprovechar para caldo. Slorb y Diziger estaban recibiendo tanto picotazo que a ver quién era el listo que se atrevía a deshuesarlos con la grima que daban.

En esto Diziger miró hacia arriba y vió a Bodo. No necesitaba más, comprendió de inmediato lo que su compañero pretendía que le arrojasen. Diziger se sacó su bota y se la lanzó, golpeando la cabeza de Bodo y cayendo de nuevo a tierra. Parece ser que no era la bota de Diziger lo que Bodo estaba pidiendo. Cogió un trozo de panal y lo lanzó hacia arriba, pero Bodo no logró cogerla en el aire.

Mientras tanto, el consejero Klucky imitó la técnica del Kóbold Enmascarado, y empezó a huir como una rata... como un kóbold con máscara. Al bajar por la pasarela, resbaló en el musgo, se enredó la pata a una enredadera y cayó por la derecha de la rampa, quedando colgando boca abajo, solo sujeto por la liana alrededor de su tobillo. Las avispas celebraron que ahora tenían piñata dándole de palos al consejero, con el matiz de que a falta de dedos prensiles y pulgares oponibles para agarrar un palo, usaron sus propios aguijones.

A la enésima, Bodo cogió un fragmento gordo de panal, se reincorporó a la cubierta y lanzó su recién adquirida granada a los perros. Más y más avispas surgieron, picando a los dos canes (y a los dos kóbolds). Tan mal lo pasaron, que las cuerdas que les ataban a los mástiles se tensaron hasta romperse. Los perros huyeron con la cola entre las piernas (eran machos) por la cubierta, rodeando el castillo de popa para lamerse los picotazos más allá de la vista de Cú-cú y Bodo.

De nuevo en el patio, Diziger se escondía de las avispas detrás de una piedra. El enjambre tomó forma de dedo índice que le golpeó el hombro para advertirle que nanai, que no había escondite posible. Y vuelta a correr. Slorb encontró una charca en la zona de patio que circundaba la popa, y se dió un chapuzón. No era una charca muy honda, y su culete y cola quedaron por encima del nivel de las aguas, recibiendo más pinchazos.

Poco tiempo después, las avispas se sindicaron. Algunas se preguntaban porqué debían defender la colmena de la Reina, y que a lo mejor había que pasar a una república, y reafirmar la singularidad del individuo sobre el grupo. Luego surgió una avispa que dijo que la democracia no funcionaba, dió un golpe de estado y militarizó las avispas para convertirlas en un ejército con el que marchar sobre P-olonia, que era la colonia P de avispas vecinas.

En cuanto ese ejército negrigualda se fue, los kóbolds recompusieron sus filas. Diziger y Slorb treparon a cubierta, y todos tiraron de la liana para repescar a Klucky. Quién más y quién menos se había llevado su buena batería de picotazos, aunque algunos aguantaron mejor el veneno que otros. En Slorb, directamente hizo reacción, hinchándole la cara y dificultándole el habla.

Phfabhe fha phfi mfhol fofito...

Nadie le entendió. Slorb señaló al castillo de popa.

Dijhe ghe phi phfabhe fha phfi mfhol fofito...

Harto, empujó a los kóbolds en dirección a popa. Pasado el timón, estaba el camarote o lo que fuese tras el que se ocultaron los perros. Encima del camarote había una segunda planta, con una chimenea de hierro y algunos ventanucos con forma de "ojete por el que caga el buey". En cualquier caso, desde su posición no se veían puertas o escaleras, así que tanto para acceder al camarote como para subir a la planta con chimenea habría previsiblemente que ver si habían puertas y escaleras tras aquella torre de madera. Eso implicaba vérselas de nuevo con los feroces perros...

- ay mamita, que pupa - cú-cú miraba con cara muy molesta a Bodo, refugiado entre aliento perruno se había tumbado a tomar una siesta y se había despertado con el grito de Bordo tirándole algo, el pobre kobold que lo sujetó un momento tiró para atrás aquel pedazo de panal de libélulas mosqueadas, y tuvo que soportar que se mosquearan con él - ay ay ay mamita, el tonto del Bodo eshte m'hache buying - ¡una palabra nueva, se había inventado la pala reja que definía a un tipo montado en una comer ranas fastidiándole.

Se acercaron a aquella chimenea y cú-cú miraba el que debía ser el culo del barco.

    Bodo se rascó el hocico dolorido por el impacto de la bota de Dizinger. -¡Zarvaje! ¿No zabez leer loz labios?- Tan pronto lo dijo se llevó la mano a los suyos por si había dicho una herejía.

Miró de reojo a los consejeros y echó a correr panal en mano contra los perros. Las avispas comenzaron a picarle con saña. La boca se le llenó de un sabor bilioso como cuando te pasas de chupar sapos. Por suerte los perros se llevaron lo mismo y aquello regocijó al kobold.

A Slorb le tocó la peor parte y su cara se transformó en una patata bien regada. Como buena patata, perdió la capacidad de hablar o al menos, de hacerse entender.

-...Zi, zi, ezo mizmo- Respondió Bodo al consejero para animarlo y por esa costumbre suya de dar la razón a todo el mundo no sea que lo cuelguen por ser un fraude de héroe.

El grupo se dejó llevar hacia la popa. Estaba bien lo de ir juntos, pero sin cuerdas ni puertas, tocaba sortear a los perros.

-Oye Kluky:- dijo en un tono intrigante.- ¿Tu no eraz muy-muy amigo de los bichoz?-Preguntó al druida. -Yo zolo tengo jarabe de palo con punta- Explicó cargando un virote en su ballesta.

El batidor se arrimó a la barandilla para tomar ángulo de disparo y avanzó paso a paso buscando algún peludo al que ensartar si su compañero fracasaba con sus extraña diplomacia naturalista.

-Poooo...- contestó Klucky a la pregunta de Bodo después de que le ayudase a recuperar la compostura -No de todoz loz bichoz kolegui, mira zino ezte avizpero ke jodido me ezta zaliendo jodechincho. Una avispa le pico justo en la parte de atrás de la nuca y tuvo que estirarse como una lagartija descuajada para quitarsela en medio de un dolor punzante. -oztia p*** j**** ke me laz kargo a todaz-

Depronto parece que tubo una gran idea, dejó de retorcerse y rebuscó entre sus cosas lo que parecía un bien muy preciado, debajo de cuatro capaz de hojas una pequeña piedra tallada en forma de dragón. Otra avispa se le enredó en el brazo derecho y se pudo ver como con gran esfuerzo tuvo que contener una espasmo mientras una lagrimilla resbalaba por las escamas de un cuerpo tembloroso.

-A eztoz bichoz no lez guzta el humo no, puez ze van a llevar una jarta de él. Y yanendepazo noz ocultamoz de ezoz canichez y noz kolamoz en el kamarote.

Depositó un poco de esta yerba y esa otra. Un toquesito de su formula especial, hizo un par de reverencias y entonó entre murmullos algunas alabanzas a todo lo que crece, todo lo verde y todo lo que fuma. Y también por tiamat y por todos sus compañeros, pero por el primero. Entonces le dio una calada profunda al bong de dragón, sus ojillos completaente desorbitados es lo que se pudo ver antes que una densa capa de humo de olor sabrozón lo cubriese todo a su alrededor.

-¡Ay va! ¡Hace kuanto ke no me'chaba yo uno de eztoz- replico con un hilo de voz.

¡GUAU, GUAU, GUAU, GUAU!

Más allá de la bruma "medicinal", los perros les olieron acercarse, y empezaron a ladrar. Los kóbolds siguieron a lo largo de la barandilla, hasta emerger de la bruma... "medicinal" en lo que parecía la cubierta de un barco igual al que dejaron atrás. Se volvieron a meter en la niebla, "de uso exclusivamente medicinal", por supuesto, y encontraron un escenario idéntico a los dos anteriores. Una mente avispada diría que estaban recorriendo la popa del barco en círculos. Lamentablemente, todas las mentes avispadas se fueron cuando su colmena fue destruída.

Había una pregunta más importante que hacerse, ¿cómo es que los perros no les habían mordido al pasar cerca de los ladridos?

En la enésima expedición, uno de los perros saltó sorpresivamente sobre Klucky, pasándole la pata por encima del hombro en plan "eres el mejor colega que el mejor amigo del hombre podría tener". Con los ojos enrojecidos, y la lengua fuera, el perro capituló de la verticalidad, y se echó al suelo, mareado. Sin embargo, el otro cánido seguía ladrándoles con decisión, con la tozudez de un sabueso, desde alguna dirección por allí cerca, más bien para arriba.

Los kóbolds también empezaban a notar los efectos de la hierba. Ya no eran capaces de guiarse por el pasamanos, y se paseaban por popa medio ciegos y dando tumbos. Accidentalmente, Slorb cayó sobre Diziger, que cayó sobre Cú-cü, que cayó sobre Bodo, que cayó sobre Klucky. Y como un gigantesco dominó de fumatas y porreros, todos cayeron sobre una superficie inclinada. Aquella rampa les guiaba hacia el techo del camarote, la habitación con chimenea y el perro ladrador. Y de poco mordedor no tenía ni las encías.

¡GUAU, GUAU, GUAU, GUAU!

Ese segundo cancerbero de los infiernos había tenido el tino de quedarse en alto, donde el humo salido de los pulmones de Klucky no podía llegar. Tampoco parecía que el perro quisiese arriesgarse a rebajarse al nivel de los kobolds: la cubierta brumosa, con el aire más espeso. Básicamente, las ideas que se les cruzaban por su mente en estos momentos eran tres:

a) Subir la rampa a luchar con el chucho.
b) Esperar a que la niebla se disipase, y Kluky podía ayudar reinhalando el humo hasta el interior de sus pulmones.
c) Correr en círculos persiguiendo su cola.

-Veiz?- dice Klucky irónicamente -Ezto ez lo ke oz intento explikar koleguiz. Kuando eztaz enkomunión kon la zavia de la naturaleza erez kapa de darte kuenta de lo muzho ke tenemo en komun kon tooo eztoz animalitoz.

Desde arriba se escucharon los ladridos de el otro perro cada vez mas furiosos lo que sacó a Klucky de sus pensamientos.

-Bueno, ya hemoz dado ezquinazo a lo avizponez, a ver zi puedo dezpejar ezto un pokito y noz okupamoz de eze otro zhuzho ke no ha kerio entender la naturaleza de nueztra mizion y nueztra intrizeca existenzia-

Se preparó con dos espasmos y empezó a absorber el humo de su alrededor, aún con su amiguete el perro al lado. Que empezó a descojonarse al ver las caras que el druida tenía que poner para absorber toda esa cantidad de humito de la risa.

No aguantó mucho más y lo soltó todo de nuevo, revolcándose en el suelo a carcajadas. Tras otros tres o cuatro intentos entre Klucky y el perrete habían despejado de nuevo el aire.

-jejejej... jeje...-

     Las avispas se dieron un festín con los kobolds, afortunadamente la armadura de cuero evitó que recibiera tantos picotazos como sus compañeros y no llegó a sentir los efectos mas adversos del veneno.

Klucky despejó el humo actuando de filtro. Bodo pasó de puntillas por detrás de su compañero, en ese estado de risa floja, a veces se ponía "cariñoso" aunque pasados los efectos, sufría una amnesia de lo más oportuna.

El batidor subió por las escaleras ballesta en mano y al intuir la sombra del animal, disparó su virote sin pensárselo. Muchastripas era muy claro en ese sentido, "No se negocia con peludos".

El virote pilló por el flanco al chucho que aulló al sentir un picotazo bastante mas contundente que el de los insectos.

El pobre cú-cú, se sentía echo polvo, se sintió tentado a probar una de esas botellitas con dibujos de dos tiritas cruzadas, entre su perro de cinco patas con saliva cariñosa y las avispas, solo acertó a coger uno de sus dardos por si le atacaba un perro avispa con patas largas de perro de cinco patas, o lo que fuera y cayó de culo algo mareado por la risa floja, se sentía con ganas de seguir dando vueltas, pero no se sentía con tantos ánimos.

Las avispas le habían picado en el hombro, en la espalda, en los brazos, en las piernas, en la cabeza, en el pecho, en la cara, en los pies y en el..... tobillo.

Su dolor era casi inaguantable, pero por fortuna el gran consejero klucky estaba entre ellos.

El humo que perforó sus pulmones parecía desviar la atención del dolor, su estado era eufórico y descontrolado. En un momento estaba meando sobre Slorb, en otro abrazaba al perro diciéndole que lo quería mucho, en otro lloraba inconsolablemente (aunque nadie lo consolaba) y en otro reía sin parar. -Tengo hambre! -Fue lo único que pudo pronunciar, pero fue ignorado por el resto que andaban en su cuento.

Observó como Bodo avanzaba a hurtadillas, como un ninja entrenado (aunque él nunca había conocido un ninja entrenado, ni siquiera sabía que era un ninja). Avanzó torpemente hacia su lado, con los efectos del humo aún activos en su organismo y empezó a ver un gran can con ojos infernales, escupiendo fuego y con dos cabezas..... Ahh y con humo y ceniza saliendo de su nariz, pero Dizigier era el único que veía eso, el resto solo observaba un can normal ¿No?.

En situaciones normales, el Kobold ya estaría a una milla de distancia tras ver ese espanto, pero el humo bendito de Klucky le había inyectado (inhalado para ser mas exacto) VALOR!

¡Afhbep afheb fhubufha!-protestó Slorb, secándose la pernera meada con el cadáver de una rata muerta que se había traído para cenar; el pelo de rata muerta es especialmente absorvente, como todo kóbold sabe.

Cuando el consejero Klucky disminuyó los niveles de polución de la popa, pudieron ver una puerta que llevaba al interior del camarote. Antes de que tan siquiera pudieran decirse "¡eh, bazura eztúpida, metámonoz por ahí!" en dracónico, desde lo alto, el temible perro peludo de mirada asesina dió un salto desde lo alto de la cubierta secundaria para avalanzarse sobre ellos. Como una bestia trémula cayendo sobre su presa. Como un desayuno de babosas toro cayendo en el estómago. Como un cuñado que cae mal, y punto.

La rápida actuación de Bodo Kala salvó la situación, su virote atravesó al terrible depredador. Su cuerpo perruno aterrizó sin vida sobre los tablones de cubierta. A su lado, su hermano perruno seguía partiéndose de risa, sin importarle la pérdida, en lo que claramente era una familia disfuncional.

Con los dos gigantescos perros fuera de juego, los kóbolds podían retomar la exploración. En la cubierta principal estaba la recién aparecida puerta (ya no oculta por el humo mágico del bong) y la rampa que subía a la cubierta secundaria. Como Diziger y Bodo habían ya empezado a subir, podían ver la habitación de la chimenea, con su propia puerta, y unas escalerillas para subir hasta el techo, pero que daba igual porque en el techo solo estaba la chimenea.

Así que aquella búsqueda terminaba en una elección: cubierta principal o cubierta secundaria; puerta del camarote o puerta de la habitación con chimenea; zuzto o muerte.

-Tengo hambre! -

-Puez ya tenemoz zena- Anunció Bodo levantando al perro ensartado por su virote. Los mamíferos no eran de fiar, pero bien asados, tenían su lugar en la marisma. El perro, por pequeño que fuera, pesaba demasiado para que un Kobold pudiera llevarlo con facilidad y lo dejó para la vuelta.

Como batidor, sabía que las búsquedas se realizaban de un extremo al otro y optó por subir a la cubierta superior.

Si la "mansión" la habitaba un señor, su habitación debería de estar junto a la chimenea.

Bodo cargó un segundo virote y avanzó con tanto sigilo como pudo como si los perros no hubieran ladrado jamás. Puso la mano en el pomo, y lo giró colocándose a un lado de la puerta en lugar de enfrente.