Partida Rol por web

 ¡AAAARggggh, maldita mi suerte! ¿De dónde ha salido el tipo este? No vi rastros por ninguno de los accesos.

 El dolor de la punzante herida es terrible, pero podría haber sido aún peor... El montaraz se gira hacia el noble quien está a bajo se pone un dedo ante los labios mandando silencio. Luego termina de subir y le hace un gesto para que suba él también, con las manos abiertas hace un gesto tranquilo con las manos, indicando que suba con cuidado. Luego toma la lanza y mientras Septow sube Nikeras saca el maldito dardo apretando los dientes con fuerza para que no escape ningún grito. Una vez los dos hombres están arriba, se acercan a él y atentos por si las moscas.

 Con la lanza apuntando el corazón de este, y Nikola atento con el garrote, Nikeras lo despierta tapándole la boca con su mano ensangrentada, dejando que la falta de aire lo despierte.

 - Sin gritos. ¿Quien eres y qué haces aquí? ¿Hay alguien más?

¡¿Mmmmh?! ¡Mm-mmmmmh! Mmmmmh, mmmmmh... ¡Mmmmmmmmmmmmh!

El diálogo de besugos termina cuando Nikeras retira la mano. El extraño trata de incorporarse y el Barón Septow coloca su birria de palo en la frente, para darle a entender que prefieren que se quede tumbado.

Amiiiigossss... Oh, vamos... Esto no es necesario, ¿verdad? Me presentaré... Soy el Rey de Falconia...-dijo el harapiento, haciendo una pausa para darse importancia-Y... ehm... Sí... sí hay más gente aquí... Está... mi ejército privado de... guardaespaldas con anillos de invisibilidad que... van armados con... espadones flamígeros y... Ey, venga... ¿En serio vas a amenazar a un Rey con todo mi séquito de guardaespaldas delante? ¿Crees que eso es inteligente? Jajaja...

Este tipo es un loco-sentencia el Barón-, pero si fuese de Vor Ziyden yo le conocería. Así que tenemos dos opciones... Confiar en él como yo confié en ti cuando nos conocimos... o tomar medidas más drásticas-insinúa.

Sin embargo, Septow parece estar predispuesto a lavarse las manos del tema. Al contrario que cuando conoció a los barovianos, esta vez tiene la superioridad de fuerza y número para resolver el encuentro de manera más resolutiva que la última vez. ¿Está el Barón mostrando su verdadera cara o intenta jugar a guardia bueno y guardia malo en el interrogatorio?

 Nikeras miraba al desconocido mientras escuchaba las palabras de Nikola. No era amigo del derramamiento de sangre gratuito, pero en estos momentos apremiaba actuar rápido, así que tampoco podía dedicarse a tratar con ese hombre, por lo visto no estaba bien de la cabeza, o eso o era un mentiroso compulsivo, con lo cual también tardaría en sacar el agua clara.

 - Dejemos el asunto para más tarde, el tiempo apremia. Deberíamos ir a buscar al resto. Id vos, en quien confían más, mientras tanto yo vigilaré a nuestro... huésped.

 Pensó en usar la cuerda para atar al desconocido, pero esa la necesitarían para subir las provisiones y a Zicko. Por consiguiente buscó concienzudamente entre las ropas del desconocido en busca de alguna arma, le sorprendería no encontrar un cuchillo o una daga, y se la guardó. Entonces Septow partió en busca del resto.

 Con la punta de la lanza indicó al desconocido a que se dirigiera a la zona más alejada del hacha y demás herramientas, en caso que quisiera ir a por ellas tendría que pasar junto a él y de su lanza de fresno.

 - Bien, empecemos de nuevo. Mi nombre es Nikeras y soy un montaraz. ¿Y tú has dicho que eres...?

Septow asiente y sale a la balconada exterior por la puerta, con intención de seguir sus planes de golpear las vigas plagadas de gusanos como pueril venganza. Para sorpresa de Nikeras, el registro determina que el prisionero va desarmado. Es todavía un blanco más vulnerable cuando para alejarlo de las herramientas lo acorrala contra la pared este del aserradero.

Jajajaja... ¿Yo? Yo soy el último aliento del borracho... El alimento de los moribundos... y pan para las serpientes... Soy fruto del diablo, y no por ser colorado sino morado... El zorro que guarda a las gallinas... ¡Yo soy la noche! La herramienta del plebeyo... y el oro de los ricos... ¡Yo soy...!

Nikeras va desentrañando los títulos: la borrachera, el veneno, el pan de culebra, tomatillo del diablo y hierba mora... tomatillo zorrero, ¡el velo negro!, pico de azada y moneda de oro... Son todo lo mismo. Distintos nombres para la misma cosa...

Ehm... por cierto... ¿recuerdas lo que te dije de mi séquito con anillos de invisibilidad? No deberías seguir apuntándome con esa lanza, porque... ¡Yo soy Nightshade!

La conversación no es capaz de distraer a Nikeras, que es lo que pretendía el Velo Negro, y escucha acercarse por los tablones a una serpiente de unos seis pies de largo. Nightshade sale corriendo en dirección a la puerta de la balconada, mientras que la serpiente muerde al hombre-perro. El veneno se inyecta en las canillas y las venas lo distribuyen a todo el cuerpo.

Nikeras siguió con desconfianza la charla de aquel tipo, no confiaba en él. Pero a pesar de ello no salió bien parado de ls treta de este. A pesar de ver la serpiente a tiempo no fue capaz de protegerse bien, sintiendo en sus carnes el lacerante dolor de los colmillos de la víbora y casi al instante nota como el veneno paralizante empieza a correrle por el cuerpo.
Descolocado por el ataque de la serpiente su lanzada pasa de largo de su objetivo...
- ¡Septow... cuidado!- dice compungido mientras centra su arención en la serpiente.
Si no fuera por que estaba alterada y se mostraba agresiba hubiera podido intentar calmarla, pero no era el caso. Solo podía hacerle frente... por eso fue ella el blanco de su lanzada.

En el exterior, el Barón Septow se pone en pie después de estar golpeando las vigas un rato, y avanza por la balconada solo a tiempo para ver cómo Nightshade le cierra la puerta en las narices. Al golpear con el hombro, la débil y vieja cerradura se rompe. Entonces se produce un tira y afloja a ambos lados de la puerta. Los dos hombres forcejean: uno para abrir y otro para mantenerla cerrada, y el resquicio con el marco va oscilando de grosor sin ser lo suficientemente ancho para que Lord Septow pueda entrar.

¡Algo va mal fuera! ¡Llamé a los demás, pero no responden!

Habrán huído, aterrorizados al escuchar pronunciar mi nombre. Es lo malo que tiene tener buen oído. Mpppphf...-no puede hablar mucho tiempo seguido porque si se le escapa el aire no puede hacer toda la fuerza para mantener la puerta cerrada-Por cierto, Septow, no nos hemos presentado aún... Mi nombre es Nightshade. ¿Qué? ¿Tú no huyes? Bueno, mpppphf... Tenía... qué... intentarlo... Jajajaja...

Mientras, el segundo mordisco de la serpiente hace que Nikeras suelte su lanza en un acto reflejo, y el arma cae al suelo. ¿Es solo eso? La cabeza le empieza a doler... No es el veneno que esperaría de esta raza de serpientes. Al mirar al suelo ve que la mano alcanzada por el dardo se está hinchando en torno a la herida. ¡También estaba envenenado!

 Nikeras siente como la serpiente le muerde de nuevo, sin haberse recuperado aún del otro mordisco... y encima el dardo que medio le destrozara la mano también parece haber estado untado con veneno.

 ¡Maldita sea mi suerte!

 El hombre se retira unos paso para tomar distancia y sacar la daga. Mientras que con la mano dañada toma una piedra verdosa que cuelga entre sus ropajes mientras mira a la serpiente, con la daga apuntando hacia atrás, sin resultar una amenaza acuciante.

- Calm, creadur o natur, tawelu i lawr ac yn siarad, pam ymosodiad rhywun a all niweidio chi yn hytrach na edrych yn ddiymadferth ac yn fwy blasus ysglyfaeth?

Ooooh... ¡Calm, Natalija! ¡Tawelu yn ymiatar muls awen aoyin druyd! ¿Uarwyrn anae awid ynyar? Gwy ryewelin uhuwanwy. Aem yn Strecura aroawa. Ywilitze yn gaodesha.

Nightshade se aparta de golpe, dejando que el Barón arremeta contra la puerta, y en su carrera acabe en el montón de heno.

Jajaja... es increíble, qué coincidencia. Vaya... ¿Porqué te presentaste como "Nikeras el Montaraz"? Si no llego a escucharte hablar en druídico, Natalija te habría matado. Menudo malentendido más tonto...

 Nikeras quedó sorprendido, a pesar de la inesperada noticia, la violencia de la escena, así como las mordeduras y veneno que tenía en el cuerpo, no le permitieron al novicio druida calmarse en el acto, quedando en guardia. Pero no siguieron las hostilidades... por el momento.

- Un hermano, celebro encontrarte... y que nos hayamos reconocido antes de que uno de los dos perdiera la vida.

 Poco a poco, Nikeras se agachó y recuperó la lanza. Miró a Septow mientras este se incorporaba.

- ¿Habéis dicho que no están? 

 Mirando al Nightshade preguntó:

- ¿Hay algo en los alrededores delo que tengamos que preocuparnos?

Que yo sepa, no debería haber nada... Pero claro, yo tampoco me enteré que estabais por los alrededores.

Los tres hombres salen a la balconada. Septow vuelve a llamar en voz baja, para no alertar a nada cercano con su potente voz. Ya lo había hecho así antes de pelearse con la puerta del aserradero. Los refugiados siguen sin contestar. El barón da unos nuevos golpes a las vigas con su garrote, y las últimas larvas caen al barro dejando el paso franco.

Tras cruzar haciendo equilibrios, llegan a la zona arbolada. Tras las mismas hierbas altas entre las que les dejaron esperando, Zicko y los pueblerinos duermen apaciblemente.

Bueno... Falsa alarma. Tus amigos, Nikeras, sueñan con los angelitos.

No están todos... Falta Sandansola y también los dos hijos de la viuda: Ivalic y Katta Yanoff. En ese momento, la lanza de Nikeras se apaga.

Lue beríssibile-el hechizo de Nightshade ilumina una piedra en el suelo.

En el peor momento, Nikeras empieza a notar que las fuerzas le fallan. El veneno de la serpiente sigue haciendo su efecto.

 Nikeras se siente mareado, con la frente perlada en sudor a pesar de que el sol no luzca. Se apoya en su lanza de fresno, pesadamente, mientras se acerca a la zona donde están los compañeros y empieza a otear los alrededores buscando rastros, con la ayuda de la piedra que ilumina, antes de despertar al resto. Todo con paso lento y cansado, secándose el sudor de la frente.

 - No os mováis mucho, a ver si puedo ver hacia dónde partieron... o se llevaron a los críos y a Sandansola.

Las huellas son nítidas, de botas. Se trata de un humanoide de la altura aproximada de Nikeras, por el tamaño del pie, seguramente varón, o una hembra de una raza corpulenta, como los orcoides. Huellas hundidas en la tierra... Si están tan marcadas es porque la criatura cargaba con alguien. No hay huellas de Sandansola, Ivalic y Katta, pero sería demasiado aparatoso que cargara con los tres a la vez. Quizás disponga de más de dos brazos.

Hablamos de una criatura civilizada, como demuestra el hecho de llevar botas... del tamaño de un hombre grande y con tres brazos o más... Nikeras no conoce nada que se ajuste a la descripción, pero si el incursor durmió mágicamente al resto de personas, es probable que la magia fuese usada de algún modo que dé más sentido a las pistas.

Aún sin saber a qué se enfrenta, el rastro es claro, y Nikeras no tendría problemas en seguirlo.

 Tras la exploración de la zona, agotado, el hombre siente como el suelo le llama, nada le gustaría más que sentarse y descansar. Su piel bronceada y curtida por años a la intemperie está clara y el sudor corre por ella, su respiración es agitada y débil, se cubre con su capa mientras intenta reprimir un escalofrío. Pero no ha llegado el momento de descansar.

 - Algo se los ha llevado.- Dice en un murmullo quedo, lejos de su vigorosa voz llena de matices y aterciopelada. Continúa diciendo- Algo ha venido y... no sé como, ha cargado con los niños y Sandansola. Por esto están las huellas tan marcadas...

 Mirando a Septow apunta.

 - Sugiero despertarlos a todos menos a la madre. No lograríamos nada haciéndolo. Despertémosles, vayamos al aserradero y decidamos que hacer.

 Con fatiga se limpia el sudor de la frente, mientras que otro escalofrío sacude sus hombros.

Pobres niños...-dice Septow-Ah, sí, y tu amiga la extranjera. Pero me afectará mucho más tener que mirarle mañana a los ojos a la señora Yanoff y darle la noticia. Espero que los pequeños estén bien.

El Barón se dedica a despertar a Ethan, mientras Nightshade se chupa el dedo índice y se lo mete en el oído al viejo Mojic.

Despierta, truhán... En serio, adoro a este hombre. Hace el mejor licor de hierbas que... bueno, el único licor de hierbas que he probado.

¡Nightshade! ¡Me alegro de verte! Oh... es cierto... los druidas quizás podráis ayudarnos. Tenemos un problema con los lobos...

¿Los lobos? Los lobos son cosa nuestra. Hicimos una votación. Adoro la democracia. Tuvimos en cuenta la posibilidad de quedarnos sin nuestro suministrador de alcohol, Mojic, hablamos largo y tendido de ello. Pero esos pobres animales tenían derecho a resarcirse de vuestra caza indiscriminada. Es lo justo.

¡MALDITO BASTARDO! ¡ESTÁ MURIENDO GENTE! ¡TE VOY A...!-y mientras, la mano de un Septow iracundo agarra por la solapa al druida loco.

Shh... La madre... vas a despertar a la madre-dice con la sonrisa de un niño pillo que se sale con la suya.

Y tú... Mojic... ¿Cómo es que nunca contaste a nadie que había druidas en nuestros bosques? ¿Tan importante era para ti salvaguardar tu destilería ilegal?

Pero Barón, ¿qué importancia tenía? Eran muy amables. Ellos me traían frutos y hierbas y yo les pagaba con licor. Y me quedaba suficiente para venderlo en la Veta de Plata. Se trataba de un negocio inofensivo, no hacía falta avisar a nadie sobre unos druidas que no hacían ningún mal...

Los ánimos se van apagando, más por el cansancio acumulado, que por las ganas de olvidar. Zicko, Ethan, Mojic... Uno a uno pasan por los maderos para guarecerse en el aserradero. Llevar a la viuda es más aparatoso. El Barón Septow, con buen sentido del equilibrio, la lleva en brazos, haciendo equilibrios sobre las vigas. Una vez dentro, se acomodan como pueden. No es un mal sitio para pasar la noche.

 Una vez en el aserradero, debilitado y con la herida de la mano palpitando, Nikeras se sienta dejando deslizar su espalda por la pared, con Zicko posando su cabezota en su regazo.

 Mira a los presentes mientras van ocupándose de las provisiones, la mujer y de adecuar el lugar. Con un gesto señala el martillo.

 - Puede sernos útil desclavar la escalera de madera y poderla subir o bajar por la trampilla según nuestros intereses. Mañana deberíamos encontrar una forma de bloquear el acceso de las vigas.

 Tras esa reflexión el barbudo Nikeras queda sumido en sus reflexiones.

 ¿Y Septow tiene que velar por sus vasallos? Si dos niños han sido secuestrados y ni siquiera se ha molestado en hacer un esfuerzo para seguirlos o ver que ha pasado con ellos. 

 Una votación... lo druidas han consentido la matanza... de los dos patas, ¿acaso no son ellos dos patas, no será también contra ellos? ¿Por cierto cuantos son los druidas en esta zona?

 Estoy cansado y dañado... y no debería entrometerme... pero me preocupan los chavales y la moza... Su mirada se había centrado en el peculiar Nigthshade.

 - Querría ir a dar un vistazo por si encuentro a los chavales... y saber quien es ese que se dedica a raptar niños y mujeres, si tenemos que dejar gente en la zona, a modo de campamento, no interesa que haya alguien merodeando por la zona ¿me acompañarías?

Bueh... supongo que ya dormí bastante por hoy. Además... me necesitas para hacer luz, ¿no es cierto? Jujujuju... Tú... me necesitas... a mí... ¡Decidido, vamos!

El Barón Septow se queda perplejo. Nikeras cambia de pareja de baile con gran facilidad. Contaba con él para rescatar a los niños, ya que era el único hombre armado con algo más que palos, y también el único capaz de rastrearles. Este movimiento se vuelve peligroso. Si Nikeras se alinea del lado de los druidas, ¿qué será de los humanos supervivientes?

Ajenos a las suspicacias del noble, los dos druidas se marchan juntos, acompañados de sus animales. Mientras, Ethan hace de carpintero y se pone a quitar los clavos de la escalera. Ya en el exterior, retoman el rastro y se ponen a seguir a las huellas.

Oye... ¿Tú grupo no era más numeroso? Dos medianos... un enano... un semielfo... la niña... tres mujeres y tres hombres... ¿Han muerto todos? Vaaaya... Lo siento, Hermano. ¿Han...? ¿Han sido los lobos? Os lo advertí. Nada de entrometerse. Nada de intervenir. Debieron hacerme caso. Y tú también te has metido. Has traído a toda esa gente hasta aquí. No debiste hacerlo...

La luz de la piedra se apaga a la vez que las amenazadoras palabras de Nightshade. Todo se vuelve oscuro, y el druida loco solo una silueta siniestra. El nerviosismo se hace más patente cuando el silencio se inunda de unas oraciones místicas. Nikeras también las conoce: son un poderoso conjuro ofensivo conocido como flamear.

No debiste. Ellos no son como nosotros. Ellos no tratan con el equilibrio. Todo el mal que le han hecho a la Madre les debe ser devuelto. Es como esos niños... Tu vano intento en rescatarles, o de recuperar sus cuerpos, o lo que sea... ¿Qué cambiará? Están manchados con el Pecado de sus padres. ¿Porqué me miras así? ¿Por mis manos en llamas? No me quedan más conjuros de luz, es un flamear o quedarnos a oscuras.

 Cuando Nightshade accede a acompañarle al exterior para ir a dar un vistazo, el canoso montaraz sacó un pergamino de su equipaje y lo recitó con voz queda, cerrando con fuerza la mano perforada por el dardo.

 Cuando el pergamino descargó el poder contenido en él, Nikeras tomó aire mientras se recostó unos instantes contra la pared de madera en la que descansaba. Sintiendo como, poco a poco, el dolor de sus heridas iban pasando. Su puño cerrado, fue lo que experimentó mayor cambio, recuperándose el hueso astillado, los tendones sesgados, los músculos desgarrados y la piel rajada... en unos instantes solo quedaba un paño de tela manchado de sangre carmesí como recordatorio de la bienvenida al aserradero. Allí donde los colmillos de la serpiente hendieran su piel, esta también se recupero.

 Finalmente, con pesadez, el druida se levantó apoyándose con su lanza de fresno, seguía pálido, pero su voluntad era fuerte.

 - Vayamos.

 Antes de partir, miró al resto.

 - Espero poder regresar con buenas noticias. Pero tal vez vaya a tardar unas horas.

 Dicho esto se adentró en la oscuridad de la noche, acompañado de un druida peculiar y la luz de este.

 A medida que se adentraban en la espesura del bosque, Nightshade fue dándole información. Ese fue en parte el motivo por el que quería alejarse del aserradero, quería saber más acerca de lo que había pasado en esa región.

 Le sorprendió en un principio las palabras acerca del resto del grupo, como sabía él que Nikeras formaba parte de este, en principio no se habían cruzado... pero tal vez este les había estado observando desde la espesura... quizás en otra forma.

 Tras las últimas palabras, el barbudo druida preguntó con su voz grave de nuevo.

 - ¿Mi grupo? Bueno... digamos que nos juntamos en el camino y en lugar de dejarles a sus anchas,  dejar que cometieran alguna tontería, decidí que sería mejor para todos que permaneciera con ellos un tiempo, y de paso conocer algo acerca de esta tierra que me resulta nueva... 

 Con una pausa recordó el encuentro en el puente.

 - En el puente hablé con Cicuta, y nos advirtió de nuevo, esta vez a todos. Ya que cuando tú lo hiciste solo había unos pocos y no parecieron entenderlo. Tras cruzar el puente un miembro del grupo perdió les nervios e intentó regresar por donde había venido, los lobos dieron cuenta de él.- Nikeras se mesó la barba mientras seguía las huellas con la luz verdosa de Nightshade.- Luego dimos con este grupo que has visto. Allí fue donde me separé del resto del grupo.

 Entonces se giró para mirar al druida excéntrico y sus últimas palabras antes de que la luz se apagara... y el druida optara por otra fuente de iluminación, unas llamas.

 - Ciertamente ellos no tratan el equilibrio. Por eso hay necesidad de que alguien les oriente para hacerlo. Estoy seguro de que deben haber hecho daño a Madre, sin alguien que los orientara o mediara en ello. Pero creo que si se les educa, se les guía pueden reparar el daño que han causado y vivir en armonía con el entorno.

 Reflexionando sobre las últimas palabras, acerca de la mancha del pecado.

 - ¿No hay posible redención para los cachorros? ¿Ni una? ¿Por pequeña que sea? Creo que sería bueno que ellos, el futuro, estén presentes para poder ayudar en el cambio.- Mirando la luz argéntea que se filtra por las copas de los árboles el barbudo Nikeras comentó.- La violencia solo engendra violencia. Imagina que todos los humanos de la región, todos los manchados, mueren. Acaso crees que no vendrá alguien a ocupar si lugar, que no habrá otros que vengan para vengarse... y cuando todos los lobos de la región se vean amenazados, acaso no pedirán a más hermanos lobos para que vengan a ayudarles... Es un sinsentido. Esto solo lleva a un amargo fin para todos.

 Dice mirando al alto druida con tranquilidad.

 - Ahora han estado escarmentados, han visto que les puede pasar si no cambian. Ahora están a tiempo de emendar sus errores, corregirlos y, con la guía adecuada, regresar a una buena senda. Una en la que puedan medrar sin dañar a Madre, donde puedan vivir en armonía.

 Con la nueva luz, la de las trémulas llamas, Nikeras fue siguiendo el rastro de quien se llevara a la mujer y a los niños. Estando tan cargado no debería llegar muy lejos. Mientras seguía los rastros retomó sus palabras.

 - Nightshade, me has dicho antes que votasteis acerca del asunto. ¿Quienes votasteis, cuantos druidas os hacéis cargo de la zona? Como es que os cruzasteis de brazos sabiendo que los licántropos tomaban parte en este asunto. No me parece ser neutral dejar que las ansias de venganza, odio y rabia campen a su aire. No hacer nada es estar a favor. O eso me parece... al fin y al cabo no soy más que un viejo novicio.

Cicuta es una gran chica. Hace quince años, unos bandidos hu-ma-nos... de esos de los que tú dices que se les puede educar, atacaron a unos viajeros. Mataron a los padres. La bebé quedó sola en la masacre, llorando. Los druidas la recogimos, y la iniciamos. Es la más joven y menos poderosa de los nuestros. Su conjuro favorito es el de "aspecto de lobo". Se pasa el tiempo transformándose en lobo y conviviendo con una manada. Su nueva familia. Ella es, como tu dices, un cachorro humano educado en el equilibrio.

Mientras debatíamos el tema, surgió el ejemplo de Cicuta. Nos planteamos perdonar a los bebés, ya que los niños de cinco años en adelante están echados a perder, adoctrinados en el daño al lobo. Enseñar a los más pequeños desde cero. El motivo por el que se abandonó la propuesta fue la dificultad para ponerla en marcha.

¿Cómo haces a un lobo comprender que debe perdonar a los bebés? Con la magia de la Madre podemos hacernos entender, pero no volverlos más inteligentes. ¿Qué les debíamos explicar? ¿Que no mataran a los dos piernas que midieran menos de dos pies de alto? ¿Y qué pasa con la comunidad mediana asentada en Vor Ziyden? ¿Los niños humanos mueren, y los niños medianos sobreviven por ser bajitos? Pequeños hombrecillos que cuando crezcan querrán venganza de los lobos... No podía ser. El castigo debía alcanzar a todos.

Además, y perdona que me ponga a filosofar contigo, el problema de la reeducación es el salto generacional. Yo soy humano, estaré en esta vida menos de un siglo. Soy consciente de que no tengo tiempo material para convertirme en un druida de la talla de Foxglove, Barbaverdor o Quintaesencia. Los humanos solo somos destellos. Nos ponemos a educar a toda una generación de humanos, una minúscula porción de tiempo en el transcurso de la historia, y luego tenemos que empezar de nuevo.

Yo no he convivido en poblados humanos, pero me han contado lo que es... De generación en generación, toda la sabiduría se pervierte: las leyendas de transmisión oral nunca se cuentan igual, la pronunciación de las palabras cambia, las recetas de cocina varían... No hay nada más voluble que los conocimientos de los Hombres.

Me pides que imagine un mundo de represalias, donde impera el ojo por ojo. Ahora yo a cambio te pido que pienses en qué pasaría si los lobos nunca tuvieran ocasión de vengarse, una hipotética versión de la historia en la que los hombres cazaran sin temor ni remordimiento a animales indefensos. ¿A qué lleva eso? A que las poblaciones de lobos se reduzcan drásticamente. A que sus zonas de caza sean tomadas por los pastores. ¿Y qué pasa si los hombres matan a todas las lobas hembras de la especie? La extinción, ya no habría más camadas nuevas, y los lobos que quedasen irían con el tiempo siendo cazados o muriendo de viejos.

Dime, Nikeras... ¿Acaso no es más propio del equilibrio defender la igualdad y reprocidad? Si abandonamos a los lobos desvalidos, desaparecerán para siempre, pisoteados por la Civilización. Sin embargo... si los druidas pudiéramos... equilibrar la balanza... convertir a los lobos en una fuerza poderosa... capaz de hacer frente a los humanos... Sí, sí... no te lo niego: sería una guerra en la que morirían cientos... Pero de ambos lados. Muertes de desgaste, sin llegar a extinguir a ninguna de las razas... Se acabó que el fuerte abuse del débil. No hay fuertes en el equilibrio. No hay débiles en el equilibrio. Por eso se llama equilibrio. La neutralidad en su estado más puro.

Los demás te convencerán de lo cierto de estas palabras... Ellos... ellos son más sabios que yo. Saben explicarse mejor. Tienes que escucharlos... Te caerán bien. Somos en total diecisiete druidas en el valle...

Están... Están... Los Ancianos... Los Ancianos son cinco. Druidas más viejos y poderosos de lo que te puedas imaginar. Quintaesencia, la ninfa... Ghoerawey, el gigante de las colinas... Jipswick, el fauno... Barbaverdor, el ent... y el quinto anciano es Xertes, el... el... bueno, no tengo ni idea de qué bicho es, pero se lo preguntaremos.

Después tenemos a Foxglove... un tipo tétrico. Es un jaedrín, una especie de hada masculina. Mejor que no te acerques a él... no sería buena idea.

También está la familia de elfos... los Waelmiar. El señor y la señora Waelmiar son un poco estirados, pero sus tres hijas... Ooooh... sus hijas son explosivas, no sé si me entiendes. En especial Anael Waelmiar. A Anael la vi yo primero, ¿vale? Puedes ir a por sus hermanas, pero Anael... somos amigos desde la infancia... Y estamos muy unidos...

O si no te gustan, puedes ir a por las gemelas... sí... mejor que yo me ocupe de las tres hermanas y tú de las gemelas... Ecco y Aqua son las sobrinas de Quintaesencia. No les caigo muy bien... No me explico porqué... Bueno... sí... tal vez se malinterpretaron aquellos flirteos inofensivos... ¡Qué se yo!

Eahm... A Cicuta ya la conoces... Y estoy yo... Sí. Creo que ya te hablé de todos. Ouch, no... Se me olvidaron Houndgráss y Jekel Smithwanckred. Dos tíos muy feeeeoooossss... Hound es un buenazo. Un centauro. Pero no liga ni a la de tres. Jekel es un gnomo. Él... bueno, simplemente no hay druida en el Círculo del Valle que tenga un tamaño adecuado para que se la pueda ligar... Olvida a esos dos, son perdedores... En el bosque del norte del valle, tú y yo somos los solteros más cotizados, viejo. Y tenemos una provisión de alcohol cortesía de Luka Mojic. ¿Qué más podemos pedir?

Espera, espera, espera... ¿Dijiste algo de unos licántropos? ¿En el Valle? Jo, eso sí que es grave... ¿Dónde los viste?

 Nikeras seguía los rastros que había dejado aquel ser tan cargado, con el peso de los niños y la mujer, mientras seguía la conversación con Nightshade.

 En algunos puntos los argumentos le parecían sólidos, o suficientemente sólidos, en otros casos discrepaba. Dejar que mueran cientos y cientos para mantener el equilibrio. Y con la zona desocupada ¿qué? Más humanos regresarían, más humanos que nada sabrían de lo sucedido.

 En cualquier caso él no era más que un novicio, un iniciado en la senda del druida. Tal vez cunado diera con el resto de los druidas le quedaría más claro, o más convencido.

 Luego Nightshade empezó hacer una descripción de la nutrida sociedada druídica del valle norte. Empezando por los ancianos y siguiendo por el resto hasta incluirle a él mismo. Parecía ser que Nightshade no tenía inconveniente alguno en admitirle como uno más.

 Le sorprendió sobremanera el punto de Cicuta, la niña... que torpe se sentía al confundir el cambio de pieles druida con el cambio de un licántropo... ¿qué consecuencias traería aquello? Nadie podría saberlo.

 Con el avance del rastreo, Nikeras asentía ante las afirmaciones del compañero, parecía que no se aburrían con todo aquel culebrón entre los hermanos y hermanas druidas. Pero l e costaba imaginarse ligando con esas hadas sobrinas de la tal Quintaesencia.

 - Creo que lo de los licántropos será un error más en el que cae la humanidad. Tras cruzar el puente, entrar en contacto con Cicuta y la manada de lobos, el grupo en el que iba, habló directamente de licantropía... y... y yo no vi argumento para refutarlo, ni tiempo para meditarlo.

 El barbudo druida hizo un alto, con Zicko a su vera restregando el hocico en su muslo, tomando aire mientras tomaba un poco el aliento, pues sentía el cuerpo frío y cansado tras los ataques de la serpiente. En este momento de debilidad no pudo dejar de pensar que... si Cicuta era la más joven y novicia de los druidas presentes, y podía hacer el cambio de pieles, cosa que a él le quedaba mucho tiempo para dominar, aquel grupo de druidas era sin lugar a dudas un foco de gran poder.

 - Y del valle sur... ¿qué hay? ¿Por qué tienen prohibido los humanos huir de la región?

No solo el sur... Cicuta vigila el paso del puente del Colgado, pero son varios los druidas esparcidos para aplastar a Vor Ziyden. Mi misión, por ejemplo, es de patrulla. Me transformo en murciélago y vigilo el perímetro. En murciélago o en lo que haga falta... pero prefiero murciélago, la verdad. La sensación de volar... los nuevos puntos de vista que te da su localización por ultrasonidos...

De pronto, Nikeras se para y hace callar a Nightshade. Escucha algo más adelante, como un rumor... o como una oración.

డెత్ పరిపూర్ణ మొత్తం ఉంది.

Una voz masculina, grave... Con cuidado, los dos hombres se ponen a acechar entre los arbustos, cada vez más cerca. Llega un momento en el que no pueden acercarse más sin arriesgarse a ser vistos.

తల్లులు తమ పిల్లలకు ఏడువు. తన మంద కోసం గొర్రెల కాపరి క్రై. రక్త ప్రవాహం ఉండాలి. అప్పుడు మాత్రమే...

Entre penumbras, a la luz de la luna en cuarto creciente, se distingue una forma humanoide. Está de espaldas. A sus pies, de rodillas, dos figuras menudas. Los niños, piensa Nikeras para sí. De ruido de fondo a los salmos en idioma desconocido, unos tímidos sollozos de miedo. De pronto, las palabras se interrumpen y una de las figuras menores se desploma en el suelo.

Katta... Katta, snifsnif... No... Devuélveme a mi hermana, monstruo-susurra Ivalic en perfecto balok.