Partida Rol por web

En cuanto vio salir a aquella cosa del agua un horrible escalofrío recorrió su espalda. No era la primera vez que los veía y no era la primera vez que se enfrentaba a uno de ellos. Por fortuna, esta vez, parecía que solo había uno sólo. Así que, desenvainando a un nuevo y reluciente Ayash salió corriendo en dirección a aquella bestia marina.

No iba a dejar que se llevase a nadie, quizá al enano, pero a nadie más.

Así que un brillo de tonalidades doradas comenzó a brotar de la escama de su frente, al tiempo que se extendía hacia todos y cada uno de los habitantes del pueblo, al menos a todos los que estuviesen cerca de allí, y eso, esta vez, incluía también al enano.

¡Por favor, que no cunda el pánico...! Os protegeremos, pero primero necesitamos que os juntéis formando un círculo. Heridos, ancianos y niños, en el centro. Calma...

Cuida de ella-dijo Victor entregando a su hija Lovina a un viejo hombre del campamento, y desenfundando su estoque.

Dos dagas afiladas se clavan en las agallas del tiburón con precisión absoluta. El tiburón volador se duele, pero sigue intentando devorar a Trevor. El mediano de Vor Zyden ya casi está en el camino, recortando un poco la distancia a la caravana... y atrayendo al terlén hacia vidas inocentes en el proceso. Azaron y Mira Vanator se empiezan a cruzar con los caldereros que fueron a buscar el agua y que siguen huyendo despavoridos. La Capitana, libre de armadura, le deja atrás sin problemas.

Mientras el perfumista recibía la bendición de Hala pudo ver a gente que le hubiera gustado dejar atrás en su vida. Wachter, Vanator y ya sólo le faltaba ver a Fortich. Una sonrisa sarcástica surgió en su rostro cuando vio que Victor entregaba a su hija al primer patán que se encontraba por el camino. ¿De repente hacía gala de un arresto que el mago no le había conocido? El Víctor que él conocía habría cogido a Lovina y hubiera salido huyendo, cual rata de cloaca, sin importarle si perjudicaba a alguien por el camino. Supuso que delante de tanta gente le daba más vergüenza que delante de unos extranjeros. No se entretuvo más de lo necesario y salió corriendo hacia el origen del problema con la ballesta en brazos.

-¡Malditas piernas! ¡Viejas y cortas!

El enano se afanaba en llegar cuanto antes, pero hasta los perfumistas lo adelantaban con facilidad.

Tras rezar para que la bendición de su diosa recayese en los valientes guerreros, se puso en movimiento. No quería estar muy lejos si alguno de ellos la necesitase con urgencia.

Azaron, con su arma desenvainada, solo podía correr todo lo posible para alcanzar cuanto antes el combate.

La maga iba a disponerse a lanzar un conjuro pero al ver que todos corrían hacia delante y ella se iba a quedar solo y desamparada en medio de la nada, decidió seguir a sus compañeros, se remango la falda y empezó a correr poniéndose a la altura de la bruja.

Y Fosco se quedó mirando mientras acariciaba a Rufus. Que manía tienen de ir al peligro... meditaba el mediano que ahora se sacaba un moquito, hacía una pelotilla y lo tiraba al césped. ​Es ridículo ir a luchar con ese monstruo... Sólo tiene hambre... Y yo sin estoque. Bah! No me necesitan. Se decía mientras se tumbaba en la hierba a descansar de su ajetreada vida.

Por un momento dudé si continuar acechando y lanzando dagas pero ese último mordisco había pasado muy cerca de obeso y estúpido Trevor. Corrí mientras sacaba otra de las dagas esperando que mi ataque atrajese la atención del tiburón volador.3 

Flame echó a correr todo lo que pudo, pero la coraza pesaba demasiado y entorpecía sus movimientos, por lo que sus pasos eran más lentos de lo que le gustaría. Aún así hizo todo lo que pudo para alcanzar al terlén para darle caza cuanto antes.

La Capitana Vanator dió un par de zancadas más, llevó una flecha a su arco y disparó.

¡Vamos a hacer medallones contigo!-la flecha de Mira Vanator se hundió en el cuerpo del tiburón, estaban muy cerca de derribarle.

Mientras, en el grupo de refugiados, Trompicón se ponía nervioso.

¡Que alguien ate a esa bestia a un árbol, antes de que salga en estampida!-con Viktor Das Vracken mal de un brazo, la embarazada gitana se afanaba por mantener bajo control a los caballos de su propio carruaje.

El Barón Roko Fortich salta al caballo y lo hace correr en dirección al terlén. Empieza a adelantarles a todos, incluída a Alice, que tiene que ver cómo la mitad de la nobleza de la región ya ha sentado sus posaderas en su caballo.

¡Iiiiiiah!

Mientras otros se iban acercando a mayor o menor velocidad, la daga de Klasius golpea la dura piel del Terlén sin llegar a perforarla. Trevor echa a correr llevado por el pánico, pero justo en ese momento las mandíbulas del tiburón lo atrapan.

¡AAAAARGH! ¡SOCORRO! ¡AAAAAAAH!

El tiburón cabecea a un lado y a otro, sacudiendo a su presa en el interior de sus mandíbulas. Torpemente, maniobra en el aire para volver a las Brumas con su preciado bocado medianil.

Ver pasar al Barón Fortich sobre Trompicón espoleó al mago que siguió corriendo a toda velocidad, aún a riesgo de que sus glándulas sudoríparas se pusieran a funcionar como locas cuando parara. Al parecer la nobleza era más amiga de lo ajeno que el pobre Fosco, que al final se llevaba la mala fama. Si se le disparara la ballesta, tan sólo un accidente, clavándose el virote en Trompicón, puede que hiciera caer al Barón y que se rompiese el cuello en la caída. Al irse acercando pudo ver cómo una especie de pez volador, no, un tiburón, agarraba entre sus fauces al asqueroso mediano, introduciéndolo en las brumas.

¿Demasiado tarde?

A pesar de ello siguió corriendo para poder tener mejor tiro.

Leiath aprieta el paso; hay que alcanzar a aquella bestia antes de que desaparezca en las brumas!

La maga estaba corriendo cuando vio como un caballo que le resultaba familiar la adelantaba. Ese caballo me suena, juraría que es Trompicón…. ¿pero que mierdas hace hay?. La maga se paró en seco al ver que era su caballo y empezó a gritar su extenso repertorio de insultos. ¡Malandrín! ¿Qué haces con mi caballo? Saco de su bolsa de componentes un poco de polvo rojo que unto en la punta de los dedos mientras comenzaba a recitar unas palabras mágica. ¿Contra quién lanzo  el conjuro contra el Terlén o contra ese ladrón de caballos? Finalmente dos rayos de energía salieron disparados contra el enorme tiburón, siempre habría tiempo más adelante de castigar al ladrón de caballos, además si Trompicón se quedaba sin jinete seguramente correría desbocado hacia la niebla.

-¡Hombre, qué casualidad! Con todos los que somos y me he tenido que poner a correr junto a la más guapa... 

-¿Tan lejos quedaba el río?--preguntó Babras a Flame entre jadeos y estertores.