Partida Rol por web

Lo que ocurrió en el carromato desvió su atención de la disputa por el kobold. Por Hala, qué demonios había hecho la vistani?! Eso no parecia ni medianamente correcto. Además aquella transformación, les estaría engañando como mucho de sus compañeros afirmaban?

Parecía que ahora no había tiempo ni para zanjar el tema con Fosco ni para pedir explicaciones a la adivina.

-Vamos, haced caso a Madame Eva, corred!

Un gélido escalofrío recorrió la espina del guerrero enano cuando la vistani les mostró su verdadero rostro.

-¡Por las barbas de mi madre!

Estupefacto, Babras dudó por un momento si correr hacia el pueblo sitiado como el resto de sus compañeros, confiando en la siempre oportuna magia de la mujer embarazada, o si lanzarse a la carga contra ella de una vez por todas. Al final decidió que lo más sensato era dejarse llevar hacia Lechberg. Después de todo, matarla ahora no solucionaría el problema de los licántropos ni reportaría beneficio alguno al grupo. 

-Más tarde o más temprano, llegará el momento en el que tengamos que afrontar la verdad. 

El eunuco se levantó del suelo manchado del polvo del camino. 

- ¡Por los pestilentes efluvios del Pantano del Hedor Eterno*!- Iracundo el perfumista se sacudió el polvo y escupió al suelo las briznas de hierba y pegotes de barro que se había comido al caer y ser arrastrado por aquel ser insignificante. Movió la cabeza de un lado a otro buscando una maza o pico que le sirviera para acometer la empresa que tenía en la cabeza.

¡Una maza, un pico, lo que sea!

Pretendía coger una maza, inmovilizar al kóbold en el suelo y, con su "patética fuerza" descargar un cruel golpe justo en el tobillo del kóbold, haciéndole crujir sus finos huesecillos**. Así quedaría lisiado y retorcido de dolor.

¡Así se te quitarán las ganas de correr, sabandija!

Pero entonces la esencia del éter, de la magia manipulada penetró sus fosas nasales como una bocanada de aire fresco. Hasta ese momento la rabia no le había dejado percatarse de la gitana y sus ardides. Admiró su poder  y comprendió que si querían llegar sanos y salvos a Lechberg debían aprovechar el momento. Ya habría tiempo para ajustar cuentas, su instinto de supervivencia imperaba sobre lo demás.

- ¡Vamos!- Dijo a Fosco mientras se ponía en camino a las puertas fortificadas y tiraba del estúpido kóbold. Fue recogiendo el extremo de la cuerda para atar en cortó a la lagartija y sacó su daga normal para tenerlo bajo vigilancia clavándole la punta en su escamosa piel.- ¡Cerrad el pico los dos! - Iba dando empujones al kóbold mientras mantenía la daga en su cuello dispuesto a degollarlo en cualquier momento...o ante cualquier impertinencia de su lacayo. Sólo quería recuperar su cuerda de seda, ¿acaso el Destino podía ser tan cruel?

De nuevo el hechizo de aquella mujer les iba a ser muy útil para llegar a la ciudad con vida. Lo malo era que seguían dependiendo de ella. Pero poco mas podían hacer salvo obedecerla: Azaron corrió como el resto a la seguridad de la ciudad. 

Tssch! Cuidao Chucrut que Onfale está enfadado... le soplaba el mediano a su nuevo mejor amigo. ¡Por que Onfale no tiene pito, pero si huevos! se decía a sí mismo. Sin duda un pensamiento profundo que le hubiese gustado compartir con el mago, pero la daga en su mano le hacía desistir de esa idea. Y lo peor no era que quisiera decirle esa tontería, sino que su pequeña cabecita no paraba de pensar en cosas similares que le llevarían a una muerte segura, como ¿Y si no tiene pito como mea? o Mi bisabuelo Bodo que perdió un dedo con los cuchillos decía que aún sentía el dedo. Como si un dedo fantasma aún siguiese ahí. Recuerdo que lo definía como un sutil cosquilleo ¿Por lo que y si Onfale se empalma siente un pene fantasma empalmado? Igual el cosquilleo de un anterior pene le da placer... seguía cavilando mientras se rascaba la cabezota cual babuino. Hmmm... Igual se confundió y nunca le cortaron nada y solo tiene un pene pequeñito y dice a los demás que se lo cortaron pa fardar, pero en realidad así, así, así... hacía gestos con los dedos y entre índice y pulgar no cabía otro de sus dedos. Volvía a rascarse la cabeza y esta vez para mirar su propio paquete. El miedo de sus pensamientos le llevaron a pensar que le podía haber contagiado algo y que su pene podía haber emigrado a latitudes más calidas... Uf! respiró aliviado... sin duda lo peor que había vivido en su vida.

Casi un centenar de personas corriendo al unísono, los últimos supervivientes del brumoso sur, llegaban al campo de batalla y empezaban a zigzaguear entre los licántropos que se agolpaban alrededor de las murallas. Seguían intentando escalar en su forma híbrida, o cavar por debajo con sus patas delanteras con sus cuerpos de lobo. No les quedaba otra, ya que la primera oleada de licántropos habían obstruido las puertas al intentar entrar todos a la vez, y el acceso se les hacía demasiado lento.

Entonces, al acercarse lo suficiente, el éxodo puede contemplar una figura sombría recorriendo el alto de las murallas. Se trata de un humano de túnica negra, que camina parsimonioso como si todo aquel caos no fuese con él. Se da la vuelta, y da la espalda al exterior mirando al interior de Lechberg.

आग का गोला

Y entonces, por el umbral de las puertas abiertas, una bola de fuego estalla volviendo la pelea del interior de rojo sangre a negro carbonizado. Y los cadáveres, tanto de kóbolds como de humanos, componen una macabra alfombra en las calles más cercanas a la puerta.

¡¡¡AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!-braman los lobos por sus camaradas caídos.

Hay que seguir corriendo. Hay que cruzar esa puerta y quizás parapetarse en el interior de una casa. Y bajar al sótano, acurrucándose, esperando que todo aquello acabe.

सशक्त हाथ

Cuando el hombre de la muralla finaliza su segundo conjuro, una enorme mano de diez pies de alto se materializa en la puerta... ¡Y empieza a cerrarla!

Leiath es la primera en cruzar el umbral. Después, la atlética Capitana Mira Vanator. Tras ellas, el Barón Nikola Septow. La primera hoja se ha cerrado, y la abertura se reduce a la mitad. La mano gigante empieza a empujar la otra vertiente de madera. Media docena más de supervivientes de Vor Ziyden se cuelan en Lechberg, aquellos que han soportado mejor el hambre, o han sido más hábiles a la hora de zigzaguear entre la horda de licántropos, o simplemente han tenido suerte.

La siguiente oleada está encabezada por Xyrkjirk, Onfale, Rufus, Fosco y una docena de campesinos. A pesar de que la cría kóbold hubiese tirado a Onfale y Rufus, han sido lo suficientemente rápidos como para remontar y adelantarse a sus compañeros de armadura intermedia o piernas más cortas. Azaron... Babras... Flame... Klasius... son demasiado lentos para sobrevivir y alcanzar las puertas del cielo. Pero Onfale y Fosco tampoco las tienen todas consigo: la mano de Bigby cierra las puertas en sus narices, justo cuando estaban a punto de pasar. El eunuco mira con desprecio al kóbold y al mediano que con sus acciones irresponsables le han condenado a muerte.

Más atrás queda Alice y Trompicón. También el carro de la carne y el carromato gitano. Es cierto que a priori contaban con mayor velocidad, pero tanto Trompicón como los dos carros son demasiado grandes y aparatosos para dirigirlos entre los enemigos sin chocar con ellos. Viktor Das Vracken... el Barón Fortich... Lord Victor Watcher... y hasta la propia Eva Zarovan, se quedan también fuera.

No eran la primera vez que le veían. Aquel mago de la muralla era Derinlus Vaek, el mago amo del gnoll que se escapó por una ventana en la torre Stabcrow mientras su maestro perdía la vida en una trampa de fuego.

Desde el interior de Lechberg, Leiath observa la devastación, los cadáveres, el olor a carne quemada. También observa que la mano gigante se mantiene haciendo fuerza sobre la puerta y evitando que puedan abrirla desde fuera empujando. Una escalera de madera lleva hasta lo alto de la muralla, donde la figura vestida de negro sigue imponente.

De este lado de la muralla también hay soldados malheridos, aquellos que no estaban al alcance de la bola de fuego cuando explosionó. Los que aún pueden mantenerse en pie, tienen acorralado al último licántropo vivo sobre Lechberg, pero no por ello la lucha está igualada. Las casas, de madera y piedra, permanecen cerradas. Desde la calle principal, la que lleva a un edificio de aspecto más señorial, se acerca desde la lejanía un nuevo destacamento de refuerzo: soldados con picas similares a los que ya han perdido la vida defendiendo esta plaza.

Qué poder mostraba aquel mago, qué poca conciencia al usarlo de aquel modo! Leiath alzó la vista hacia aquel hombre, los sentimientos de respeto y miedo ante su poder, y el de asco ante sus actos luchaban por aflorar en su semblante. Pero no, ahora no podía dejarlos ver pues en las manos de aquel hombre residían las vidas de sus queridos compañeros.

Mi Señor!- dijo, para llamar la atención de aquel poderoso hechicero- tengo información importante que aportaros!

Corrió todo lo deprisa que le permitían sus débiles piernas para acercarse lo más posible y que pudiese escuchar sus palabras entre el rugido del fuego y el aullido de los lobos.

Escúcheme, por lo que más quiera! Su decisión de cerrar las puertas es sabia, pero ha dejado justo al otro lado un equipo nutrido de valientes y hábiles guerreros, cruciales para salvar la ciudad - juntando toda su voluntad para recuperarse de la carrera y no sonar como una niña asustada, continuó: en aquel carromato viaja una poderosa maga, aunque ella podría haberse salvado sola sin ningún problema, ha usado todos sus recursos para poner a dicho grupo a buen resguardo. Si ahora la dejais atrás cometereis un error fatal. Un grupo que está destinado a acabar con esta maldición, que ha combatido contra los lobos y ha salido victorioso. Magos y guerreros. Si contasemos con ellos dentro de estas murallas, la ciudad tendría posibilidad de salvarse, sin ellos... - no podía continuar, necesitaba unos segundo para recuperar el aliento.

Bendita Hala, haz que este hombre me escuche y entre en razón- rezó para sus adentros mientras jadeaba.

Había estado a punto. Si no llega a ser por Fosco y su nueva mascota hubiera estado bajo el cobijo de la ciudad amurallada, al amparo de aquel poderoso e interesante mago. Pero no había tiempo para lamentarse. Había que reaccionar con prontitud. La incansable mente del mago se puso en funcionamiento. Leiath al menos había entrado. Ella trataría de abrirles las puertas. Por otro lado estaba Flame, que podría trepar fácilmente por la muralla y tenderles una soga para trepar por ella.

- ¿De cuánto tiempo disponemos, Bruja?- Le preguntó a Eva. Ella era suficientemente inteligente para saber que se refería al conjuro de invisibilidad que les protegía por el momento.

- Flame, trepa por la muralla y tiéndenos una soga.- Al menos así, él y los que fueran suficientemente diestros, podrían pasar al interior de la fortaleza. Desde dentro tratarían de abrir de nuevo las puertas.- Necesitamos cuerdas.- Miró alrededor con impaciencia mientras mantenía a Chucrut cerca.

La maga se quedó estupefacta cuando las puertas se cerraron ante ella, solo se había preocupado de dirigir a Trompicón entre los contendientes. Pero la maga también pensaba en otra cosa en el diablillo, lo había visto durante unos leves instantes e identificarlo esa vital para salvar a Trompico.

Miro a Eva, la idea de la cuerda era buena pero eso dejaría fuera de las murallas a Trompicón y el carromato de la gitana. ¿Tiene que a ver alguna manera de abrir las puerta?.

-¡Eh, vosotros! ¡Hijos de puta! ¡No cerréis las puertas!--exclamó Babras, que no era consciente de que ahora mismo eran invisibles a los ojos tanto de los licántropos como de los guardias que defendían la ciudad.

-¿Será posible...? ¡Me cago en la pena negra!

A pesar de sus cortas piernas, el viejo guerrero se afanaba por seguir corriendo a la altura del carromato. Eso era un alivio, porque verse solo y rodeado por aquellos inmundos cambiaformas hubiera sido el final, sin duda. Aunque... ¿quién sabe? Igual la idea tampoco fuera tan, tan mala después de todo. Si Leiath había conseguido cruzar el portal y ya se encontraba a salvo, no había muchas más cosas por las que luchar en la vida.

-¡No, no, no!--se golpéo la cabeza el luchador un par de veces--Ahí dentro la bruja de Hala está igual de insegura que en cualquier otro sitio. Debo apañármelas para salvar el culo, al menos un poco más.

Un contratiempo, un verdadero y jodido contratiempo. Las puertas se cerraron justo en sus narices y ahí quedó buena parte del grupo. Al menos Leiath, había entrado, algo era algo. 

Azaron se puso a la altura del enano y caminó con él- Babras, lo mejor será que intentemos que el grupo entre antes que nosotros. Si la invisibilidad finalmente desaparece tendremos que luchar contra esos seres, mientras protegemos al resto, ¿te parece?

Cada cual se enfrenta al problema a su manera. Por ejemplo, Leiath ruega. Los demás...

¡Qué hacéis, loca! ¡Dejad a ese buen hombre que mantenga las puertas cerradas! Mucha más gente morirá si los lobos vuelven a entrar en la ciudad. Sed razonable, Lady Leiath. ¡Capitana! ¡No lo haga!

Mira Vanator desenviana su espada corta y se lanza contra la mano. Si la destruye... si la destruye, la fuerza que empuja la puerta desde dentro cesaría, y los de fuera podrían empujar. Pero la Capitana sigue con su racha de mala suerte.

El resto de campesintos que cruzaron la puerta están desorientados. Uno de ellos echa a correr para alejarse lo máximo posible de las murallas. Al cruzarse con la guarnición, es cruelmente asesinado. Leiath comprende este exceso de celo cuando las filas se rompen y los lanceros acuden a por el último hombre lobo. Al hacerlo, muestran al dignatario que se hallaba detrás: un viejo enano mucho más delgado que Babras.

¡Barón Septow! ¡Qué sorpresa!

A regañadientes, Babras asintió a las palabras de Azaron:

-Será un placer aplastar cráneos de hombre lobo.

¡La magia que nos oculta no durará mucho! Tenemos que entrar en la ciudad. ¡ABRID, MAGO!

Nah, creo más prudente mantener las puertas cerradas.

El mago prepara su segunda bola de fuego. Va a dirigirla al frente, donde alcanzaría a más licántropos. Pero también es dónde están la mayoría de aldeanos. En ese momento un híbrido logra milagrosamente asirse a lo alto de la muralla y se dispone a trepara al interior. Eso fuerza a Derinlus a cambiar de objetivo, y la bola de fuego explota a un lado del campo de batalla llevándose consigo a muchas de esas horrendas criaturas.

¿Y de dónde sacaras una cuerda, eunuco? ¿Es que piensas desatar al Chucrut ese?

Flame empieza a trepar la muralla, sin problemas para ella. Cuando la invisibilidad desaparezca, ella estará en el lado seguro de la muralla.

Fosco se cepillaba su horripilante bigote, eso le ayudaba a pensar. Parecía que no había mucho tiempo y que la manada de lobos se lo comerían. Mierda Flame, podías haberme llevado en brazos! responde ya que ese era el plan de Fosco que la mujer araña le llevase en brazos o al menos a Rufus... Siguió acicalándose el bigote, pero no había mucho tiempo. ¡Onfale, confía en mi! dijo el mediano que se ató la cuerda de seda al cinturón y rápidamente comenzó a trepar la muralla. *Ale, una carrera Chucrut jua jai ja ja!

Si había que intentar trepar mejor ahora que la invisibilidad hacía su efecto. Trató de asirse a la muralla de madera pero se le clavó una pequeña astilla de madera en la mano. 

- ¡Ay!- Dejó salir su voz sin control con lo que ello conllevaba. Un gemidito femenino y tembloroso. No podía continuar así, por lo que se llevó el dedo a la boca y lo chupo hasta localizar el origen del dolor. Se la quitó con los dientes y la escupió con desprecio.

No me has vencido aún muralla de Lechberg.- Miró desafiante a la alta muralla de madera.

A pesar de la prolongada edad, cortas piernas y baja estatura, Babras los sorprendió a todos cuando tomó impulso para saltar hacia la muralla, asirse con fuerza a un pequeño hueco y lograr trepar hasta lo alto del muro. Obviamente, no hablamos de la delicada y ágil manera de Flame para ascender como una araña, pero ciertamente resultó un método igual de práctico.