Partida Rol por web

La aparición de NIkeras lleno de esperanzas al mediano. quedan dos lobos. El portico no se cierra... Quizas... pensó el mediano antes de mirar a Babeas y gritar a pleno pulmón ULMOooooooo!!! GuÍIIIa LA MaNOooo LLÉVALa A La PUErTa!! ONFALe El LiBRoooooo InTenNTa CONTRoLar La MaNOoooooo!!!

Había demasiados factores en juego. Chucrut recibía al fin su merecido de mano de la poderosa magia ígnea de Alice. ¿Cuando sería Onfale así de poderoso? La gente parecía correr en una dirección, como si hubiera una salida. ¿Por qué la gitana corría en dirección contraria a los demás? Ya a los pies de la muralla, Onfale estaba dispuesto a deshacer su ilusión cuando de pronto vio aparecer a ...

- ¡NIKERAS!- Gritó y, sin poder evitarlo, el falso Consejero desapareció de la misma forma que había venido, dejando en el aire tan solo un ligero tufillo que denotaba que había sido manipulado el éter. Subió lo más rápido a lo alto de la muralla y corrió como alma que lleva el diablo hacia el cuerpo caído del "poderoso" mago. No se veía capaz de controlar aquella mano, pero al menos habría que intentarlo.

Con el mago finiquitado y la súbita e inesperada aparición tanto del bueno de Nikeras como de la niña y aquel diablo, Babras casi se olvida de la mano arcana. Ésta aprovecha que el luchador tiene la guardia baja para empujarlo contra Leiath, que acababa de sanarle parte de las heridas sufridas.

En la caótica situación la prioridad era la puerta y la entrada de licántropos así que me deslicé entre las piernas de los guardias para ponerme en primera línea mientras sacaba la daga de plata y cuando encontré un enemigo la clavé en sus patas.

La maga contemplo satisfecha el poder de su magia, se hubiera reído a carcajadas delante de las cenizas de Chucrut pero la situación no estaba para bromas.

De repente a su lado aparecieron los cuatro nuevos visitantes, Alice dio das pasos hacia atrás y instintivamente levanto los dedos en dirección al demonio pronunciado unas cuantas palabras arcanas. Los dedos de la maga se iluminaron y dos rayos salieron disparados en dirección al pecho del demonio.

La gigantesca mano seguía golpeando al enano pese a la muerte de su conjurador, y le hizo caer al suelo. Leiath, al estar en contacto con Babras, cayó también. Por suerte no los había tirado afuera de las murallas, pero podría hacerlo si no se movian de ahí.

Ella no tenía el poder para deshacer ese hechizo, asi que habría que esperar que se fuese por si solo o quizás atacarlo? Bueno, eso podría hacerlo el guerrero. Se incorporó y se situó al borde interior de la muralla, para poder ver mejor la escena y poder actuar con toda la sabiduría posible en un caso como ese.

Por Hala! Qué nueva criatura era aquella?! Un demonio? Y CON LOVINA DE REHÉN?! 

Después de comprobar que la bruja de Hala está bien, el viejo sale corriendo por la muralla en dirección a la puerta. En un extraño alarde de inteligencia, Babras trata de conducir a la mano mágica de nuevo hacia el portal.

-¡Vamos, cincodedos! ¡A ver si me coges!

Cuando la mujer de la gema en el rostro ataca al experimentado luchador sin venir a cuento, éste replica con la misma virulencia.

-¡Pero....! ¿Qué demonios haces, bastarda? ¿Tan joven y ya quieres morir?

-Por fin ha llegado nuestro momento--se jacta para su fuero interno Babras.

La maga contemplo con horror como sus conjuros no funcionaba. El proyectil mágico nunca le había fallado y en esa ocasión había rebotado contra el cuerpo del demonio. ¿Cómo era posible?  

Y Fosco vio a Nikeras enfrente suyo. Un tio feo y parecía que tostao por el fuego le daba la espalda. Tenía a Lovina, era su oportunidad para decir que la había salvado pro tercera vez. El rostro de Fosco era un poema, calentó su manos y fue directo a matar a ese tipo con quemaduras de tercer grado por todo el cuerpo.Yo si tuviera esas heridas también sería malvado... Eso me recuerda... Será por eso que Alice es malvada? No me aclaro, ¿su pelo es fuego o sangre de luna? y entre sus profundos pensamientos el mediano avanzaba sigiloso a su espalda, apuntaba a una parte reconocible en el cuerpo humano como punto vital Y ahí fue su estoque presto a hacer daño.

La venganza contra el enano de nada serviría. Sus actos ya habían conllevado sus consecuencias, así que acabar con el desgraciado de Babras no valdría para nada. El mago ya estaba muerto, la puerta prácticamente estaba abierta, y Flame ya no podría hacer otra cosa que descender por la muralla y seguir atacando a los licántropos que se acercaran a ella.

Así que, abandonando al enano a su suerte y a la clérigo que le acompañaba, Flame descendió por la muralla para alcanzar al licántropo que tenía más cerca*.  Así que ahora aprovecharía el brillo de Ayash para hacer más daño a sus rivales.

El brillo de la escama se tornó de color dorado, extendiéndose por todos aquellos que estuvieran lo suficientemente cerca. No solo por sus compañeros, sino también por los guardias de Lechberg y demás Lechbergianos.

Los dos proyectiles mágicos de Alice rebotan en el hombro del diablo y salen desviadas hacia arriba.

Perdón... yo normalmente no suelo perder así los estribos. No es propio de mí. ¡AY!-se queja, sintiendo el estoque de Fosco pincharle el trasero-En fin, no es tan grave... Solo ha sido un desvío de unas cuantas horas y un par de centenares de pies de donde había que dejar a la niña. Los hilos que tejen el espacio y el tiempo lo soportarán. Me despido de ustedes, caballeros.

El diablo da un pequeño saltito atrás, y ante las miradas de Lord Watcher, Leiath, Alice, Fosco y Nikeras, el monstruo rojo se arrodilla ante uno de los cadáveres de los guardias de Lechberg. Introduce las manos en la boca del difunto y estira y estira hasta lograr que la mandíbula se abra tres pies de largo. Luego se mete en el interior del cuerpo y desaparece permitiendo a la boca recuperar su forma habitual.

Lord Watcher no se lo piensa. Recoge a su hija del suelo y se la lleva corriendo con el resto de refugiados. Las ancianas que se subieron al carro también cruzan la plaza, dejando el escondite de Alice descubierto. Un par de docenas de mujeres cruzan en estos momentos entre las casas y el muro de guardias. Entonces, los proyectiles mágicos chocan contra el cartel de pintura metalizada de la posada La Copa de Bronce. En una trayectoria curvilínea, descienden otra vez hacia el suelo, abatiendo a una niña que corría entre la multitud. Permanece en el suelo, inerte.

Onfale se agacha para evitar la mano gigante, que tenaz, sigue persiguiendo a Babras hasta volverle a empujar. Uno de los lobos del exterior consigue saltar la muralla, sus ojos se posan en la deliciosa carne del eunuco, mientras el mago se afana en rebuscar en la túnica de Derinlus Vaek por alguna extraña desviación sexual. O buscando algo para controlar la mano.

Flame desciende por la plataforma, pegada a ella hasta colgar del techo. Desde allí, la combinación de armas de plata entre la humana y el pequeño Klasius consigue dar muerte a uno de los licántropos. Entonces Flame siente unas garras hundirse en su hombro. Tiene a dos híbridos a su espalda, y uno más al frente. No está en el lugar más seguro del mundo.

Los lanceros hacen lo que pueden, y no se defienden mal, pero sus armas tampoco son efectivas contra las inmunidades de los licántropos. Y entonces se produce un hecho que a los guardias empieza a desmoralizar. Uno de los lanceros mordido se empieza a transformar ante sus ojos. Un viejo amigo, transformado en monstruo. Mira Vanator intenta acabar con su condena, con la habitual puntería de la Capitana en el combate cuerpo a cuerpo. Fortich va a por otro de los kóbolds transformados y propina un tremendo tajo al lobo, que resiste. Y uno de los guardias, maravillado por el poder de su enemigo, tira su lanza al suelo y ofrece su mano al invasor.

No hay esperanza. No pueden ser derrotados. Solo podemos aceptar la inevitable transformación. Trascenderemos a una forma superior. ¡Mordedme! ¡Morded a este humilde siervo vuestro!

Y el lobo, claro, le muerde encantado.

- ¡Joder, joder, joder!- Exclamaba el apacible perfumista mientras rebuscaba (morbosamente, según el máster) entre las prendas del mago cadáver y echaba un ojo hacia el licántropo que se le aproximaba por la muralla. Sabía que no podía contar con Leiath para que le cubriera las espaldas pues anteriormente le había fallado. Sólo podía contar consigo mismo y, como mucho, con Fosco. Quizás ahora también con Nikeras, que la Divina Esencia había querido que se materializara allí mismo. Hubiera salido por patas pero el libro era importante, muy importante, estaba seguro, no sólo para él, que también, sino para resolver el asunto de la neblina. Así que armándose de valor, y lo más rápido que le permitían sus ágiles dedos, registró el cadáver.

 Nikeras exhaló un suspiro cuando el maldito diablo desapareció. No es que le gustara que ese ser andara suelto por el mundo haciendo sus maldades, pero tampoco estaba en sus manos hacer mucho más. Por lo menos Liv ya no estaba a su merced, sino a cuidado de su padre.

 Luego miró al resto, saludando con un gesto mudo al mediando Fosco, antes de sumarse a la gente que intentaba cerrar el portón. Durante su avance sacó la daga argenta dispuesto a acuchillar aquellos malditos licántropos.

Y una vez más se encontraban en una situación que parecía no tener salida. Los lobos se interponían a la dudosa decisión de cerrar las puertas. Al menos el diablo se había dado a la fuga. Podrían entre todos matar a tantos lobos? Lo dudaba, aún así ella se quedaría hasta que el último de sus amigos se pusiese a salvo, o muriesen en la batalla.

Con férrea voluntad, se recolocó en una mejor posición para que no le alcanzase ninguna de aquellas bestias y rezó para que Hala les bendijese en aquel, quizás último, combate.