Partida Rol por web

Habías solicitado una sesión de prueba, así que, la srta. Parker te tramitó y organizó el encuentro, para ello te facilitó una tarjeta magnética con una clave. Diste la vuelta y comprobaste que el logo pertenecía a un hotel, se especificaba tanto su dirección como la habitación, así como una hora.

Acudiste a la dirección en cuestión y sin ningún contratiempo llegaste a la habitación, entre medias nadie te preguntó ni hizo referencia alguna, como si fueras un cliente más del hotel. Si alguien sabía que estabas allí por un motivo muy concreto, nadie parecía ocultar interés alguno en conocerlo. Tampoco te cruzaste con nadie por los pasillos de la planta de la habitación a la que te dirigías, todo sucedía de manera discreta.

Nada más entrar se iluminaron las luces de la habitación. Una gran cama dominaba el centro de la estancia con una mesa de despacho con sillones al fondo, al lado de un gran ventanal. Pasaste también a ver cómo era el baño y descubriste que estaba en su punto, el jacuzzi o la mini piscina que había, estaba regurgitando el agua con sus burbujas características. Todo estaba listo y en su punto.

Todo parecía preparado, hasta las velas, pero no había presencia de nadie por allí, se paseó por el lugar y miró por los ventanales las increíbles vistas. Mientras se preguntaba como todas las veces que se metía en aquellos líos ¿Que coño era lo que le impulsaba? Miedo escénico, quizá.

Ninguna de aquellas citas calientes le daría la conexión psicologica que buscaba, solo era sexo. Miró alrededor sin saber que esperar de aquello ¿Se ponía cómodo? No, mejor no, todo aquello tenía dueña, si le habían entendido bien y sin su permiso no debería tocar nada. Además de que no andaría lejos. Lo único que haría sería preocuparse de que el Jacuzzi no desbordara.

Aún estaba a tiempo de largarse... ¿Sería que se hacía mayor? Pero el hecho de no controlar o saber que iba a pasar le excitaba de algún modo.

Tal como se ha dispuesto, Juliette camina por aquel extenso pasillo del hotel permitiendo que sus tacones marquen el compás de una música acorde al vaivén de caderas que ostenta. Ya luciendo una falda con un cierre en la parte de atrás muy prometedor, revela unas curvas que no se molesta ocultar, cuando un lindo trasero y esos pechos de delirio naturales, seducen apenas se fije la vista en cada detalle de su cuerpo. 

Sus piernas largas, estilizadas, suaves se revelan con cierta sutileza mientras el contraste de colores obra por sí solo. En cuanto a su rostro hay gestos que revelan picardía, cierta diversión que se mantiene en el misterio, mientras que esos ojos verdes, ofrecen un mar profundo, interesante. Atenta en sus acciones, golpea la puerta con suavidad mientras aguarda el recibimiento de Jeff. Tiene muy en claro a qué vino, no obstante piensa divertirse como nadie. 

- Buenas noches, Juliette. Un placer. - dijo a modo de presentación mientras abren le abren la puerta. 

Jeff escuchó la puerta y fue curioso a abrir ¿A quien encontraría al otro lado? Vestía de sport aunque algo elegante , chaqueta informal que aún no se había quitado y camisa, abierta dejaba entreveer la fuerza del cuello y los pectorales, cosa que acompasaba a todo lo demás de su de su talla. Sonrió a la mujer que allí encontró, sus ojos se clavaron en los de ella y no se movieron de allí.

- Sin duda lo parecen. - Dijo Jezz cuando le deseo buenas noches. -  Jeff, el placer es mío ¿Quiere pasar? - Preguntó haciendo se a un lado e invitando la a pasar.

La sonrió  con los labios unidos y cierta seguridad en si mismo. ¿Como sería esta mujer? ¿Sería a quien esperaba o se escandalizaría por el ofrecimiento?

Me agrada la apariencia de este hombre, como destila en actitud ese toque viril, imaginando sin poder evitarlo, un montón de escenas que quizás puedan hacerse realidad. Sonriendo con cierta cortesía, coqueta en su esplendor, desvío la mirada hacia la habitación sin sorprenderme por el lujo, aunque tiene ese toque íntimo que siempre suma. 

El comentario de Jeff me impulsa a morder mi labio inferior de forma sutil, como una reacción en efecto a sus palabras, sin dejar de avanzar a paso lento hacia el interior de lo que será un lugar de encuentros. - Claro. - pronuncio una vez allí dentro, quedando en el centro de la Sala. - Me agrada tu nombre... - digo al desviar la mirada por cada detalle que se puede entrever aún con la ropa puesta, dejando en claro mis intenciones al respecto. 

- ¿Bebemos algo? ¿Un brindis? - pregunto sonriendo, con la mirada puesta en esos ojos, buscando más allá de la intención implícita, deseando una reacción, un movimiento para que comience el juego y surja la diversión. 

Mientras entró y  cuando Jeff la dejó pasar se hizo a un lado pero dejó para que pasara a su lado lo bastante cerca como para captar su fragancia, para dejarla a ella oler su colonia.

- Gracias, a mi me ha causado una gran primera impresión usted, Juliette - Dijo en respuesta a el comentario sobre su nombre.

Cerró la puerta tras de si y miró como ella  tomaba noción de la sala, devorando la con la mirada. Haciendo la sentir deseada, desterrando toda duda de en lo que estaba pensando. Sonrió por la anticipación mientras la dejó analizar el escenario.

-Las vistas son impresionantes - Dijo sin desviar la mirada de ella, aunque no se refería a los grandes ventanales, jugo con ese significado mientras ella inspeccionaba la sala. - ...Un brindis, claro... - Dijo quitándose la chaqueta y dejándola sobre una silla, la camisa(entallada) dejó ver su anchura de hombros y la forma de su torso bien cincelado, sus fuertes brazos que quedaban algo disimulados por las mangas de la chaqueta ahora eran mas evidentes. - ¿Quiere algo en particular? Seguro que sabe lo que le gusta.- Le preguntó, aunque sonaba como que hablaba de otra cosa, lo dijo cogiendo el teléfono para llamar al servicio de habitaciones, pero no llamó, sino que se acercó a ella cediendo le el teléfono. Vocalizó mucho y muy despacio para que ella se fijara en sus labios, pues no le había pasado desapercibido el mordisco que se había dado en el labio o la forma en que lo había mirado.

- ¿Mientras sube la bebida y no, se le ocurre cómo podría entretenerla? - Por fin dejó de mirarla a los ojos para mirar a sus labios durante un instante y se recreo en ellos durante un par de segundos. Se acercó hsta ella hasta que quedó a medio paso, pudo volver a oler con más detenimiento su perfume. - No querría que se aburriera. -El teléfono seguía entre ellos y la distancia no era tanta como para dejarla sin espacio personal, pero estaba en ese límite que te impulsaba hacia adelante o que te hacía recular. Esperaba que cogiera el teléfono y lo dejara de lado.

Comenzaba a excitarse, podía notarlo en su anatomía y en su respiración, controlada pero algo más pesada.

El aroma que emana de su cuerpo me atrae, es agradable, tanto que despierta ese instinto primigenio durante esa corta distancia que hemos mantenido por un breve instante. - Que cortés. Me agrada. - digo en un tono suave, coqueto, tanto que parece un ronroneo felino por la intención. Al cerrar la puerta, le permito que me recorra entera, a sabiendas que quizás en breve podrá hacerlo de una forma especial, más directa, más sensual. 

Divertida por ello, de por sí porque me encanta esto de que un hombre pueda deleitarse con las curvas que poseo, vuelvo a buscar su mirada como si fuera una clara muestra de intenciones. - Me alegro de que te gusten, a mi me resultan fascinantes. - confieso sincera, alzando apenas la perilla y tras girar sobre mi misma recreo la mirada con el lugar, aunque claro, él lo hará conmigo. Ante la propuesta del brindis, sonrío nuevamente bajo un halo travieso y centro la mirada en sus ojos. - ¿Que me ofreces para beber? - pregunto desde la picardía, dando a entender lo que se le apetezca. 

Cuelgo el teléfono cuando me lo da, acercando un poco más mi cuerpo y mientras la distancia ya es casi efímera, contemplo su boca un breve instante. - Toma lo que desees.- susurro muy cerca de su boca, acariciando con mi aliento su rostro. Cómo quien ofrece la fruta prohibida, y se la pone delante para degustar a placer. Noto su respiración, también como su entrepierna se revela debajo del pantalón ante la cercanía que ofrezco, cuando todo mi cuerpo está apoyado sobre el suyo, provocando. 

Juliette recogió el testigo de los dobles significados, y con aquella frase le dio alas, aunque marcó las distancias haciendo como que inspeccionaba el cuarto.

Jeff trataba de permanecer impasible, como un lobo mirando a su presa, sosteniendo su mirada, pero esta pasó a la acción y sus instintos clamaban más fuerte, si fuera por una parte de si mismo ahora mismo le arrancaría la ropa, fantaseó durante un segundo con hacerlo.

Movió su cara para juntar su nariz con la suya, entre abrió sus labios poniendolos cerca de los suyos y se detuvo a las puertas de los suyos, juguetón. Sonrió.

Su pecho inspiró profundamente  de aquella manera, recreando se ante la expectación. Dejo que ella sintiera su cuerpo, cincelado en el gimnasio, dejó que intuyera cuando había trabajado en él para que fuera apetecible para ella.

- ¿Todo lo que quiera? - Preguntó mientras una de sus manos iba hasta su cintura y la atraía hacia así, con el fin de sentir mejor todo su cuerpo pegado al suyo y evitar que se retirase, acomodó una de sus piernas entre sus muslos y en el proceso la elevó con cuidado del suelo.

En ese instante un instante la besó, despacio, pero adquiriendo ritmo y pasión.

Su otra mano también fue a su cintura mientras que la primera subió hasta su nuca para no dejar retroceder sus labios y para sostenerla en volandas mientras su lengua buscaba la suya. Ahora Juliette se encontraba envuelta por sus brazos, uno a lo largo de su espalda y otro rodeando la cintura, mientras notaba su excitación crecer.

Durante unos segundos Jeff se perdió en sus labios, en su lengua, en el calor de su cuerpo, en sentirla apretada contra si mismo. Todo lo demás daba igual.

Me encanta que juegue con la cercanía, como si fuera un intento de acercamiento, una tentación que prohibida siempre incita a más. Y como es jodidamente atractivo, está claro que caigo bajo el influjo de sus encantos mientras aquella pregunta se cuela en mis oídos y la sonrisa se amplía un poco más. - Lo que quieras. - digo en un tono sensual, aprovechando la poca distancia que existe entre los dos, invitándolo a lo que sea que vayamos hacer allí. Todo mi lenguaje corporal lo invita a explorar cada sendero erógeno que tengo, en un viaje sensorial que estoy segura, ambos disfrutaremos al máximo. 

Y en respuesta a ello lo tengo bien pegado a mi, momento en el que mis manos lo recorre entero desde la espalda para delinear cada músculo que tiene. Me encanta este hombre y al mirar sus ojos se lo digo sin decir una sola palabra, sólo con un gesto que se ve interrumpido por un beso que habla de sexo, de pasión, atracción. No me corto en absoluto cuando mi boca lo devora, bebiendo de su saliva con alevosía mientras termino encima de él y mis piernas rodea sus caderas. Esa intención, su actitud, me calienta en demasía. 

- Me gusta este tipo de comienzo. -susurro sobre sus labios y tras perderme en la tentación del instante compartido, tironeo con mis dientes del inferior, provocando a más. Si esa impulsividad la aplica en la cama, ya quiero estar desnuda y que me haga de todo. Aunque claro, el juego previo, ese coqueteo de un cazador con su presa, que gusto me da. Por esa razón decido recorrer con la lengua en una caricia muy húmeda, su cuello, incluso morderlo con suavidad mientras me mantengo abrazada a su cuerpo, buscando el roce, el avance. Lo que suceda. 

Jeff facilitó el gesto de Juliette de abrazarle con las piernas subiendo su falda con la mano al tiempo que recorría su muslo y quedándose en sus nalgas para sostenerla y facilitar la posición.

- Y a mi...- Dijo al oido de ella aprovechando que había hundido su cara en su cuello. Encontro el lobulo de su oreja y lo mordió con suavidad, como si fuera una parte de él. 

Durante un instante hizo gala de fuerza quedándose en aquella posición casi sin inmutarse, contestando a sus caricias con la boca como buenamente podía mientras su cuerpo estaba en tensión. Sus brazos y sus manos la sostenían, quedando ella por encima de él y era como si ella se lo fuera a comer. Y aquello le excitaba de sobremanera. Tras unos segundos que se le hicieron mas cortos de lo que en realidad fueron Jeff, excitado de forma evidente, Juliette podía comprobar por como una parte de su anatomía se clavaba contra ella dicho hecho, Jeff, se dio la vuelta para depositarla con suavidad y cuidado sobre la cama.

Necesitaba sus manos para continuar, desabrochó su falta y según la desabrochó pareció retirarse, pero sus dedos recorrieron en aquel movimiento sus piernas, toda su longitud, con alevosía, para detenerse en sus pies y descalzarla. Beso el empeine de uno de ellos, del ultimo en descalzar, antes de proceder a quitarla la falta. No lo iba a hacer rápido, no lo iba a hacer de forma precipitada, era su regalo e iba a saborear cada momento, eso decían sus ojos que se clavaban en los de Juliette en este momento.

Pero tampoco lo hacía de ese modo por que sospechaba que de ceder a ese impulso de precipitación, acabaría dejandose arrastrar por ese deseo que le consumía; aún era pronto para explotar aquel incentivo. Encontraría un momento mas propicio para liberar aquella motivación.

Son besos, lametones y mordidas lo que va surgiendo entre los dos, cuando la necesidad de sentirlo en toda mi piel es un fiel referente de todo lo que ansío que me haga o en su defecto yo hacerle. Una vez que estoy en la cama, separo las piernas para exponer mi sexo que escondido con la tela de la braguita, se encuentra muy hambriento de Jeff. Llevo puesto un conjunto negro de encaje, bastante pecaminoso a las vistas porque da a insinuar un montón más allá de los pechos voluptuosos que tengo de delirio. 

Una de mis manos se desvía hacia mi coño, jugando entre caricias así puedo provocar aún más esa erección que delante de mis ojos está sabrosa. 

- Hm, aquí me tienes. - digo en un tono meloso. 

Los besos sobre mis pies, me impulsan a morder mi labio inferior mientras dos dedos se cuelan debajo de la tela, untándose suavemente con la excitación que emano. 

- ¿Quieres? - ofrezco y lo miro a los ojos. - Sabe rico.

A su merced me encuentro, esperando que haga de mí lo que quiera y así corresponder para que no se olvide de lo que es tener una mujer a su disposición en la cama. Es tan atractivo a las vistas, que en mi mente ya imagino como tenerlo para mi, incluso como araño esa espalda tan musculada mientras me folla con fuerza. Lo deseo, y se lo hago notar con mis gestos, con mi cuerpo que se estremece ante su andar. 

Al retirar su falda quedó al otro extremo de sus piernas, largas, estilizadas y que acababan en su sexo que le enseñaba sin pudor. Jeff sonrió mientras ascendía por sus piernas, sus manos acariciaron el interior de sus muslos y sus labios siguieron sus manos mientras besó su vientre, al tiempo que descubría su sexo.

- Claro que quiero - 

Quería que sintiera algo de anticipación, que lo deseara antes de tenerlo, pero la propia anticipación de Jeff entraba en juego y jugó en su contra haciéndole actuar de una forma más impulsiva de lo que hubiera querido. Con su sexo a su merced chupo sus dedos antes de empezar a jugar con él. Buscó su clítorix y sus dedos jugaron alrededor de él mientras miraba sus ojos buscando indicaciones de como le gustaba.

- ¿Sabe rico? - Dijo como si fuera algo que debía comprobar por si mismo

Allí acomodado entre sus piernas mientras trataba de arrancarle gemidos de placer, en cuanto encontró el ritmo que parecía hacerla gemir, sus manos  dieron paso a su boca, a su lengua, mientras que con sus dedos comenzaba a penetrarla.  No tenía intención de parar o de darle tregua alguna hasta que estallara de placer la primera vez.

Jeff podía notar su erección contra la cama, aplastada por su peso, el pulso en las sienes y en su miembro. Estaba perdiendo el control poco a poco, ahora mismo solo se podía concentrar en su olor, su sabor, el sonido de su voz y sus gemidos. Como si fuera lo único que importara en este momento.

Recostada en la cama con mis piernas abiertas y él allí saboreando cada detalle de mi coño hambriento, convierte en sí la situación en algo perfecto. El calor de su aliento sobre mi sensible piel, la humedad de su lengua al recorrer cada detalle o el juego cadencioso de esa boca, succionando, acariciando con total alevosía, me eleva infinitamente y hace que me retuerza en la cama o simplemente levante las caderas entre tanto goce. 

Tan entregada me encuentro a su labor, que mis manos se deleitan con mis voluptuosos pechos, tironeando de los pezones, creando esa pequeña dosis de dolor que necesito para que esto sea perfecto. Lentamente le ofrezco pequeñas gotas de ambrosía, a sabiendas de que ese exquisito sabor posiblemente probaré con mis labios cuando regrese a mi. No sé cuánto nos lleva, pero los escalofríos y esas oleadas de calor se intensifican, tanto que busco más y más. 

Sentir esos dedos que me penetran, es el plus necesario para apretar con las paredes de mi sexo e invitarlo a que me folle, a que me haga de todo en la cama y me destroce. Todo mi instinto primigenio está en vilo, lo deseo, esa lengua me está enloqueciendo y por esa razón, cuando ya no puedo resistir más la excitación por esas bonitas oleadas de goce, desatando mi primer orgasmo en su boca, allí dándole sorbo a sorbo de beber mientras los gemidos surgen sin más. 

- Uff... Jeff... Me tienes muy caliente. - confieso jadeando. 

Sonrió cuando Juliette explotó, pero mientras lo hacía no le dió cuartel, siguió estimulandola sin descanso.

Jezz se separó de su sexo atrapando entre sus labios, con delicadeza su clitorix y tirando levemente de él dejándolo escurrirse entre sus labios con suavidad. Para luego comenzar a subir por su vientre vesando su piel, y deteniendo se a jugar con sus pechos, parando únicamente para desabrocharse la camisa. Mientras tanto se iba colocando entre sus piernas y su cuerpo comenzaba a deslizarse sobre el suyo. 

- Me encanta tu sabor. - Dijo evidentemente excitado, no solo por lo que se podía notar entre sus piernas sino por la forma de hablar, de respirar, por su mirada y la forma en que parecía que iba a comerse la.

La camisa voló a un lado, descubriendo su torso, depilado, con los músculos definidos y abultados lo justo como para ser atractivos e impresionantes, pero sin llegar a ser excesivos. Tiró de ella, esta vez con menos delicadeza, más ímpetu, para acomodarse de mejor modo entre sus piernas y se desabrochó el cinturón y los pantalones, dejando libre su miembro, para apoyarse sobre sus dos brazos estirados para atraparla entre la cama y él.

Sus ojos buscaron los suyos en un delirio de deseo difícil de explicar y sus labios la besaron mientras se  inclinaba sobre ella.

Tras explotar de placer debido a la atención ofrecida, aumentando la necesidad de más, le permito que me recorra como si fuera una exploración sensorial sumamente erótica. Ante el roce siento como la piel reacciona y la respiración se acelera debido a la intensidad de la atracción misma. Con mis piernas aún separadas, noto como poco a poco va subiendo de forma escalonada, deteniéndose en lugares que a mi, podrían volverme completamente loca. 

Se deshace de su camina, y su torso es lo primero que toco cuando la yema de mis dedos se deslizan por él. Mis gestos son una declaración de intenciones, más aún cuando es su miembro el que ahora se encuentra expuesto. Imagino el placer que puede ofrecer al ser tan pequeño mi coño y me estremezco. Rápidamente me dejo arrastrar, sonriendo por ese toque brusco que calienta a más no poder. 

Y nos volvemos a besar, con más pasión, entremezclando su saliva, la mía y mi ambrosía. Lo devoro entero mientras mis uñas se clavan sobre su espalda, provocando ese instinto primario que alienta a muchas cosas. Ya fijando mis verdosos ojos en lo suyos, cuando separo mi boca de la suya, susurro. 

- Hazme lo que quieras, quiero estar llena de ti. Gozar... -confieso a modo de petición. 

Declarando intenciones, abriendo puertas a sus más oscuros anhelos y porqué no, a los míos. 

Jeff escucho su voz y fue melodía preciosa. La besó nuevamente mientras la ayudaba a desembarazarse de la parte de arriba.

- Te necesito sentir entera - Dijo cerca de la desesperación de puro deseo.

Mientras se encendía más encontró el lóbulo de su oreja y lo mordió con delicadeza y besó su cuello perdiéndose en su perfume. Jugo con sus pechos mientras le quitaba el sujetador. Luego le sacó las bragas, ya no podía hacerlo con cuidado.

Luego la rodeo por la cintura y la levanto de la cama para sentarla a horcajadas sobre su regazo, quería que sin tiera su excitación, estaba dispuesto. Juliette al estar sobre sus muslos quedaba levemente por encima de Jeff, y este la miraba a la par.

- ¿Como te gusta? - Preguntó con los ojos brillando de deseo clavados en los suyos. La levantó un poco más y comenzó a introducirse en ella, al hacerlo contuvo la respiración mientras entraba por primera vez.

Esos besos en el cuello, como los dientes muerden la piel en zonas erógenas, te elevan al cielo por el puro placer que el instinto es capaz de ofrecer. Mis jadeos se escuchan con mayor intensidad, buscando ese punto donde todo es pura excitación que necesita alimentarse de más y más. Me encantan sus palabras, sabe que decirle a una mujer cuando está tan entregada y por esa razón, mis ojos verdes lo miran con detenimiento, devorando e imaginando mil maneras de follarme a este hombre que me encanta. 

- Y yo a ti. - respondo en un susurro. 

Una vez me siento a horcajadas sobre su regazo, la sensación es exquisita cuando lentamente ingresa a mi, haciendo que un gemido se escape de mis labios mientras lo acaricio con lengua por el cuello. El sabor de su piel, ese cuerpo tan marcado, hace que lo quiera acariciar entero y ofrecerle todo tipo de sensación que nos impulse a desbordarnos, a dejarlo todo en este aquí y ahora. 

- Haz lo que quieras, solo fóllame hasta el cansancio y de la forma que deseas. - confieso a modo de respuesta. - Me pones mucho, siente lo húmeda que estoy por ti. 

Y tras aquella declaración de intenciones, mis caderas comienzan a danzar con suavidad. Soy bastante estrecha y eso ofrece una abanico de sensaciones la mar de interesantes, y no me corto, busco más. Lo quiero todo. 

La humedad de su sexo y el calor del mismo hicieron que Jeff se excitara más, abrió levemente la boca y su respiración se hizo más profunda. Juliette pudo sentir a su miembro crecer un poco más dentro de ella.

Tras un segundo en que se quedó quieto mirándola, disfrutando de la sensación que le ofrecía, la rodeo con un brazo por la cintura y su otra mano agarró su glúteo con firmeza; Pegando su torso al suyo la levantó y dejo que su peso volviera a hacer todo el trabajo para volver a penetrarla lenta y profundamente. Comenzó a repetir aquél movimiento, moviéndose como una culebra entre sus piernas, buscando aplacar la necesidad que tenía de ella. Poco a poco empezó a aumentar el ritmo, parecía poder mover la con facilidad, el esfuerzo mantenía su torso en tensión, sus músculos resaltaban por dicha tensión, mientras no dejaba de mirarla, sus ojos, su boca.

Intentó besar la pero con el vaivén de sus cuerpos no atinó(en su lugar encontró su barbilla y la sujetó entre sus dientes durante un segundo antes de soltarla), se rió de su torpeza mientras no dejaba de moverse.  Sonreía feliz, despreocupado, disfrutando con ella

Poco a poco se iba inclinando hacia adelante, sin dejar de moverse, pronto se dejaría caer sobre ella para continuar sobre la cama.

Esos amarres me tienen en verdad muy loca, es muy excitante cuando el hombre utiliza su fuerza en puntos donde puede ser una experiencia totalmente erótica. Y por esa razón cuando rodea con el brazo mi cintura, jadeo envuelta en el placer que me está ofreciendo ya con su polla muy dura en mi interior. La sensación es muy fuerte, de esas que no olvidas y más aún cuando comienza a mover mi cuerpo a su merced. 

Mis caderas danzan al compás del sonido acuoso de mi coño goloso, que va humectando a medida que el instante se torna más y más intenso. La mordida en la perilla me hace sonreír, tentando esos bajos instintos que ya están alborotados por la presencia de este hombre. Y por esa razón con mis manos cojo el rostro de Jeff para besarlo con alevosía, descaro y con una imperiosa necesidad de beber sorbo a sorbo de su saliva. 

Esto es lascivia pura, es roce cuando mis voluptuosos pechos quedan apretados con su torso y como esos gestos tan sensuales surgen solos en mi rostro para reflejar lo hermoso que lo estoy pasando. Otro movimiento más brusco de cadera imprimo, incluso cuando soy ayudada por esa mano enorme que abarca una parte de mi trasero. Con la mirada le digo miles de cosas, y sigo alimentando el placer de los dos. 

Jeff no podía apartar la vista de ella. Le dejaba tomar la iniciativa, pero sentía que Juliette le llevaba a donde quería, aunque no había ninguna queja del rumbo que habían tomado, ni de a donde habían llegado. Sentía su interior, su calor, su peso sobre él, como lo manejaba. En varias ocasiones abrió la boca para dejar un gemido de satisfacción. Cada uno de sus movimientos acrecentaba su ansia de más y le hacía moverse con más energía, besar la con más ganas, buscar con sus manos los recovecos de su cuerpo.

En un momento dado susurró:

-"Me vuelves loco." 

Sin más aviso la levantó por completo mientras la besaba para tumbarla con la espalda sobre la cama, quedando encima, apresando la contra la cama como había hecho antes con sus brazos a ambos lados de ella, para abandonarse a lo que le pedía su cuerpo y su instinto, sin pensar en nada más que su cuerpo, en el sonido de sus gemidos. Y una vez en aquella posición pudo imprimir mas intensidad, mas cadencia, sentía la urgencia(de forma evidente) de acabar, entre jadeos, avisó a su compañera.

- "No aguantaré mucho más..."