Partida Rol por web

Tal vez la apuesta de Nathalya fue tan descabellada, que funcionó. Adirael había conseguido golpearla repetidas veces gracias a la variedad de sus ataques, en otras palabras, el factor sopresa de enfrentarte a alguien cuyas habilidades desconoces.

La maestra cazadora tras observar los movimientos de Adirael determinó que un estilo de combate basado en agarres sería mas efectivo que el combate abierto en el que ella era claramente inferior. Con aquello en mente se lanzó a hacer una de las llaves mas complejas pero a la vez de las mas efectivas si se ejecutaba correctamente: Una llave de piernas.

Una vez ejecutada, Adirael no se equivocó al predecir la superior fuerza de Nathalya, la cual no le resultaría dificil ahora roper o sacarle del sitio la pierna. Algo que por supuesto no iba a hacer, aquellos combates no se hacían con ese fin, pero si aplicaría una fuerza descomunal para obligar al psiquico a rendirse a la vez que el dolor era mas agudo por momentos.

Los soldados de alrededor comentaron y algunos exclamaron sorprendidos ante la intensidad del combate, Nathalya había conseguido algo que a ninguno se le habría ocurrido.

 - Au... - Adirael no tenía ningún temor en mostrar sus debilidades, porque no eran debilidad como tal. Las conocía muy bien y eso le daba ventaja.

 Estaba inmovilizado, pero las fuerzas estaban igualadas gracias a su destreza, incluso a pesar de que la fuerza de Nathalya era bastante superior a la del psíquico. Era el precio por el cultivo de la mente. Una mente en un cuerpo sano que se resistía. Cada movimiento quedó reflejado en fotogramas dentro de su mente, registrado para analizar el punto débil gracias a su pretenciosa omnisciencia. Pero aquellas técnicas no tenían movimientos para ser contrarrestadas, o no muchos.

 Adirael seguía con su posicionamiento, aunque mental, dentro del Jeet kune do. No se resistía toscamente, sino que se amoldaba al cuerpo de Nathalya para contrarrestar su fuerza lo mejor posible, se amoldaba a ella como el agua se amolda a la tetera.

 Contrarrestar aquello de una forma poco común le granjearía una mala imagen, tenía dos opciones, rendirse. O continuar tratando de liberarse, si lo hacía podría contraatacar y acabar el combate, o no soltarse y aceptar la derrota. De otro modo, debería tratar de asaltar su mente, confundirle a através de la telepatía o dañarla por encima de lo que parecía propio en un "combate amistoso", el Sambo era una de las formas de combate con mejor defensa que Adirael conocía, era inteligente utilizar la defensa como el mejor de los ataques. No podía sino reconocer que merecía hacerle todo el daño que le estaba haciendo, obligando a sus músculos a tensarse al límite de su capacidad.

 El cuerpo acepta el dolor y Adirael se muestra incorruptible por el yang. Inspira lentamente, busca la armonía entre el cuerpo de Nathalya y el suyo. Acepta el buen golpe y resiste. Es lo único que puede hacer.

Para ser realistas, a simple vista Nathalya no era especialmente alta o corpulenta, almenos no lo era mas que ninguno de los hombres que estaban bajo sus ordenes, su musculatura engaña, un arte marcial como el sambo ruso no le pegaba en absoluto, sin embargo (y esto el algo que Adirael comprobó de primera mano) era experta en su ejecución. Era un estilo de lucha extremadamente violento y por ello dificil de aprender, practicamente no tenía restricciones, las lesiones graves estaban a la orden del dia para quienes lo practicaban.

-Puedes... rendirte... cuando...quieras...

Sugirió con una sonrisa escondida entre grandes esfuerzos.

Nathalya siguió agarrando y forzando la pierna de Adirael, pero en un momento determinado el psiquico notó una bajada notable de la fuerza sobretodo en la rodilla izquierda de la maestra, de nuevo parecía estar siendo muy cautelosa con esa pierna, hasta el punto de dar una oportunidad de oro al psiquico para liberarse.

- Tiendo....a....no...darme por...vencido .tan.."fácilmente".

 Adirael no tenía fuerza para sonreir en la tensión a la que le sometía Nathalya, pero se podría decir que no parecía muy disgustado estando tan cerca y con completo contacto con la maestra. Era evidente que no era placentero, a menos que el dolor tuviese algo de erótico en aquel encuentro. Era una decisión más dificil de lo que parecía...

 Aceptar la derrota sería concederle un alto honor a Nathalya, lo que levantaría la moral de las personas bajo su mando. Pero desprestigiaría, en parte, al equipo alpha, a pesar de que Adirael no era el mejor representante de sus capacidades físicas.

 Sus huesos crujieron, demostrando que no era todo lo agua que deseaba ser, su cuerpo estaba hecho de materia bruta, quebradiza ante la presión y la tensión, los músculos se podían desgarrar, los huesos romper y la piel retirar. Era el símbolo evidente de la mortalidad. El dolor como un ensayo de la muerte. Adirael aprovechó aquel momento íntimo para susurrar algo, un susurro tan bajo que se apoximaba más a un intento de telepatía poco satisfactorio debido a lo delicado de la situación.

 - ¿Qué. es...lo que le sucede a tu .....rodilla izquierda? ¿Tienes miedo de.......algo.?

 Era casi un reproche, el de un maestro a un aprendiz. Adirael había dedicado su vida a la mente y la reflexión, era una parte ligada a las artes marciales que conocía y practicaba. Se trataba de la invencibilidad, del enfoque de la mente, de la lucha que había allí pero no se podía ver, aquella de la que no serían testigos ninguno de los presentes salvo Nathalya y él...era el vínculo que unía a los luchadores, era el camino que recurrrían juntos, allí, con las piernas entrecruzadas el uno con el otro, eran la vida representación de la lucha de los contrarios.

 Quien vence a otros, es fuerte. Quien se vence a sí mismo, es invencible.

 Y ella no se había vencido a sí misma. Lo había demostrado. Adirael podía golpear con sus piernas su rodilla, o tratar de hacerlo. Obligarla a apoyarse en esa pierna en sus esfuerzos, pero sólo se resistía inutilmente ante la presa de la maestra. El golpe de efecto no fue físico, quería golpearla donde ella sabía que no debían golpearla, en el conocimiento de la verdad. Y la verdad es qe detrás de toda aquella fuerza bruta y determinación, había un ser humano terriblemente vulnerable que a duras penas podía aceptar que la humanidad estaba al borde del abismo y que no podía hacer nada realmente notable para recuperarlo. En aquella rodilla estaban todos los temores de Nathalya, estaba su derrota.

 Si ella aceptaba su derrota, tal vez Adirael pudiese zafarse en un próximo intento, y si lo hacía, un empate no estaría nada mal. Adirael ya había logrado una victoria en aquella lucha. Esperaba que Nathalya se derrotase a sí misma.

Mientras Nathalya sujetaba con fuerza a Adirael se produjo in silencio tras escuchar aquel susurro. Un silencio que dejaría paso a ese vinculo entre luchadores que el psiquico tenía presente, llevando la pelea a un nivel superior.

Era obligación de Nathalya reconocer aquella victoria, no fisica, pero si intelectual por parte del psiquico, aquel combate no tenía reglas, pero no porque valiese todo, sino porque dos luchadores experimentados que se respetan el uno al otro no las necesitan, saben ver cuando vencen y cuando son vencidos.

No hubo necesidad de palabras, Nathalya deshizo la presa y se levantó ante el asombro de los presentes, los cuales muchos daban por echo que Nathalya había vencido logrando aquel agarre. En tan sólo una mirada, Adirael vió reconocimiento en los ojos de la maestra, admitiendo que lo justo era cesar aquella presa. Y probablemente con ello respondería (en parte) las preguntas de Adirael.

Sin embargo la lucha continuaba, el psiquico se resentiría de su pierna pero había luchado ya en condiciones mucho peores, no sería un problema. Nathalya cojió rapidamente posición y se concentró de nuevo sin la mas minima muestra de aflojar el ritmo de combate.

 Bien hecho. Adirael se pasó la parte dorsal del guante que cubría su mano a excepción de los dedos para despejarse los labios. Su flequillo se balanceaba mientras mantenía la posición tras conseguir levantarse. No era un combate sencillo, y estar restringiendo continuamente el uso de sus habilidades telequinéticas pasaba factura, había aprendido a depender de ellas y aquel combate representaba para Adirael una muestra de que aún le quedaba mucho por aprender. No podía depender de algo así, no siempre podría utilizarlo. Era una lección más que aprendida en realidad, era lo que le había llevado a enfrentarse a Alexandra.

 Desde hacia tiempo, Alexandra estaba en sus pensamiento más de lo que solía estar. Y eso no le gustaba. A pesar de todo, se sentía en paz.

 - Está bien. - Veamos que tienes preparado.

 Adirael avanzó en una corta carrera, el primer golpe venía de su diestra, apenas una preparación. El puñetazo no se cargaba desde atrás, sólo desde su torso y su brazo apenas recorría distancia en el impacto, antes incluso de retirarse por completo, la siniestra ya lanzaba otro golpe para asediar al enemigo, por último la diestra volvía al ataque para golpear con la mayor fuerza posible. No era necesario que los dos primeros golpes impactaran, con que el último de ellos golpease su torso, sería más que suficiente. Su rostro quedaba bien cubierto, igual que su cuello, y el movimiento de sus piernas era rápido, dispuesto a la retirada. De nuevo el kung fu le servía como ataque y defensa...aunque ahora estaba mucho más a la ofensiva.

 Todo seguía pasando lento para él, cada detalle estaba registrado. Se lo tomaba verdaderamente en serio y el cansancio empezaba a pasar factura. La sudoración iba en aumento y aunque la respiración, contenida, mantenía la armonía deseaba, pronto comenzaría a requerir de un ritmo mayor para oxigenar cada uno de los músculos de su cuerpo.

El público realmente parecía estar disfrutando de aquel combate, los rapidos y precisos golpes de Adirael y las excepcionales tecnicas de agarre de Nathalya. Muchos pagarían por ver aquel encuentro que no estaba ni mucho menos decepcionando a nadie.

Nathalya cerró un instante los puños para hacer crujir sus nudillos y continuó vasculando y buscando una abertura. Esta vez fue ella quien esperó el movimiento de Adirael.

El modo omnisciente permitió ver el peculiar comportamiento analitico de Nathalya, en decimas de segundo logró percatarse de que los primeros puñetazos ocultaban un golpe posterior bastante mas violento. Y el echo de que Adirael supiese que Nathalya lo sabía, hizo que el resultado de nuevo sorprendiera a los presentes.

Una nueva tactica inusual por parte de la cazadora la llevó a simplemente no tratar de apartarse del golpe mas violento, recibió directamente en sus costillas la totalidad del impacto, Adirael lo notaría, incluso escucharía como se quedaba momentaneamente sin respiración. Pero el dolor merecería la pena, en un movimiento rapido la cazadora trató de agarrar el brazo de Adirael. En caso de conseguirlo efectuaría de nuevo a la perfección otra llave con el proposito de derribar al psiquico con el violento golpe contra la lona correspondiente. Luego lo remataría con un fortisimo golpe propio de la lucha libre.

En caso de no lograr agarrar a Adirael, simplemente lanzaría su mejor derechazo en forma de gancho, fuerte y preciso.

Un estilo de lucha depurado, violento. ¿y sólo tienes así la rodilla? pensó Adirael en ese precioso tiempo que le daba su capacidad de preveer por unos instantes los movimientos, de ver antes de que se realizase uno de ellos cual sería su consecuancia lógica más probable. Parece que ella estaba dispuesta a jugar hasta el final, incluso si para ello tenía que recibir, sin más, los golpes de Adirael.

 El psíquico no centraba sus ataques en la fuerza, era su agilidad lo que le confería más daño en los oponentes, golpear estrategicamente para deteriorar el curso del combate, puntos del cuerpo que son más endebles, donde la fuerza es menos determinante. ambos se movían fugaces, pero el Jeet Kune Do estaba pensado para eso, para que ningún golpe se quedase sin respuesta.

 El agarrón iba bien dirigido, pero las manos extendidas en palma, de Adirael, se enroscaron como una serpiente en el brazo de Nathalya. Con la muñeca movió ligeramente la muñeca de la maestra, igualó el codo con el suyo e hizo de su movimiento el suyo propio. En aquel instante eran más una pareja de baile, casi agarrados de la mano, que dos contrincantes en un rin.

 El derechazo estaba previsto gracias a la posición de su cuerpo y no sorprendía a Adirael a pesar de estar de espaldas a Nathalya, entrelazado en su presa por poco acertada. Le obligaba a estar más cerca de lo que deseaba en un combate como aquel. Ladeando la cabeza y el torso, estaba demasiado cerca como para que el puñetazo lograse impactar como debía hacerlo un puño de esas características, y dejaba, de nuevo, su abdomen levemente al descubierto, suficiente para que Adirael, sin apenas cargar el brazo, descargase un rápido codazo.

  Después, un giro sobre si mismo con el brazo extendido para golpear a la altura del cuello y alejarse un poco, mucho menos de lo que le gustaría.

 ....Detesto las presas. Se dijo, conservando la calma.

 Ya no pensaba en terminar rápido con aquello. Aún no se había decidido nada. ¿O si?

Aquellos golpes hubiesen acabado con la resistencia de Adirael, visualizaba las posibilidades...la realización de las presas eran su derrota, de una forma muy clara. Era una cuestión de concentración, si creyese en la suerte, se podría decir que había tenido toda la buena suerte de su parte. Había sobrevivido al final, evidente, del combate.

Esta vez Adirael logró desviar las manos de Nathalya lo suficiente como para evitar el agarre. Sin embargo ese estilo de combate parecía ser el único capaz de enfrentar al psiquico, en el resto Adirael había demostrado ser superior, o por lo menos, mas rápido.

El fortisimo ancho tambien fue esquivado lo que volvió a impresionar a los presentes y no sólo eso con una maestría admirable volvió a contraatacar castigando el ya maltrecho cuerpo de la maestra.

Ante la lluvia de golpes Nathalya tensó musculos de abdomen y rostro para encajarlos lo mejor posible, Adirael ya notaba en ella sintomas de aturdimiento y movimientos menos liquidos, probablemente tras el golpe en la cara ya estuviera viendo algo borroso.

A pesar de todo la maestra trató de llevar a cabo el mismo patrón anterior pero trató de ejecutar una llave mas basica caracteristica del karate, tratando de agarrar el brazo que acababa de golpearla. De no conseguirlo trataría de asestar una patada alta directa a la cabeza del psiquico. Si lo conseguía le remataría en el suelo.

 El sol se encontraba en lo alto de la más alta cumbre. Era como un resplandor cegador que se dibujaba en un anillo de fuego relampagueante. Recuerdo la sombra de mi brazo derecho y un dolor a la altura de las mejillas, molesto, por el esfuerzo de querer mirar a lo alto a pesar de la luz.

 La brisa transporta un aroma peculiar. Es algo natural, es como el bosque mostrando su intimidad. Hay polen blanco y pétalos en el aire, pero su aspecto y su tacto es áspero ante la cegadora luz del sol.

 Recuerdo el frio de la piedra bañada por el agua del manantial en la espalda, encharcado el tejido que cubre mi torso. No recuerdo respirar entonces. Ni necesitarlo.

 Fue una sensación efímera pero se recordaba reconfortante. Después le seguía su contrario, el dolor en el pecho, en las piernas, en los nudillos ensangrentados. En el sabor a sangre de las encias. Aquella no era la primera paliza que recibía.

 China quedaba muy lejos. Aquella, demasiado en el tiempo y en la distancia. Pero Adirael recordó aquella sensación entre la paz y el abismo muy de cerca gracias a Nathalya.

 Antes de pensarlo...Adirael utilizó torpemente los brazos para levantarse, sus piernas no flaquearon, pero parecían tener cierta dificultad para acordar con su torso cual era la mejor posición para mantener el equilibrio. Como en aquel entonces, sus párpados se vieron apretados sin llegar a cerrarse para observar lo que simbolizaba aquel sol. La Verdad.

 Y con la suavidad del levitar pasivo de una hoja arrastrada por el viento, aquel hombre, movió sus brazos, sus manos, retorció natural sus muñecas y dibujó en el vacio. Apretó los puños y colocó los brazos flexionados en paralelo, junto a sus costados. Inclinó las piernas y descendió inspirando muy lentamente, como si no lo necesitase, sino como un movimiento más de un cuerpo que se armoniza con aquello que le rodea. Los párpados se relajan, y los ojos con un brillo opaco observan más allá de su oponente.

 La respiración es pausada, pero marca una pauta evidente en los movimientos. Concatenando cada acción con una reacción.

 Desplaza las piernas y adopta una posición suave, estilizada, lenta....de pronto, se vuelve rápida, más frenética, y su sentido cambia.  Es el dueño absoluto de su cuerpo. El dolor, sólo es parte de él, igual que sus movimientos.

 Avanza impredecible y golpea con la palma abierta. Un gesto sencillo que guarda tras de sí más de noventa movimientos.

Hacía mucho tiempo que la cabeza de Adirael no sufría un golpe tan violento contra el suelo (por suerte este no era totalmente rígido) y tampoco su pecho. Pero aun podía aguantar, aun podía continuar y levantarse igual de aturdido que Nathalya. Eso era de alguna manera una forma mas de continuar aquella conexión entre dos autenticos guerreros.

Adirael lanzó de nuevo otro golpe, pero el cuerpo de Nathalya ya no resistíria lo suficiente como para tratar de recibirlo y contraatacar con otra poderosa llave y en su estado actual, tampoco logró ser lo suficientemente rapida como para apartarse a tiempo. La palma de Adirael encontró su objetivo e hizo retroceder a la cazadora, tambaleandose, hasta las cuerdas y allí permaneció unos segundos, enconjida, mas por tener que asimilar su derrota que por el dolor.

Ella no era de las que se rendía, estaba dispuesta a seguir y luchar hasta que su cuerpo simplemente no se moviera, pero ese no era el objetivo de aquel combate, ahora mismo ya no era rival para Adirael y tal vez nunca lo fuese. Por puro respeto al combate limpio era hora de dar la victoria a su rival, el justo vencedor.

Abandonó su posición de combate y tratando de aparentar la menor debilidad posible se acercó al psiquico y le ofreció la mano a modo de saludo. El combate había finalizado y la victoria era del Alfa.

Los presentes no pudieron menos que aplaudir a ambos, habían sido un ejemplo tanto de habilidad como de respeto. Ninguno de los dos había defraudado a nadie. Nathalya no sentía su orgullo herido, almenos no mucho.

-Es un honor tenerte con nosotros...

Dijo con una sonrisa mientras le ofrecía la mano, no hacía falta decir mas, el combate había sido la mejor de las conversaciones.

 Adirael pudo haber dicho con palabras lo que se expresabacon cada uno de sus gestos. Los recuerdos se arremolinaban en su mente, el recuerdo de lo que era la humanidad. Quien a monstruos se enfrenta cuidese de no convertirse en uno de ellos. Había aprendido una lección de Nathalya por su humildad y determinación, y era, lo importante, que ambos habían aprendido cosas o habían tenido la oportunidad de hacerlo, aunque sólo se tratase de conocerse mucho mejor.

 Estreché su mano, pero en ese momento también le ofrecí una pronunciada reverencia de respeto, al más puro estilo oriental. Me incliné todo cuanto pude como muestra de mi profundo respeto por aquella guerrera y serio, me alce para mirar sus ojos y tratar de comprender lo que sentía su alma. Estaba muy cansado, y de haber continuado, la victoria no era nada clara. aún así, consideraba que ambos habían ganado algo en aquel combate.

 - El honor es sólo mio.

 Le discutió afable, positivamente impresionado. Asintió con decisión y le devolvió una sonrisa que rozaba la complicidad.

 - Sería un placer poder unirme a vosotros allá donde vayais.

 Puede contar con ello, sargento.

 Y aunque utilizó su rango delante de todos aquellos hombres, aquel encuentro ya le resultaba informal, intrascendente comparado con las combinaciones de movimiento para hacer que cayesen al suelo o los golpes duros al torso.

 Estoy seguro de que pasaré unos cuantos días con dolores...

 se lamentó bromeando un poco consigo mismo.

-Lo mismo digo.

Respondió y no sólo como una formalidad, las fuerzas de Elysium no sólo contaban ahora con otro psiquico, sino que era ni mas ni menos que el psiquico del escuadrón Alfa, considerado por muchos, el mejor, probablemente el único que superaba a Eva, el único nivel 5.

Nathalya se bajó del rin, uno de los hombres se ofreció a ayudarla pero rechazó el ofrecimiento con un gesto amable, luego cojió una toalla y se la puso al cuello para tratar de secar un poco el sudor y se sentó en uno de los bancos a esperar que se le pasara un poco el cansancio y el dolor antes de ir a ducharse. Aquel combate había sido suficiente entrenamiento por ese dia. El resto de hombres volvieron a sus ejercicios en el gimnasio aunque dos de ellos se subieron al rin bastante inspirados por el combate que habían visto.

Sin duda Adirael notaría que aquellos "maestros" que había conocido, eran en cierta manera el legado de sus compañeros caidos, no se podía negar el parecido, almenos en el carácter de Avner a Noam y de Nathalya a Logan. Sin embargo Dianeira era una clara excepción, era casi lo opuesto a la magnánima Alexandra, asi como la alfa parecía tener una luz especial a su alrededor, a Dianeira parecía embolverle la oscuridad.

Tal vez el tiempo otorgaría a Adirael la posibilidad de marchar al combate contra los demonios con un grupo de la calidad del Alfa, una segunda oportunidad que sin duda ayudaría a Adirael a redimirse o almenos ayudaría. En el mundo actual las segundas oportunidades eran un lujo casi inalcanzable y tras ver las circustancias tanto internas como externas de Elysium, Adirael vería muy lejos aquella posibilidad, pero almenos "la vería".

El psiquico era libre ahora de elegir su camino, desde luego estaba siendo un dia... intenso.

 Adirael también descendió, aunque de soslayo mientras se limpiaba los efectos de la lucha intensa con una toalla como habría de hacer Nathalya, observaba a los que ocupaban ahora su lugar. Viendo aquello Adirael no recuperaba la fe en la humanidad...se trataba de una esperanza que había tenido un alto precio. Quizás demasiado alto. Adirael sopesaba siempre las posibilidades, y aunque tenía que hacerse, tenía que ganar, sabía que cualquier victoria sería ya igual que una derrota. Habían perdido demasiado.

 Se acercó a Nathalya justo antes de marcharse de aquella sala.

 - Algún día vas a tener que enseñarme un par de inmovilizaciones como esas.

 Espero que podamos repetirlo algún día.

 No esperaría una respuesta muy detallada, pero si al menos una mirada. Creía que sentiría lo mismo, que querría practicar con gente a ese nivel, era una buena forma de mejorar, de aprender nuevos movimientos, de adaptarse, de anticiparse...era una opción que un demonio no te dejaba.

 Adirael sabía (por experiencia propia) que enfrentar a un rival humano no era como enfrentar un demonio y por eso mencionó:

 - No me gustaría ser un demonio que se cruce en tu camino, Sargento.

 Cuídese.

 Asentí, dispuesto a entrar en las duchas. No tenía mucho tiempo ocioso y aquello le había llevado un buen rato. Quizás, antes de comer, podría visitar a la maestra de evocadores. Tenía curiosidad por ver que clase de personalidad tenía...la última vez...bueno, con los alpha todo era complicado, salvo con Alexandra, ella comprendía todo.

-No creo que tenga mucho que enseñarte pero aqui eres bienvenido siempre que quieras. Hacia tiempo que no tenía un combate como este.

Y dijo aquello último para bien por supuesto, la dificultad de enfrentarse a Adirael en un combate puro cuerpo a cuerpo no era sino un gran aliciente para ella, valoraba los retos.

-Cuídate tu tambien, ya nos veremos.

Se despidió haciendo una especie de saludo militar algo informal y relajado. Era una persona sencilla, cuando no estaba en plena misión o combate su personalidad era natural y no muy distinta a la de una mujer de su edad. Quizá no era el estereotipo ideal de lider, pero estaba claro que contaba con el total apoyo y respeto de sus hombres, unos lazos comparables con la hermandad de los templarios.

Hasta ahora Adirael había estado con templarios y veteranos soldados del ejercito y fuerzas especiales, en ambos casos podía observar que como grupo, entre ellos, la relación no era de sangre, pero si muy importante y profunda y que a su manera respetarían y aceptarían rapidamente a todo aquel que compartiera ciertos patrones con ellos. Esta claro que en el caso de los militares era infinitamente mas sencillo, Adirael lo acababa de comprobar. En el caso de los templarios era complicado antes, y ahora bajo el mando de Dianeira lo parecía aun mas.

Sin embargo ahora el psiquico se dirigía de nuevo al ala de cabalistas y enseguida notó que las personas que allí se encontraba funcionaban de forma mas individual (tambien eran muchisimo menos numerosos que los cazadores) empezando por Eva y continuando por Avner y su escuela de invocadores. Adirael comprobaría que la escuela de evocadores tambien seguía aquel sutil patrón.

Nada mas entrar a la sala comun, Adirael notó la diferencia, no había apenas decoración, había silencio y tan sólo se encontró con una persona, una evocadora que venía del pasillo que llevaba a los apartamentos con pinta de haberse despertado no hace mucho, el nivel de indiferencia que ofreció aquella mujer mas bien joven pudo resultar sorprendente siendo aquella la primera vez que Adirael aparecía por ese lugar. La mujer le miró durante no mas de dos segundos, luego fue hasta la maquina de café, se sirvió uno, se sentó a la mesa y se puso a leer mientras miraba algo en una pantalla holográfica.

No era una falta de hospitalidad, sino de interés, ella no le conocía por lo tanto aquella presencia exterior no tenía nada que le concerniese. Ese era el tipo de individualismo que diferenciaba a los cabalistas que había observado del resto de grupos.

La puerta del despacho donde se suponía que trabajaba la maestra de la escuela estaba abierta y la luz revelaba que había alguien en su interior aunque desde fuera no se pudiese ver quien.

 La falta de curiosidad era algo casi deleznable, pero por otra parte, a Adirael le venía bien que no le retrasaran en su itinerario por el geofrente. Era sorprendente como a pesar de las condiciones de la humanidad hubiese personas a las que no les importaba demasiado si habían encontrado o no gente nueva ahí fuera. Era, al menos, lo contrario a lo que el psíquico deseaba, quería tener todo bien atado, conocerlos....casi igual que la presidenta, si podía, mejor.

 - Disculpeme. ¿Maria? - tentó, antes de dirigirse a su destino.

 Lo hizo con un susurro para no sorprenderla o molestarla demasiado, aunque no parecía estar haciendo nada importante.

 El cabello aún estaba mojado, pero eso únicamente le confería un aire aseado y bien cuidado. No analizó con demasiado enfasis aquella escena, pero le interesaba indagar.

 Con su nombre, su confirmación o su negativa, podría continuar en su búsqueda de la maestra. Un toque en la puerta y la espera de una orden. Sería lo más protocolario que pudiese.

La evocadora miró con rostro neutral ladeando sutilmente la cabeza.

-Evocadora- ¿Maria? a esta hora probablemente esté en la piscina cubierta.

Dijo con toda la naturalidad del mundo y acto seguido tomó otro sorbo de café.

Era obvio que había entendido a Adirael de manera diferente a la que probablemente pretendía el psiquico. Entendió que andaba buscando a Maria, no si ella era Maria. Aunque no era la información que buscaba, el malentendido podía indicar algunas cosas. Primero, esa evocadora conocía a Maria y segundo, veía algo natural que alguien preguntase por Maria y no por ella.

Esperó unos segundos de cortesía por si el psiquico quería preguntar alguna otra cosa, de no hacerlo seguiria con su café y leyendo en el holograma. No mostró el mas minimo interés por saber la identidad del psiquico y si ya la conocía desde luego no dió pista alguna de que así fuera.

Por otra parte, si el psiquico se decidía a tocar la puera ya abierta, sólo recibiría como respuesta un "Adelante". En el interior del despacho se encontraba Elena Sunfury la maestra evocadora, sentada en su escritorio con varias pantallas holograficas a su alrededor que mostraban datos y fichas de evocadores.

La presencia de Elena decía mucho de ella, un traje ajustado y a la vez discreto, impoluto. Guantes negros y finos en las manos, peinado impecable y pendientes poco llamativos. Su rostro era serio y usaba un pintalabios oscuro asi como algo de sombra en los ojos.