Partida Rol por web

En Busca de un Dios Muerto

TEATRO DE SOMBRAS

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12/07/2021, 09:24
= Narrador =

17 de mayo de 1939 – En algún lugar de las selvas del Congo.

Calor. Eso era lo que llevaban sintiendo durante la última semana todos los miembros de la expedición que había sido enviada al Congo. Un calor asfixiante y húmedo que hacía que la ropa se pegara al cuerpo y el chorreo de sudor por la cara fuera constante. El propio aire parecía difícil de respirar, como si la propia selva se estuviera quedando con la mayor parte del oxígeno. Y luego estaban los mosquitos, cientos de ellos revoloteando a su alrededor buscando su sangre. Y a pesar de todo, la exuberante vegetación impedía el paso de la mayor parte de la luz, sumiéndolos en una continua penumbra que, unida a una niebla incipiente daba la impresión de que estaban en el estómago de una bestia y que esta los estaba devorando.

Sin embargo, había un trabajo que hacer. El Tercer Reich necesitaba fondos y las minas de diamantes de África eran una fuente muy importante para financiar la gloriosa campaña del régimen. También era una misión peligrosa pues se encontraban en suelo enemigo, en territorio inglés, pero gracias a que el destacamento no era muy grande habían conseguido pasar desapercibidos hasta aquel recóndito y virgen trozo de naturaleza no reclamada.

También tuvieron la suerte de que cerca de la falda de la montaña donde debían realizar las excavaciones había una aldea de nativos por lo que, tras un pequeño uso de la fuerza, consiguieron toda la mano de obra que necesitaban para la operación.

Y así transcurría el día, igual que lo habían hecho los seis días anteriores. Una fila constante de negros bajaba a las catacumbas excavadas que salían con carretillas de tierra que, más tarde, limpiaban en busca de los diamantes que tanto necesitaban los nazis. Los soldados alemanes patrullaban el perímetro y los oficiales se encargaban de que toda la maquinaria funcionara como un reloj.

Pero, aunque todo parecía transcurrir como siempre, una sombra parecía crecer entre todos los allí presentes. Hacía una semana que excavaban y a pesar de la información suministrada, no habían encontrado aun ninguna piedra preciosa. La mano de obra cada vez era más osada en sus quejas y era más necesaria la mano dura y para colmo, seis soldados habían caído enfermos más allá de los conocimientos básicos que los oficiales tenían, obligando a convertir la cantina en un centro médico improvisado donde los soldados se retorcían entre fuertes fiebres y dolores. Y solo quedaban recursos para dos semanas más. Necesitaban resultados, y los necesitaban ya.

Notas de juego

Esto comienza chicos. Como tenéis el mapa del lugar, que cada uno diga donde está y en qué ocupa su tiempo. Podéis empezar dos en un mismo lugar o hablando, no hay limitaciones más allá de que debéis estar en el campamento o como mucho, en la excavación.

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12/07/2021, 11:18
Kurt Hartmann

17 de mayo de 1939

Un dia más comenzaba en la selva congoleña, las cosas empezaban a no irnos tan bien como debían. Los nativos estaban empezando a ser mas exigentes, exigían cada vez más y lo que es peor, la mina ultimamente no producia lo esperado, es decir no encontraban los diamantes que supuestamente deberia haber en la zona. Lo malo de todo esto es que si no lográbamos conseguir esos diamantes no conseguiriamos la misión de conseguirlos para financiar el III Reich. 

Esta mañana me acerque a observar la entrada de la mina para ver si había habido algún cambio y habían encontrado alguna veta con diamantes, si  o si necesitabamos esos diamantes.

Me acerque a los obreros que salian de la mina y les pregunté como iba el día, si habían encontrado ya algún diamante y en caso negativo el porque no había resultados positivos de encontrar los diamantes si supuestamente alli estaban.

No habia tiempo ya que no teniamos mas recursos que para dos semanas, asi que les metí prisa a los obreros, -Necesitamos que saqueis esos diamantes si o si, buscad donde haga falta dentro de esa mina, sereís recompensados, pero nos lo necesitamos ya, no hay tiempo que perder. Ahora seguid  trabajando.

Mientras siguen trabajando observo como trabajan y si estan dandolo todo, necesito ver que ellos están colaborando en todo momento, y solo es un mal momento el no encontrar los diamantes, de no encontrarlos en dos días habria que buscar otras alternativas, quizás la de encontrar otra mina. Fuera lo que fuese no ibamos a fallar a nuestro regimen.

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12/07/2021, 11:41
Rambert Müller

Los negros eran seres primitivos y tribales. Eran como animales de sangre caliente y difíciles de dominar, mucho menos de amaestrar. Les estaban trayendo problemas y ningún resultado. Rambert empezaba a sospechar que se quedaban alguna de las piedras preciosas que encontraban en las minas, aunque tras exhaustivos recursos no habían encontrar prueba alguna. Fuera como fuera, la misión estaba siendo un fracaso, aunque aún era pronto. 

Müller observaba aquellas bestias encerradas en las perreras fruto de la ingenia genética alemana. Dos perfectos y obedientes canes. Dos pastores dispuestos a seguir las órdenes que se les daban y a morder y desgarrar cuando su amo se lo ordenara. Habían hecho buen trabajo con los bastardos negros, pero no había bastado. 

¿Tenéis hambre? - Les preguntó a los perros. - El pienso no sabe bien, ¿eh? Os daría carne, pero ningún negro se ha portado lo suficientemente mal hoy. - Soltó una risotada. 

No tenía mucho que hacer. Salvo por la mañana cuando sacaban a los prisioneros para ir a las minas y por la noche cuando los devolvían a su jaula, las ocupaciones eran pocas. Organizar las guardias, pedir el recuento de provisiones y armamento y poco más. Lo que si le preocupaba era que algunos de sus hombres hubieran enfermado. ¿Por qué afectaba a soldados alemanes de raza aria y no a besas bestias de piel oscura? Esos era toda una incógnita que más sus preocuparle, le molestaba, pues creía saber la respuesta y está era simplemente, que existía una raza más adaptada que la aria a aquel entorno hostil y si la raza aria era la superior, aquel echo contradecía tal certeza.

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12/07/2021, 13:46
Johann Grimm

Joham estaba en la perrera. Últimamente pasaba mucho tiempo en ese lugar, observando a los animales. Eran unos perros excelentes y estaba tan orgulloso de ellos como si fueran suyos. A veces se entendía mejor con ellos que con las personas. Los perros son fieles y obedientes, no cuestionan a sus amos. Ese era el problema: la gente tendía a cuestionar demasiado a sus amos. Es más: todo el mundo se pensaba capaz de dirigir a los demás. El mundo sería mucho mejor bajo un mando firme. El sueño del Reich era el sueño de Joham: un lugar donde cada uno supiera donde se encontraba.

Escuchó llegar a Müller y se rió de su comentario:

—Quizás debiéramos darle uno sólo para que sirva de ejemplo. ¿Por qué enfermaron los nuestros y a ellos no les ha pasado nada? Me escama eso. Creo que se debería vigilar el suministro del agua.

Se encogió de hombros. No decía en broma lo de echarle un nativo a los perros. Cualquier cosa sería mejor que seguir allí esperando a que apareciesen los diamantes. Pero también sería desperdiciar mano de obra, claro. Lo peor de aquella misión era la incertidumbre.

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12/07/2021, 14:20
Sören Fuchs

Diario del Obersturmführer Sören Fuchs

17 de mayo de 1939

Ya hace una semana que llegamos a este lugar perdido en la selva. El resto de soldados y oficiales parece conocerse entre sí desde antes. El capitán Mahler fue escueto en su orden cuando me llamó a su despacho en aquel edificio que habíamos ocupado como cuartel en Praga. No he llegado a entender aún mi papel en esta misión, que consiste en extraer diamantes de una mina. Creo que le soy más útil al país y al Führer en Europa, pero estoy entregado a mi servicio y la lealtad a mi país será siempre lo primero. Sin embargo, puedo notar la frustración entre los soldados, pues de la mina aún no ha salido ni un diamante. Varios hombres están enfermos, pero a falta de un médico en el pelotón, están entregados a su sufrimiento. Los negros han resultado tan inútiles como se podía esperar y ni siquiera los correctivos parecen resultar un incentivo suficiente para que encuentren esos diamantes. Seguiremos buscando. Heil H...*

Fuchs cerró la libreta en la que escribía su diario. Aquella era su primera entrada desde que había llegado a esa selva. El calor de aquel lugar, además de impedirle tener un poco de paz para escribir, parecía haber cambiado su habitual estilo de escritura, más moroso y enrevesado, por un estilo escueto, seco y meramente informativo.

Se dio una palmada en la cara, tratando de matar un mosquito. Se miró la mano buscando el cadáver de aquel insecto. Después, se levantó del escritorio, se metió la camisa del uniforme por dentro del pantalón y salió de su carpa.

Las distracciones en esa selva eran inexistentes, a diferencia de las calles de Praga, donde había pasado el último mes, tras la ocupación alemana de Checoslovaquia en marzo. Era muy difícil mantener la moral alta sin que los soldados pudieran visitar una taberna, ir al cine o buscar el solaz de una prostituta. Lujos inexistentes en la selva. Deseó volver a aquella ciudad, mientras sentía los chorretones de sudor corriendo por su espalda.

Vio a dos de los oficiales junto a los perros. Quizá esa era la única distracción que habían encontrado en el campamento. Esa y pegar a los negros, que cada vez se quejaban más. Fuchs rezongó molesto mientras sacaba su estuche de tabaco y se encendía un cigarrillo.

Decidió acercarse a los barracones para observar a los soldados o, más bien, para que los soldados lo vieran a él. En situaciones de baja moral, la indisciplina era un riesgo muy alto y convenía tener a los soldados ocupados o bajo vigilancia. Allí no sólo faltaban distracciones de esparcimiento, sino también ocupaciones, pues ya tenían a los negros para excavar. Así pues, se acercó a los barracones y dio varias vueltas a la carpa, inspeccionándola.

Encontró una lata vacía de comida tirada en el suelo. Le dio un pequeño golpe con la punta de su bota y miró a un soldado que estaba cerca.

Soldado, reúna a otros dos soldados y hagan una batida de limpieza en el campamento. Puede que estemos entre salvajes, pero nosotros no somos salvajes que tiren sus desechos al suelo.

Tras decir esto, apagó su cigarrillo con los dedos y se guardó la colilla en el bolsillo de la camisa. Ciertamente, Fuchs parecía valorar el medio ambiente.

Notas de juego

*No me he atrevido a escribirlo completo, por si algún algoritmo cierra la web XD

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12/07/2021, 14:59
Rambert Müller

Conocía a Grimm desde hacía así dos décadas. No entablaron demasiada amistad la primers vez que se toparon en el frente, pero si más adelante, cuando una vez acabada la gran guerra, pudieron comprobar que compartían bastantes intereses, ideas e incluso aficiones. 

Johann era un tipo ambicioso y eso era de apreciar. El Tercer Reich no necesitaba más mediocres, sino gente que quisiera explotar al máximo su talento y en su opinión Grimm lo tenía. Además, compartían la creencia en la raza superior alemana frente a otras como la inglesa o la francesa y también compartían un odio intenso hacia maricones y judíos. 

En definitiva, Grimm le parecía a Müller un buen hombre, con las cosas claras y dispuesto a hacer lo que había que hacer para volver a alzar a Alemania al lugar preferente frente a otras civilizaciones inferiores en cultura, sociedad e intelecto.

Si no fuera por eso, amigo mío, desde luego ya habría lanzado a tres o cuatro de esos infraseres a las fauces de esos pobres canes hambrientos. - Soltó una risotada. - ¿Sabes, no creo que podamos considerarlos humanos? ¿Has visto lo estúpidos que son? Me extraña que puedan hablar. Son como monos calvos. ¿No es así? - Miró a su compatriota con una media sonrisa maliciosa en su desfigurado rostro. 

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12/07/2021, 19:41
Gregor Hoffmann

El capitán Hoffmann salió de su tienda privada y echó un vistazo por el campamento. Vio a aquel hombre de rostro desfigurado que osaba ostentar los galones de teniente charlando con los demás junto a la perrera e involuntariamente torció el gesto. Su rostro le resultaba desagradable, no podía negarlo, pero era su actitud extremista la que le crispaba más que otra cosa.

—Por supuesto que son humanos, teniente — dijo el capitán con tono irritado— . Inferiores, pero humanos.

Dudaba que aquellos hombres entendieran bien el concepto de raza. Le sorprendería que alguno de ellos hubiera leído a Haeckel o a Huth para comprender aquello de lo que estaban hablando. Pensó en explicarles que tanto un gato como un león eran felinos, aunque claramente uno era superior al otro. No lo hizo porque consideró finalmente que estaría perdiendo el tiempo. Además, no le gustaba confraternizar con los hombres de rango inferior al suyo. Hoffmann era un tipo de lo más serio y reservado, se pasaba el día en su tienda, haciendo apuntes en su cuaderno de campo sobre los negros y sus costumbres. Le sorprendía con cuanta facilidad se habían arrojado a la plena sumisión hacia el hombre blanco germánico. Era evidente que la superioridad armamentística del grupo blanco jugaba un papel importante, pero aún así Hoffmann se preguntaba qué les impedía abordarlos durante la noche y rajarles el cuello. 

La enfermedad también le preocupaba, aunque a él no le sorprendía que aquellos negroides no estuvieran siendo afectados y ellos sí. Sabía perfectamente que los negros eran portadores de todo tipo de enfermedades, especialmente venéreas, por esta última razón le asqueaban aquellas mujeres alemanas que daban a luz bastardos de Redania, degenerando y ensuciando así la raza. Pero sobre la enfermedad no le extrañaba la supuesta resistencia negroide, pues seguramente habrían desarrollado algún tipo de inmunidad y eran ellos quienes hacían de transmisores de la enfermedad para el prejuicio del grupo comandado por el capitán Hartmann. Lo que le preocupaba a Hoffmann es que aquellos negros decidieran revelarse finalmente y todos estuvieran demasiado débiles para afrontarlos. Por no hablar del retraso en el trabajo que la enfermedad estaba causando.

Hoffmann mantenía los aires de intelectual propios de un científico, pero era un tipo alto y de anchas espaldas. De pelo rubio y facciones orgullosamente arias. Su mirada adquiría a veces un tono algo siniestro, lo que animaba a no llevarle la contraria insistentemente; además su presencia física resultaba intimidante, y no solo por los galones. Daba la sensación de ser uno de esos tipos tranquilos y callados que de pronto explotan un día y son capaces de cometer la más increíble de las barbaries. Pero hasta entonces, al menos, no había tenido ninguna mala palabra para con nadie, su manera de mostrar su desagrado era más bien fría, tanto que resultaba incómoda.

Al alzar la vista hacia la mina vio al capitán Hartmann y se acercó hasta el lugar para hablar con él. Ambos ostentaban el mismo rango, pero Hartmann era el encargado de liderar aquella expedición. Desde la entrada a la mina en la que estaba Hartmann echó un vistazo al interior y después clavó sus ojos azules en los de su compañero.

—Capitán, buenos días. ¿Cómo va la cosa? ¿Algún avance?

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12/07/2021, 22:13
Kurt Hartmann

Buenas Hoffman, ningún avance y sabes que soy apacible dentro de lo que cabe y aunque estas gente no merezca lo que tienen pero si hacen que falle al régimen lo pagaran caro. Si mañana no han encontrado nada mandare dos soldados dentro y que investiguen no sea que alguno de estos mentecatos nos esté robando. Ahora volvamos al campamento y veamos como está el resto de gente y que no haya mas enfermos, debemos extremar las precauciones de la comida y del agua que consumimos. Mañana volveremos aquí a la mina y por su bien que haya diamantes. 

Hoffman sabia que yo podia tener paciencia, pero no permito que nada ni nadie me haga fallar las misiones del régimen, y si esto ocurria alguien lo pagaría, y desearían no haberme conocido, pero toda mi ira caeria sobre ellos.

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13/07/2021, 11:12
= Narrador =

El día transcurría como cualquier otro. El calor hacía que el sudor pegara vuestra ropa al cuerpo, el viento mecía las copas de los árboles haciendo que las sombras danzaran a vuestro alrededor. El capitán Hartmann increpó a los trabajadores que como única respuesta agachaban la cabeza y empujaban con más fuerza los carromatos. Hoffmann se situaba a su lado para ver como iba la operación. Y algo más alejados, junto a las jaulas de los dos pastores alemanes que parecían más nerviosos de lo normal, moviéndose mucho en la jaula y ladrando esporádicamente, se encontraban Müller y Grimm intercambiando diatribas. El último oficial, Fuchs, se encontraba dando órdenes a dos soldados que asentían y se iban hacia lo que fuera que les había encargado.

Entonces algo rompió la monotonía. Fue algo sutil, pero contundente. De pronto la atmósfera era más pesada, el viento pareció detenerse un momento, los ruidos de la jungla se contuvieron y la fila de trabajadores se quedó quieta, mientras todos a una se giraban hacia sus espaldas, dirigiendo la mirada hacia la entrada de la cueva. Alguno comenzó a temblar.

Un soldado salió de la cueva con cara de urgencia y paso rápido. Ignoró a los dos oficiales que había junto a la cueva y se dirigió directamente hacia Johann Grimm. Los perros comenzaron a ladrar hacia la cueva y un murmullo cada vez mayor se empezó a levantar entre los negros que empezaron a romper la fila y algunos parecían decididos a alejarse. El terror parecía dibujarse en su rostro. Uno de ellos empezó a correr hacia la selva.

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13/07/2021, 11:12
= Avhil =

No te pasa inadvertido ver que Fuchs está dando órdenes a tus hombres. Aunque oficial, que se crea con derecho a decirle a tus soldados qué hacer no te hace ninguna gracia. ¿Acaso cree que puede saltarte a ti como oficial intermedio?

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13/07/2021, 11:13
= Avhil =

Ves venir al joven soldado y un creciente interés despierta en ti ¿Quizás hayáis encontrado algo por fin? Claro que si. Lo has encontrado. Y por fin el mérito de esta misión será tuyo. Pero espera ¿Por qué el soldado pasa de ti? Se dirige al sargento Grimm. Tal vez sea su superior, pero ¿No eres tú acaso el responsable final de esta expedición?

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13/07/2021, 11:13
Soldado Nazi

El soldado se plantó frente a Johann Grimm y tras hacer el saludo oficial, dio el mensaje que traía.

- Mi oficial, hemos encontrado algo en la cueva. No son diamantes. Parece una... puerta. No sabemos a donde da. Los negros se han puesto muy nerviosos al verla. –

Tras dar su mensaje, quedó tieso esperando que le dieran la orden de alejarse. Entonces los negros empezaron a moverse y uno de ellos a correr.

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13/07/2021, 11:13
= Narrador =

Los dos soldados se pusieron firmes en cuanto Sören apareció. Cuando este comenzó a darles órdenes, su expresión no mudó y asintieron al oficial, sin embargo, por su lenguaje corporal, el rictus de su rostro, estaba claro que no parecía gustarles la orden que se les había dado. Los dos soldados salieron de su tienda y comenzaron a limpiar la zona.

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13/07/2021, 11:26
Gregor Hoffmann

—No pierda la fe, capitán. Seguro que no queda nada para llegar a esos diamantes. Quien persevera obtiene recompensa.

Apenas había terminado de pronunciar aquellas palabras que buscaban conciliar el ánimo del capitán Hartmann y tranquilizar su espíritu, pues lo veía algo agitado en aquella mañana, cuando de pronto la selva pareció quedar sumida en un terrible silencio despertado desde las entrañas de la mina. Un silencio solo roto por los ladridos de los perros y la repentina estampida de los negros alejándose del lugar como si huyeran presos del pánico.

—¡Grimm, Müller! ¡Qué no huyan!— El capitán señaló hacia los negros que todavía no habían tomado el ejemplo del que huía corría a internarse en la selva. —¿Qué diablos ha sido eso? ¿Se habrá derrumbado una sección de la mina?

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13/07/2021, 11:43
Kurt Hartmann

De repente parece que el mundo se para durante unos segundos, y los negros salen corriendo desde la mina. Veo que uno de los soldados pasa de mi  y se dirige hacia Grimm, parece que el sabe algo y se está saltando el escalafon de mandos. Ese soldado  tendrá que darme explicaciones, pero ahora hay que saber que ha pasado.

Agarro a uno de los esclavos, lo agarro por el cuello y le miro fijamente a los ojos. ¿Que ha pasado? ¿Por que abandonais la mina y la extraccion de diamantes? Habla o te juro que no volveras a hablar en tu vida. 

Hoffmann, asomese a la entrada de la mina e intente ver que paso, y no deje que esta escoria se vaya de aquí, alguien tiene que seguir picando en la mina.

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13/07/2021, 12:06
= Narrador =

Notas de juego

El que ha salido corriendo hacia Grimm era un soldado alemán, no un negro. El negro lo que está es huyendo del lugar.

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13/07/2021, 12:06
Gregor Hoffmann

No contestó a Hartmann, se limitó a asentir con la cabeza y dirigirse a la mina. Aún así, la mirada previa que le lanzó a su homologo podría haberle fulminado allí mismo. Hartmann estaba perdiendo el temple y tenía los nervios a flor de piel, estaba demasiado alterado. Era importante que se serenara y mantuviera el decoro. ¡Por el amor de Dios, él era el capitán encargado de la misión! Solo esperaba que no le diera por ponerse a disparar, si había habido algún temblor en la mina los disparos podrían provocar el derrumbe completo y entonces ya se podrían ir despidiendo de los diamantes.

El capitán Hoffmann no se quedó en la entrada a la mina, sino que se internó en ella dispuesto a averiguar qué era lo que había pasado allí. No parecía temerle a nada. El capitán siempre mostraba una postura recta y militar, e incluso en esos momentos de incertidumbre no perdió la compostura al adentrarse en la cueva, como si no temiera lo que pudiera pasar.

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13/07/2021, 12:18
Gregor Hoffmann

Hoffmann apenas podía controlar su excitación. Tuvo que contenerse para no echar a correr hacia el interior de la cueva en presencia de todos. ¿Qué pensarían de él? ¿Que había perdido el juicio y corría ahora en busca del peligro de manera irracional? Mantener las apariencias era primordial en aquellos momentos.

Aún así no podía evitar que el corazón le latiera con rapidez. Había tratado de desviar la atención apuntando la causa de aquello a algún derrumbe. Puede que incluso hubiera influido en el subconsciente del resto de modo tal que incluso creyeran haber sentido el temblor. La psique humana era fácil de manipular, y había que reconocer que había estado rápido en aquel instante. Pero ahora sus pensamientos solo se centraban en averiguar la verdadera causa de aquel alboroto. Y excitado como un niño ante su fiesta de cumpleaños se internó en la cueva y cruzó los sinuosos pasadizos con intención de llegar al corazón de aquello. ¿Habrían llegado al templo? ¿Qué encontraría allí? ¿Serían los vestigios de una antigua civilización? ¿Una entrada secreta a la intraterra? La emoción apenas le dejaba pensar.

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13/07/2021, 13:50
Johann Grimm

Grimm estaba a punto de intervenir para explicarle a Fuchs que no era quien para asignar tareas a sus hombres cuando llegó aquel soldado, Heinker, a dar la extraña noticia.  Asintió sin reflejar el desconcierto que le provocaba el hallazgo de una puerta en una cueva. Se dispuso a seguir al soldado de vuelta hacia el interior de la mina cuando vio que uno de los trabajadores huía hacia la selva.

—Maldito necio.— murmuró entre dientes mientras retrocedía para abrir la perrera y tomar a los dos canes por sus correas —Heinker:— se dirigió al que había dado la noticia — usted vendrá conmigo a por el fugitivo. Los demás mantentegan vigilados al resto.

Y diciendo esto azuzó a los perros hacia la selva para intentar recuperar al negro escapado. No podían desperdiciar mano de obra.

Notas de juego

Me llevo al soldado y los perros para capturar al fugitivo intentando no cargármelo salvo que sea impresincidible. Una cosa son las bravatas y otra las necesidades del trabajo.

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13/07/2021, 15:30
Rambert Müller

Rambert sacó su pistola luger 9mm y apuntó hacia el negro que huía. Estaba dispuesto a disparar contra su espalda y sin duda hubiera dado en el blanco (o más bien en este caso en el negro), de no ser por las palabras de Grimm. Al parecer quería ir por el. Una verdadera lástima, pues acabar con ese perro hubiera traído consecuencias positivas para la excavación. En primer lugar habría servido como ejemplo de lo que le sucede a aquel que huye, una forma muy gráfica de adiestrar a esos desalmados. E segundo lugar, tendrían comida para los perros, lo cual también sería ejemplificante. Y en tercer lugar... bueno, realmente tenía ganas de apretar el disparador por mera diversión. 

- ¿Una puerta? - Se preguntó a si mismo. - ¿Por que provoca tal pánico a estas criaturas oscuras como el tizón? Supersticiosos... - Negó con la cabeza. - Cosas suyas supongo. Mitos, leyendas de esta infame selva oscura y arcana y tan antigua como la misma África...

Sin más, el teniente se acercó a la entrada de la mina. No le apetecía ser el primero en entrar allí dentro, pues aunque tenía bastante claro que los negros no eran más que supersticiosos y primitivos infrahumanos, toda leyenda tiene su parte de verdad y si huían era por algo. Por suerte, el intrépido capitán que tanto defendía a aquellos bastardos de piel oscura, sería el primero en descubrir que les deparaba tras aquella extraña e inesperada puerta.